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Cultura

26 de Julio de 2019

Carla Guelfenbein sorprende con nueva novela “feminista y antipatriarcal”

EFE

"Hay diferencias con las (novelas) anteriores, que tienen más de 300 páginas. Es corta, una suerte de ópera de varios personajes femeninos, que se gestó de forma bastante particular", destaca Guelfenbein (1959), una bióloga que derivó con naturalidad a la literatura que la apasionaba desde niña.

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La escritora chilena Carla Guelfenbein da un salto en su literatura con “La Estación de las Mujeres” (2019), “una obra feminista y antipatriarcal” que funciona como “una suerte de ópera de personajes femeninos reales y de ficción”, según contó en una entrevista.

“La novela es un salto hacia adelante, hacia atrás, hacia los lados, hacia otro espacio”, explica con entusiasmo en la comodidad de su departamento de Santiago la autora también de “Contigo en la Distancia”, con la que ganó el Premio Alfaguara de novela en 2015.

Después de publicar seis novelas desde el 2002, su nueva obra, que narra las historias de varias mujeres en Nueva York, entrelaza lo femenino, la libertad del amor, las relaciones de pareja y las probabilidades de las mujeres de explorar sus propios límites.

“Hay diferencias con las (novelas) anteriores, que tienen más de 300 páginas. Es corta, una suerte de ópera de varios personajes femeninos, que se gestó de forma bastante particular”, destaca Guelfenbein (1959), una bióloga que derivó con naturalidad a la literatura que la apasionaba desde niña.

“Estaba en Nueva York, ayudando en la traducción al inglés de “Contigo en la Distancia”, la tarea terminó antes de lo previsto y me quedé varada, por lo que comencé a caminar, tomar fotos, anotaciones, sin saber bien para qué y terminé haciendo esta novela”, prosigue.

“Hasta muy avanzada la llamaba ‘La Cosa’, porque no sabía qué estaba escribiendo. Tiene un espíritu muy libre, exploratorio. Las historias de esas mujeres, aunque parecen dispersas, están unidas, lo que el lector va descubriendo”, añade.

Así, Doris Dana, en ausencia de Gabriela Mistral, de quien fue compañera y albacea, se debate entre la ganadora del Premio Nobel 1945 y Aline, un amor de infancia, entre sus propios talentos y la poeta chilena; Margarita vive a la sombra de un marido que al parecer la engaña, Elizabeth huye de su familia aristocrática y Juliana, una inmigrante octogenaria, quiere saber de una mujer que le cambió la vida en los años 40.

“Es una obra feminista y antipatriarcal. Hace años, las escritoras jamás nos habríamos atrevido a decir algo así, no nos atrevíamos a plantear el tema hombre-mujer, porque nos habrían dicho de inmediato que éramos escritoras femeninas”, reclama la autora.

Entonces, complementa, “las escritoras femeninas tenían connotaciones muy negativas, romanticonas, sensibleras, con novelas comerciales escritas para mujeres”.

“Hoy puedo decirlo porque está establecido como un tema primordial, la situación que por siglos han sufrido las mujeres. No es posición militante o sectaria, sino que una situación real, que está pasando en el mundo y las escritoras nos sentimos orgullosas de poder decirlo”, subraya.

En ese contexto, defiende que la relación entre Gabriela Mistral y Doris Dana fue mucho más que una supuesta relación de madre a hija, como sostienen algunos estudiosos de la poetisa.

“Descubrí que Doris Dana vio a Gabriela Mistral por primera vez en la Biblioteca Barnard, de Nueva York, donde la poeta dio una conferencia, y quedó prendada de ella, de su diferencia, de su profundidad. Se enamora de Gabriela la aristócrata y hermosa joven y empieza a perseguir a la poetisa, hasta que ese amor empieza a florecer”, relata.

“Se van a vivir juntas y surge esa relación que fue el último gran amor de Gabriela Mistral, que entró en la novela de manera muy fortuita, pero que termina siendo un eje fundamental”, complementa.

“Investigando, sobre todo las cartas de Gabriela a Doris, que son mas de cien, uno ve la profundidad de ese amor, la intensidad y al constatarlo, creo que toda la poesía, toda la obra de Gabriela adquiere entonces otros matices”, agrega.

Los mistralianos han intentado ocultar ese amor. Cuando se publicaron sus cartas, un prestigioso erudito dice que esto es una muestra maravillosa del amor de una madre a una hija. Es una gran mentira, porque si uno lee las cartas, son carnales, pasionales”, desgrana.

“Es imposible, no existe la posibilidad de que sean las cartas de una madre a una hija y la novela terminó siendo también una forma de decir, ‘esta es la Gabriela Mistral real’. Siento que de cierta manera es un aporte a poder darle una mirada diferente a su obra”, acota Guelfenbein.

Desmistifica, por otro lado, que las claves de sus obras sean siempre mujeres. “No es así, tres de los seis personajes de “Al revés del Alma” son mujeres, y en mi segunda novela (“La mujer de mi vida” 2005), el narrador principal es hombre”, sostiene.

“Por eso es que en cada una de mis novelas es un desafío para salir de mis propios lugares comunes, hay diversidad (en su narrativa), una novela juvenil (“Llévame al Cielo”, 2018) y después esta suerte de collage que es “La Estación de las Mujeres”, explica Guelfenbein, admiradora incondicional de la escritora María Luisa Bombal (1910-1980), “que de haber seguido escribiendo (publicó sólo tres obras y fue, elogiada por Jorge Luis Borges) habría ganado el premio Nobel”.

Carla Guelfenbein, que en ninguna parte se siente mejor que en su hogar, admira a la nueva generación de escritoras chilenas, jóvenes y cuenta que han formado un colectivo llamado “Autoras Chilenas (AUCH?) “con un signo de interrogación”.

“Surgió cuando nos encontramos en la marcha del 8 de marzo pasado (Día Internacional de la Mujer). Somos muchas y estamos todas en un camino (literario). Hay escritoras muy buenas, que están recién empezando”, concluye.

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