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Reportajes

Los movimientos feministas coreanos contra el patriarcado: Escape the corset y 4b

Cansadas de vivir bajo una cultura de voyeurismo y el acoso, de ser grabadas a través de celulares y cámaras espías y que sus genitales sean difundidos en internet, las mujeres en Corea se están agrupando en movimientos feministas para detener los abusos. Desde lo estético están renunciando al maquillaje, a faldas, sostenes o a tener el pelo largo como parte del movimiento Escape the corset, una corriente emancipatoria. Pero otras más radicales, denominadas 4B, proponen cuatro reglas de oro para derrotar de una vez por todas el patriarcado: no relacionarse, no casarse, ni acostarse con hombres y no tener hijos. Esta son las voces de las mujeres que hacen la resistencia en la capital de la belleza, pero también de la sumisión.

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En enero de 2018 una funa pública en el Metro de Santiago se hizo viral. Se trataba del video en el que un hombre era increpado por dos jóvenes. Ellos lo acusaban de grabar con su celular a una joven de 15 años por debajo de la falda. Le pegaron, lo inmovilizaron, le quitaron el aparato, lo desbloquearon frente a la cámara y mostraron tres archivos que corresponderían al upskirting, una práctica -y a estas alturas una categoría del mundo del porno-, en la que hombres graban mujeres y colegialas, en lugares públicos, por debajo de sus faldas y jumpers. “No es la primera vez que veo weás así en el metro, por eso te saqué la chucha”, dice uno de los protagonistas. En el mismo video los narradores cuentan que la niña se fue en estado de shock, que apenas se pudo bajar del metro, con miedo.

https://www.facebook.com/lucidbastard/videos/10214337221285962/

Grabar, filmar o fotografiar los genitales o cualquier parte íntima del cuerpo de una mujer con fines de significación sexual y sin su consentimiento, tiene una pena asociada que va desde el presidio en su grado mínimo, hasta una multa entre los 5 a las 10 UTM, dice textual la Ley de acoso callejero en nuestro país. Sin embargo, al otro lado del mundo, este tipo de delito tuvo una escalada epidémica. Ese mismo año, sólo un par de meses después de la funa en el metro de Santiago, en Seúl 55 mil mujeres protestaban usando la consigna “my life is not your porn” (mi vida no es tu porno). Allí hay toda una cultura del vouyerismo, porque además del upskirting, existe el molka -otra categoría del porno-, en la que hombres instalan cámaras ocultas en moteles o baños públicos de mujeres y distribuyen el contenido online. Según cifras publicadas por The Guardian, la policía del país asiático arrestó en 2010 cerca de 1.110 personas vinculadas a la instalación de cámaras secretas, pero en 2014, el número alcanzó los 6.600 acosadores. Y esto es sólo el número de casos que apenas fueron registrados por los agentes del Estado. 

Yuan Lee vive en Seúl. Tiene 21 años y estudia música y canto en una universidad de ese país. También es youtuber. Toda su vida escuchó que las mujeres coreanas tenían que tener una linda piel, el pelo largo, ser delgadas, lucir tiernas, ser silenciosas o usar un vocabulario adecuado. “Siempre ser gentil con el resto”, dice ella. El 2018 fue el año que cambió su vida. Mismo año donde las ventas de productos cosméticos de cuidado facial generaron 13 billones de dólares en ese país, según consigna The Straits Times. “La mayoría de las compradoras coincidían en que estos ítems eran diariamente más importantes que cualquier otro accesorio”, reporta el artículo.

Yuan Lee

Pero a Yuan Lee no sólo los movimientos civiles sobre molka la hicieron empezar a cuestionarse el patriarcado, sino que viendo las noticias, se encontró con el caso de una mujer que asesinó a su marido. Él la maltrató durante 37 años de matrimonio hasta que ella no aguantó más y lo mató.  Sin embargo, la sentencia envió a la mujer a la cárcel. “La corte no consideró su situación. Que fue un crimen en defensa propia. Que llevaban años castigándola sólo por el hecho de ser una mujer”, cuenta la joven. 

Consternada por esto, decidió estudiar en internet y leer sobre misoginia, hasta que encontró un grupo de mujeres que tiraban a la basura todo su maquillaje como una acción del movimiento Escape the corset. En redes sociales ya comenzaban a circular los primeros videos de chicas explicando en qué consistía esto: renunciar a todo elemento que las feminizara de acuerdo a su cultura como el maquillaje, las dietas, la ropa ajustada, el pelo largo y en algunos casos, las cirugías estéticas, en el país que se considera capital de la belleza de bisturí a nivel mundial.

https://www.youtube.com/watch?v=ETQpqYbT13M
Jeong Meji es una de las principales difusoras de Escape the corset, en sus videos -que pueden superar las 100 mil visitas-, ella cuenta su experiencia rompiendo el corset, muestra cómo desafía los cánones de belleza surcoreanos y visibiliza los femicidios en ese país

Yuan Lee se deshizo de su maquillaje. Tiró a la basura paletas de colores, brochas y accesorios que le costaron cientos de dólares. Se prometió no volver a hacer ninguna dieta restrictiva y una de las cosas que más disfrutó fue deshacerse de panties, sostenes, mini faldas, petos y otras prendas apretadas que tenía. “La ropa de la mujer es tan ajustada que siempre tenemos problemas de estómago después de comer. Actualmente, después de haber roto el corset, estoy menos estresada por todas las ataduras físicas que esas pequeñas prendas tenían sobre mi cuerpo y que ya no están”, reflexiona. Después de deshacerse de su arsenal de belleza, se rapó al cero su melena negra adornada con colores. 

Yuan Lee hoy

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Hyemin Paek (17) va a un colegio de niñas, está en su último año de secundaria y vive en el puerto de Busan. Tiene compañeras que han sido acosadas con el método del upskirting y en 2018 ella misma lideró una protesta local contra el molka. Una mujer encontró una cámara escondida en el baño de la estación de metro cerca del colegio. El rumor se esparció por la escuela rápidamente, las niñas se llenaron de temor porque era un baño que usaban de manera recurrente, y también escucharon que el culpable de instalar la cámara había sido encontrado gracias a un video de seguridad, pero no recibió ningún castigo. Estaba libre. 

Las niñas se agruparon, hicieron campañas en Facebook, llevaron posters afuera de la estación y enviaron una carta a la municipalidad. Pero no tuvieron respuesta. 

Paek estuvo interesada en el feminismo desde que tenía doce años, buscaba información a través de internet porque no tenía ningún referente surcoreano. En 2015 encontró las primeras teorías sobre escapar del corset, y así lo hizo: se cortó el pelo, dejó de usar maquillaje y también dejó de preocuparse por su peso. Sus papás y familiares le preguntaban constantemente si quería convertirse en un hombre y hacer la transición, o si era lesbiana. Su grupo de amigos dejó de salir con ella porque no se sentían cómodos con su apariencia. Bajo esa presión, rápidamente Paek volvió a usar maquillaje y quería otra vez bajar de peso. “Yo mido un metro setenta y tres y mi meta era pesar cincuenta kilos. Acá para muchos hombres, si sobrepasas esa cifra eres gorda, no importa tu estatura.  Muchas chicas se autodenominan proana y tratan de enfermarse de anorexia para lograr ser delgadas. Las estrellas de kpop que pesan más de cincuenta son llamadas cerdas por los hombres”, cuenta.

Hyemin Paek

Con la intensidad de los movimientos feministas en 2018, Paek volvió a escapar del corset, dejó el maquillaje y hoy no sabe cuánto pesa, porque es algo que no le preocupa. No cuenta las calorías, ni tampoco se restringe a la hora de comer. Apenas tiñe su pelo, no usa falda, ni ropa ajustada, y tener relaciones sentimentales con hombres es algo que no le interesa. Es una decisión política. 

***

Cuando tenía once años Rokbi Kang (29) fue víctima del primer episodio masculino de acoso. Camino a sus clases de taekwondo, en el furgón que compartía con sus compañeros, no habían asientos disponibles, entonces tuvo que irse todo el camino sobre las piernas de su entrenador. Él la tocó. “Después de eso, cuando tocó mi cuerpo, mantuve mi pelo corto para parecer un niño. Parecer una mujer es peligroso. Yo me di cuenta”.

Hoy con 29 años acaba de moverse a Canadá desde la isla Jeju, en Corea, donde trabaja como carpintera para “ser libre”, dice. Durante toda su vida escuchó a las personas opinar sobre su cuerpo porque nunca encajó: que debía perder peso, que se sometiera a tratamientos de belleza faciales o incluso liposucciones. Ella siempre se sintió incómoda hasta que conoció el movimiento de Escape the corset. Allí encontró una zona de confort donde no verse como una estilizada cantante de kpop estaba bien.

Rokbi Kang

“Yo sí soy femenina. Este movimiento redefine lo que socialmente se conoce como femineidad: el pelo largo, el maquillaje, los tacones y el vestido no determinan lo que es ser una mujer. La gente tiene que entender que no somos un accesorio del hombre y no existimos sólo para ser bellas”, dice, “el feminismo libera la vida. Dejamos de gastar nuestra plata en productos de belleza y otras cosas superficiales para complacer al resto y la invertimos en cosas que nos hacen felices, en estudiar, por ejemplo”, explica. 

“A diferencia de lo que pueden pensar muchos, mi familia me apoya, pero también se preocupan porque voy a las marchas, no quieren que nadie me ataque”, agrega, “aquí te pueden violentar”. Rokbi dice que no sabe si ha sido víctima del upskirting o de molka, pero está segura de que sus fotos están en la internet: “hay cámaras escondidas por todas partes. Hay baños especiales, resguardados por policías, para que las mujeres puedan estar tranquilas. Más de 110.000 chicas denunciaron haber sido violentadas de esta forma”, dice.

Rokbi Kang y sus amigas

Rokbi, además, mira con optimismo el movimiento de las 4B que prohíbe 4 cosas: relacionarse sentimentalmente, casarse, tener hijos o tener sexo con hombres. “No relacionarse con ellos es la forma de evitar la violencia. Casarse con un hombre, tener un hijo con él y criarlos, contribuye al patriarcado. Y por todo lo que estamos luchando es por derribar este sistema que sólo nos ha hecho daño”, dice convencida. 

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