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2 de Noviembre de 2019

Aniversario de La Victoria: Los nietos de la toma

Constanza Pérez

El 30 de octubre de 1957, 1.200 familias se tomaron la chacra La Feria para levantar la población La Victoria. 62 años después, los vecinos dicen que nada ha cambiado, que la unidad sigue presente y que hoy son los nietos de la toma los que tienen la tarea de luchar por todos.

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Decenas de murales de resistencia pintan las calles de la población La Victoria. Toldos cubren a vecinos que gritan y ofrecen lo que venden. La música se escucha desde las diferentes calles que llevan nombres ligados a la izquierda: Carlos Marx, Ramona Parra, 1° de mayo y Clotario Blest. Carteles piden la renuncia de Sebastián Piñera, anunciando que Chile despertó. Es 31 de octubre y se está conmemorando el aniversario N°62 de la toma de la chacra La Feria, un día 30 de octubre de 1957, cuando alrededor de 1.200 familias dejaron el Cordón de la Miseria del Zanjón de la Aguada, para levantar la histórica población. 

Margarita tiene 57 años y vive hace 41 en la población. Sus padres llegaron con su hermana cuando fue la toma. Le gusta vivir ahí, dice que son muy unidos, lo mismo que dicen todos. “Nosotros siempre nos hemos apoyado, como lo hicimos en el 73, como lo estamos haciendo ahora”. Guillermo también lleva toda una vida en La Victoria. Llegó a los dos años y dice que todo sigue siendo igual; que desde la toma hasta hoy, todo se ha construído con trabajo y organización.

Al caminar por la calle 30 de octubre, entre puestos y gritos de venta, están José “el poeta de La Victoria”, Enrique, Rodrigo y María Isabel. El poeta dice que la población es un valuarte del país, de lucha y sufrimiento. Cuando se les pregunta por la vivencia de los últimos días, a propósito de la crisis social que hay en Chile, María Isabel dice que ha sido doloroso porque les recuerda lo que ya vivieron una vez: “hay una canción que dice ‘para que nunca más en Chile’, pero esto otra vez vuelve. Hay muertos y desaparecidos. Nosotros estamos agradecidos de los jóvenes, nos sentimos apoyados por ellos, porque ya estamos cansados, pero les damos ánimo para que ellos sigan”. 

José Reyes no es chileno; sus padres son retornados políticos. En dictadura tuvieron que cruzar la cordillera luego de que su tío, Luis Antonio Abarca Sánchez, fuera detenido en la calle Estrella Blanca y asesinado por 20 balazos. José nació en Buenos Aires, pero ya lleva 18 años viviendo en la población. Tiene una pequeña página llamada “La voz de La Victoria”, donde ha recopilado documentales, libros, fotos y archivos, desde la toma hasta el presente. “Se mantiene la unidad entre todos. Desde la dictadura se aprendió que la unión hace la fuerza. Aquí dentro de la población el pueblo ayuda al pueblo. La Victoria es como una ciudad independiente de Santiago, porque nosotros tenemos nuestras calles, es colorido, la gente cuida los murales. Acá todos nos conocemos. Pueden haber diferencias políticas pero al final todos luchamos para el mismo lado”. Dice que hoy hay temor porque se revive lo sucedido en dictadura. La población vuelve a tener muertos: Daniela Carrasco, “La Mimo”, vecina del sector, apareció muerta en un sitio eriazo el domingo 20 de octubre, cuando ya había iniciado el estado de excepción. Todavía no tienen claro qué le pasó. 

Delante de un puesto con disfraces está Luisa. Nacida en la toma, ha visto cómo la población se ha superado y cómo ha ido evolucionando: “han ido creciendo los hijos, los hijos de los hijos que son mis nietos. Acá hay tres o cuatro generaciones”, dice. Pero también han llegado nuevos victorianos. En una barbería hay un joven haitiano que entre música y corte de pelo cuenta que llegó hace un año y medio, más o menos. De a poco ha ido entendiendo la historia de la población, cada persona que llega le cuenta algo nuevo: “es una historia bacán, pero igual triste. Es bueno escucharlo”. A la vuelta de la esquina, con un cartel que dice “Piñera ándate al infinito y más allá”, sentado en una silla de ruedas está Hernán. Desde su puesto mira a la gente pasar, conversa con algunos, y cuenta que nació en la población. Hoy es como todos los años, solo que ahora hay más cabros chicos, afirma. Sobre cómo se han vivido las manifestaciones dice: “acá pasa lo mismo que en Plaza Italia; cuando llega Carabineros queda la escoba, si no llegan no pasa nada, como en todos lados. No eran 30 pesos, eran 30 años”.

Otro cartel grita “Piñera escucha, el pueblo despertó. Salud a la lucha”. Está colgado en la entrada del Centro de Salud Familiar Pierre Dubois. Tito Díaz pertenece a “Nuestra Señora de la Victoria”, parroquia del sector. Reconoce que la religión estuvo alejada de la organización social, pero que hoy la relación es fuerte, levantan actividades en conjunto y tienen una mesa que permite la comunicación. “El ejemplo de André Jarlán y Pierre Dubois se vive plenamente en La Victoria. Cuando te matan a un sacerdote sales a tomar justicia por tus propias manos, sin ningún temor a lo que puede pasar. Su legado y su sangre permanece para siempre. Por su parte Pierre invitó a las organizaciones a acercarse a la iglesia, y es lo que hemos retomado nosotros”. Los muros los conmemoran. Sus caras y nombres resuenan por las calles: Pierre Dubois, un sacerdote francés de veinte años, se instaló en la población en medio de la dictadura militar chilena. En 1982, André Jarlan, también sacerdote francés, se sumó a Pierre. Juntos fueron activos en la lucha por la defensa de los Derechos Humanos. El 4 de septiembre de 1984, André murió por el impacto de una bala que llegó a su cuello en medio de enfrentamiento entre militares y pobladores. La frase que un día dijo Pierre hace sentido en el Chile de hoy: “Bendito sea Dios que nos mantiene vivos a pesar de tanto lumazo, gases, balines y tantos perdigones, tantas balas, tanto desprecio a la vida de los pobres. Bendito sea Dios.”

El escenario ha sido el centro de la celebración. Distintos artistas le regalaron su trabajo a los 62 años de la población, desde conjuntos folclóricos hasta Carlitos Junior, un joven reggaetonero del lugar que fue ovacionado por los niños, quienes incluso le pedían autógrafos. Manuel García, cantante chileno, fue el encargado de abrir el show: “es una emoción profunda sentir que estamos en uno de los puntos neurálgicos donde todo el pensamiento chileno actual se ha generado, porque son las poblaciones en resistencia las que nunca se han olvidado de reflexionar desde el arte popular, desde el vecino, desde la lucha diaria de los obreros”, dice luego de haber cantado sus canciones, mientras se saca fotos y conversa con los lugareños. “Mucho de lo que sucede hoy en Chile es gracias a los puntos de coherencia del pensamiento chileno, parte de una tradición histórica de quienes somos los mestizos con su historia no contada. La Victoria es una población que sí ha vuelto a contar su historia, año a año, desde que la población partió como una toma. Es un lugar emblemático, todos lo sabemos y para cualquier artista es honroso conectar en este minuto con la raíz del pueblo chileno”. 

Cerca de Manuel está Claudina Núñez, quien fue alcaldesa de Pedro Aguirre Cerda, comuna donde se encuentra la población. “Un día como hoy amanecimos en estos terrenos de la chacra La Feria. Este es un homenaje a todos esos hombres y mujeres que desafiaron a la autoridad un 30 de octubre de 1957. Ellos nos legaron este terreno donde hoy podemos soñar, donde nos enseñaron a organizarnos, a luchar, porque nada es regalado, todo se conquista a través de la unidad y teniendo muy clara la identidad: de donde venimos y hacia dónde vamos”. Claudina le entrega la responsabilidad de hoy a los jóvenes, quienes, como dice ella, están en las calles reemplazando a sus padres y abuelos. Los nietos y bisnietos son los que están gritando por salud digna, pensiones justas, una democracia que los escuche y una nueva constitución.  

Tania Núñez se mueve para todos lados, camina rápido, conversa, habla por teléfono. Es la presidenta de la Junta de Vecinos y está gestionando, junto a otros, el acto. “Estamos viviendo este aniversario con sentimientos encontrados. Nosotros conmemoramos la toma de La Victoria hace 62 años y en todo este tiempo solo dos hechos han hecho que el aniversario tenga otro sentido: uno es en 1973 cuando se suspendió por lo que ya sabemos, y ahora, que lo realizamos igual, pero con mucha pena por todo lo que ha sucedido en el país. Los jóvenes nos dieron un ejemplo maravilloso de que no estaban dormidos y nos convocaron a luchar nuevamente por ese Chile que queremos, un Chile más igualitario, no como lo vivimos acá en las poblaciones, que es mucho más notoria la desigualdad, cuando tenemos a nuestros fundadores, los viejos que se tomaron la chacra la feria, viviendo con pensiones miserables, que no les alcanza para comprarse un medicamento y sus casas que hicieron hace 62 años están en pésimas condiciones. Este acto político cultural tiene el sentido de rendirle homenaje a esos jóvenes que lucharon y murieron, que están heridos, desaparecidos, porque los sentimos como nuestros muertos, desaparecidos y ejecutados políticos de la dictadura”. 

Cae la noche y mientras se escuchan: “ya van a ver, las balas que nos tiraron van a volver”, cientos de niños salen a la calle disfrazados, listos para pedir dulces. Son los hijos de vecinos que a su vez son hijos de quienes se tomaron el terreno hace 62 años. El aniversario coincide con Halloween, oportunidad que tienen los nietos de la población de ser quien quieran ser. Así se vive el contraste en La Victoria: los pequeños se disfrazan de héroes, mientras en las paredes están pintadas las caras de quienes dieron la vida por una causa que creían justa, misma causa que, al parecer, es reivindicada hoy en las calles de Chile. 

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