Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

7 de Mayo de 2019

Héctor “Parquímetro” Briceño (1953-2019): “Conozco mis sonidos igual que los perros sus olores”

En julio de 2006 gracias a Álvaro Peralta Sáinz entrevistábamos al recientemente fallecido músico chileno, quien en esos tiempos estaba a punto de grabar su primer disco como solista. El trombonista estaba ilusionado con la carátula: por él saliera en pelotas tapádondose apenas con su trombón, el mismo con el que ha tocado tanto en un velero, La Esmeralda, como en una boite, La Ponderosa. Pero también en el Festival de la Una, Vamos a Ver, Sábados Gigantes y Cuánto vale el show y ha acompañado a Rafaella Carrá, Zalo Reyes, Chancho en Piedra, Angel Parra Trío, Cristián Cuturrufo y Horacio Saavedra, el que lo llevó a la tele. Acá, un recorrido por sus tocatas, giras y comilonas: “Si me tienen bien atendido, toco toda la noche si quieren”, advierte el maestro Parquímetro.

Por

¿Por qué le dicen “Parquímetro”?
-Fue un apodo que me puso Carlos Helo a fines de los ‘70. En esa época trabajaba en Canal Trece grabando para los artistas de Sábados Gigantes y, además, grababa en Chilefilms el Festival de la Una. Siempre andaba corriendo en mi auto de un lado para otro. Un día llegué al Trece hecho un peo y justo afuera estaba Carlos Helo comiéndose un limón. Le pregunté qué estaban grabando adentro, pa’ cachar qué tan atrasado venía. Y Helo me dice (imita su voz): “¡Chii! Qué te interesa a vos, si venís llegando atrasado otra vez, hueón. Parecís Parquímetro de tanta plata que ganai en todos lados”.

Entiendo que también tocaba en una banda de la Escuela Naval.
Sí. Pero antes de eso estuve estudiando en el conservatorio como cinco años.

¿Cómo llegó a la Armada?
Es que uno como cabro es medio pavo. Y a mí la edad del pavo me duró harto. Entonces ni me enteré que me habían llamado al servicio militar. Pasaron y pasaron las listas y no tuve idea. Al final me fueron a buscar a la casa, casi como desertor. Ahí mi papá me dijo que mejor me fuera a la Marina a hacer el servicio. “Ahí te van a contratar al tiro por tocar el trombón”, dijo él. Le hice caso y me fui derechito donde ensayaba la banda. Quedé al tiro. De hecho al poco tiempo me mandaron en un viaje con la Esmeralda. Al final estuve como siete años en la Armada.

¿No le tocó hacer cosas más propias de la milicia?
-No poh, si yo siempre he sido desordenado, pos hueón. Yo estaba ahí por la música, nada más. Sólo un tiempo me tocó hacer guardia al monumento a Prat, ese que queda en la Plaza Sotomayor. Era desde las doce de la noche a las cuatro de la mañana. Yo me llevaba escondido un bluejean y le encargaba a un amigo de la banda que me bajara el trombón y me lo dejara en un local que había al frente del monumento. Así que tipo doce y media -cuando ya estaba todo tranquilito- yo cruzaba la calle, me cambiaba de ropa y me ponía a tocar

¿Y qué tipo de local sería?
-Una boite poh, se llamaba La Ponderosa y la atendía la señora María.

¿Cómo llegó a la tele?
-Tuve la suerte y la oportunidad de conocer a este señor chiquitito que se llama Horacio Saavedra. Él me incluyó en su orquesta y de ahí no paré más de trabajar. ¡Me faltaba la pura garrocha para saltar las panderetas de los canales! Tenía grabaciones en el Festival de la Una y Sábados Gigantes, más el Vamos a Ver con Raúl Matas, que era en vivo. Hasta para el Jappening teníamos que ir los domingos a tocar.

Y el Festival de Viña todos los años.
-Claro. De hecho del año ‘80 para adelante he estado de corrido en el festival como primer trombón.

¿Cuál es el show que más recuerdas de Viña?
-El de la Rafaela Carrá a principios de los ‘80. Ese fue el mejor como experiencia musical. Ella trajo un libro para cada uno, con todas las notas, de la obertura hasta el tema final. ¡Espectacular!

Ahora esa orquesta toca mucho menos.
-Claro, es que la tecnología nos está matando. Si los músicos somos igual que los ositos panda, estamos en extinción. Los artistas usan muchas pistas pregrabadas ahora.

Como hizo Alberto Plaza en su show del año pasado en Viña.
-Por supuesto. Eso lo dije y lo reafirmo. Yo estaba en el foso de la orquesta durante su show y me escuché tocando. Si yo conozco mis sonidos igual que los perros conocen sus olores. Eso Plaza lo tenía grabado de cuando hicimos un show con él en el Teatro Municipal.

LOS MÚSICOS

¿Es verdad eso que los músicos son tan buenos para comer y tomar?
Ehhh… Sí hueón, es verdad.

Se dice es más barato darle plata a un músico para que toquen en una fiesta que darle comida y trago.
Sí, de todas maneras. Te sale harto más barato pagarnos con plata que en especies.

¿Te incluyes en ese perfil?
De todas maneras. A mí me gusta la buena mesa, el buen trago y el buen trato. Si me tienen bien atendido, toco toda la noche si quieren. Si un músico está con el estómago lleno, ten por seguro que va a tener al público vibrando.

¿Dónde van después de la pega?
Depende de la hora. Si es temprano vamos a buscar pernilcito a El Hoyo o donde el Cicalli (Liguria). Cuando se nos hace más tarde vamos a la Casa de Cena, ahí nos tomamos un caldito y un copetito. Igual que cualquier oficinista, no nos podemos ir al tiro para la casa después de la pega.

LOS GESTOS

¿En qué momento se te ocurre poner caras raras a la cámara en los programas?
Eso partió en Noche de Gigantes a principios de los ‘80. El programa siempre llegaba o se iba a comerciales con una cortina musical y en ese momento la cámara pasaba cerca de la orquesta y mostraba a los músicos. En Noche de Gigantes los músicos siempre estábamos de humita, peinaditos y hasta con los bigotes recortados. Entonces una vez en medio de una cortina, cuando el camarógrafo Hernán Magallanes pasó frente a mí, yo abrí los ojos así (hace su gesto característico), bien grandes. Y el Magallanes se pegó la media carcajada. Se escuchó súper fuerte. Entonces después en comerciales Don Francisco preguntó, “¿Qué pasó, huéon?” y el Magallanes le dijo: “Es que este hueón me hace reír con sus caras”.

¿Qué dijo Don Francisco?
Le gustó. Dijo: “¡Eso tienen que hacer siempre, po’s hueón! Si están ahí como estampilla, parecen notarios po’s hueón”. Y de ahí seguí haciendo caras y hueviando. Por eso me invitaron después a ¿Cuánto Vale el Show?

En el ¿Cuánto vale el Show?, la orquesta tenía más participación.
Claro, ahí empezó el hueveo y después ya no paramos más. Estuve primero con Alejandro Chávez y después con Ricardo Calderón, cuando regalaba esas hueás… que les daban a los cabros chicos (Merendinas). Y al último con el Leo Caprile, que –aunque se enoje el Lucho Jara, que después hizo una versión más- fue el que mejor hizo el programa. Ojalá que repitiera el programa del Leo, pero siempre que me llevara a mí también.

TRABAJO Y HUEVEO

Aparte de la tele, ¿tocaba también en locales?
Sí. Me acuerdo que para la época del Mundial del ‘78 Horacio Saavedra tuvo que crear un show para tocar en locales, porque estábamos todos cesantes, hueón. Es que cada vez que hay un Mundial la gente se olvida de todo y los músicos quedamos más tiritones que guargüero de sapo. ¡Es terrible, hueón!

¿Cómo era ese show?
Era de onda disco, aprovechando que estaba de moda. Me acuerdo que tocaba el Carlos Corales y su esposa (Denise) hacía coros. Teníamos un meddley muy bueno, con temas de los Village People y esa canción de Rasputín… Puta, ¡la gente se volvía loca con el meddley!

Ya que nombraste a Carlos Corales, ¿es cierto que es el músico “mejor dotado” de Chile?
Así es, es el mejor dotado de Chile. ¡Chii, si a mí me tocó compartir pieza con él una noche!

¿Qué tal esa noche?
-(Risas) Puta, no dormí nada hueón. ¡Es el único músico que cuando está acostado se le nota que tiene un lomo de toro!

¿Dónde iban a “tomarse una cosita” después de esos shows?
-Había un local en San Ignacio que se llamaba Los Tres Mosqueteros. Ahí los pollos al coñac y el vino volaban. Eso sí, después teníamos que llamar a La Casa de la Guagua antes de irnos…. Pa’ que nos pusieran un andador al salir, porque si no nos sacábamos la cresta.

¿Tocaban también en regiones?
-Bastante. Lo mejor era ir al sur porque de vuelta pasábamos al Juan y Medio. Y ahí si que no cachábamos cuándo íbamos a llegar a la casa. Así era la cosa.

¿Algún viaje memorable?
-Uno que hicimos en tren a mediados de los ‘80. Resulta que hubo una tremenda inundación, llovió como dos semanas y quedó la cagá. ¡Fue un diluvio, hueón! Así que se hizo el Tren de la Solidaridad y partimos la orquesta de Horacio Saavedra -más el Zalo Reyes que iba de invitado- hasta Puerto Montt. Alojamos en los mejores hoteles y lo pasamos súper bien. Pero lo mejor fue la vuelta.

¿Qué pasó?
-Nos vinimos directo a Santiago sin parar. No sé cuántas horas eran, pero la cuestión es que nos instalamos en el coche comedor todos los músicos más el Zalo Reyes. Y fíjate que no nos dimos cuenta cuando llegamos a Santiago. Si de repente apareció un caballero que estaba barriendo el coche y nos dijo “ya poh, si ya es hora irse, si llegamos a Santiago hace como dos horas”. ¡Qué manera de chupar, hueón, oh!

¿Es verdad que nunca has pasado un Año Nuevo en tu casa?
Por lo menos desde que soy músico, nunca. Muchos años toqué con Saavedra en el Casino de Viña. Y también he trabajado con la Universal Orchestra que dirige Juan Azúa.

¿Y para el dieciocho también trabaja?
-No mucho. Últimamente he tocado con Cristián Cuturrufo en el Club de Jazz de Coquimbo, pero en general para esa fecha paro.

¿Nunca en una fonda?
Una vez, en el Parque O’Higgins. Eran los tiempos de ¿Cuánto Vale el Show? y a alguien se le ocurrió llevarme a una fonda. Pusieron un letrero que me anunciaba y la hueá se llenó. Pero el único problema fue que llovió. Fue terrible hueón, si quedé más mojado que un diputado. ¡Qué manera de mojarme huéon oh!

EL RECONOCIMIENTO

¿Cómo llegó a tocar con los Chancho en Piedra?
Fue un acercamiento de parte de ellos. Felipe Ilabaca, el bajista, habló conmigo y me dijo que estaban interesados en que hiciéramos algo juntos. Yo creo que los shows que hice con los Chancho en Piedra son de lo mejor que he hecho en mi vida. Sobre todo porque fueron shows grandes, con mucha gente.

¿Y cómo fue la experiencia con Ángel Parra Trío?
El Ángel es un monstruo. Un tipo con estudios, un músico único. Él se me acercó, parece que me vio en alguna parte tocando solo. Me dijo que quería contar conmigo en el show La Hora Feliz y listo, lo hicimos. Eso fue extraordinario, porque estaba el Titae, Cuti Aste, Cristián Cuturrufo, Camilo Salinas, el Mickey Mardones… Pura gente buena.

De ahí en adelante no ha parado de armar grupos y tocar.
No he parado más. Ahora estoy con el Camilo Salinas en Doce Monos y con la Santiago All Stars, una banda de salsa con la que –si todo va bien- vamos a grabar un disco con un sello norteamericano muy importante (Fania Records).

También viene un disco solista…
Bueno, por fin voy a sacar un disco solista. Yo creo que la próxima semana voy a empezar a grabar los primeros temas.

¿Algún nombre tentativo para el disco?
No lo tengo claro todavía, pero podría ser “Parquímetro al rojo vivo”. ¡Puta, ya me imagino la carátula!… Una foto mía, acostado en la cama de un motel. En una de esas camas con forma de corazón y yo así nomás, como Dios me echó al mundo. Y tapándome el quetejedi con la campana del trombón.

Notas relacionadas