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Entrevistas

13 de Agosto de 2019

Ámbar: “Aburre que en las batallas de freestyle a los hombres los aplaudan y a mí me silben”

Con un desplante que sorprende, Ámbar Leiva se ha apoderado de la escena del freestyle chileno. No tiene grabaciones de estudio pero eso no parece ser problema para sus más de 200 mil seguidores en Instagram, ni para los que la acompañan en cada batalla que enfrenta. En una conversación franca admite que para llegar a donde está ha tenido que superar muchas trabas internas, darle cara a su pánico escénico, timidez, y convertir su historia con pasajes de violencia y soledad en arte, letras y ritmo.

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El año 2019 de Ámbar podría definirse como una montaña rusa: partió con una matrícula en Medicina de la Universidad de Chile que abandonó a semanas de entrar, y la pilla a mitad de semestre en un explosivo momento en su carrera, enfrentando batallas, llegando a las mejores posiciones nacionales, y abarcando a una multitud de seguidores (no solamente virtuales), que esperan ansiosos por el primer trabajo de estudio que, asegura, ya está en proceso creativo.

Entró al mundo de las batallas y el freestyle bajo el apodo de Dionisia, como la bautizó uno de sus amigos después de un carrete. “Es que me había tomado todo el vino, entonces me catalogaron así, y después como que me dejé de sentir identificada y ahora es Ámbar”, cuenta, mientras se acomoda su chasquilla rosada. 

Nació en La Calera, y describe su infancia como “un poquito rara”, agregando que fue forzada a madurar con mucha rapidez, y presionada bajo una figura paternal esporádica, y una maternal poco estable. Hoy afirma haberse reconciliado con las mujeres de su familia, definiendo a su mamá como su amiga. De su papá prefiere desviar el tema: “estuvo de cumpleaños el otro día, no me daban muchas ganas de saludarlo”, dice escueta.

Sus fotos de Instagram están llenas de comentarios; mucho amor, y buenos deseos, pero también un alto porcentaje de insultos y calificativos como “zorra”, “vendida”, o“estás pa violarte”. Los autores, son en su mayoría hombres de menos de 18 años. Ella dice a The Clinic Podcast que aprendió usar como armadura los “feminazi” que le gritaron en más de una batalla. “Me gusta. Si ser feminazi es defender mis derechos y los de mis compañeras, entonces lo soy”.

Tras vivir sola un año, hoy regresó al lado de su madre. Ha trabajado de garzona y cocinera para mantenerse, tuvo una relación violenta con un hombre en su pasado, y otra, muy poderosa, con una mujer. Trabajó en sí misma, hizo las paces con su pasado y con ello, logró superar su timidez y pánico escénico. Todo esto, y recién tiene 18 años.

Tuve una infancia un poquito rara. Me obligaron a crecer muy rápido. Nací en un período donde se generó el quiebre de mi familia, mis viejos se separaron, mi hermano estaba recién nacido, mi papá biológico… un machito de izquierda. Muy feo todo. Pero, mi hermana era como la mamá, porque mi vieja estaba pasando un proceso depresivo súper feo, y yo igual tenía cierto instinto de alejarme de ella. Entonces me crié con mi hermana mayor y mi abuela”.

¿Cuántos años tenías en ese momento?

-Tenía como ocho años. Igual, desde los 13 empecé casi a vivir sola y no llegaba a la casa en semanas. Nunca fui un tiro al aire, como irme y carretear, sino que iba al colegio pero quería estar fuera de ese círculo familiar. No entendía a mi mamá en ese tiempo, no la perdonaba.

¿Y dónde pasabas las noches?

-En las casas de mis amigas, viví casi toda mi vida en las casas de mis amigas. Después viví sola como un año y tanto, como a los 15. 

Eras muy joven, ¿cómo lo hiciste?

-Fue fuerte. Levantarme a las seis al colegio, y del colegio a trabajar hasta las dos de la mañana, del trabajo a dormir, colegio, trabajo, pagar cuentas. Súper pobre aparte, y chica, inmadura. Feo. Fue feo. Después volví a mi casa y era como “Ah, que alivio…” Es que abría el refrigerador y había comida (risas).

¿Dejas de vivir sola porque sentiste la necesidad de volver a casa? ¿En el fondo perdonaste a tu mamá y tu familia?

-No tenía plata para pagar el arriendo y estaba en un mal pololeo. Llevaba como un año y tanto con un niño que tenía depresión y era brígido. Claro, cuando uno está mal… como que atrae a la gente así po. Y el loco era súper violento, y empecé a tomar conciencia de que repetía patrones, de mi mamá, de mi abuela, patrones del machismo. Y el loco me terminó pegando y casi me mató. Ahí mi mamá entró y nos hicimos amigas. Ella me pudo expresar todo lo que había pasado, cómo había sido mi viejo, entender por qué ella había actuado como actuó cuando yo era chica, que la habían obligado a ser madre, que no era culpa de nosotros ni de ella, entonces ahora somos súper amigas. 

Después de esta relación violenta que tuviste, ¿consideras que el feminismo quizás ayudó a darte cuenta y hacer las paces con lo que te pasó?

-El feminismo me salvó la vida en verdad. Fue brígido. 

¿Te acercaste a alguna organización, leíste, buscaste amigas?

-Yo había leído sobre feminismo. Predicaba, pero no lo practicaba. Después cuando empecé a ponerlo en práctica, empecé a leer más libros. Tengo amigas muy feministas que son muy bacanes y después me metí de fondo.

¿Tienes un mensaje para la gente que está en esa situación ahora?

-Introspección, es muy importante. Y ser empáticos con nosotros mismos, o sea, también iniciar nuestro proceso deconstructivo a la vez de ir identificando nuestros micromachismos. Por ejemplo, yo me empecé a dar cuenta de que este tipo era violento cuando yo daba mi opinión, y el loco la decía mucho más fuerte, o no sé, me hacía callar o intentaba bajarme el autoestima, no respetaba la monogamia. Era súper fuerte, me hacía sentir que yo era lo más feo del mundo y me generaba una dependencia emocional. En un cerebro de niña es súper común que pase eso. Y más cuando uno tiene esa carencia de cariño de la familia como que se genera más esa dependencia. Entonces si tuviese que dejarle un mensaje a esas personas, yo creo que todos nos damos cuenta, hay que ser fuertes y dar ese paso al lado. Porque somos seres individuales, no necesitamos nada de nadie.

¿Alguna vez pensaste en tomar acciones legales?

-Lo denunciamos… de hecho, tiene una orden de alejamiento. 

¿Cómo fue ese proceso? Porque en general las mujeres optan por no denunciar, porque que hay revictimización.

-Fue cuático esto porque sí me revictimizó. Fue el 2017, el loco me había pegado y yo estaba toda moreteada. Llegué a la casa de una amiga mía, la Alison. Me preguntó que me había pasado y yo como que, muy poco empoderada, muy carente de autoestima, muy destruida y muy pseudo enamorada, no le quise contar. Después, a las horas se me salió. Le conté y mi amiga me sacó fotos, e hizo una funa. Pero en ese tiempo hacer una funa era de una mujer desquiciada. Me trataron de loca, de “oye, borra esto”, no sé po. Las amigas de él me amenazaron con pegarme, fue súper fuerte. Yo vi eso y después muchas personas que eran mis amigos me repudiaban a mí por haberle hecho una funa. Que era “mentirosa”, que estaba “loca”, que yo era “celópata”, cuando en verdad, yo era cero así. Todos sabían que no era así y ahí me empoderé y le fui a poner la media denuncia.

Aunque da rabia porque ahora tiene la orden de alejamiento fijada, y aun así yo voy a hacer freestyle en la quinta y el loco sigue ahí. No se va y nadie hace nada. Es un círculo donde todos saben lo que pasó y aún así lo siguen admitiendo en los eventos. Y lo divertido es que todos tienen el discurso de aliado po. Doble moral igual.

¿Y cómo te volviste a armar después de vivir algo así? 

-Pedacito por pedacito. Entendí que la paciencia es algo que no necesito. Que es muy parte de mí, que no puedo apurar mis procesos, que van muy tranquilos y bien formados. Las heridas no se cierran obligándose. Comprendí lo que es el amor propio, lo que es la empatía con nuestros seres cercanos y que en verdad tenía familia. En ese tiempo no estuve pololeando con nadie, estuve mucho tiempo muy sola, ni siquiera pinchaba con nadie, estaba muy yo. Me acuerdo de que me puse a estudiar caleta para la PSU, estuve full PSU. Dejé de trabajar, me metí a hacer reiki, yoga, terapia, sicólogo, muy construcción propia. Pero fue lo que pasó en ese proceso lo que me permitió darme cuenta de que quería rapear toda mi vida. 

¿Cómo te fue en tu vida académica?

-Me fue la raja en verdad. Siempre tuve promedio sobre 6.7, 6.8. Como que nunca pude adaptarme a los colegios. Pasaron como dos colegios en los que estuve un año completo, en los demás estaba un semestre y me cambiaba a otro. Como que no podía adaptarme a las personas. Como que me iba a un colegio súper cuico, porque me llamaban por las notas y no podía tolerar a mis compañeras que gritaran o que fuesen tan clasistas, o yo sentirme pobre, o el clasismo de los profesores. Era fuerte. Como que había pasado de un colegio en que me preparaban para ser una obrera o una dueña de casa, a que me inculcaran tanto la universidad. Empecé a diferir entre los mundos. Pero en todos tuve buenas notas. 

¿Qué estudiaste?

-Entré a medicina en la Chile. Saqué 810 en la PSU. 

Te fue demasiado bien.

-Salí en cuarto medio con promedio 6,8. Pero entré a medicina, y mi mamá me decía “no vas a terminar eso, vas a irte a rapear, no ibas ni al colegio y vas a ir a la U”, y a mi colegio no iba nunca en verdad. Iba una vez a la semana. Inventaba papeles médicos para faltar, para rapear. Y mi mamá tampoco se decepcionó eso sí. Me dijo “entra, haz lo que quieras”, y yo de nuevo porfiada, entré y me terminé saliendo. 

¿Cuánto tiempo duraste?

-Nada, una semana. 

¡Una semana! ¿Qué te llamó la atención de Medicina? Quizás todavía tienes ahí algún gen de sanar.

-Esa es mi palabra favorita: sanar. Pero como que yo me veía viviendo siempre con buenas notas y como que todos así: “oh, sacó el medio puntaje, supongo que vas a entrar a la media U” y todos muy orgullosos. Y yo decía, “ya sí puedo”, como que dije “me gusta sanar, me voy a Medicina”. Pero como que estaba ahí y me di cuenta de que se puede sanar de otras maneras. 

EL ESCENARIO

¿Cómo evaluarías el freestyle chileno en términos de género? En tus batallas muchos hombres te ofenden súper duro por ser mujer, otros derechamente te dicen cosas del tipo: “te violo”. 

-Una vez el Teo dijo que mientras en la sociedad hayan personas así, lo van a ver en el freestyle, como lo van a ver en el baile, en la poesía y en todo. Así que yo creo que es misógino igual que todo Chile y todo el mundo. Y que se está cambiando, porque hoy por hoy están apareciendo muchas exponentes del freestyle femenino y en todos los países, entonces ese ego de que “yo soy superior a ti” ya no existe. A mí ya no me dicen tanto esas cosas, ayer me lo dijeron, pero pasa poco. Aunque igual si tomamos el contexto que se está dando en las batallas, hoy en día no podemos esperar nada menos ni nada más, si entre ellos mismos se tratan muy mal, rompen las libertades, ni siquiera freestalean, solo riman, reciclan rimas, se tornó un show circense, en vez de hacer algo distinto.

Has hablado de que a veces sientes cierto nivel de inseguridad, ¿hoy te pasa menos?

-Yo freestaleo hace seis años. Pero hace dos no podía rapear con más de cuatro personas, me desmayaba, vomitaba. 

¿Sufrías de pánico escénico?

-Sí, o lloraba. Ni siquiera podía rapear con mi compa, no podía. Nada. Y después, de a poco empecé a rapear frente a cinco, diez, un grupo de 20 personas, una batalla… Ahora cuando estoy aquí en Santiago, lo hago igual, pero doy como el 50%.

¿Ese es un proceso que tú igual estás trabajando? 

-Sí, a full. Con sicólogo y todo. Teatro, en muchas cosas. Trabajando en mi autoestima, mi voz. 

Vimos lo que te pasó en La Serena. Acusaste que alguien del público “te corrió mano”. 

-Nadie hizo nada. Yo le tiré la pelea en el micrófono y fue todo lo que pasó. 

Pero era alguien que estaba ahí mismo…

-Estaba en el público, era un loco. Yo me devolví porque me estaban llamando a batallar, fui y le pegué un empujón, le dije “oye, qué te pasa” y me estaban diciendo: ‘¡Ámbar!’”, y yo como que entré a batallar y lo dije al tiro en el micrófono. Me aburre y me da rabia porque entra a hablar un weón a batallar, todos lo celebran, lo aplauden, le dicen “¡wena hermano!”. Pero cuando entro yo, recibo silbidos. ¿Por qué tienen que sexualizar a una persona que solo va a hacer freestyle? No sé. 

Y te sacan mucho en las batallas la relación que tienes con Teorema… 

-Sí, pero ya no lo hacen, ya aprendieron. 

Pero tú también tuviste que participar de ese proceso de enseñarle, me imagino. ¿Les decías: “oye yo soy una persona aparte de mi relación de pareja”? 

-Yo creo que lo han entendido cuando les he ganado a personas que son como sus ídolos machitos, como para los que proponen esa idea y los seguidores de eso ven que yo alguna vez les he ganado y como que ya, listo, “me voy a quedar callado mejor”.

¿Consideras que estos meses han sido los más intensos para tu carrera de rapera o ya venía de antes?

-Venía de antes, en la quinta ya había rapeado, estaba “jueceando” muchas batallas. Era parte del círculo del freestyle. Acá en Santiago también me conocían, pero como que se rompió eso cuando empecé a ganar cosas más grandes, o cuando vieron que era compa del Teo y el Teo tiene un respeto y aceptación social. De hecho, mi vida cambió mucho con los seguidores de Instagram. Me parece horrible igual, no lo avalo y no me gusta, de verdad que no es mi vida eso, pero ha cambiado mucho, la forma en la que la gente me trata, la gente como me mira, como se refiere a mí, es cuático. Es un tema de ego súper fuerte. 

O sea, igual es un arma de doble filo, porque por un lado te potencia y por el otro…

-Te destruye, yo siempre pienso que todo es falso. Todos esos “te amo”, “soy tu fan” son falsos, y esos “te odio, eres la peor”, también son falsos. Todo es falso. Tenemos que tener en cuenta que si se cae esa red social no va a existir nada. Lo que yo estoy haciendo es dejar algo aquí, no en el celular, sino que aquí. Dejar algo que no es desechable. No quiero dejar: “ya la única mujer que rapeó y que tiró una pura rima buena, y la grabaron, y tiene seguidores, y listo”. No sé, como alguien que hizo historia, no desechable como todo hoy en día. 

VEGANA, FEMINISTA Y ANTI-KAST

¿Cómo llegaste al veganismo?

-Tenía ocho años. Fue un 17 o 18 de septiembre en Catapilco. Con la familia de mi papá biológico, re huasos todos, estuve jugando toda la tarde con un corderito, y me encariñé. Lo abrazaba y era el único que no arrancaba de mí. Y en un momento, veo que mi papá me dice: “oye, ven a ayudarme”, y yo corrí y lo tenía amarrado con alambres en las patas y mi tío lo tenía sobre la camioneta en el capó del auto, con el cuello cortado. Lo vi cuando le cortó el cuello. Y le pregunté llorando: “¿qué estás haciendo? Ese era mi cordero” y me dijo: “no, si lo vamos a hacer al palo así”, y me explicó que lo iban a cocinar y yo ahí le pregunté: “¿O sea, que toda la carne que comemos es de animalitos así?” y me decía: “Sí, pero si es rica, te devorai los asados”. Y yo quedé impactada. Todo era carne, carne, carne. Me acuerdo de que había una cabeza de un chancho en la parrilla, como que vi eso y no le había tomado el peso. Había estado jugando con mis primos chicos. Y tengo un primo que es Hare Krishna, el Claudio, que también es como de afuera, como yo, el que dejan ahí no más (risas). Y él tenía empanadas de carne de soya, y me explicó. Me dijo, “este es el momento de darte la charla” y nunca más volví a comer carne.

¿Cuál es tu postura política en general?

-En verdad, sé bastante de política, pero trato de no meterme mucho, igual soy más tirada para la izquierda. Como que vengo de una familia muy comunista. Son todos comunistas. Pero intento no meterme, voy a meterme en algún momento, pero estoy esperando.

Y cosas como el aborto, los derechos de las diversidades sexuales…

-Estoy defendiendo cualquier cosa que no oprima la libertad del otro. O sea, claro, si tu libertad agrede la libertad de otro estoy en contra de eso. Estoy tolerando a cualquiera menos al intolerante. Igual nunca ha sido un tema, como lo del aborto. Cuando chica yo cachaba eso, mi abuela era una bruja… me enseñó muchas cosas. Por ejemplo, la homosexualidad para mí es muy natural. Yo tenía una tía que ahora está viviendo en Suecia y tiene un pololo y todo, pero ella decía que tenía una amiga y todo y yo cachaba que era su polola, pero vivió con nosotros y nos vendió el cuento como por cinco años que era su amiga y yo cachaba. Incluso yo igual estuve con una mina, en mi familia materna no hubo problemas.

¿Fue una buena relación?

-Fue interesante. Pude aprender mucho más sobre mí misma. Fue bacán, por primera vez en mi vida sentí que tenía como una aliada. Como que sentía que podía conquistar el mundo. Nunca más me ha vuelto a pasar. Con ninguna persona. Fue bonito. Pero ella tenía un problema con eso, como que no lo podía asumir, y yo ya como que me desligué, pero fue bonito, lo recuerdo con mucho cariño.

¿Tú consideras que te pudiste asumir en ese momento bien, tranquila?

-Sí, es que ni lo pensé, yo solo fluí. No sé, para mí era normal. Un día me gusta un loco, un día una loca y bacán po. Soy yo no más. 

¿Y qué opinas de otras consignas, como por ejemplo la eutanasia?

-Oh, fuerte. Pucha, creo que estoy a favor. Siento que somos seres individuales y cada uno puede discernir sobre la capacidad que tiene, o las ganas de estar aquí. Es un tema re fuerte, una niña que leí una vez en un artículo que había sido abusada sexualmente múltiples veces, que tenía rasgos psiquiátricos brígidos, que además estaba enferma, o sea, si alguien quiere descansar está bien po. Porque no sé, ¿qué te reprime? ¿un Dios? ¿una Biblia que te dice que te vas a ir al infierno? Cero. 

¿Y de la educación en Chile?

-Como en todo. Polarizado. Creo que es demasiado precaria, está mal estructurada, que tienes de ministra a un cerebrito hueco que en realidad no cacha nada. Siento que en los colegios públicos está la cagá. Yo lo vi con mis propios ojos. En inglés vas y te pasan una guía y el profe se sienta con el celular y era. Es tu clase de inglés. En computación vas y juegas toda la tarde y no haces nada. Todos odian matemáticas porque el plan que tiene el gobierno no es didáctico y no se adapta a tu ser. No podemos tener un modelo para enseñarle a 500 mil niños que son completamente distintos, no podemos estar trabajando solamente ciertas capacidades cuando somos humanes, tenemos tantas cosas por trabajar. Es muy precario. Por ejemplo, en los colegios en que yo iba que eran como más de plata y más cuicos, teatro, francés, como que te preparan para poder encontrarte y aún así está mal estructurado porque igual te derivan a la U, igual te hacen ver eso como un hobby, como que no podemos trabajar nuestras capacidades internas. Y es brígido lo que está pasando con los profes, pero tampoco me sorprende, quieren eliminar historia, cualquier cosa que te haga libre pensar. Obviamente para tenerte esclavizado, como ahora está todo fascista. 

¿Y que hayan surgido figuras como José Antonio Kast?

-El fascismo no es un meme, eso diría. Las mismas personas le dieron tribuna. Nosotros mismos los que compartimos las imágenes, y hacemos que, por ejemplo los niños de 18, yo me considero una niña de 18 años, no todos saben lo que es votar, no tienen idea de lo que está sucediendo, o están ligados solo al simbolismo “ya voy a una marcha, veo el símbolo de esta wea, quiero ser parte, voy a violentar y rayo todo y dejo la cagá y después me voy a tomar y filo, soy un revolucionario”. O están los que no están ni ahí. Entonces qué pasó, empezamos a compartir y a divertirnos tanto con el fascismo, o a hacer a Kast un personaje público, casi un influencer, que hoy por hoy la ignorancia va a hacer que gane. Bueno, yo estoy clara, sale Kast y le voy a hacer una contracampaña, lo voy a decir públicamente. 

Ahora tienes 18 años, o sea vas a poder votar en las próximas votaciones, ¿tienes intenciones de hacerlo?

-Sí, no sé quién está de candidato, todavía no sale, pero en verdad es como votar por caca o mierda, pero estoy dispuesta a votar por otro weón para que no salga Kast, en verdad. Estoy dispuesta.

¿Harías un llamado a votar?

-Sí, llamaría a votar. De hecho, estaba hablando con… es que ahora firmé un contrato donde igual se controlan mis redes sociales, a mí no me importa porque es una herramienta de trabajo, me da lo mismo. Y me decían que yo no podía incitar al odio, y yo quité esa parte del contrato, para poder seguir compartiendo las funas de mis compañeras, que el otro día subí algo de Piñera entonces me retaron, pero yo no estoy ni ahí, voy a llamar a que voten, y si hay que entregar odio, entregamos odio. En verdad no puede salir ese hueón, de verdad no puede. Hay muchas personas que estamos en contra y creo que tenemos un poquito más de fuerza.

¿Qué se viene ahora para ti? Me decías que habías firmado contrato, vas a grabar un disco de estudio…

-Estoy grabando mi segundo disco ahora, nunca he compartido mi música, nunca. 

Sí, porque buscamos y no pillamos mucho.

-No, me da vergüenza, pero ahora estoy un poquito más empoderada y estoy grabando un disco bueno, de puro hip hop, nada más, y lo voy a subir. Lo estoy terminando, me faltan como tres temas y masterizar los otros y queda listo. Seguir entrenando en las batallas para ser la mejor del mundo. Estoy entrenando y entrenando. Mejorándome, sanándome internamente, de salud también, y nada, creando vínculos bonitos con todas las personas, aprendiendo de sororidad, empatía, muchas cosas y obvio, cada día más vegana. 

¿Alguna frase para cerrar la entrevista?

-Mmm… No voten por Kast (risas).

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