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Opinión

4 de Junio de 2019

Columna de Lucho Tabilo Castillo: Un viaje por Ganimedes

Me lo topé viendo cómo su amigo Johnny Blues, el mítico ciego del Barrio Bellavista, lo daba todo con un parlante gigante en el escenario de metal tapizado de guano de palomas llamado Puente Pío Nono. La caja de zapatos para las propinas tenía unas pocas monedas y al parecer el espectáculo a esa hora […]

Lucho Tabilo Castillo
Lucho Tabilo Castillo
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Me lo topé viendo cómo su amigo Johnny Blues, el mítico ciego del Barrio Bellavista, lo daba todo con un parlante gigante en el escenario de metal tapizado de guano de palomas llamado Puente Pío Nono. La caja de zapatos para las propinas tenía unas pocas monedas y al parecer el espectáculo a esa hora de la noche no tendría mayor recaudación.

La precariedad del show me invitó a conversar con César Reyes Araya mientras se fumaba un cigarro. Es cantante, poeta y escritor. Dice venir de Ganimedes, una luna de Júpiter distanciada a 628 millones de kilómetros de la Tierra. Víctima de sus propios temores e inseguridades, sobrevive el día a día como carpintero. Se levanta muy temprano porque casi no duerme por las pesadillas. Desayuna un vaso de leche con algo de fruta e incluso practica deporte antes de ir a trabajar. A pesar de habitar en el presente, su cabeza está en cualquier otro lugar, menos acá, porque el presente duele.

Empezó a convertirse en un alcohólico cuando era un adolescente que vivía en el planeta Lota. A sus 40 años terrestres, todavía recuerda el instante en que su vida se fisuró por primera vez. Era un quinceañero obsesionado por el amor de una mujer siete años mayor.

Cuando la recuerda sus ojos se ponen vidriosos. Quién dijo que los hombres no sufren por amor. Reconoce con angustia que le rompió el corazón por ser borracho. Cada vez necesitaba un trago más. Solo el copete le daba coraje para enamorarla. La tuvo, fueron felices y la perdió. O bien, él se perdió. O siguió su rumbo, quizás. Un día llegó a dormir afuera de la casa de su enamorada, enrollado igual que un quiltro sobre la tierra. Esa noche su exsuegra le dijo que su hija lo amaba, pero que no podía verlo así una vez más. Que sufría con su adicción. Ahí tomó la decisión de buscar ayuda clínica, pero fracasó como tantas veces más.

No sabe dónde vive. Lleva décadas esperando partir a un planeta que cuando lo describe, llora. Allá todo es hermoso. Por ejemplo, me cuenta, el contacto físico entre seres humanos es innecesario. Todos estamos felices. Todo es poesía. En Ganimedes espera encontrarse con el amor de su vida. Lo único que quiere es dejar este mundo. No es que quiera suicidarse -aclara- sabe que debe ser en el momento indicado. Antes había confesado que le gustaría llorar, que le encantaría ser de esos seres humanos que son capaces de desahogarse con lágrimas. Algo pasó que conectamos. Estaba solo igual que él, y con la pera tiritando, le digo que entiendo lo que habla. Se queda en silencio y dice que cuando él esté allá, lo podré ir a visitar. Le respondí que le cobraría la palabra.

César llora y estoy en silencio. No quiero interrumpirlo. Tampoco sé mucho lo que tengo que hacer. Generalmente evito estas circunstancias. Respira profundo. Prende otro cigarrillo. Va sin prisa. Está escribiendo un libro con las historias de su vida. Conversamos casi una hora. Los últimos quince minutos, y después de contarme parte de su existencia y cotidianidad terrenal, saca de la billetera sin billetes una hoja de su borrador. Antes de decirle que escribo para este pasquín, me revela que su sueño antes de partir a Ganimedes, es quedar inmortalizado en el papel. Lo quedé mirando y observé sus ojos liberados esta vez. Espero sirva de algo. He aquí las dos caras de su hoja arrugada escrita en tinta azul:

Tu suave caricia envolvió mi piel / Tus labios de plata brillan sobre el mar
Mil lunas distintas para un solo sol / Mil caricias tuyas
Tu rostro y tu voz brillan sobre el mar

Deja que el viento abrace tu cuerpo para poder aferrarte hacia mi
Eres estrella que ocultan los cielos / Nunca sabrás lo que llevo dentro
Cómo explicar que vacías mi amor
Vamos a ver cómo nos lleva el tiempo solo entre tú y yo

Tu cintura alivia mi triste pasar
Mis pies con cadenas, tu hermoso cantar
Brillas sobre el mar
Pasivos pensamientos, recuerdos de amor
Me envuelvo en tu cuerpo y tu tierna canción
Brilla sobre el mar

Tengo en el alma tesoros que claman por tu presencia y sencilla bondad
Suave es tu ausencia y se vuelve siniestra
Suave es el ángel que cuidan tus hombros
Suave es tu boca, susurro de Dios

Pido al destino que escriba un secreto / Sólo entre tú y yo
Cuánto sentimiento jugó en nuestro amor
Tus ojos de niña, tu espejo es el sol
Y brillas sobre el mar
Me abrazas con tus piernas, destellos de luz
Me abrazo a tu espalda y tus labios sin rouge
Brillan sobre el mar

Voy con mis sueños buscando esperanza / Tanta esperanza que suelo gritar
Caen los muros de mi celda inerte / Blancas agujas que clavan a muerte
Mi espesa sangre no quiere rodar /Quiero mojar mi cuerpo en tu fuente
Solo entre tú y yo

Eres transparencia cual rayo de luz / Te veo en mis sueños, las flores y tú
Brillan sobre el mar / Dame tu mirada profunda de amor
Puedes ser mi amada, mi alma y mi razón
Brillan sobre el amor

Vuelve a mirarme con tu bella risa / Vuelve a besarme, no digas adiós
Salva mi alma de esta cruel batalla / Vuelve a entregar pasión incesante
Dame el aroma que envuelve tu piel / Quiero vivir la noche más calma
Sólo entre tú y yo

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