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Cultura

29 de Mayo de 2019

Fabrizio Copano: “Con la cultura de cancelar todo fuimos arrinconando a la gente”

El comediante estará en Chile hasta el 16 de junio presentando su nuevo show “Puedo cambiar”, el stand up que, entre otras cosas, cuenta pasajes de su vida como migrante en Estados Unidos. Aquí habla de la rutina que armó allá, los costos del día a día, sus reflexiones sobre el progresismo y cómo Pablo Chill-E y los suyos, empezaron a reivindicar la política sin siquiera imaginarlo. “Es el mejor programa de televisión que veo hoy en día”, comenta sobre la Shishigang. Además aprovecha la conversación con The Clinic para validar su condición de floridano al otro lado del mundo.   

Por

Fabrizio Copano está radicado hace casi tres años en Los Ángeles. Durante el día hace de promotor de sí mismo y manda mails para concertar shows por Estados Unidos. En la noche maneja de bar en bar para presentar sus chistes e historias en distintos open mic de la ciudad. Siete, quince o veinte minutos arriba del escenario, ni un minuto más. Es uno entre los cinco mil comediantes que hay en la cuadra, afirma. A veces, los días malos, se pregunta si está en lo correcto, si debería seguir la carrera de sus pares que se presentan en teatros de Arica a Punta Arenas. “Hay días en que uno piensa: ‘hueón, estoy haciendo stand up para cinco personas en un bar de mierda, tengo que esperar y manejé una hora para venir’. Yo he manejado una hora para hacer un show de 7 minutos. Manejé una hora, tengo que esperar 45 minutos, voy al final, casi no hay público, ‘¿qué estoy haciendo acá?’, ‘¿por qué estoy acá?’”, dice.

Cuenta además que en este trabajo uno va siempre a pérdida, hasta que un día empiezas a ganar. Este fue el primer mes, en toda su estadía, que logró pagar un poco más de la mitad de la renta. Pese a las tarjetas de crédito en cero, sus dudas se disipan rápido. Vale la pena, se repite. Hacer humor donde las cosas pasan, vale la pena.

“Estar allá es como una inversión, o sea, voy a pérdida hasta que ojalá, algún día, deje de irme a pérdida. De hecho, ha sido bonito, porque además de toda esta hueá de partir de cero, de tener que enfrentarme a mi propio ego, a la idea de quién es uno y lo que puede llegar… Puta, ser el último en la fila o ser uno más en la fila y partir en otro idioma, intentar escribir chistes en otro idioma y toda la hueá, me mantiene de vuelta en el por qué me gusta hacer esto: me pongo nervioso antes de los shows, si me sale mal, sufro, como lo hacía acá al principio”, dice.

Sin quererlo volvió a ser de La Florida, esa comuna en la que creció y se educó, y desde la que debía viajar una hora en micro para llegar hasta su lugar de trabajo. Ahora La Florida es Chile y Providencia, Estados Unidos.

Tomándome de lo que dijiste, esta idea de ser uno más en la fila ¿cómo ha sido para el ego toda este cambio de vida?

-Igual te pega. El ego es como un enemigo que te dice: “hueón, ¿qué tienes en la cabeza?”. Pero también pasa que me sale un show bueno y me va bien en inglés, entonces también el ego se me sube porque digo: “cacha la hueá que estoy haciendo”. Esto va a sonar medio ridículo, pero a veces siento que es mágico: estoy hablando en inglés, haciendo esta hueá para unos hueones de Milwaukee, con los que no tengo ninguna conexión en la vida y se están riendo y está funcionando de verdad. Ahí es donde digo: “¿cómo se logró esto?”. Creo que eso me sube más el ego que quizás llenar un Caupolicán.

¿Ahí es cuando dimensionas el trabajo que hiciste?

-Claro, porque no fue mágico. Me contradije inmediatamente (risas). Tiene que ver con el esfuerzo. Igual debo admitir que, puta, he sido muy afortunado, porque me ha ido bien e incluso cuando me ha ido mal, no ha sido realmente mal. Nunca me he metido en problemas tan grandes como para sufrir tanto. Pero sí, claro, vengo haciendo esto hace muchos años, con harta pega, con hartas horas de vuelo y creo que eso es fundamental: hacerlo mucho, subirse en todos los escenarios posibles y decir que sí a todo. Yo así vivo. Allá yo digo que sí a todos los shows, a todos. O sea, si es un show chico para cinco personas, ahí estoy.

SER PAPÁ

Fabrizio cumplió 30 años en marzo, días en los que enteró que iba a ser padre, junto a su pareja Cristina Garza, vicepresidenta de Hollywood IM GLOBAL y CANANA, una de las productoras y distribuidoras independientes más prolíficas de Latinoamérica.

¿Cómo has vivido la noticia de que vas a ser padre?

-Bien. Hasta el momento ha sido muy tranquilo. Intento no sobrepensarlo y porque uno tiene nervios todo el rato de que algo pueda salir mal. No sé, la inexperiencia de la primera vez, pero ha sido muy tranquilo. Estaba hablando recién con ella, de que hay mucho embarazo en donde la gente sufre mucho, hay embarazos muy difíciles. A ella le ha tocado un embarazo en modo avión hasta el momento. Es raro igual, porque como que te anuncian la noticia y uno dice “ya, wow”, y luego no pasa nada porque son nueve meses. Entonces ok, ahora hay que esperar no más. O sea, hacer lo posible por arreglarlo todo y que ella esté bien.

¿Y lo esperabas? ¿Lo buscaban?

-No, pero nosotros somos pro elección y allá en California se puede abortar, si hubiésemos querido, hubiésemos encontrado la forma. Como que siento que incluso teniendo las opciones esto fue lo que decidimos. La gente te mete ansiedad también. Te dice: “oye, pero no van a dormir nada, te va a cambiar la vida…”. Y oye,  estoy dispuesto a que me cambie la vida.

¿Te imaginabas siendo papá?

-Creo que más chico sí, luego ya no y luego un poco sí. Por otro lado me imagino siendo un buen papá, porque tuve un muy buen papá, entonces siento que si hago lo que él hizo, todo va a estar bien. He tenido mucha suerte, él siempre me ha apoyado. Entonces, en ese sentido, como que lo veo a él y creo que tengo un ejemplo que me da tranquilidad.

La doble nacionalidad del niño/a va a ser un tema igual. Tendrá abuelos chilenos…

-Va a ser jodido igual, pero igual me imagino un niño que va a ir al colegio allá y luego, en verano, vendrá para Chile. Y que luego contará qué pasó el verano en invierno. No sé, siento que tener esa doble vida también es bonito. A veces pienso que habrá muchas cosas chilenas que no va a tener. Por ejemplo, bailar en el colegio para el 18. Como que esas cosas me dan un poco de pena, pero tampoco sé si es malo que no le pase. Aún así encuentro que va a ser un niño afortunado, que va a tener mucho amor, muchos lugares donde llegar, muchas posibilidades de buscar su camino y eso me alegra. Me gusta que tenga un abanico gracias a esta binacionalidad.

¿Y cómo ha sido tu vida con Cristina, tu pareja?

-La verdad es que no me gusta mucho hablar de ella porque es tan independiente y tan ella misma, que siento que le estoy haciendo un flaco favor al traerla a mi mundo.  Pero sí puedo decir que es genial, que la encuentro una persona muy inteligente, que tiene una capacidad impresionante. Ella ha creado su propio trabajo. La admiro muchísimo, la encuentro muy bacán y por eso me alegra además tener este ser entre ambos. Ha sido una vida muy agradable, me gusta estar allá y eso que al principio igual era difícil. Yo tuve la suerte de que alguien me apañara, migrar solo debe ser mucho más duro. Allá había gente que me estaba esperando, que me recibió, y eso es otra cosa. Ella me hizo un hogar ahí.

CHILE: LA FLORIDA DEL MUNDO

Te convertiste en un migrante ¿Qué reflexiones tienes sobre lo que ocurre en Estados Unidos en torno a este tema?

-Primero soy un privilegiado. Tengo la suerte de estar en California, que es un estado multicultural, de gente súper inteligente, si tú hablas de Los Ángeles, San Diego, San Francisco, en toda esa zona hay gente muy genial pensando el futuro. Todo viene desde Sillicon Valley que está ahí mismo, entonces es un lugar donde hay mucha gente de muchos países. Para ellos la inmigración es vista como esta idea de traer lo mejor del mundo para producir lo mejor. Tiene una misión económica también. Siento que cada país tiene su propia versión del problema y los gringos son el ícono de eso. Si tienes un país como Estados Unidos que saqueó de distintas maneras los recursos de países más pequeños, que la gente se quiera ir donde están esos recursos es súper natural, lo más lógico. Entonces claro, es muy heavy porque uno está haciendo comedia en el lugar en donde está pasando esta crisis mundial y eso me parece muy entretenido.

¿Has lanzado algún chiste que interpele al público?

-Yo tengo pocos chistes de inmigración, porque no quiero ser patudo, yo no crucé la frontera. Hay comediantes que sí tienen de ese background, entonces no quiero quitarles sus historias tampoco. Si hablo un poco de mí versión de la inmigración, hablo un poco de esta fantasía de las películas y de cómo es la realidad acá, y que es bien desilusionante. Entonces, claro, intento tocar el tema pero lo bonito es estar ahí cuando está pasando. Ponte tú, una historia: fui a San Antonio, en Texas -un estado mucho más conservador que Los Ángeles- y yo cuento un chiste en donde digo que tengo una visa que se llama “Visa de talento extraordinario” y me burlo del nombre. Entonces, para abrir ese chiste siempre digo: “bueno, soy inmigrante, pero soy legal”, frase que siempre pasa colada. Pero en Texas, cuando dije eso, se pararon a aplaudir.

¿Y qué te queda del cabro chico criado en La Florida?

-El otro día se lo decía a un amigo. Puta, yo sentía que en un momento acá, incluso mucha gente no sabía que yo venía de La Florida. Porque ya era como “los Copano salen en la tele, los Copano tienen plata, son de Providencia, se sabe”. Y nada po, como que en un momento uno se cambió de casa y es medio una fantasía estirar el chicle de La Florida. Conocí a toda la élite de este país, luego me fui para EE.UU. y volví a ser de La Florida, pero ahora La Florida se llamaba Chile. Porque no conocen a nadie de allá: es como volver un poco a ser de la parte de la periferia del mundo. Igual eso me permitió reconectar de cierta manera con el entusiasmo. Irme, me revitalizó. El entusiasmo de “oye, hay un show en no sé dónde” y decir “sí obvio, sí, sí”. Ese entusiasmo de “ya, vamos, veamos qué se puede hacer”. Creo que ahora está intacto, pero que en algún momento si bajó. En algún momento yo estaba chato y no quería hacer nada.

¿Te fuiste medio chato de ti mismo?

-Claro, chato de mí o de quien yo estaba siendo a esta altura. Al irme me liberé de eso y me volví a motivar. Ahora produzco shows y mando los mails… Hago todo lo que hacía al principio. Entonces, ese entusiasmo es lo que más me recuerda a tomar tres micros para llegar a Providencia. Ahora es lo mismo, de nuevo tengo que viajar una hora para llegar al lugar donde trabajo.

QUE TE VAYA MAL PARA QUE TE VAYA BIEN

¿Pudiste ver lo que pasó con Jani Dueñas en el Festival de Viña del Mar?

-Sí, sí lo ví. Fue heavy más encima.

¿Cómo viste todo lo que pasó? Entiendo que son de círculos cercanos…

-Fue heavy, yo soy amigo de la Paloma Salas -amiga de Jani Dueñas- hace muchos años. Justo estaba yéndome de Santiago, porque había venido a ver a Felipe Avello -trabajamos juntos en la rutina que hizo en Viña- y justo me fui el día que la Jani se sube. Entonces, estoy en el avión y alcanzo a ver el “ahora con ustedes, Jani Dueñas”. Y dije: “puta, no la voy a poder ver”. Y me subí al avión pensando: “oye, le tiene que haber ido muy bien”. Cuando llegué, abro WhatsApp y tenía muchos comentarios del tipo: “¿estás viendo?”, “Cacha, cacha” y yo: “¿qué onda, qué pasó?”. Además el video no estaba en ninguna parte entonces como que no lograba dimensionar qué tan malo era lo que había pasado. Viste que cuando dicen le fue mal y después ves y no le fue tan mal. Pero luego lo vi, y sí, le fue muy mal.

¿Qué diagnóstico harías de lo que pasó?

-Creo que hay dos cosas y no quiero ser injusto, porque en el fondo la Jani es una colega, la respeto y ella decide cómo hace su pega. Por un lado, yo siento que ese show debió haber estado dos cuadras más allá, en el café Journal, en vez de la Quinta Vergara. Creo que la Jani se equivocó de dirección, porque uno tiene que entender que lo que uno hace tiene un lugar y un espacio. De hecho, cuando a la Jani la invitaron a participar y me llamó y me dijo: “tú fuiste a Viña, cuéntame qué onda”. Obvio que le dije “anda, Jani, te va a ir la raja, juégatela, dale, todo bien”.

¿Te refieres a que el lugar no era para ella?

No, yo creo que ella no entendió el show, no entendió el lugar, no entendió que era un programa de tele al final del día. No entendió que Viña es una reacción súper masiva, en la cual uno tiene que presentarse casi que de cero, donde uno tiene que entrar casi con la cabeza agachada e ir ganándose el espacio. Siento que no entendió el ritual de Viña, esa fue la sensación que me dio. Fue con el espíritu de un show en un bar. Además yo creo que nunca es culpa del público, eso siempre uno tiene que tenerlo en la cabeza. Y la segunda cosa es que yo creo que en un momento, y por eso también se mezclaron un poco los temas, como que el progresismo se transformó en una bomba de tiempo y a alguien le iba a estallar en la mano. Se fueron pasando la pelota hasta que a alguien le cayó. Entonces mucha gente también se sumó a decir “viste, eso pasa con el feminismo”, “eso pasa con el Frente Amplio”.

¿Y qué hay con el Festival de Viña del Mar y el fenómeno de circo romano que tiene?

-El Festival de Viña es la raja, encuentro que es la raja como plataforma, como lugar, como espacio, como ícono de la chilenidad, pero hay que entrar como chileno: puta, con la cabeza agachada, como ganándose al patrón hasta que te felicite.

¿Cómo funciona el rollo del fracaso en el stand up?

-Cuando logré escribirle un mensaje para subirle el ánimo, en lo personal, más que en el modo pega, le dije: “bueno, tú sabes, a veces hay show bueno y show malo, lamentablemente este show malo te tocó frente a no sé cuántos millones, pero mañana va a haber un show bueno y luego va a haber de nuevo un show malo…” Porque lo interesante de la comedia es que uno puede escribir millones de cosas en un papel, pero la única forma de saber si funcionan o no, son subirte al escenario y hacerlas. Y para eso, necesitas fracasar. Tiene que no funcionar más de la mitad de eso para que tú como comediante puedas decir esto no va y ni esto tampoco. La única forma de que exista un comediante es que le vaya mal hasta que le vaya bien, no existe otra forma de saber que esto es gracioso o no. Por eso el fracaso es como parte fundamental del proceso creativo de esta pega. Que te vaya mal es parte de que te vaya bien.

¿Y qué te pasa con que haya un festival que lo tenga como una práctica generalizada? ¿Qué te pasa con eso?

-Tiene que ver mucho con la cultura chilena. Esto de que Chile te sube o te baja. Y que si estás mal te quieren ver caer. Es esa hueá como medio pasivo-agresivo que tiene la personalidad nacional. Por eso creo que el Festival de Viña es la mejor representación de lo que somos como país.

KAST, EL REBELDE

¿Cómo se transformó tu humor a raíz de la discusión feminista? ¿Tuviste que replantearte algunas cosas?

Hice mi ejercicio personal primero. Esto de revisar los comportamientos que herían a otras personas y que no eran necesarias, la verdad. Luego, uno puede hablar de eso en el escenario. En el fondo esto es nuevo para todos, enfrentémoslo así: como un proceso de aprendizaje social que tiene que ver con el feminismo y también tiene que ver con otras cosas. Finalmente tiene que ver con intentar ser más amable no más, estar un poquito más atento al hecho de que quizás estoy dañando a alguien y no tengo por qué. Pero lo tomo así: tampoco puedo ser la bandera de nada, porque puta, soy un hombre heterosexual y tengo mis propias batallas nomás, que son personales y que tienen que ver con lo que me gusta, con lo que no, con lo que siento y que solo desde ahí puedo hablar. Sería muy barsa hablar desde otro lugar. Intento siempre ser honesto y si tengo un chiste que creo que es peligroso o se pueden enojar, prefiero mil veces hacerlo y encontrarme con ese enojo que estar todo el tiempo con freno de mano. Yo creo que nada bueno sale de la tensión del comediante, esto de pisar huevos. Yo prefiero pisarlos y que luego me digan “oye, dos pasos más atrás”. Pero estar siempre atento, escuchando al público. Esa es la forma en yo lo tomé. Creo que hay otros comediantes que se enojaron  y dijeron “¿cómo? no puedo decir nada ahora”.

¿Y qué opinas de esa frase?

Yo no estoy de acuerdo con la reflexión de que no podemos reír de nada, siento que uno se puede reír de todo y que uno tiene que encontrar la forma de hacerlo chistoso. Pero también siento que hay gente que, en cualquier tipo de movimiento, va a estar buscando la palabra incorrecta para cagarte. Y eso también lo encuentro una lata. Andar buscándole a la gente el error que cometió en Twitter el año 2000, es paja al final del día. Ni yo veo mis tweets del pasado, por qué andaría investigando los tweets o los chistes de alguien. Hacer comedia es una forma de rebeldía. Entonces, si nosotros hacemos que la comedia sea restringida, esa rebeldía la va a tomar el otro sector y es eso es lo que ha pasado. El otro sector hoy día es rebelde, la derecha es rebelde, la derecha es la que dice lo que piensa, la que es abierta. Yo creo que no hay que regalar la bandera de la libertad de expresión. O esta idea de poder decir lo que quieran.

¿Crees que la derecha entendió que por ahí va el camino para conquistar votos?

-Está pasando, yo veo cabros más jóvenes que están súper motivados con ideas de derecha, porque dicen “puta, ay, ya no puedo decir nada, entonces la única forma en que puedo decir todo es ofendiéndolos más. Y no, no era el objetivo principal al traer estas ideas. Entonces hay que volver a tomar esas banderas. Nuevamente, creo que los comediantes tienen que decir lo que piensan, tienen que aceptar críticas, pero tienen que decir lo que piensan. O sea, toda la vida hicimos chistes que ofendían a la derecha y no nos importaba porque ofendían a la derecha, pero cuando comenzaron a ofender a la izquierda nos empezó a importar. A menos que lo que estés haciendo vaya en contra de lo que tú crees. Pero evitar decir cosas que tú crees para caerle bien a cierto público es una tontera. Ahí muestras la persona que eres, porque si eres una persona de mierda, quizás eso eres no más y está bueno transparentar.

¿Cómo ves este ascenso de la derecha más dura, representado por Kast en Chile?

-Lo veo inevitable. O sea, nos veo a la gente progresista volviéndonos locos como los científicos como cuando viene un meteorito y nadie sabe qué hacer. Y creo que ese meteorito viene y al final del día la principal culpa va a ser de nosotros mismos, de la misma gente que nos consideramos más de izquierda, más progresista. Creo que va a ser nuestra culpa: no podemos mirar al lado. Hay que pensar que quizás nuestra forma de explicarnos no convenció nomás. Entonces, hay que volver a reagruparse.

Tú igual participaste en la campaña de RD. ¿Cómo has visto el trabajo que han hecho?

-Puta, he estado muy distanciado como para verlo. Me cuesta pensar en mí mismo como una parte activa. Me da un poco de vergüenza salir a decir si lo están haciendo bien, mal o más o menos. Como que uno debería estar siendo parte más activa que estar hueveando desde afuera. Pero sí creo, en general, incluso fuera de RD, la línea del progresismo tiene que volver a ser atractiva, inteligente y tiene que volver a encantar a las masas, porque esa era la misión del principio, aunar, ¿o no? No subdividir. Creo que simplemente la pasión se comió a la razón en un momento y puta, existe sólo un mundo y no la fantasía que tenemos de él. Hoy día el que está, está inclinándose en la derecha. No se puede vivir en la fantasía de que esas personas están equivocadas, están mal, son tontos, son ignorantes. Ese discurso los ha arrinconado, los ha llevado a estar en una esquina en donde no tienen otra opción que irse a la derecha. Los hemos puesto en una esquina en donde no los invitamos a unirse a otras ideas. En el fondo, casi nosotros mismos con la cultura de cancelar todo fuimos arrinconando a la gente. A los papás, gente mayor, la gente que no vota.

¿Cuál fue el error?

-Puta quizás había que explicar las cosas de una manera más mundana. Creo que por ahí va el error de la forma de llevar a cabo estas ideas. Pero creo que se puede dar vuelta. En el fondo lo que hay que hacer es volver a pisar la tierra y empezar a trabajar de nuevo con la gente, volver a hablarles. Yo también me lo planteo como comediante: creo que es un buen momento para volver a hacer reír a la gente, de hacer comedia y bajar los precios, llevarla a los lugares donde nadie va, intentar volver a conversar en vez de, puta, darse vueltas por la élite no más. De qué nos sirve todo el trabajo, todas las ideas que se levantaron sí después al final del día los otros hueones terminan siendo los cool y llevándose el crédito. Hoy día Kast es rebelde. Quizás no es mi trabajo tener la solución de eso, pero mi diagnóstico es que hay que cambiar la brújula porque o si no vamos a seguir empujando a la gente hacia una esquina y vamos a terminar solos, siendo los mismos cinco hueones. ¿Y para qué? Si la gracia es convocar.

Yo creo que estamos. ¿te gustaría agregar algo más?

Si algo puedo sumar a mis ideas políticas, es decir de que hoy día encuentro que la Shishigang es el movimiento político más interesante de Chile.

¿Escuchas a Pablo Chill-E?

-Sí, me gusta mucho. Me gusta mucho lo que están haciendo ellos. O sea, me parece alucinante igual: veo las historias de su Instagram y de verdad, es el mejor programa de televisión que estoy viendo hoy día. Porque puta, los hueones son reales, son auténticos. Y cuando veo que estos hueones quieren construir casas, digo ahí está, eso es.

Como cuando Pablo Chill-E dijo que se sentía como Víctor Jara…

-Y yo siento que Pablo Chill-E tiene más potencial de ser un nuevo Jorge González, así.

¿Por qué crees que está conectando tanto con la gente?

-Porque es de ahí, no es un hueón que anda inventando que es de ahí. No es un hueón de Providencia vestido como que es de ahí. Es un hueón que es de ahí, no le puedes mentir. Encuentro la raja lo que están haciendo esos cabros, los admiro muchísimo.

Y además lo están haciendo como desde la intuición.

-Por eso, no hay plan. Y por eso es más auténtico, y por eso resuena más y va a resonar con gente que “nosotros” no tenemos conexión hoy día. Eso lo encuentro genial.

¿Sientes que de alguna manera la izquierda se alejó de la gente?

-Obvio que se alejó, se alejó muchísimo.

¿Y por qué crees que se alejó?

-Estoy teorizando, pero creo que en un momento sentimos que la izquierda ganó y que las ideas de derecha iban a desaparecer eventualmente y ahí vino la comodidad. Listo, somos nosotros. Ahora a esperar eternamente que la gente lo entienda. Y no po, no tenía por qué, menos de esa forma. Si vienes a echar la choreá para explicar tu idea, nadie te va a pescar. Cuando la gente enganchó con, ponte tú, el Frente Amplio, es cuando Giorgio y los cabros hacían la besatón por la Educación. Hueás buena onda y hueás conectadas como hueviar al poder desde un lugar alegre. Luego todo se resolvió con quién es más limpio, quién es más puro en su pensar. Y ahí todo se pone muy fome.

Muy vieja escuela todo

Sí y si la gente se va, te quedai sin público.

*Fabrizio Copano presentará “Puedo cambiar” el próximo 14 Junio a las 21 horas en el Teatro Nescafé de las Artes.

Estas son las fechas de “Puedo cambiar”, el nuevo stand up de Fabrizio Copano:

30 Mayo: Talca – Teatro Astor

31 Mayo: Valdivia – Aula Magna U Austral

6 Junio: Concepción – Teatro Marina del Sol

13 Junio: La Serena – Teatro Municipal

14 Junio: Santiago – Teatro Nescafé de las Artes

Revisa la entrevista completa a continuación:

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