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2 de Octubre de 2019

[EN LA B] Columna de Cristián Arcos: La peor pesadilla de la U

Agencia Uno

"¿Es la U el equipo que peor juega? No lo creo. Ni de cerca. Sí ha mostrado una incapacidad asombrosa para abrochar partidos donde comenzó ganando. Registra un fenómeno curioso. Universidad de Chile despierta cuando le hacen un gol, pero cuando anota se paraliza Extraño", escribe Cristián Arcos.

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No es fácil hablar ni escribir sobre la Universidad de Chile por estos días. Cada cosa que se diga será contrastada con la tabla de posiciones una vez finalizado el torneo. Y con el diario del lunes el análisis siempre es más sencillo. Pese a esta advertencia, soy de los que creen que la U no volverá a la segunda división al cabo de este año. Pero puede pasar. Por supuesto que puede pasar.

Mucho se ha escrito sobre los errores que tienen al cuadro azul sumergido en el fango. Confusión directiva, poca jerarquía en el plantel, equipo disparejo, muchos entrenadores el mismo año, debacle física, ruido interno, rendimientos a la baja, refuerzos escuálidos, juveniles sin condiciones de pelear por un puesto. Todas estas sentencias son reales y configuran una auténtica tormenta perfecta.

La U tiene margen para salir de la posición actual. Restan varias fechas y sus competidores en la parte baja de la tabla se enfrentan entre ellos. Si miramos el calendario del cuadro azul todos los partidos parecen urgentes. Pero lo mismo ocurre con la Universidad de Concepción, Antofagasta, Everton, Iquique o Curicó. Todos los panoramas parecen nublados, pero el foco noticioso está en la Universidad de Chile porque no es común ver a un equipo grande en estas condiciones. La historia es larga. Le pasó a River Plate, a Independiente, a Racing, a Palmeiras, al Atlético de Madrid, al Hamburgo. Muchos grandes han tenido campañas tenebrosas y han acarreado el foco de la noticia. Porque no es habitual. Porque es raro y porque a mucha gente le interesa el devenir de los equipos grandes. Y la U, qué duda cabe, es un equipo grande.

Universidad de Chile ha ganado tres partidos hasta la redacción de este artículo. Uno con Frank Darío Kudelka, uno con Alfredo Arias, uno con Hernán Caputto. Ningún entrenador logró consolidarse. Caputto reemplazo a Arias, quien a su vez fue sustituto de Kudelka, quien llegó tras el interinato de Esteban Valencia, quien a su vez asumió de urgencia tras Ángel Guillermo Hoyos, el último DT en ser campeón con los azules. Quizás este hilo explique buena parte de la actual crisis. Una anarquía técnica, más un plantel desbalanceado y discreto, no es una buena combinación.

¿Es la U el equipo que peor juega? No lo creo. Ni de cerca. Sí ha mostrado una incapacidad asombrosa para abrochar partidos donde comenzó ganando. Registra un fenómeno curioso. Universidad de Chile despierta cuando le hacen un gol, pero cuando anota se paraliza Extraño. Inusual. Inédito, por lo demás.

Hace treinta años la U descendió por única vez en su historia. Muchos han querido encontrar paralelos a lo ocurrido hace tres décadas. Pero las historias no se parecen. La U bajó con 26 puntos, cuando los triunfos valían dos unidades, los mismos que ese torneo del 88 sumaron Ohiggins y Unión Española. El equipo que dirigía Manuel Pellegrini perdió la categoría por un gol de diferencia con sus competidores. Un solo gol. Un gol perdido en alguna fecha. Un penal errado. Un travesaño que regresó un disparo, quizás. Pero esa U estaba sumergida en una crisis económica feroz. Los jugadores apenas cobraban. Las instalaciones para entrenar bordeaban lo insalubre. Los viajes a provincia eran una auténtica travesía. Una condición tan precaria como irrepetible. Eso hoy no pasa. Los futbolistas cobran y bastante. Las condiciones del Centro Deportivo Azul están entre las mejores no solo del país, sino del continente. Hay cierta escasez financiera, graficada en la parodia del shampoo, pero no se acerca en nada al andrajoso escenario de hace treinta años. Por esos factores la situación actual es aún más incomprensible. La U debe detectar sus errores propios para no repetir un año como este. Porque ese análisis, el serio, el global, el que mira a largo plazo, no cambia si mantiene la categoría o desciende. Esa evaluación ya se escribe con números rojos y no azules.

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