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Entrevistas

3 de Marzo de 2020

Fabrizio Copano y el estallido para su generación: “Siento que nuestra revolución igual es súper individualista”

Fabrizio Copano. Foto: Agencia UNO

Pese a no vivir en Chile, el comediante está permanentemente conectado con lo que ocurre acá. Ya sea por Twitter o Instagram, comenta o sube historias relacionadas a la contingencia nacional. Todo el estallido de octubre lo impulsó a convertirse en youtuber y junto a un par de amigos creó No estamos solos, un programa informativo teñido de humor en donde le cuenta al mundo -y bueno, también a los chilenos que lo siguen- qué está pasando en nuestra larga y angosta franja de tierra. En entrevista con The Clinic cuenta la ansiedad con que vivió el despertar chileno residiendo en otro país, la necesidad de conversar con otros chilenos para hablar lo que pasa acá, el Festival de Viña del Mar y su reciente paternidad.

Por

Desde la última vez que The Clinic habló con Fabrizio Copano pasaron poco más de diez meses. En ese momento estaba a la espera de que su hijo llegara al mundo, era invierno, Chile todavía no despertaba y él manifestaba sus suspicacias con personajes de la política como José Antonio Kast. 

Ahora, al teléfono desde Los Ángeles, el comediante habla sobre la eternidad que atravesó este tiempo. Al momento de esta entrevista había 31º de temperatura en Santiago, las calles se preparaban para reavivar la revolución y su hijo tiene seis meses. Ya no teme por Kast, pero si lo angustia que llegue alguien diciendo “yo traigo la solución” a los males que aquejan a Chile. “Están las puertas abiertas (al populismo)”, dice.

Este año tendrá dos fechas en marzo que lo llevarán a Madrid y Barcelona. Además, durante abril regresará a Santiago para presentarse el próximo 4 de abril en el Club Chocolate junto a Paloma Elgueta, Ignacio Socías, Paola Molina y Paloma Salas, entre otros, para levantar el primer sello de comedia independiente: Cósmico.

¿Cómo te pilló el estallido? ¿En qué estabas?

-Fue muy raro, estaba acá (Los Angeles), mi hijo había nacido recién. Tenía un mes y medio. Estaba en ese proceso inicial de tener un hijo: no dormía. Como que vives todo el tiempo en depravación del sueño y todo es un poco como una fantasía, nada se siente muy real. Como que tu cerebro no está funcionando al cien por ciento. Al principio me costaba entender lo que estaba pasando. Tengo la suerte, de que bueno, mi hermano es periodista y me mandaba un montón de información. A través de mis papás también me iba enterando e iba entendiendo y cachando, más o menos, la magnitud de todo lo que estaba pasando allá. 

¿Se perdían las proporciones de repente?

-Es difícil desde el extranjero ver la magnitud de las cosas, porque te llega información parcelada. Luego, cuando me metí a internet, por supuesto que todo parecía muy gigante. Y ahí uno empieza a cuestionarse, porque la información que te llegaba estaba cruda, todo de Twitter, de Instagram. Yo decía ¿qué onda esta hueá? ¡Golpe de Estado! 

Claro, por un lado desconfías porque encuentras que están exagerando, pero después dicen toque de queda y chuta…

-Es que se pierden las proporciones desde la distancia, luego viene también harto sentimiento de culpa o miedo, esta idea de que debería estar allá en vez de acá, pero luego, con un hijo recién nacido, ¿qué iba a estar haciendo allá? Después entendí que lo importante es identificar qué puede hacer uno. Al principio pensaba “bueno, tengo que retwittear toda esta información”, pero luego decía “no sé si esta información es cierta o no”. Después dices ya, voy a retwittear a gente que ya conozco, medios que ya conozco y con los días los medios fueron súper cuestionados. Estaba en una paranoia al principio. Luego, con los días, fui a Santiago. 

¿Ahí te tranquilizaste?

-Sí, fue muy liberador. Como te digo, estaba en una nube de paranoia y cuando luego vas a verlo, dices ok, así funciona esto. Puta, mis amigos están bien, hay organización, como que empiezas a ver las cosas más concretas. Y también, claro, hay como dos sentimientos. Uno es de esperanza y otro de miedo, y ambos conviven y se toman turnos. 

Sí, era un estado colectivo, donde todos estábamos en la misma: esperanza, optimismo y después miedo y desolación. 

-A mí me pasa mucho. De repente miro a mis amigos que están súper motivados, pero también los veo perdiendo sus pegas. Y los veo depositando mucha fe en esto y también veo su desilusión próxima. Siento que vamos a pasar por muchos estados y, como todos sabemos, la salud mental en Chile no está muy cubierta. Entonces, me da mucho miedo la salud mental de muchas personas, que están invirtiendo mucho de su vida en un movimiento que ojalá responda a la altura, pero es una altura bien imposible también, porque es una altura emocional. Entonces, me preocupan muchas personas. Por otro lado también me alegro mucho con esta sensación comunitaria que nosotros como generación no vivimos. Siento que nosotros fuimos criados en el individualismo y nuestra revolución igual es súper individualista. 

¿A qué te refieres específicamente?

-No sé, todos quieren ser más puros, todos quieren tener más calle que el otro. Como que hay una competencia dentro de esta idea de destruir la competitividad del neoliberalismo, pero también se sigue jugando esta idea de “Yo soy más que tú”, “Yo estoy más comprometido que tú”, “yo marcho todos los días”. Y eso me parece que tampoco está bien.

¿Cómo surge la necesidad de hacer el programa No estamos solos?

-Nació de cuando estaba viendo todo esto. No sé, nunca me había saltado la idea de ser Youtuber o Instagramer, porque nunca había dado con el tono o donde me sintiera cómodo y me saliera más o menos bien. Cuando encontré esto fue como ya, bacán, con esto puedo hacer mi pequeño aporte. Obviamente todo tiene una forma muy precaria. Es un equipo que funciona a través de grupo de Whatsapp con el guionista Luis Slimming y el periodista Jonás Romero. Entonces desde ahí intentamos todas las semanas. Nuestra idea era hacer un pequeño clip que resuma lo que está pasando pero que también tenga humor y exposición. 

¿Cómo ha sido la experiencia?

-Ha sido la raja, porque ha tenido una recepción tremendamente positiva y me hace sentir también como “ok, estoy haciendo algo que puedo controlar, que puedo hacer desde mi casa”. Y es súper artesanal todo, yo lo edito acá (su casa en LA). Tuve que aprender a editar. Lo grabo solo. Entonces, puta, todo eso ha sido bacán, como que ha sido aprender también a hacer algo de manera muy sencilla.

Si bien el programa es seguido en su mayoría por el público chileno que te sigue, también tiene una vocación explicativa para los que no viven en Chile.

-Sí, es que desde que empecé a intentar a hacer comedia fuera de Chile, siempre me pongo en ese pie forzado. Es como explicar un poquito más y hacer referencia a cosas un poquito más universales. Entonces mi intención es que cualquiera lo pueda ver y pueda entenderlo hasta cierto punto. 

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El próximo 20 y 21 de marzo presentarás tu show “Puedo cambiar” en Madrid y Barcelona, respectivamente. Me imagino que lo que pasa en Chile inevitablemente tiñe tu stand up, ¿o no?

Es que eso me pasa, es muy difícil hablar de otra cosa. Y creo que les pasa a todos en general. Lo que estamos viviendo es tan nuevo, al menos para nuestra generación, que es muy difícil hablar de otra cosa. Pero también creo que todos los países tienen procesos parecidos y se pueden sentir identificados también. Y en este caso en particular, yo creo que me van a ir a ver más chilenos que otra cosa. Es ir a hablarles a ellos de lo que ellos seguramente ya están hablando. 

Y de lo que necesitan hablar también.

-Sí po, como que uno se encuentra con un chileno fuera de Chile y es como vomitar todo lo que ha pasado. Y es heavy. Me pasó hace unos días, que estuve con el director de cine Alejandro Fernández Almendras, que es amigo mío, y estábamos en una mesa con varias personas de distintos países y terminamos hablando entre chilenos sobre Chile, e ignoramos al resto de las personas.

PUERTAS ABIERTAS

Todo lo que ha pasado en Chile ha tenido mucho de insólito. Declaraciones disparatadas, videos con finales inesperados, chambonadas políticas. ¿Qué ha sido lo más hilarante?

-Es raro, han pasado cuatro meses y claro, como que hay millones de hueás terribles, cómicas, insólitas. El momento de Evelyn Matthei corriendo es súper ridículo, por ejemplo. También me pasa mucho con Schalper, como que cada cierto tiempo aparece con un comentario que refleja su desconexión con la realidad, y qué bueno, le habla a un público que se valida a través de un hueón como ese. Es muy gracioso porque vive en esta paranoia de que alguien está financiando esto, con ese miedo de que esto que pasa no puede ser real. Que esto tiene que estar orquestado por alguien, que tiene que haber un enemigo al final. Eso me parece muy raro viniendo de alguien tan joven. Tiene una mentalidad de anciano: es impensado para él que la gente haya conectado que los láser de Hong Kong se podían usar también en Santiago. Es delirante.

Recuerdo que en una entrevista pasada, hablamos un poquito de la clase política y la crisis de la izquierda. ¿Cómo has visto a parlamentarios, ministros y Presidente en esta pasada?

-Todo se desmoronó para ellos, como que ahora les cuesta mucho hablar. O sea, no les cuesta, porque igual en los canales les dan la misma pantalla, pero sí les cuesta mucho que su mensaje no sea descalificado inmediatamente. Y de todos lados. Como que quedaron fuera de juego. Pero claro, todo eso es muy raro, porque también ellos son los administradores del país, por decirlo de alguna forma, entonces igual hay que pasar por ellos para hacer todo. Y bueno, porque no hay otra forma también, no veo otra forma posible que no sea a través de la institucionalidad. A mí ya no sé si la figura de Kast me da tanto miedo en particular, porque perdió mucho en esta pasada, pero sí la aparición de un populismo que venga a decir “yo voy a salvar el día” y creo que todavía hay un terreno fértil para que aparezca. Creo que de cualquier sector o punto puede aparecer alguien diciendo “yo soy, traigo acá la solución”. Esa es una puerta súper abierta. Puede aparecer desde un espacio que no reconozcamos y crecer muy rápido. Eso me causa mucha ansiedad, todo esto me causa mucha ansiedad.  

Fabrizio Copano. Foto: Agencia UNO

CHAMPIONS LEAGUE > FESTIVAL DE VIÑA

Te vi opinante en Twitter sobre el Festival de Viña.

-Es que es muy entretenido. Para mí es como ver un partido de fútbol. Es lo más parecido a estar viendo la Champions League. De hecho, el otro día estaba en un almuerzo y estaba con un audífono escuchando a Che Copete. 

¿Y qué te pareció esa presentación? 

-Una locura. O sea, me pareció el show más católico, apostólico, romano que he visto en la historia de Chile. Una persona que tiene que ir a pedir disculpas y hacer catarsis para ser aceptado por el nuevo Chile. Hizo un harakiri para no ser pifiado, entonces todo estaba muy lejos del humor.

Era todo muy dramático. 

Era muy dramático y respondía, bueno, a la pifiadera anterior. Ese show estaba construido desde la paranoia, no desde el relajo, que es de donde debería salir el humor, para liberar la tensión. 

Fabrizio Copano. Foto: Agencia UNO

El relajo no llegó nunca. 

-Nunca. Y como te digo, Chile es tan católico también. Él tiene que exculpar sus pecados, tiene que hacer el ritual de cortarse un brazo para que bueno “ok, ahora sí lo aceptamos”. Esto de la misericordia del público. No empatizo nada con pifiar, lo encuentro muy doloroso. Pifiar a alguien o ser pifiado. Y como también he estado en ese escenario, puta, lo entiendo. Entiendo lo horrible que debe ser y no se lo deseo a nadie. Todo lo que pasó ese día me causó muchos sentimientos encontrados con Ernesto Belloni, verlo tan derrotado. 

Como que se deconstruyó en vivo y en directo. 

-Me dio la sensación de que el miedo y la paranoia lo hicieron abandonar el humor, porque todo lo que dijo pudo haberlo dicho a través de chistes también. Además de que todo lo que dijo, lo expresó de una manera muy tosca. En un momento de su rutina dice: la LGBT, vamos pa adelante. O una cosa así. Como que no funciona el “vamos pa adelante”. Pienso que los chistes son una construcción y tú puedes decir todo lo que pensai a través de chistes bien escritos. 

¿Te habría gustado participar de este festival?

-Puta, hay días en que pienso que sí y después digo qué mierda. Me pasa que también me gustaría haber llegado a hacer algo nuevo, como que Kramer lo dijo todo. Supongo que habría buscado la forma de decirlo de otro modo. Creo que es un buen desafío, bastante interesante, porque no me gustaría decir exactamente lo que ya todos dicen. Pero por otro lado eso también es tramposo, porque uno puede alejarse de lo que uno piensa. De todos modos siento que todos los que participaron estuvieron a la altura de la invitación. 

Fabrizio Copano. Foto: Agencia UNO

Fue interesante lo que pasó este año, el Festival tomó un cariz muy político y no solo eso, en su mayoría los artistas, se manifestaron sobre lo que estaba pasando en Chile.

-Es que existía esta idea de que el festival por primera vez se convertía en un escenario político. Yo creo que ahora tal vez fue explícito, pero el escenario siempre ha sido ocupado para mostrar consignas políticas o justamente, no decirlas, que es también una forma de hacer política, desde la omisión.  Es interesante que se hayan traído estas ideas al escenario. 

En un contexto así de polarizado, fue como echarle más leña al fuego.

-Claro, en este minuto no hay términos medios. Eso es verdad. No, yo estoy de acuerdo con lo político que fue el festival y está bien, porque así está el país está en ese momento. Yo creo que un festival siempre tiene que servir como un reflejo del país en ese año. Que tú veas el festival del 2001 y dijeras “ah, mira, Chile estaba en esto el 2001”. Creo que esto vuelve más interesante el festival que otros años.

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Nino, el primer y único hijo de Fabrizio, tiene seis meses. Tenía sólo un mes y medio cuando Chile explotó y percibía apenas la ansiedad de su padre chileno en Los Ángeles mientras figuraba pegado a la pantalla de su computador.

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¿Qué tal la experiencia de ser padre?

-Es muy entretenida. Yo creo que la única hueá que nadie te dice es lo entretenido que es. Obviamente tienes caleta de pega y no duermes nada. Pero mira, ¿sabes que es muy bonito? Que dejas de preocuparte de ti mismo. O sea, yo me preocupo de mí, pero siempre con relación a cuidarlo a él. Nino es bacán, muy divertido. Y más encima es un cabro súper tranquilo. Tiene buen ánimo, se ríe, es súper risueño. ¿Cachai cuando tú te juntai mucho con una persona y empezai a hablar como esa persona, pensar como esa persona o mirar la vida como esa persona? Bueno, cuando estás mucho con una guagua, empiezas a mirar el mundo también como una guagua un poco. 

¿Cómo así?

-Porque te empiezan a interesar los colores, las formas. Últimamente veo colores y digo “oh, el Nino tiene que venir a ver esta flor, porque este color es bacán y yo creo que le va a gustar”. De alguna forma empiezas a ver de nuevo cosas que habías dejado de mirar. 

PRÓXIMAS FECHAS:

20 de marzo, Palacio de la Prensa en Madrid. Adquirir tickets

21 de marzo, Cinema Maldà en Barcelona. Adquirir tickets

4 de abril, Club Chocolate en Santiago. Adquirir tickets.

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