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Opinión

9 de Abril de 2020

Columna de Andrés Azócar: Los que sobreviven, vivirán

"Muchos medios están aprovechando esta oportunidad para volver a hacerse indispensables. Más transparentes, incluso. Algunos han generado proyectos educativos, otros están usando los datos para ayudar a la comunidad a entender la movilidad del virus o para cuidarse y también se han sellado alianzas para imputar noticias falsas", dice Andrés Azócar en esta columna.

Andrés Azócar
Andrés Azócar
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“Los espectadores de Fox News, incluido el presidente de los Estados Unidos, han sido sometidos regularmente a información errónea”, afirmaba una carta abierta de 74 periodistas estadounidenses que se distribuyó por todas las plataformas sociales. Daba cuenta de uno de los grandes desafíos de los medios del mundo en esta pandemia: salir del tono partisano y volver a los hechos, aunque estos hoy sean complejos e ingratos.

Más allá de la realidad grotesca en EE.UU. con un presidente que negó la gravedad del coronavirus y con Fox News como vocero de la ignorancia presidencial, hay elementos comunes que esta crisis está levantando. La necesidad de certezas, seguridad e información filtrada profesionalmente. En un mundo con instituciones débiles que no generan confianza, un pequeño gesto puede ser muy relevante. Los medios volvían a tener la oportunidad de ser los referentes.

En EE.UU. el tráfico a los sitios de noticias creció en 61% durante marzo, las interacciones con noticias en las RRSS aumentaron el 56%, las descargas de los podcasts de VOX y Slate saltaron un 50% y las suscripciones a medios mejoraron un 63%. 

En Chile, el fenómeno es similar: los medios han crecido considerablemente; la diferencia es que los peaks del coronavirus no han alcanzado el crecimiento que los medios tuvieron luego del 18/10. Sin embargo, ahora hay una gran diferencia: con el Covid-19 los medios dejaron de ser parte de las críticas como lo fue en octubre y noviembre del año pasados. No quiere decir que no vuelvan a serlo. Pero esta crisis, por su naturaleza y origen, polariza menos a las audiencias y les da a los medios un respiro, que algunos han aprovechado.  

En todo caso, para el 18/10 los medios tradicionales también crecieron. La gente, probablemente no los más jóvenes, acudió a ellos para informarse. Creció el tráfico de los sitios, los fan en Facebook, los rating de la TV y los auditores de las radios. Pero el costo de imagen no les permitió aprovechar esa oportunidad. El 88% de los jóvenes afirma no confiar en los medios según la encuesta de Periodismo de la UDP. Simplemente, lo que muestra esta crisis es algo muy obvio, que la mirada ideológica de los medios no es ni masiva ni absoluta.

Eso está pasando con el Covid-19. Es una crisis de todos. Algunos se verán mucho más afectados que otros, pero nadie puede decir que no lo ha golpeado. Por lo mismo es una gran oportunidad para mostrar el valor de los medios para filtrar la información, como canales de utilidad, para fiscalizar el trabajo del gobierno y especialmente dar algo de luz en medio de la confusión. Medios como el FT y el NYT han usado los datos para predecir el comportamiento del virus en todo el mundo o para mostrar cómo el planeta está unido por el mismo problema. En definitiva para recoger certezas, aunque estas sean negativas. 

Por mucho tiempo, los medios han convertido su negocio en un modelo para la elite. La crisis de los medios (internet= deterioro económico + pérdidas de audiencias monetizables) fue haciendo de este fenómeno algo más evidente. Cuando la publicidad comenzó a buscar mejor opción en Internet, afloraron los muros de pago, que no son otra cosa que una nueva puerta para separar unos de otros.

Esta crisis no solo ha abierto los muros de pagos, sino que ha devuelto un rol protagónico a medios tradicionales y, por supuesto, a los nuevos medios. Los consumidores de noticias, nunca estuvieron más vulnerables. Poco y nada sabemos de la pandemia, casi nada de la enfermedad y poco podemos hacer para detenerla. En ese futuro tan incierto, solo cabe volver a las instituciones. Y dejar de lado, al menos por unos meses, la basura de Internet. “La realidad nos ha forzado a situarnos en el terreno hasta ahora muy descuidado de los hechos: los hechos que se pueden y se deben comprobar y confirmar, para no confundirlos con delirios o mentiras; los fenómenos que pueden ser medidos cuantitativamente, con el máximo grado de precisión posible”.

Esta buena noticia, sin embargo, no logra tapar la debilidad económica de los medios de comunicación. Redacciones diezmadas difícilmente pueden cubrir las necesidades de las audiencias. El 2019 fue un golpe brutal para la industria en Chile. Antes del estallido, el deterioro económico se había hecho más dramático que años anteriores. La mayoría de los medios estaba bajo su presupuesto antes del 18/10. Las revistas (las pocas que quedan) estaban en -45% y los diarios en un -20%. El 18/10 los dejó a todos sin publicidad en lo que quedaba de octubre y noviembre. Los mejores meses comerciales junto con diciembre. Cuando comenzaban a volver los auspiciadores, la crisis del Covid-19 agudizó los problemas. Este tipo de crisis no se monetiza de la misma manera que el gasto en recursos periodísticos y la cobertura que debe realizarse. De hecho, el NYT bajó en 10% sus ingresos digitales en marzo en comparación con igual período del 2019.  Y la publicidad volvió a desaparecer. En Chile, a pesar que muchos medios han casi duplicado el tráfico a sus sitios, la venta programática hoy representa un 30% menos que en períodos normales.

Tal como dijo Rasmus Nielsen, director de Reuter Institute:  “Muchos medios no lo lograrán, pero ésta es una oportunidad para algunos de ellos” (4). La frase no es muy auspiciosa, pero si los medios logran resistir, ésta puede ser la oportunidad para levantarse. Más pobres, pero habiendo recuperado algo del prestigio perdido. Y la mirada sobre la sociedad que va mucho más allá de lo político y económico. La sociedad necesita guías para el día a día, para la salud, la educación, el cambio climático. Esta es una crisis para ganar audiencias con confianza y empatía y suscriptores con buen periodismo. No hay ninguna noticia más importante que ésta. Solo en marzo hubo 1.300 millones de artículos sobre el coronavirus en el mundo.

Muchos medios están aprovechando esta oportunidad para volver a hacerse indispensables. Más transparentes, incluso. Algunos han generado proyectos educativos, otros están usando los datos para ayudar a la comunidad a entender la movilidad del virus o para cuidarse y también se han sellado alianzas para imputar noticias falsas. Esta es una gran oportunidad, porque el virus de cierta manera ha bajado la guardia de las audiencias. Para estar seguros se necesita información fidedigna. Los medios, muchos de ellos, la están filtrando. 

La crisis nos ha devuelto a los hechos; se diluyó la nebulosa de la opinión. Una realidad que se había hecho parte de nuestras vidas a pesar de no gustarnos. Pero uno de los beneficios de esta pandemia, es que el mundo de los hechos ha vuelto a levantarse. No sabemos por cuánto tiempo, porque una vez que termine (o  nos acostumbremos) la pandemia, ese escenario quizás sea aún más confuso. Pero lo desechable volvió a ser desechable, al menos por unos meses. “Las vidas están hechas de banalidad como los cuerpos están hechos de agua” , recordaba Martín Caparrós en su estupenda columna. Tal cual. Pero sin duda, en estos dolorosos meses, serán los Fox quienes pierdan y aquellos que sientan la relevancia de volver a ser comunidad, quienes ganarán. 

*Andrés Azócar. Ex director de Medios Digitales de Canal13 y Copesa. Autor de “Tompkins, el millonario verde”. Asesor en estrategia digital de empresas.

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