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Nacional

25 de Junio de 2019

Cardoen ante petición de extradición a Estados Unidos: “A mí ya me castigaron, me tuvieron 26 años en Chile”

El empresario es acusado de tráfico ilegal de circonio, un mineral estratégico utilizado en la fabricación de bombas de racimo y que fue vendido en Irak.

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El exfabricante de armas chileno Carlos Cardoen, que desde el pasado 16 de abril se encuentra con arresto domiciliario, se declaró este martes inocente de las imputaciones que ha hecho Estados Unidos en su contra por vender armas a Irak y que derivaron en una solicitud de extradición.

“Yo estoy tremendamente feliz porque en 26 años de una persecución absolutamente injusta, de la cual soy totalmente inocente, he podido enfrentarme a nuestra Justicia para poder defenderme por primera vez en 26 años”, señaló Cardoen a la salida de su comparecencia en la Corte Suprema.

Tras escuchar a la jueza Andrea Muñoz, quien lo notificó por la petición de extradición de Estados Unidos, el empresario señaló a los periodistas que se encuentra confiado de la justicia chilena “estoy tranquilo, sereno junto a mi familia esperando que continuidad del procedimiento”.

Cardoen quien llegó hasta los tribunales acompañado de su familia aseguró que el proceso judicial va a permitir aclarar “que por 26 años han jugado con mi reputación, con mi honra y la de mi familia, que al final es lo que estoy defendiendo”.

“A mí ya me castigaron; a mí ya me tuvieron 26 años en Chile”, subrayó el empresario en alusión a una alerta roja interpuesta por Interpol desde 1993, lo que le ha impedido salir del país.

El empresario tiene una denuncia del Gobierno de EE.UU. por exportación ilegal de circonio, un mineral estratégico utilizado en la fabricación de bombas de racimo y que fue vendido en Irak.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile confirmó el pasado 26 de marzo que el Departamento de Justicia de Estados Unidos solicitó la detención con fines de extradición de Cardoen por presunta exportación ilegal de mineral estratégico.

El empresario chileno, que ha desarrollado inversiones en los sectores metalúrgico, químico, agroindustrial y turístico, fue acusado por Estados Unidos de haber vendido 29 mil bombas de racimo a Irak por 200 millones de dólares.

En ese entonces, Industrias Cardoen se convirtió en uno de los principales proveedores de bombas de racimo del régimen de Saddam Hussein en Irak.

El giro ocurrió cuando Hussein invadió Kuwait (1990), y el entonces líder iraquí pasó a ser un indeseable para el Gobierno estadounidense, que acusó a Cardoen de contrabando de circonio, material indispensable para la construcción de las bombas de racimo.

El chileno fue además uno de los principales abastecedores de armas del mercado interno durante el período en que Estados Unidos impuso la enmienda Kennedy, que impidió la venta de armas a Chile durante casi 20 años a raíz de las violaciones a los derechos humanos de la dictadura (1973-1990).

En 1986, y tras una explosión en la fábrica de bombas de racimo que el empresario tenía en la ciudad norteña de Iquique, donde murieron 29 trabajadores, cerró esta planta y la trasladó a Irak, donde la abandonó durante la Guerra del Golfo.

Según fuentes judiciales, los abogados estadounidenses piden 35 años de presidio y multas que pueden alcanzar los 600 mil dólares.

Su abogada Joanna Heskia ha sostenido en varias oportunidades que se “va a reafirmar todo lo que ha venido diciendo: él no cometió ningún delito, todas las operaciones que él hizo fueron siempre conocidas por Estados Unidos”.

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