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Nacional

14 de Junio de 2019

Nelson Schwenke en una pequeña esquina de memoria

El viernes 21 de junio, a las 19.00 horas, un grupo de destacados artistas y público general se dará cita en el Metro Inés de Suárez para caminar hasta la esquina de la avenidas Bilbao y Lyon en homenaje a Nelson Schwenke, a 7 años de su muerte.

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Como una “pequeña esquina de la memoria” describe el periodista Cristian González Farfán el espíritu de la romería que organiza desde hace cinco años en homenaje a Nelson Schwenke, iniciativa que según señala: “No es solo un acto de justicia, sino un acto de respeto y reconocimiento a todos los hombres y a todas las mujeres que desde la resistencia cultural lucharon contra una dictadura brutal”.

La particularidad del homenaje radica en su espontaneidad y simbolismo, el hecho de confluir en un punto de la ciudad para caminar entonando las canciones del dúo valdiviano hacia la esquina donde Nelson sufrió el fatal accidente el año 2012. Para González Farfán: “cantar en caravana canciones de Schwenke y Nilo, al aire libre, es un acto de rebeldía”.

Sin escenario formal y desafiando las bajas temperaturas de la temporada, cada año participa un número importante de connotados artistas y admiradores de Schwenke y Nilo, para generosamente compartir cantos y palabras en su memoria.

Hace ya cinco años que porfías con esta iniciativa que en cada versión convoca a destacados artistas y diversidad de público ¿Qué te impulsó a organizar este homenaje?
-Me inspiró, en primer lugar, la romería que organizaba mi amigo Manuel Vilches al Cementerio General en homenaje a Rolando Alarcón. Me parece que era para su cumpleaños. Iba poquita gente, pero todos y todas quienes asistían lo hacían con absoluta convicción, guitarra en mano, e interpretando las canciones del querido cantor de la Nueva Canción Chilena. Recuerdo que cuando supe del accidente que había sufrido Nelson Schwenke, algo se remeció en mí. Estaba en mi ex trabajo y una lágrima me corrió cuando ya anunciaron que estaba con muerte cerebral. Supuse inmediatamente que el momento fatal habría de llegar. Creo que fue la pérdida artística que más me ha dolido en la vida. Estuve en su velorio masivo en el Galpón Víctor Jara, cuyo entorno se abarrotó de gente que admiraba su canto comprometido y sureño. El dúo Schwenke y Nilo significaba mucho en mi vida. De partida, porque aun siendo santiaguino, y más bien sanmiguelino como Los Prisioneros, mi conexión con el sur es vital. Y el canto de Schwenke y Nilo era lluvia, tormenta, agua, vida, río y suralidad para mí. Los descubrí tarde. Yo diría que en cuarto medio, el año 1998, gracias al querido amigo Alejandro Villagra, quien me pasó un casete roñoso del Volumen 1 donde aparecen El Viaje y Lluvias del Sur. Nunca entendí por qué no supe nada de ellos. Después en los períodos de mochileo con amigos, Schwenke y Nilo fue mi banda sonora de los viajes. Yo también soñaba con hacer tagüitas en las playas de Ancud, y sentía que aunque parecía quieto el río Calle Calle avanzaba hacia el mar. Bueno, retomando, cuando Schwenke fallece en ese desgraciado accidente les comenté a dos amigos, Venicio Maluenda y Carlos Fuentealba, de mi idea de rendir un homenaje a la figura de Nelson a través de una romería. Sin el apoyo de ambos, este tributo probablemente solo hubiera quedado en el área de los sueños. Así organizamos la primera romería con un apoyo increíble.

¿Quiénes participaron en la primera romería?
-Llegó el mismo Marcelo Nilo con el poeta Clemente Riedemann, y un montón de nobles artistas que ofrecieron su canto desinteresadamente. Marcelo ha estado en todas las romerías salvo la última. El público llegó espontáneamente porque se enteraron de un aviso en el diario, o porque vieron el evento en Facebook. También fueron unos chicos de una productora a hacer un miniregistro de la primera jornada. Desde junio de 2015, tres años después de la muerte de Nelson, cantamos en caravana hasta la esquina de Lyon con Bilbao, donde ocurrió el trágico accidente. Y durante todas esas frías noches de junio, el árbol en cuyo tronco cuelga una placa de madera en recuerdo de Nelson ha sido nuestro refugio. El punto exacto de la Tierra donde converge parte de la humanidad chilena más comprometida con sus artistas y también, por qué no decirlo, con la sociedad. Porque recordar a Nelson no es solo un acto de justicia, sino un acto de respeto y reconocimiento a todos los hombres y a todas las mujeres que desde la resistencia cultural lucharon contra una dictadura brutal. Los artistas del “inxilio”, concepto que alguna vez me planteó Pedro Aceituno del conjunto Curacas, aún no reciben el debido homenaje. Lamentablemente, y así siempre lo ha reconocido Marcelo Nilo, la democracia les quitó la sal y el agua, cuando parecía que todas las puertas se abrirían de par en par. Sigo pensando, como dijo Marcelo en la primera romería, que Schwenke y Nilo aún pertenece a ese Chile marginal.

Por ser el primer homenaje y por contar con la presencia de sus amigos más significativos, intuyo que fue particularmente emocionante.
-La primera instancia tuvo mucho de nostalgia; había una pena difícil de disimular, pues el dolor aún estaba muy a flor de piel. Pero a medida que el homenaje avanza, creo, abundan más las risas que las tristezas; afloran las ganas de recordar a Nelson como una persona con un agudísimo sentido del humor, y con una clarividencia increíble respecto de la época en que le tocó vivir. Las letras y músicas cobran absoluta vigencia en los borrascosos tiempos de hoy. Siento que en estos cuatro años de romería, el acto no ha perdido su esencia: ser profundamente democrático, y haciendo uso de nuestro legítimo derecho de ocupar el espacio público para decirle al mundo que las causas de Schwenke y Nilo de los ochentas siguen siendo las mismas que nos impulsan en tiempos de sociópatas en el poder como Trump, Macri, Bolsonaro o Piñera.

A partir de lo que señalas, la vigencia del canto de Schwenke y Nilo, la importancia de mantener vivo el espíritu de sus composiciones y el agudo sentido del humor de Nelson, llama la atención el término Romería, el hecho de acudir al sitio en donde sufrió el mortal accidente, vincularse con ese momento y lugar…
-Muchas personas quizás asocian una romería a algún rito religioso, en torno a alguna santidad, pero ese no es el espíritu de este homenaje. Más bien tiene el título de romería porque siempre imaginé una bonita figura el hecho de ocupar el espacio público en masa con canciones del dúo Schwenke y Nilo. Y que las personas que miraran por la calle se preguntaran a sí mismos de qué se trataba este montón de gente que cantaba canciones comprometidas políticamente. Dentro de todo, creo yo, cantar en caravana canciones de Schwenke y Nilo, al aire libre, es un acto de rebeldía. De partida, porque quienes se sienten convocados a la jornada perciben en las canciones de Nelson y Marcelo una reencuentro con la identidad. A mí me sigue emocionando pensar que hay gente que el día señalado se prepara, y desafía el frío solo para recordar a un emblema de la cultura chilena, marginada, pero también para re-encontrarse, para verse las caras. Se me ocurre que es un acto similar a lo que ocurría en las peñas durante la dictadura, tema que traté en un libro que coescribí con Gabriela Bravo para LOM (“Ecos del tiempo subterráneo”: tú te juntabas con otra persona en la peña no solo para escuchar a un artista, sino para juntarte con otros y otras que también pensaban lo mismo con respecto a temas comunes: la condena de la represión, la defensa de la cultura latinoamericana, la esperanza por un mundo mejor. El hecho de juntarse en el mismo lugar donde falleció Nelson no es, a mí parecer, un culto hacia la muerte. Humildemente lo interpreto como la resignificación de un hecho doloroso en una pequeña esquina de memoria. Cada vez que me toca pasar por Lyon con Bilbao, pienso en todo aquel que con su presencia ha dotado de sentido esta jornada que cumplirá cinco años. No lo hacemos en ningún escenario, porque no hemos querido convertirlo en un espectáculo y aspiramos a que la calle sea el espacio de expresión. No sé si en un lugar cerrado el acto tendría mucho sentido, habría que evaluarlo, tampoco es que me cierre a ello. Es un acto de homenaje, de recuerdo, donde confluyen muchos poetas y muchas poetas, músicos y músicas, y personas que simplemente quieren abrazar a Nelson imaginariamente.

A propósito de abrazarlo imaginariamente, recuerdo que su compañero de grupo, Marcelo Nilo, en una nota publicada en el diario La Tercera el año 2017, señaló: “(…) cada vez que vamos a tocar nos encontramos con él ahí. Por eso nunca fue necesario reemplazarlo, poner a otra persona al lado mío, yo no lo hubiera aceptado. Nunca he sentido que él ya no está en el escenario”. Llamó profundamente mi atención la forma de mantener el lazo musical, de sostener su presencia. ¿Cómo lees este gesto de Nilo, este acto mágico-imaginario de continuar como dúo?
-Yo creo que el gesto de Marcelo es de una grandeza enorme. De partida, efectivamente, yo estoy convencido que pese a la desaparición física de Nelson, Schwenke y Nilo sigue vivo como conjunto musical. Porque, como decía en la pregunta anterior, siento que las letras que desde una clave sureña y poética revelaban la desigualdad, la marginalidad, el consumismo y la disolución de la organización social propugnadas por la dictadura cívico-militar no han perdido su vigencia si uno hace una lectura actual. No es un buen signo que las mismas letras de los años ochenta denuncien los mismos problemas que el modelo neoliberal en democracia ha perpetuado. Lo que sí pienso que puede cambiar –y esto lo digo medio en broma, medio en serio- es que en unos años más las lluvias del sur tan bien narradas por el dúo no van a ser tan frecuentes debido al cambio climático. Volviendo al tema, pienso que la unión durante más de 30 años de dos personas, amigos, confidentes, compañeros de viaje, matrimonio musical, tampoco puede evaporarse de un día para otro. Siento que decir que Nelson no se ha ido del escenario es también entender la proyección de Schwenke y Nilo para los tiempos oprobiosos que corren. Entender que la canción comprometida no pierde su sentido porque los regímenes políticos cambian de signo. También presumo que para Marcelo también es difícil olvidar la presencia de Nelson sobre el escenario porque él se hacía mucho notar también con sus introducciones llenas de humor negro, y que rompían un poco el hielo en el público que iba a escuchar canciones tristes, como decían ellos. En un libro que recomiendo mucho, “Leyenda del Sur”, del periodista penquista Rodrigo Pincheira, recuerdo una frase de ambos diciendo que en los conciertos de Schwenke y Nilo el público chileno se iba a conectar con sus reprimidas emociones. Yo siempre digo que no me produce vergüenza decir que he llorado con las canciones de Schwenke y Nilo porque justamente me conectan con las áreas sensibles de mi ser, me teletransportan al sur y a la Valdivia que tanto amo y me motivan a persistir desde una humilde trinchera por la recuperación de la memoria cultural de este país. No solo con la gente que ha muerto, porque los chilenos tenemos esa mala costumbre también de recordar a nuestros artistas cuando parten de este mundo. No pierdo la esperanza también de organizar un homenaje en vida a Patricio Manns, Jorge Yáñez, Horacio Salinas e Isabel Parra. Al mismo Marcelo Nilo, aunque el tributo a Schwenke es también para agradecerle a él. Suena cliché, pero a veces creo que nacieron en el país equivocado. Un país desmemoriado.

Esa clave poética que señalas parece ser el sello de Schwenke y Nilo. La propuesta lírica de sus composiciones que conjuga armónica y sensiblemente profundidad crítica y exquisitas metáforas. Una cierta melancolía representativa del bucólico paisaje sureño que los vio nacer. En esta misma línea destaca también la participación del connotado poeta nacional Clemente Riedemann en la composición de algunos temas. ¿Cómo observas esta hermandad poética y musical? ¿Cuál consideras fue su aporte en este sentido dentro del Canto Nuevo y su vigencia en el Chile actual?
-Yo me atrevo a decir que la presencia de Clemente Riedemann en las vidas de cada uno es crucial para entender a Schwenke y Nilo. Me da la impresión de que Clemente es el tercer Schwenke y Nilo. Sobre todo en los primeros discos, siento, se trató de una sinergia perfecta. Porque Clemente hacía las letras, Nelson, la música y Marcelo, los arreglos. Yo desconozco cómo trabajaban los tres durante los primeros años en Valdivia. Sé que “Rimas”, por ejemplo, aparece en uno de los libros de poesía de Clemente. Pero si lo miramos de la perspectiva de la alianza poético-musical, creo que ha sido uno de los tríos más prolíficos de la historia musical chilena. No sé si en la música chilena hay muchos casos de poetas que trabajen directamente y codo a codo con los músicos. Lo que más hay, siento yo, son musicalizaciones de poetas chilenos, como tan bien lo ha hecho, por ejemplo, el gran Eduardo Peralta. Pero para mí poesía y música son indisolubles. Alguna vez Jorge Drexler dijo en una entrevista que la canción es un género en sí mismo, y no corresponde dividirlo en música y poesía. En ese caso en las canciones de Schwenke y Nilo siento que nadie es más importante que el colectivo de creación.
Y con respecto a la segunda pregunta, creo que no se puede entender el Canto Nuevo sin la irrupción de Schwenke y Nilo en la escena alternativa de la resistencia cultural. Siempre me acuerdo de una deuda que tuve con Nelson. Cuando coescribí “Ecos del tiempo subterráneo”, sobre las peñas en dictadura en Santiago con Gabriela Bravo, no mencioné a Schwenke y Nilo en ninguna parte del texto, y Nelson me lo hizo saber. “Busqué a ver si aparecíamos y no pasó nada”, me reprochó alguna vez. Yo no los incluí porque nuestra investigación era entre 1973 y 1983, y el dúo recién había llegado a Santiago a fines de los setenta y principios de los ochenta. De cualquier modo, tampoco pierdo la esperanza de reseñarlos como corresponde en una segunda edición. Alguien, no me acuerdo bien, habló en el libro de Pincheira de la Santísima Trinidad del Canto Nuevo: Schwenke y Nilo, Santiago del Nuevo Extremo y Eduardo Peralta. Me parece un tanto reduccionista esa opción, además de que había controversias en cuanto al origen del término. No obstante, me parece que Schwenke y Nilo es un eslabón en la cadena de artistas que lucharon desde adentro, que fueron perseguidos, amedrentados, y que sin embargo aún la sociedad chilena no acoge con admiración.

¿Qué artistas estarán presentes este año?
-Bueno, primero que todo, es importante decir que el homenaje tiene dos partes: la romería en sí y el acto cultural en torno al árbol. Las tres primeras romerías las partimos desde el Metro Francisco Bilbao, pero implicaba recorrer muchas cuadras. Dicho esto, desde el año pasado cambiamos la convocatoria para el Metro Inés de Suárez, ya que la caravana no es tan larga hasta llegar a Lyon con Bilbao. Este año volveremos a juntarnos en el Metro Inés de Suárez (Línea 6) el viernes 21 a las 19.00 horas, para luego caminar cantando canciones del dúo hasta la esquina señalada. A partir de las 20.00 realizamos el acto cultural en torno al árbol. Hay que decir que todos y todas quienes se sientan convocados y convocadas pueden participar. La lista está abierta. Idealmente ojalá se toquen temas de Schwenke y Nilo, pero en ningún caso es una imposición. Quiero destacar la presencia permanente y el apoyo incondicional –y perdón si me olvido de alguno o alguna- del Colectivo Cantores que Reflexionan, del grupo Neyenmapu –que tal como el año pasado se ofrecieron gentilmente para armar el escenario improvisado de la vereda–, del payador y amigo Hugo González Hernández, de la cantora Cecilia Concha Laborde, y de los trovadores José Cid, Pancho Villa y Galo Ugarte. Le vuelvo a agradecer también el respaldo y el cariño de siempre a mi amigo Venicio Maluenda. Hemos contado en estos cuatro años con la presencia de otros connotados como Eduardo Peralta, Hugo Moraga, Amaro Labra, Mauricio Gutiérrez, Canto Crisol, Luis Pippo Guzmán –la voz del jefe en la canción “Pat’e Vaca”-, Voces del Presente, Grupo Pequén, entre otros. El año pasado llegó de improviso Luis Le Bert y cantó a coro “A mi ciudad”. Este año nos acompañará el “elenco estable” reseñado en los primeros párrafos, más nuevas voces que siempre se suman a la lista como Iván Vergara, Flopy, Romina Núñez y Mario Serrano. En poesía nos acompañará Carmen Andrea Mantilla, Margarita Bustos, Sol Danor y Recopoetas. Hay que decir, eso sí, que siempre aparece alguien de sorpresa. Agradecer también a todos mis colegas periodistas que siempre se anotan con alguna publicación en un medio de circulación nacional.

Tomando en cuenta la creciente convocatoria y la fuerza que cobra tu iniciativa año tras año, ¿Cómo proyectas este homenaje? ¿Crees o quieres que evolucione en el tiempo?
-¡Uf! es una pregunta complicada. No me gustaría que perdiera ese espíritu que le da sentido a la actividad: que sea abierta para todos y todas, democrática, en el espacio público, con música y que sirva como un espacio de encuentro. Por el momento no me he planteado la necesidad de modificarlo. Lo que sí me gustaría es, tal vez, contar con un poquito más de infraestructura para armar un escenario un poquito más grande, a la altura de lo que merece Nelson. Sin embargo, estoy consciente de que los admiradores de la obra del dúo no somos un público masivo. En ese sentido, quiero destacar en la última romería el tremendo esfuerzo que hicieron mis amigos de Neyenmapu en montar un pequeño escenario lleno de significado. Dejaron corazones de papel en el árbol para dejar mensajes, y poblaron de vida el espacio de Nelson. Es una actividad totalmente autogestionada, y tal vez me gustaría contar con más recursos para imprimir las canciones que se interpretan en la jornada, de manera que podamos cantarlas todos y todas. Lo que sí me parece relevante, en lo que respecta a la evolución del homenaje, es que pueda participar cada vez más gente. Entiendo que en La Calera, ciudad donde vivió por largo tiempo Nelson, se hace siempre un homenaje paralelo. También en Valdivia. Hace poco visité a la viuda de Nelson, Franca Monteverde, y ella me compartió muchas historias de su compañero. Fue un desayuno inolvidable. Me interesa en particular que pudieran participar del homenaje algunos artistas de la Nueva Canción Chilena. Siento que es una instancia ideal para propiciar un diálogo entre dos movimientos culturales chilenos que viven en un cortocircuito permanente: la Nueva Canción Chilena y el Canto Nuevo. Me encantaría por ejemplo que José Seves pudiera estar, toda vez que él fue de los pocos que intentó tender puentes entre ambas expresiones, con la interpretación de “Siempre que yo vuelvo”. Pero en la generalidad percibo una especie de divorcio entre estos dos mundos. Siento que los artistas de la Nueva Canción Chilena no han comprendido del todo el tremendo papel que les correspondió desempeñar a los artistas de la resistencia cultural y del Canto Nuevo, y que desembocó finalmente en la rebelión popular contra la dictadura.

ROMERIA NELSON SCHWENKE from Gallo Negro Producciones on Vimeo.

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