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Cultura

30 de Julio de 2019

Crítica de Libro “El día que Selma soñó con un okapi”: Sobre el amor, la muerte y otros misterios

"Dividida en tres partes, llama la atención el contraste del ritmo narrativo, porque el relato se extiende y prodiga en detalles durante los momentos de infancia de Luise y, en cambio, se relatan de manera rápida los acontecimientos que van desde los 22 a los 30 años de la protagonista", escribe Ana Catalina Castillo sobre “El día que Selma soñó con un okapi”.

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En medio de la banda amarilla que decora la edición de Seix Barral para la novela de Mariana Leky, El día que Selma soñó con un okapi (2017), se lee: “un triunfo de la literatura”,y más abajo puede verse otra recomendación:“uno de esos libros que te hacen feliz”. Debo confesar que no pocas veces he sentido desconfianza de esas opiniones con que circulan los bestsellers y qué decir de los best sellers mismos. No obstante, mis prejuicios cayeron rendidos con solo leer las dos páginas del prólogo.

Y es que la estrategia narrativa de interpelar directamente al lector, dando en el blanco de la memoria emotiva, funciona y se convierte en la puerta perfecta para entrar al pueblo de Westerwald y sumergirse en las 371 páginas restantes por las que habitan Luise, su abuela Selma y una serie de personajes entrañables cuyos caminos se cruzan, se encuentran y desencuentran, y componen un cuadro que la escritora alemana ha sabido disponer con notables rasgos de humanidad en sus virtudes y miserias. Por lo mismo, la novela, que ha sido tanto aplaudida como premiada, es también una reflexión sobre la dialéctica entre el amor y la muerte, la que transita la novela, arropada no solo de poesía, sino también de humor inteligente.

La historia arranca el día en que Selma ha soñado por cuarta vez con un okapi, curioso animal africano, y se nos cuenta lo que ocurre a partir de ese hecho que pone a todo el pueblo en vilo, pues a juzgar por lo ocurrido las veces anteriores, alguien muere durante las 24 horas siguientes al sueño.A partir de esa situación,se despliega la historia de Luise, la protagonista, a la que el lector acompañará en su tránsito de la niñez a la juventud y entrada a la adultez, en medio de experiencias dulces y, también, amargas.Junto con ello conocemos cómo se vive en Westerwald, a través de una voz narrativa que combina con ternura y no menos agudeza la mirada y evaluación del mundo adulto, sus relaciones, los silencios por donde circulan las verdades no dichas, que se combinan con la apreciación de la belleza y la observación de los milagros cotidianos.

Dividida en tres partes, llama la atención el contraste del ritmo narrativo, porque el relato se extiende y prodiga en detalles durante los momentos de infancia de Luise y, en cambio, se relatan de manera rápida los acontecimientos que van desde los 22 a los 30 años de la protagonista. Después de preguntarme a qué se debería esta decisión narrativa, recordé que en la infancia los días nos parecen largos, que nunca estamos tan apurados como los adultos y que no es raro escuchar entre estos últimos que “el tiempo pasa volando”. En ese sentido, la novela de Leky es también una invitación a entregarse a una lectura que no respeta las reglas temporales, que juega a los brincos como la memoria misma.

A todos los méritos ya descritos, se suma el preciso  manejo de los indicios narrativos que sin que nos demos cuenta nos van guiando por un camino minuciosamente diseñado. Mención especial merecen los guiños intertextuales que conectan al lector con la cultura popular, desde las telenovelas hasta el famoso personaje de un show de la TV alemana y la canción de un recordado dúo italiano de fines de los 70.Y, entonces, esa historia que podría parecer lejana para un lector de estas latitudes, alcanza aún más universalidad y me convenzo de que incluso en tiempos de globalización son las historias mínimas, las de épica de tamaño humano, las que nos seguirán capturando.

Al final, uno se queda con todos esos personajes en el corazón y en la cabeza y entiendo que ese “triunfo de la literatura”del que hablaba al principio, a veces consiste en sacar por un momento al lector del mundo real para sumergirlo en otras vidas que tienen un poco de la suya, porque, como dice Mario Vargas Llosa, las ficciones son las encargadas de enriquecer y completar la existencia humana. Y que sí logran hacerlafeliz, aunque sea, como en este caso, durante las 371 páginas en que solo importa saber qué irá a pasar finalmente con el sueño de Selma, su nieta Luise y un particular monje budista; en suma, con el destino de unos personajes que resultan ser tanto o más fascinantes y misteriosos que el animalito africano.

Título: El día que Selma soñó con un okapi
Autor: Mariana Leky
Año: 2019 (primera edición chilena)
Editorial: Seix Barral

Páginas: 371

Este artículo fue publicado originalmente en Culturizarte, un blog chileno especializado en cultura. Si quieres ver contenidos culturales, visita www.culturizarte.cl.
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