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Entrevistas

28 de Marzo de 2020

Migrantes chilenos en la pandemia: Cinco relatos de cómo viven su encierro

Hoy, lejos de sus familiares y amigos, están preocupados. Ven cómo los distintos países que eligieron para replantearse sus vidas, sufren por la pandemia del coronavirus que en el mundo ya tiene más de 622 mil casos de contagio y ha cobrado más de 28 mil muertos. Aquí, cinco chilenos que viven en Portugal, Perú, Argentina, Australia y Haití reflexionan acerca de las medidas que han tomado las autoridades locales, el ánimo de sus vecinos y los inevitables contrastes con la realidad chilena.

Por

Jonás, María Paz, Josefina, David y Paula tienen algo en común. Los cinco, por distintas motivaciones, decidieron dejar sus vidas en Chile -con trabajo o familias cerca- y construir un futuro en otra parte del mundo. Ahora, en esos mismos lugares que escogieron, deben enfrentarse a la mortal pandemia del coronavirus.

¿Cómo observan lo que está pasando desde la distancia? ¿Qué cosas les han llamado la atención durante estos días de crisis? ¿Cómo han visto a sus vecinos al otro lado de la calle? Acá, cinco testimonios en primera persona donde cuentan cómo observan esta realidad alterada al otro lado del mundo.

Jonás Romero (27 años), vive hace 11 meses en Portugal.

Contagiados: 5170

Muertos: 100

Recuperados: 46

“Soy periodista de profesión y hace poco menos de un año nos mudamos junto a mi polola a Lisboa, Portugal. El primer caso de coronavirus acá se confirmó apenas un día antes que el primer caso chileno, el 2 de marzo. Por entonces, yo seguía trabajando por las mañanas en un hotel del centro de la ciudad, donde me ocupaba de hacer el café para los huéspedes. 

Recuerdo a Stefano, un turista italiano que estaba “atrapado” en nuestro hotel. No podía volver a su casa en la Toscana por la cuarentena que ya estaba en vigor en Italia. Todos los días, cuando bajaba a desayunar, teníamos la misma conversación: “ya va a pasar, si es sólo una gripe”. Pero en menos de una semana, su país ya registraba decenas de muertos por día -hoy se cuentan por cientos-, y para nosotros el Covid-19 también se había vuelto una amenaza. Eventualmente, Stefano pudo tomar un avión para reunirse con su esposa. Un día después, nuestro hotel tomó la decisión de cerrar. Ya no quedaban clientes por atender.

La rúa de Sao Paulo es una de las más transitadas del centro de Lisboa. Hoy, apenas un par de personas caminan por ella.  Crédito: Hernán Badilla Castro

Hace nueve días que Portugal decretó un “Estado de Emergencia”, aunque no fue una decisión fácil. Con el recuerdo de la dictadura salazarista, el primer ministro Antonio Costa (miembro del Partido Socialista) muñequeó hasta último minuto con los partidos de derecha para que la vida de los portugueses se viese lo “menos militarizada” posible. Es por eso que los ciudadanos hemos hecho lo posible por quedarnos en casa. La vida de café, una institución lisboeta, ha quedado suspendida hasta nuevo aviso. 

Quizás es mi condición de chileno, pero me sorprende mucho cuando un gobierno o autoridad hace algo bien, sin escapársele detalles importantes. Por ejemplo, apenas se anunció la suspensión de clases en colegios y universidades, desde el municipio de la ciudad y el gobierno nacional lanzaron planes para que ningún niño se quedase sin su comida diaria: leche, sopa, verduras y una comida caliente. Además, inmediatamente se habilitaron algunas de estas escuelas vacías como guarderías para los hijos de trabajadores de la salud. Además, y para evitar que los adultos mayores salgan de sus casas, el municipio organizó rondas de trabajadores para llevar mercadería y verduras a quien lo solicite. 

A casi cualquier hora, las escaleras junto al ascensor de Bica deberían estar repletas de sociables bebedores (principalmente chilenos y mexicanos). Hoy no se asoman ni los vendedores de hachís. Crédito: Hernán Badilla Castro

Aunque la cuarentena no es absoluta, la gente ha elegido quedarse en casa. Todas las tardes, un vecino pone en su radio canciones típicas portuguesas y con mi polola salimos al balcón a tomar sol y escuchar música. En las pocas salidas que hemos hecho, notamos en la gente cierta complicidad, ganas de conversar.  Hay algo hermoso en esa capacidad del humano de seguir buscando contacto a pesar de la pandemia. Un saludo del hombre que fuma en su puerta, la pareja del edificio de enfrente que sale a bailar al balcón por las tardes, el vecino que toma sol en pelotas por la mañana; todos nos sentimos parte de algo”.

María Paz Gómez (37 años), vive hace seis años en Puerto Príncipe, Haití.

Contagiados: 8

Muertos: no registrados 

Recuperados: no registrados

“Soy educadora diferencial y vivo en Haití desde el año 2014. Hace poco más de una semana se confirmaron los dos primeros casos de contagio y el presidente decretó Estado de Urgencia razón por la que se cerraron las fronteras aéreas y marítimas. Hoy hay toque de queda nocturno en toda la ciudad y además fueron cerradas las escuelas, las universidades y todos los centros de formación. También se prohibió la reunión de grupos de más de diez personas. Hasta el momento son ocho contagiados en total. Las estadísticas que se manejan es que no son personas mayores a 44 años. 

Acá hay de todo. Personas que cumplen las indicaciones de cuarentena preventiva de una manera muy responsable, pero también personas que están más incrédulas con respecto al coronavirus. Salvo las noticias y lo que pueda salir en los medios de comunicación, hay algunos que creen que esta es una enfermedad de extranjeros, que no creen que esto pueda llegar acá. También hay otros que simplemente no pueden dejar de salir de sus casas porque si no trabajan, si no venden, ese día no pueden llevar comida a sus casas. Esa realidad corresponde por lo menos al 80% de las personas que viven en Haití.

También llama la atención los supermercados que están subiendo los precios de los productos de higiene y todo lo que tiene que ver con cuidados básicos. Por otra parte, tienes una población que en su mayoría no tiene acceso al agua potable donde el tema sanitario y las medidas de prevención en algunas comunidades es bastante incierto. Aunque se han hecho esfuerzos a nivel de municipio, por lo menos acá en Puerto Príncipe, no es suficiente. Hoy no existe una capacidad sanitaria tanto en recursos humanos como en recursos materiales para poder afrontar una crisis o una pandemia como la que hoy día están viviendo países como Italia, España e incluso Chile. Hay un temor de lo que pueda pasar. 


Mujeres trabajando en el mercado Rue de fréres, Petionville, Puerto Príncipe. Fue sacada durante el 8 de marzo, previo al primer caso de contagio en Haití. Gentileza María Paz Gómez.

Desde el año 2018 que en Haití estamos en una crisis política y social. El año pasado los niños y niñas perdieron cuatro meses de clases y ahora, con esto, otra vez han dejado de asistir a sus clases. Eso también significa que muchos niños y niñas dejan de alimentarse. En su casa tampoco están seguros dado que sus papás tienen que salir a la calle a vender y pueden exponerse a contagio. 

Otra cosa que me llama la atención por ejemplo, que el Ministerio de Educación de Haití hable de hacer clases vía internet cuando más de la mitad del país no tiene luz e internet. Me llama la atención también que a pesar de las dificultades y lo que pueda pasar, si hay mucha gente también que está consciente de que hay que tomar medidas y que intentan, con lo poco que tienen, proteger a las personas de su familia y a los más mayores sobretodo. También me llaman la atención aquellas personas que no creen que esto vaya a llegar a Haití. Por otro lado hay ONGs locales que están trabajando para poder comunicar información a la gente, para poder prevenir de diferentes maneras a la ciudadanía en la radio ya sea a través de avisos, canciones u otros recursos posibles para prevenir lo que ha pasado en otros países. De que es difícil, es difícil, porque además hay mucha gente que sigue yendo a la iglesia, haciendo cultos o sus misas y eso es complicado”.

Josefina Nast (33 años), vive hace un mes en Buenos Aires, Argentina.

Contagiados: 690

Muertos: 17 

Recuperados: 72

“Yo soy actriz y sigo trabajando como locutora comercial en radios chilenas pero no sé cómo seguirá la cosa. También soy comediante y vine a probar suerte hace un par de meses y ocurrió esto. No sé muy bien qué pasará, por mientras hay que ingeniárselas para tratar de subsistir, presentar tu trabajo a través de formas creativas para que el público pueda retribuir de alguna forma. En este momento todos estamos viviendo una gran incertidumbre.

Sólo se permite la salida a supermercados y farmacias. Gentileza Josefina Nast.

Llevo trece días de reclusión. Aquí partió la cuarentena obligatoria hace nueve, pero la mayoría de la gente se guardó antes, como que ya se venía diciendo mucho antes que si te podías quedar en casa, te quedaras en casa. A mí me ha impresionado bastante cómo ha funcionado acá en verdad. Yo vivo en Boedo, un barrio bastante tradicional, de clase media. Ya nos conocemos con los vecinos, nos miramos y hay muy poca gente en la calle. Anteponiendose a la cuarentena total, diría que los primeros días estuvieron llenos de filas, gente comprando, acaparando, digamos, pero después de eso bajó el flujo y la gente entendió que podía ir al chino (supermercados) y hacer una pequeña compra para el día. No están desabastecidos pero tampoco hay tanta variedad.


Calles del barrio de Boedo en Buenos Aires durante los días de cuarentena. Gentileza Josefina Nast.

Una de las cosas que me llama la atención es que hay una confianza generalizada al gobierno y es porque además el presidente Alberto Fernández ha sido muy firme, esperó muy poco tiempo para dictar cuarentena total y los casos se han controlado bastante bien. A diferencia de lo que veo que pasa en Chile, acá se están tratando de congelar los arriendos; a los artistas y monotributistas se les da un bono que les puede ayudar a sobrellevar la primera cuarentena por lo menos, que dicen que se va a alargar y probablemente sea así. Con el frío viene el peak y acá recién estamos partiendo el invierno”.

David Paredes (29 años), vive hace más de dos años en Melbourne, Australia.

Contagiados: 3640

Muertos: 14

Recuperados: 244

“En Chile trabajaba como psicólogo en un centro de salud pública, me vine durante 2017 a Melbourne y hoy estoy en proceso de renovación de mi visa para que sea definitiva. 

La situación acá comenzó hace tres semanas, habían llegado noticias de contagio en China y otras partes de asia. Acá no se tomó el peso hasta que se conocieron los primeros casos en Australia y la cantidad de contagios por día se salió de control. Lo primero que empezó a pasar acá es que tanto supermercados como pequeños locales y tiendas, se empezaron a desabastecer de alimentos no perecibles y papel higiénico, jabón, carnes, y congelados. Se generó pánico cuando llegaron noticias de Italia, España y China, donde había cuarentena y la cifra de muertos aumentaba todos los días. La gente empezó a sospechar que podría pasar lo mismo en Australia. 


Imágenes del transporte público en Melbourne en días críticos para el contagio en Australia. Gentileza de David Paredes.

Todavía no se decreta una cuarentena total por el gobierno, la gente empezó a desabastecer supermercados y pequeñas tiendas y hasta el día de hoy hay un desabastecimiento de algunos productos. También pasó que en nuestros respectivos trabajos, sobretodo aquellas personas que trabajamos de manera casual, sin un contrato y dependiendo de las necesidades de las empresas, empezaron a reducir nuestra cantidad de horas por semana y algunos fueron despedidos. La gran mayoría que hacemos esos trabajos somos migrantes. En Sidney, la ciudad más afectada de Australia por la cantidad de contagios, tiene 80 mil desempleados y la mayoría de ellos son personas que trabajan en hospitality (trabajos en restaurantes, eventos como matrimonios, cafés, etc) y cleaners, (limpieza de oficinas, tiendas, colegios y baños). Dejaron de tener trabajo porque comenzaron a cerrar todo.

Se han cerrado restoranes, se han cerrado cafés, en mi caso, la bodega en que trabajo redujo las horas a todos los trabajadores, tanto contratados como casuales, y se debe a que ha habido menor consumo de algunos productos y tiendas para las que trabajamos también se han cerrado.

Se pueden percibir diversas reacciones de acuerdo al nivel de estabilidad que tengas en tu vida diaria en Australia. Siento que aquellos que somos migrantes, estudiantes, que no tenemos un trabajo estable, que somos casuales, nos ha afectado el doble comparado en lo que puede haber afectado a un australiano promedio, justamente porque hemos perdido horas de trabajo, porque nuestras finanzas mensuales también están en crisis, porque estamos estudiando y eso implica pagar una escuela, un arriendo. Hay personas, otros migrantes, que piensan en volver a sus respectivos países. Los que pueden, lo están haciendo y los que no, se van a quedar estancados mientras las fronteras están cerradas. Tengo la sensación de que los migrantes y los estudiantes internacionales, son de los grupos más vulnerables de Australia con esta contingencia, y las autoridades todavía no se pronuncian al respecto.

Por otro lado, todos nos preguntamos acá, incluyéndome, por qué todavía no se decreta todavía una cuarentena total siendo que diariamente los casos aumentan de 200 o 250 contagiados”.

Paula Taucare (23 años), vive en hace un mes y ocho días en Lima, Perú.

Contagiados: 635

Muertos: 11

Recuperados: 16

“Lo que yo he observado acá es que la gente está muy complicada porque acá en Perú se ve mucho el comercio ambulante. Por el tema de la cuarentena los comerciantes no han podido salir a las calles y eso genera que no puedan llevar sustento a sus casas y que la economía de sus familias empeore. Hay muchos comerciantes que siguen saliendo a vender y he visto que los policías han hecho un trabajo fuerte sacándolos de los lugares donde se instalan. También las mototaxis siguen funcionando. 

También he observado que el presidente ha tomado medidas súper claras, ha tomado medidas drásticas, ha informado mucho a la población. En los anuncios ha sido muy claro y también he visto que está muy preocupado de aquellas personas que no tienen la posibilidad de obtener ingresos en esta cuarentena. Les dio un bono de 350 soles a las familias más vulnerables y se ha hecho cargo de alguna forma de estas familias que se ven 100% afectadas con esta situación.


Registro de las afueras del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez cuando un grupo de chilenos esperaba alguna solución de retorno a Chile. Gentileza: Paula Taucare.

La universidad donde yo entré hacer una práctica en psicología, cerró sus puertas, los estudiantes residentes no tienen la posibilidad de salir y solamente lo hacemos cuando vamos a buscar comida al comedor.  No estamos participando de espacios aglomerados, estamos ubicados uno por cuarto y el uso de mascarillas es obligatoria dentro de la universidad y la residencia. Además, los deportes de contacto están prohibidos porque no quieren colapsar los sistemas de salud”.



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