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Reportajes

2 de Abril de 2020

Pedidos en cuarentena: la dual realidad de los repartidores en medio de la propagación del coronavirus

Foto: Agencia Uno

Con el llamado masivo a quedarse en casa, el encierro en 6 comunas de la Región Metropolitana y el inminente anuncio de cuarentena total para evitar la propagación del Coronavirus, las compras a domicilio han sido todo un boom por estos días. Pedidos que antes solo esperaban un par de horas, ahora pueden demorar varios días en ser entregados. The Clinic conversó con un grupo de trabajadores de delivery que relataron sus nuevas rutinas ante la contingencia mundial y los resguardos que deben tener ante la desprotección de sus empresas.

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El lunes 16 de marzo las calles de Santiago comenzaban a vaciarse. A pesar de que el Gobierno descartaba declarar una cuarentena total, las autoridades sanitarias sí enfatizaron en que “quienes puedan” debían quedarse en sus casas. Algunas oficinas optaron por el teletrabajo, otras en cambio, dieron días libres ante la incertidumbre. Universidades y colegios cancelaron clases o se tuvieron que adaptar a versiones online.

Mientras una parte de la ciudad comenzó una cuarentena voluntaria y la otra fuerza laboral tenía un día normal, comenzó el auge del abastecimiento: donde compradores de Cornershop, que venían saliendo de lo que ellos mismos describen como “los peores meses” de la aplicación (enero y febrero), tuvieron un notable aumento en solicitudes y pedidos.

Foto: Agencia Uno

El pasado 25 de marzo, cuando se anunciaba la cuarentena total para seis comunas de Santiago y paralelamente se repletaban los supermercados, el ministro de Economía, Lucas Palacios, aclaraba en Twitter que servicios de delivery como Uber Eats, Rappi, Pedidos Ya y Cornershop “podrán seguir operando con normalidad durante la cuarentena”, ya que son considerados esenciales para que las personas puedan acceder a elementos básicos de alimentación y limpieza. Servicios que, pese a ser indispensables en medio de esta pandemia, aún se mueven en un vacío legal.

MÁS PEDIDOS, MÁS INCERTIDUMBRE

Benjamín tiene 24 años y trabaja como shopper en Cornershop hace un año. Está estudiando para ser administrador de empresas y paralelamente trabaja en la app con el objetivo de lograr un sueldo que le permita costear su vida. Divide sus labores entre Uber y Cornershop, optando por una u otra de acuerdo a la temporada. Su tránsito por el mundo de las aplicaciones ha tenido sobresaltos: durante las primeras semanas del estallido social, transitar en auto por la ciudad se volvió más complejo por lo que debió dedicarse a las compras de forma limitada entre las comunas de Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura.

Foto: Agencia Uno

Luego de enero y febrero, meses que según todos los entrevistados para esta nota, “son malos” para los shopper, marzo repuntó con fuerza: la compra de útiles escolares incrementó los pedidos a través de la plataforma. Las semanas que siguieron avanzaron con relativa normalidad hasta una fecha clave: el 16 de marzo. Si antes de ese día Benjamín registraba tres o cuatro pedidos máximo por día, desde esa fecha las solicitudes de compra se incrementaron al doble para él. En dinero, pasó a ganar entre 20 y 30 mil a  40 o 50 mil pesos después de esa fecha.

“Efectivamente hay mucha demanda, lo que evidentemente que se traduce en más dinero pero también en más incertidumbre. No tenemos ningún resguardo si es que nos enfermamos, nos pasa algo, si es que estamos infectados por Coronavirus o si nos toca hacer un pedido en una casa donde están en cuarentena”, relata Benjamín.

“Me pasó que fui a una casa con un pedido, y el cliente me dijo ‘estamos en cuarentena, por favor ¿puede subir el pedido?’ Yo no lo subí, porque por parte de la empresa no tenemos ningún resguardo. Con suerte nos dan alcohol gel, nos dicen que mantengamos dos metros de distancia pero cuando le avisamos a nuestros supervisores que nos estamos exponiendo al entregar los pedidos nos ponen ‘OK, gracias’ y nada más. Ni siquiera bloquean la cuenta de ese cliente por prevención. Ya hay rumores de contagio. En los supermercados tampoco nos proveen mascarillas, nos tienen haciendo filas, están más apurados en que nos apuremos con el pedido de que lo hagamos de forma segura”, agrega.

YO NO TRABAJO MÁS

Daniela tiene 32 años y vive en el sector poniente de Santiago. Trabaja hace dos como shopper en Cornershop en las comunas de Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea. Se tituló en administración de empresas y dejó su trabajo de oficina cuando quiso ser independiente. “El trabajo hoy, con la contingencia, ha aumentado de forma exponencial. Muchísimo. Hay mucho trabajo y eso al final del día se traduce en dinero. El tema es a lo que nos exponemos y la forma en la que Cornershop ha tomado esta situación”, comenta.

“Se sabe que existe una precarización del trabajo en estas aplicaciones, pero lo más preocupante es que por una parte presentan en trabajo del shopper hacia los clientes como superhéroes en esta contingencia, pero no han hecho nada para nuestro resguardo o seguridad”, agrega.

Foto: Agencia Uno

Ximena tiene 40 años e ingresó a Cornershop hace nueve meses. Dice que mensualmente ganaba 40 mil pesos diarios trabajando de lunes a viernes. Pese al auge de su trabajo estas semanas, a diferencia de sus compañeros, optó por quedarse en casa. “La verdad es que yo no he querido trabajar por la contingencia porque siento, precisamente, que los resguardos que toman con nosotros son un muy mal chiste. Alcohol gel no han entregado a todos, el reembolso es un chiste porque ofrecen 5 mil y las mascarillas son escasas y están a precios disparados”, comenta. 

Además señala que las medidas de seguridad en los supermercados, al no ser obligatorias, son mínimas. En ese sentido decidieron organizarse como shoppers y enviar una serie de correos a la empresa; que decidieron contestar días después de iniciada la crisis sanitaria en Chile: “Creemos que ustedes como empresa no están tomando el real peso a la situación país. Nosotros para seguir siendo ‘Superhéroes’ al menos requerimos las condiciones básicas”, así arrancaba el texto en el que solicitaban alcohol gel, mascarillas, guantes, paños para limpiar los celulares y cajas habilitadas solo para shoppers en los supermercados. En paralelo pidieron garantías de percibir al menos 50 mil por jornada. Cerraron afirmando que “lo único que van a lograr sin tomar medidas es que los shoppers dejen de ir a trabajar”.

¿Y SI ME ENFERMO?

El pasado martes 17 de marzo, en una entrevista publicada por Revista Capital, el CEO y fundador de Cornershop, Oskar Hjertonsson hizo un particular llamado: “Por favor no pidas más productos de los que necesites para los próximos días”, haciendo énfasis en que la demanda en la aplicación es mucho más alta que la capacidad que tienen de responder. “Estamos trabajando más que nunca para aguantar, y nuestros socios, tiendas grandes y tiendas chicas están luchando para reponer. Ayuda a darles un respiro. No pidas lo que no necesites realmente”, dijo dando cuenta del colapso que viven otros trabajadores del área; pero es una recomendación que no ha sido tomada por parte de los usuarios en Chile.

Foto: Agencia Uno

Antes de que llegara el decreto de cuarentena total en 6 comunas de Chile, Uber había lanzado un aviso para todos sus conductores y sus repartidores (Uber Eats); informaban que si se contagiaban de Covid-19, asegurarían dos semanas de paga correspondientes al tiempo que permanecerían fuera de circulación. Los shoppers de Conershop vieron esta noticia desde sus plataformas sociales y empezaron a insistir y buscaron que se implementara el “mismo sistema”.

Después de ese primer correo, la empresa respondió. “En resumen, existirá una compensación si te enfermas, proporcional a tus comisiones de los últimos 6 meses, eso incluye enero y febrero que son meses pésimos para trabajar, en donde la demanda baja a menos de la mitad. Y nosotros tenemos que conseguir por nuestros medios los implementos de seguridad que ellos reembolsarán solo por un monto máximo de 5 mil pesos semanales (una mascarilla cuesta 3 mil)”, comenta Ximena.

OTROS CASOS

Desde la otra vereda, Uber Eats y Rappi enfrentan un panorama incluso más desolador. Si bien, también se implementó un plan de emergencia para asistir a repartidores que contraigan el Covid-19, las empresas son más bien dispersas al momento de entregar la información sobre resguardo a sus socios. Esto se complica más porque a diferencia de Cornershop, en Rappi y Uber Eats no existen coordinadores que puedan “bajar” la información a los repartidores. Es el caso de Fabián, repartidor de ambas aplicaciones, joven de nacionalidad venezolana que vive hace un año en Chile.

Foto: Agencia Uno

“No tenemos ninguna medida de protección, pero hay que salir, porque hay que comer, y si no salgo, no como”, parte diciendo.

La principal diferencia entre las aplicaciones de reparto de comida como las que usa Fabian y Cornershop, es la diferencia de pago: el Shopper en general recibe $800 por aceptar un pedido, luego, $100 por cada producto, y se le suma un bono de $200 por cada 10 kilos de peso del total de las compras. En tanto Rappi, donde se reciben más pedidos a tiendas de conveniencia, farmacias y supermercados, la tarifa se mantiene independiente de cuánto se encargue: el repartidor recibe lo mismo aunque los pedidos en el supermercado demoren hasta tres veces más que el delivery.

“Las aplicaciones han ayudado mucho al extranjero. Le ha dado de comer a muchas personas y, como decimos nosotros, le ha sacado la pata del barro a muchas personas”, afirma Fabián, que también pide un poco de empatía a los clientes. “Hay personas que se pasan, y abusan, y quieren que lleves un pedido súper lejos por una luca. De verdad creo que hay que tomar un poco de conciencia, uno está todo el día en la calle, ahora con esto del virus nosotros nos estamos exponiendo, ¿me entiendes? Y no solo ahora, en el verano en el sol, y el calor. En el invierno con el frío. Y oye, por lo menos agreguen algo de propina para que el esfuerzo valga la pena”, enfatiza, afirmando que la mejora en el pago por pedidos grandes de supermercados, y sobre todo farmacias (que abundan en tiempos de cuarentena), dependen de la propina de las personas para compensar las horas perdidas en filas.

Foto: Agencia Uno

“Yo he trabajado por acá en el centro, porque se escucha mucho que la mayor cantidad de casos son hacia Las Condes, Vitacura, Providencia, entonces he evitado trabajar hacia allá”, explica Fabián, que ha optado por tomar sus propias medidas antes de esperar las anunciadas por las empresas en las que se mueve.

Como medida sugerida por la empresa, cuenta que se coordina con los clientes para que bajen a buscar los pedidos. “Así tomo menos ascensores y bajo un poco el riesgo por el tema del contacto. La mayoría son conscientes, bajan y buscan los pedidos”, dice.

LA ESCLAVITUD MODERNA

A pesar de que las autoridades, como el ministro de Economía, Lucas Palacios, dedicaron vocerías exclusivas para aclarar que los servicios de delivery como Cornershop, Rappi y Uber Eats seguirían funcionando pese a la cuarentena, la ley los sigue manteniendo al margen.

“Es la esclavitud de la era moderna”. Así lo explica el abogado José Luis Ugarte, experto en Derecho Laboral y académico de la Universidad Diego Portales. “Esto es un fraude laboral masivo del cual se hace cómplice el Gobierno (…) a ellos se les reconoce la existencia mediante esta necesidad en específico, pero existe una invisibilización no solo legal, sino que de derechos laborales de los delivery”, concluye.

Mientras tanto, los repartidores están a merced de las aplicaciones para que se tomen iniciativas que los favorezcan.


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