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Entrevistas

25 de Julio de 2019

Pamela Díaz: “Estoy en el lugar que quiero, pero no me olvido que me demoré 18 años en lograrlo”

Acelerada, chucheta y frontal. Esas serían buenas palabras para definir a “La Fiera”, como la apodó la extinta farándula de la que fue ama y señora. Hoy, con 38 años, Pamela Andrea Díaz Saldías ve con distancia los tiempos en que iba al choque con quién se le cruzara y reconoce estar más tranquila. “Hoy día no me sirve pelear”, dirá en este diálogo con The Clinic. Dicha pasividad la tiene como rostro publicitario y a cargo del matinal de CHV “Viva la pipol” y el programa “La noche es nuestra”. Aquí reflexiona sobre la madurez, la dureza con que cría a sus hijas, habla del dulce y agraz de la televisión y se refiere, sin cursilerías, al largo camino que tuvo que transitar para estar donde siempre quiso.

Por

Pamela Díaz corre todo el día. Verónica Silva, su asistente, agenda personal y ayudamemoria constante, la apura para que se instale de una vez a conversar. Sus tacos, con los que apareció horas antes en su programa matinal “Viva la pipol”, figuran tirados en su camarín espacioso y sin luz natural. Ella llega acelerada y con zapatillas, reta -de mentira, como la mayoría de las veces- a su asistente y le dice que no quiere hacerla, que está cansada, que la deje tranquila. Pero Verito -como le dice Pamela- no le hace caso. Cual madre, la sienta y la vigila para que se ordene y conteste las preguntas que The Clinic tiene preparadas para ella.

Da la sensación de que tuviste que darte una vuelta muy larga para llegar a tener programas a tu medida como “Viva la pipol”. ¿Quién tuvo que ceder para que estés hoy en la posición que estás? ¿Tú o la tv?
-Claro, al principio partí modelo y era como un gomero. No podía hablar mucho, era la que llevaba las bolitas del pollo, digamos. Yo me presenté al Miss Chile, al Miss 17, a la Miss pileta y nunca gané nada. Me parecía raro, decía: “¡Pero por qué!”. En el momento en que empiezo a criticar ciertas cosas, soy un poco más escuchada, pero siempre con esto de que no estudié y que terminé cuarto medio en un 2×1. Yo igual me río a veces de cosas ignorantes que pregunto, porque de verdad no tengo idea, y lo digo súper humilde: “Sorry que te pregunte, pero no tengo idea”. Y por lo general pregunto cosas que a lo mejor la gente también está preguntándose en la casa. Hay gente que se hace la cool o que sabe todo, pero googlea dos segundos antes de preguntar. Eso a mí no me interesa.

Claro, eso es parte de las cosas que la gente quiere de ti.
-Después en los realitys también. Yo nunca he cambiado en un reality, siempre he sido barsa, prepotente a veces, simpática, pero siempre he sido igual en todos lados, entonces cuando salió La Granja, me echaron a los cinco días por un 80% del público. Yo decía: “Es que la gente no me entiende, ¿cómo no cachan que mi humor es súper negro?”. A mí no me molesta nada, pero tengo claro eso sí que si tú me vas a tratar mal, mi forma de devolverte eso va a ser mucho más brutal. Después fue la explosión de la farándula. Durante diez años estuve metida en todos los atados y me gustaba, y disfrutaba, y entre más escándalo, más te pagaban, si ese era el tema.

Ya, pero ¿en qué momento cambia esta perspectiva sobre ti y empiezas a ser un rostro querido y apreciado por canales y marcas?
-Creo que fue cuando dejé de hablar sobre las demás personas. Creo que hay un cambio ponte tú, cuando participé en el Mucho Gusto con la Maldonado, la Javiera Contador y Viñuela. Ahí hacía otras cosas, era distinto, hablaba de temas de familia, de comprar ropa, cirugías, empecé a hablarle más a la señora de la casa. Coincidió en que en esa época la farándula venía bajando un poco. Después llegué a otro matinal en CHV, donde trabajé cuatro años y volví a hablar de temas de casa e hice mis estupideces. No sé, a hacer reir.

¿De verdad dejar de hablar del resto fue lo que hizo la diferencia?
-Yo creo que eso te da la posibilidad para hacer cosas. No era creíble antes. Era una mina que en cualquier momento podía salir con cualquier estupidez: que hablaba mal de ejecutivos cuando no había que hablar de los ejecutivos. A mí me echaron de Mega por decir que los ejecutivos no tenían idea de hacer tele. Además ese humor negro que tengo me diferencia de las otras animadoras. Son todas muy correctas.

¿Políticamente correctas?
-Creo que tienen un formato distinto de hacer televisión. El formato de ellas es lo que la televisión siempre ha querido: mujeres correctas, que leen bien una mención, que no se equivocan y que están muy preparadas a la hora de hablar un tema. Yo estoy preparada pero de acuerdo a lo que yo siento, a lo que me interesa. Pero creo que es un estilo muy distinto de todas. Por ejemplo, a mí me pasaba que veía a la Montserrat (Álvarez) de las noticias y la encontraba súper distante. Pero me mato de la risa con ella. Llega y me dice: “Hola, colega, ¿cómo estai?”. Claro, porque yo trato de colegas a las periodistas. Hoy día en Chilevisión, y fuera de leseo, hay mucha buena onda. Debe ser porque la industria está muy difícil y no sirve pelearse con nadie hoy día.

¿No han llegado los tiempos mejores a la tele?
-No po. O sea, si no te afirmas acá, se pone difícil. Para trabajar en Santa Isabel tengo que tener la vitrina de la tele. Es gracias a lo que tengo, ese nicho chico que es la televisión, que tengo esta pega que me afirma. Entonces hoy día no me sirve pelear. Además no tengo ganas, ya me he peleado con todos. Echan a Don Francisco, imagínate.

¿Vienes de vuelta?
-Claro, ya no me sirve, porque no hay espacio tampoco para hacerlo.

Tiene que ver con que estás más grande, tienes 38 años. ¿Será la madurez acaso?
-Pasa que tengo cinco hijos, entre los tuyos y los míos, están las cosas buenas y malas del matrimonio y no sé, tener que estar acá todos los días siempre con la mejor onda. Donde estoy ahora es proyecto nuevo que nos ha costado ene y tenemos la confianza de decirnos las cosas. Es tan rico decir: “Hueón, hoy día fallamos, ¿en qué fallamos?”, pero sin echarle la culpa a nadie. Hablamos del programa siguiente: si ya nos fue mal, todos sabemos.

¿Pero siempre quisiste esto que te está pasando ahora? ¿O improvisaste en el camino?
-Sí, siempre quise hacer esto.

¿Estás en el lugar que quieres estar?
-Sí, pero no olvido que me demoré 18 años en lograrlo. Podría haberme demorado diez, pero no 18 po. Tenía súper claro cómo iba a trabajar: desde chica dije quiero trabajar con la misma gente que me ayudó al principio. Ponte tú en el modelaje fue Hugo Guerra quien me peinaba cuando nadie me quería peinar. Por ser morena era súper discriminada en muchas cosas porque casi todos los comerciales eran para rubias. Y yo, la estúpida, me iba a meter a comerciales de rubias y me decían: “¿Pero qué hace aquí? No, usted no es rubia”. Pero yo pensaba “a lo mejor la rubia es fome y aquí estoy yo”. No sé po, siempre hice cosas que ni siquiera tenía que hacer. Busqué lo que quería y sabía que en un momento se iba a dar.

¿Qué es lo que te gusta de la televisión?
-Creo que la televisión tiene cosas muy buenas y muy fomes: que yo voy al banco y paso porque le caigo bien a la señora y ya, ¡que rico! hice mi trámite en dos segundos. Además lo sé, tengo muchos más beneficios que cualquier persona normal: no me pego esa micro de tres horas para llegar a la casa, ni paso susto a fin de mes.

¿Y cuáles son las cosas fomes?
-Lo malo es que a veces cuando te mandai una embarrada, el costo es mucho más heavy. Por ejemplo, a mí me han echado de este canal y me han contratado en menos de un año (risas). Y no me han pagado ni sueldo, o sea, no es que como me voy y vuelvo como corresponde. En general me han echado de todos los canales. De hecho, del lado que más me han echado es de este canal (CHV).

Y es donde estás mejor posicionada hoy.
-Bueno, siempre dije que en este canal puedo trabajar libre.

TODOS ENTONADOS

Da la sensación de que programas como “Viva la pipol” o “La noche es nuestra” están hechos a tu medida. ¿Cómo es el trabajo con el equipo?
-Con Jean Philippe y Felipe somos muy distintos, es que es una cosa que no se cree. Nadie puede creer que no tengamos cosas en común. De hecho tenemos pocas, en temas familiares sí. Pero todo mal, somos lo anti. Pero nos llevamos genuinamente bien, a pesar de las diferencias. Hablamos mal de nosotros en talla. No sé po, después tienes lo que pasó con Carola de Moras y el Rafa. “Ay, es tan linda ella, es un amor”, decía él. Y la otra decía del Rafa: “Ay, es mi mejor partner, lo amo”. Y después sale la otra -Carola de Moras- diciendo: “Ay, no, casi me maltrató”. Y no entiendo nada. Nosotros somos lo que nos nace, queremos pasarlo bien.

¿Cuál es la fortaleza de esos programas?
-Son programas muy básicos, que no tienen un gran presupuesto como cualquier otro programa y que tampoco lo necesitan. Si yo me quiero tomar un trago me lo tomo de verdad. De hecho nos han dicho: “Ya po, ¿y no hay más copete?”, cuando se nos cae el tema del copete. A veces terminan todos entonados y na’, lo pasamos increíble. Todos lo pasamos bien. Hasta las 25 vecinas que tenemos de público nos vienen a ver todos los días. Eso es muy choro.

¿Qué tan importante para ti es tener esa identidad de no ser sólo bonita sino que ser buena para la talla?
-Es que creo si no lo tuviera, no estaría siendo yo. O sea si a mí me dicen: “No, no queremos que salgas de madre, no queremos que te rías, no queremos que tires tallas…” No, simplemente no es para mí, no podría, porque se me va a salir igual. Porque más encima me amurro y pongo una cara de tres metros, y hago saber que estoy molesta. Aparte siempre he sido igual, toda la vida desde chica.

¿Qué es lo que menos te gusta de tu trabajo?
-Los móviles. Me cargan.

¿Y por qué no te gustan? ¿Por la interacción con la gente?
-No, porque ya hice tanto móvil, y si no es un móvil que a mí me llene o que me guste, estoy jodida.

¿Y qué te llena?
-Nada.

Ya, pero ¿cómo no te va gustar nada?
-No me gusta. Aparte todo el mundo me dice: pero, ¿qué te gusta? Nada. Me gusta estar echá, comer, me gusta salir con mis amigas y hay veces que no quiero ver a nadie. Soy normal. Ayer salí, me tomé un copete y todos así como: “Shhh, no lo digas, eres animadora”. Pero hueón, si tomo y a veces quedo curá como tagua en mi casa. No manejo así y cuando salgo, igual quedo entoná. Pero no lo hago todos los días, si no soy alcohólica.

¿Qué te gusta tomar?
-Ahora: sangría. Pero me cura porque es dulce. Ah, y el espumante.

¿Y ese es tu único vicio o tienes otros?
-Puta, fumo cigarros, pero solo cuando se me calienta la boca. En general fumo poco.

CANCELADOS

¿Qué te parece esta cultura de la cancelación, muy presente en redes sociales? O esto de que apañaste a alguien y te fuiste funado.
-Hoy día pasa que hay una exposición tremenda con el tema de las redes sociales. Hay cosas que yo ni siquiera entiendo y me cuesta mucho. Estoy segura que en un tiempo más va a salir otra red social y jodimos todos los que estamos en Instagram. Creo que cuando tú te expones a algo, tienes que recibir ciertas cosas que pueden ser a veces injustas. Tú asumes que todos tus actos tienen consecuencias. A veces hay gente con la que no pensai igual, pero tenís que respetarla. Ponte tú, a mí me pasó con el tema de la Patricia Maldonado: hay cosas que no me gustan de lo que ella dice, que no comparto en nada. Pero sí siento cuando ocurrió la polémica con Alejandro Goic -que se retiró de pantalla cuando ella apareció en el matinal Mucho Gusto-, no me parece todo lo que pasó con esta campaña que se hizo para sacar a alguien de su pega porque no piensa igual que el resto.

Claro, él señaló que en ese momento había salido de pantalla porque ella para él representaba…
-Sí, la violencia, la muerte, los detenidos desaparecidos.

Es un tema delicado, parte sensible de la historia de este país.
-Que ella lo vivió muy bien.

Claro, lo vivió del lado amable, digamos.
-Es que yo no sé si fue tan amable. Es que creo que si la Pati tiene la capacidad de decir en su mismo programa, en su mismo canal lo que ella piensa, me parece maravilloso. Evidentemente hay cosas que dice que no comparto, que no me gustan. Lo que no me gusta yo se lo he dicho siempre, es mi amiga, pero le importa una raja, le da lo mismo. Pero tienes que tener claro que así como tú vomitaste todos esos dichos violentos, tenís que entender que hay gente que también quiere justicia. Pero oye, la Pati no es Pinochet.

Pero para mucha gente ella representa sus ideas, las defiende.
-Hay una parte de la historia que sí está marcada y vienen generaciones que siguen con el tema. Pero no sé, el tema de los actores me pareció súper potente para ambos lados. Y estando en un mismo canal, que me pareció súper bien que ocurriera. Finalmente era quién tiene más poder. Seguimos en lo mismo.

¿Y quién tenía más poder?
-La que sigue contratada por dos años más es la Maldonado, ganando la plata que ganan cinco actores de ahí. Es obvio, ella todavía sigue ahí y no hubo una multa. La vieja igual arrastra muchas cosas que son del pasado, es cierto, pero no tiene por qué dar esa batalla sola.

¿Qué personaje público te convoca?
-La gente buena, me gusta la gente justa. Pero no tengo ningún nombre con el cual me identifique. Pero si veo el tema de las mujeres, por ejemplo, creo que para mí y para la historia ha sido súper importante Christiane Endler, la arquera de la selección.

¿Por qué?
-Para ellas ha sido heavy. El hecho de estar en un mundial, aunque no hayamos pasado a la segunda fase. Es de un esfuerzo que la gente que no tiene idea, se mueren. Son años, muchos años. La otra vez lo conversaba con Christiane. Ella me dijo: “Mi sueldo de para el mes no alcanza a ser ni siquiera el día de un futbolista hombre”. Y oye, te estoy hablando que es la sexta arquera del mundo. Ella me decía: “Yo solo quiero que a través mío -hoy día tiene como ocho campañas publicitarias-, mis compañeras puedan tener la misma posibilidad. Ella me decía que más adelante le encantaría trabajar en el tema político para que no le roben la plata a las deportistas. O sea, tenemos deportistas bacanes, pero no hay lucas. Estas chiquillas lo único bueno que sacaron es que les dieron una beca para estudiar en la universidad y 300 lucas al mes, para que vayan a entrenar dos horas, cagadas de frío, en canchas horribles y después tienen que ir a estudiar. O sea se les acabó el sueldo en el puro pasaje, si las canchas son a la cresta.

Igual es interesante lo que pasa. Antes nosotros teníamos otros referentes, tus hijas la van a tener a ella.
-Sí po, teníamos a la Miss Universo: la Cecilia Bolocco -risas-. Hoy día, ponte tú, hay periodistas mujeres acá secas en el canal del fútbol, que le discuten a los hombres con una valentía. No sé, es bacán que mi hija más chica tenga a quién mirar. Me gusta ver a todas las chiquillas así: empoderadas, creyéndose el cuento, que de igual a igual le pueden discutir a un hombre.

DECONSTRUIDA

El año pasado estuvo marcado por las denuncias de abuso y acoso sexual en la tele. ¿Qué te pareció toda esa ola? ¿Qué opinabas de todo lo que se estaba viviendo en la industria?
-A mí me agrada mucho que la gente se atreva y que haya compañerismo, porque si estás sola no vas a poder denunciar. De hecho, la gente que se demora muchos años es por eso mismo, por el qué dirán. Lo dijo una y así se fueron sumando varias. “Como “oh, a mí me pasó lo mismo, a mí me pasó lo mismo”. Yo tengo un carácter súper fuerte que no entiende las depresiones, no entiende la gente que está lateada, la gente que se queja cuando está sana, todo eso a mí me molesta. Y me molesta la gente que no tiene la capacidad para decir: “Oye, para. No me gusta esto que haces”. Pero eso lo tengo yo. Me costó entender, y escuchar, y saber que hay gente que no es igual a mí que se puede demorar siete años en hacer una denuncia. Si tú me tratas mal a mí, no me afecta, pero quizás sí yo te digo tonta te puedo cagar la psiquis por un buen tiempo. Eso me enseñó a decir: “Ok, no tengo por qué juzgar a nadie, solo tengo que escuchar”. No creo que la gente mienta en un caso así.

¿Te estás deconstruyendo, Pamela?
-Pero hace años.

¿No fue gracias a la vorágine feminista entonces?
-No, no fue gracias a eso. Hace rato que empecé y por eso te digo que hoy día yo no juzgo a nadie. Yo puedo escucharte, pero lo único que te pido es que no me mientas, estamos hablando de algo serio, la idea es que esta cuestión funcione. Pero las nuevas generaciones vienen muy distintas.

Y con tus hijas, por ejemplo. ¿Qué es lo que te importa inculcarles?
-Es que yo hablo con ellas todo súper cara de palo. A veces creo que se me pasa la mano. Mi propio entorno me critica porque soy demasiado fuerte con ellas.

¿Demasiado dura?
-Que trabaja y estudia, que ni un hombre te mantenga. Si eres independiente el día de mañana podís hacer así -chasquea los dedos- y te vas a donde sea. Si estás dependiendo de un gallo lo más probable es que vas a estar: “No, es que me va a pagar. No, es que mes se portó bien”. Hueón, más allá de que te guste o no te guste tu pega, más allá de lo que te paguen o no te paguen, haz algo por ti. Esa es una de las discusiones que yo tengo con mis hijas, con marido y mis amigos. Mira, quizás no es la mejor forma pero es la que me nace a mí.

¿Y cómo forjaste eso en ti misma?
-Lo que pasa que a los 14 años yo solo quería ser famosa. Después a los 15 también y cuando empecé en esto, ya te pagaban por ser famosilla, me gustó más la plata que ser famosa. Empecé a tener mis lucas, a darme unos pequeños lujos. Cambiar el celular, comprarme ropa, pagarme la luz y el teléfono. A mí me encanta la plata y siempre lo digo. Y me gusta mi plata. No he tenido la suerte que alguien me mantenga, me encantaría, pero siempre que hablo de plata pienso: Es mía. A mí me encanta sacarme la cresta, trabajar 24 horas para comprarme lo que quiero. Sé que si quiero tener el mejor auto tengo que trabajar. Yo no le pido favores a nadie y es por eso que sigo aquí. No lo sé el día de mañana.

¿Cuáles son los lujos que te das?
-Vivir como vivo.

¿Y cómo vives?
-Como una reina. Como la reina que me merezco ser. Y no sé po. Viajo, me gusta tener un auto lindo, me gusta comer en restoranes, me gusta pagarle muy bien a la gente que trabaja conmigo, ¿no es cierto? -se dirige a la Verito, su asistente-.

V: Cierto.

Pero en general no me doy tantos lujos tampoco, como que siempre es para las demás personas. Bueno, me doy el lujo de poder pagarle a mi hija un curso en Boston que me salió tres ojos de la cara po, hueón.

¿Te costó mucho su partida?
-No, no fue difícil eso. Fue difícil ver lo que tenía que pagar. Dije: “No lo puedo creer”. Hace ya un par de años la Trini viene cantando, pero cantaba como a escondidas, le gustaba una canción, me la mostraba y me decía: “Soy yo”. Yo le decía: “Oye, cantai la raja pero ojo, que aquí no sé si vive muy bien del canto”. Es un circuito muy chico y como tú van a haber 300 y le va a tocar la estrella a uno. Entonces o vai a aperrar o te vas a quedar en el gusto nomás. Se comprometió con el asunto, buscó la academia y empezó con el tema. Después supo de este curso y me contó, yo le dije que averiguara, hasta que un día llegó con los papeles y la información de cuánto salía el curso. En ese momento le dije: “mentira que me jodiste mis vacaciones de invierno”. Y claro, jodí. Pero es su sueño.

Oye, ¿no tienes aprensiones con que esté sola allá?
No, qué rico. Yo le dije: “Ándate, ándate”. Sí, feliz.

¿Y con que no estudie una carrera tradicional?
-No, no podría. Yo vengo de un 2×1.

Quizás por lo mismo, ¿No tienes aprehensiones en torno a eso?
-No, yo creo que la gente que tiene ciertas capacidades para hacer algo en la vida, si trabaja y quiere que le vaya bien, le va a ir siempre bien. A mí en el colegio siempre me fue más o menos mal y a la Trini le pasó lo mismo, pero yo soy distinta a la Trini. Tú siempre quieres que tu hijo esté bien, y que le vaya bien para no mantenerlo el día de mañana cuando tenga 28 años.

Oye, ¿nunca te ha picado el bichito de…?
– ¿De estudiar? Jamás.

¿Nunca?
-No, qué atroz. Por eso me demoré 18 años po -risas-.

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