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Teatro

23 de Julio de 2019

Crítica de teatro “Demasiada libertad sexual les convertirá en terroristas”: Resistencias políticas de los cuerpos libertinos

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“Desde una noción dialéctica entre hegemonía y marginación, la obra pone en escena una conferencia con cinco expositores: un actor con VIH, una trabajadora sexual, una activista con obesidad, un actor/travesti y una persona transgénero”, escribe Jorge Letelier.

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La figura de Pier Paolo Pasolini resuena en toda la extensión de la nueva obra de Ernesto Orellana. No solo le da la inspiración al título, tomado de una colección de ensayos del cineasta y poeta italiano, sino que es el eje moral tras la intensa diatriba estético-sexual del montaje, una suerte de fuego seminal que inocula este discurso de provocación como arma política.

Orellana (autor de las muy potentes Los justos e inútiles) ha decantado progresivamente en una trayectoria que reflexiona muy conscientemente sobre la resistencia política de las minorías sexuales y dentro de ella, en las posibilidades subversivas del cuerpo como poética disidente. En Orgiología examinó las emancipaciones posibles de una sexualidad crítica con las convenciones imperantes, en un híbrido entre teatro y danza donde, a juicio del mismo director, predominaba su condición de artefacto político. En Putamadre, montaje de egreso de la Escuela de Teatro de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (que comienza a tener vida propia como obra profesional), reivindicó el cuerpo como escenario de batallas sexuales, sociales y políticas y se erigió como una vehemente descomposición de la convención familiar heteronormada según designios de clase.

En ese camino, y de manera más radical, Demasiada libertad sexual les convertirá en terroristas prosigue un camino de indagación de las posibilidades de desobediencia sexual normativa. Y a diferencia de Putamadre, cuya poética está anclada en el metarrelato teatral, acá la dimensión activista de su tema es preponderante en la medida de que es una idea surgida de un taller dictado por Orellana sobre imaginarios contrasexuales.

Desde una noción dialéctica entre hegemonía y marginación, la obra pone en escena una conferencia con cinco expositores: un actor con VIH, una trabajadora sexual, una activista con obesidad, un actor/travesti y una persona transgénero. Todos ellos circulan por los márgenes de la oficialidad heteropatriarcal y desde allí organizan sus discursos de desobediencia sexual. Todos trabajan en la vida real desde la disidencia,pero a la vez construyen parte de sus experiencias desde la puesta en escena, por lo que el testimonio de cada uno es una herramienta tanto testimonial como teatral. En esa hibridez la obra está más cerca del distanciamiento brechtiano que del documento per se, exacerbando su condición “discursiva y panfletaria”, como dice la voz en off del director.

A través de una narración objetivada como puede ser la idea de una conferencia, la obra va instalando ciertas definiciones en torno al lenguaje como construcción de realidades, la normativa social del sexo heterosexual y la idea de subversión política aplicada a la emergencia de idearios sexuales alternativos. Estas ideas son entrecruzadas por testimonios propios y de otros, teatralizaciones casi naifs y una interesante inversión de roles, tomado de Casa de muñecas, de Ibsen. Como discurso político es interesante la manera en que reafirma la deconstrucción de roles previamente asignados según la cultura patriarcal y los imaginarios en torno a la sexualidad (como la puta que lo es porque le gusta y que no responde a la noción de explotación ni víctima asignada comúnmente).

Pero todo esto que parece muy discursivo y conceptual (hay una base sólida, por cierto, que va de Monique Wittig a Nelly Richards, pasando por el mismo Pasolini), se afirma fundamentalmente desde lo escénico por una reivindicación hedonista de las posibilidades del cuerpo como territorio. Desde ahí el montaje expresa y juega con todas las libertades posibles y se organiza performáticamente en secuencias muy atractivas, con una idea enarbolada por Orellana de la “promiscuidad escénica”, que funciona muy bien como idea de provocación escénico-política. Es allí donde la figura del cineasta italiano asesinado en 1975 adquiere importancia puesto que la desmesura, el gesto excesivo y la vocación de escándalo que el autor de Saló instaló como gesto casi desesperado, retumba desde esta idea de instalar nuevas ficciones sobre el cuerpo como manera de contrarrestar las prácticas hegemónicas del capitalismo tardío.

“El rechazo ha sido siempre un gesto esencial en aquellos pocos que hicieron historia”, dijo Pasolini en su última entrevista, horas antes de ser asesinado, y este montaje lo suscribe desde el desafío a los tabúes que aprisionan las normativas socialmente impuestas: los cuerpos en transición de género, el cuerpo alejado del canon de belleza, la “peligrosidad” que encierra el cuerpo cero positivo o el que está dispuesto al placer no victimizante socialmente.

En esta sublimación del placer como respuesta política-teatral, Demasiada libertad sexual les convertirá en terroristas es tan aguda como juguetona, bebe de las herramientas del teatro documental (es notable la encuesta callejera sobre la irrupción de lo heterosexual), así como de la performance y la autoconciencia del teatro posdramático. Todo es vital, desordenado, desesperado, con una erótica que huele a calle y a rebeldía, aunque quizás con exceso de idealización sobre los espacios disidentes en que no aluden mayormente a los conflictos de clase.

Sus performers (incluyendo dos sin formación teatral) indagan con convicción en esa zona intermedia entre el discurso consciente y la representación, con una liviandad que evita la sobreidelogización. Por ello es que la dirección de Orellana apunta a buscar una respuesta cómplice en el espectador más que en la contemplación de un manifiesto furiosamente militante que pudiera dejar poco espacio para el divertimento. Porque, parafraseando a Pasolini, las armas de esta lucha (como lo reflejan las fotografías promocionales tomadas por Paz Errázuriz) no se detienen, aunque tiene claro que hay que hacerlas con amor. En todas sus variantes.

Título: Demasiada libertad sexual les convertirá en terroristas

Creación y Dirección: Ernesto Orellana

Asistente de Dirección: Macarena Guzmán Rivas

Elenco: Marcelo Fuentes, Charlie Bernal, Rocío Hormazábal, Carolina Dominik y Matías Guzmán

Diseño Integral: Fernanda González

Funciones en Sala Teatro Universidad Mayor; días jueves, viernes y sábados, a las 20:30 horas hasta el 27 de julio.

Este artículo fue publicado originalmente en Culturizarte, un blog chileno especializado en cultura. Si quieres ver contenidos culturales, visita www.culturizarte.cl.

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