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28 de Abril de 2020

Teresa Calderón: “Me parece estar de extra en una película de terror”

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“Es muy triste no poder abrazar a mi madre, a mi hijo, a mi familia, a mis amigas, a mis alumnos”, dice Teresa Calderón, quien nació en 1955, en La Serena, y que hoy pasa sus días de encierro en Santiago junto a su pareja, el poeta Thomas Harris.

Poeta, profesora y narradora, miembro de la generación del 80, traducida al inglés, francés, alemán y sueco, Teresa Calderón debutó en la poesía con el libro Causas perdidas (1984). 

Hija de Lila González y del escritor y Premio Nacional Alfonso Calderón, Teresa ha publicado importantes libros como los poemarios Género femenino (1989) e Imágenes rotas (1995), los relatos Vida de perras (2000) y el testimonial Mi amor por ti (2005). Ha obtenido premios como el Pablo Neruda 1992 y la Condecoración Ricardo Palma 2000. Ha integrado antologías como Veinticinco años de poesía chilena: 1970-1995 (1996).   

¿Desde cuándo está en cuarentena y cómo ha sido este proceso?

-Me puse en cuarentena el 12 de marzo. Ver lo que estaba pasando en Europa, las ciudades vacías como maquetas de un set de Hollywood, fue para mí un golpe helado/un hachazo invisible y homicida, entonces nos encerramos con Thomas en nuestro departamento y continuamos trabajando de manera remota, cada cual en lo suyo. Él, en la Biblioteca Nacional y en sus proyectos poéticos; yo, en talleres de cuento y escritura creativa. Nos protegemos al máximo, pero hemos tenido que salir al supermercado y por medicamentos. Es muy triste no poder abrazar a mi madre, a mi hijo, a mi familia, a mis amigas, a mis alumnos. Siempre he sido de abrazo, eso es lo que más me cuesta. Por otra parte, estoy tan sorprendida al ver animales salvajes caminando tranquilos por las calles de Tailandia. Pavos reales y cisnes en Venecia y en otras ciudades europeas. Elefantes salen de paseo por los campos de té de la India y China… En todo el mundo los animales regresan a los viejos sitios donde amaron la vida. Todo esto es algo magnífico y dramático. ¡Cuánta falta me hace mi padre ahora!

¿Qué reflexiones ha realizado en estos días de encierro?

-Me parece estar de extra en una película de terror, de esas que tantas veces vi en la pantalla de cine o en Netflix. Me entristece ver a la gente que se expone porque no le queda otra. También los irresponsables que toman sus aviones para burlar la cuarentena. Escuchar los informes diarios del Minsal me aterra. Responden ambigüedades o se van por las ramas con sus mejores caras de moai. Veo a los alcaldes llevando la batuta en sus comunas. Toman medidas anticipadas y acertadas, pero los llaman a terreno desde una autoridad que pareciera no estar entendiendo bien lo que pasa. Y los hospitales públicos carecen de insumos mínimos para preservar la salud de la “primera línea” en esta lucha contra el enemigo invisible. Si nuestro personal de salud se enferma y muere, quién estará allí para tomarle la mano al que está partiendo solo y lejos de su familia: Y pues solo en amplia pieza,/ yazgo en cama,/ yazgo enfermo,/para espantar la tristeza,/ duermo. Siento que vivo en un país bipolar: “Quédate en casa/ Hay que retornar a los trabajos”. “Ponte mascarillas/ no sirven las mascarillas”. “Niños y profesores al colegio/ pero quédate en casa”. “Aplaudamos a los médicos a las nueve de la noche/ pero que no usen los ascensores del edificio donde viven y ojalá no lleguen a sus casas”… ¿Qué es eso? ¿de qué estamos hablando?, ¿qué nos está pasando? Ahora hablan de la pandemia psiquiátrica cuando salgamos de nuevo a la vida real; sin embargo, esa pandemia está ya corriendo paralela al Covid-19. Hace poco retomé un libro pendiente, al que recién ahora le vengo a encontrar el sentido, por eso lo regresé a mis prioridades. Escucho música, veo series, preparo clases online, pienso en mi infancia y lo feliz que fui. Sólo en el pasado me siento segura, los recuerdos de mi tierra natal son mi refugio.

A continuación, el poema inédito de Teresa Calderón.

UN MAL SUEÑO

Duelen los sueños.
En ellos aparece mi papá
y dice –hija ¿es cierto todo esto?

Y camina por el cementerio de Valparaíso
donde descansan los antepasados
que vinieron de Sicilia
y se quedaron en el puerto más triste del mundo.

Papá deambula y se pierde entre las tumbas
con mi cuerpo recién nacido entre sus brazos.
Se tiende en el sueño entre mausoleos
conmigo entre el matorral rubio de su pecho
para salvarme de la pesadilla
dentro de la pesadilla.

Papá
le digo en sueños
no tienes que protegerme
porque tu tiempo
afortunadamente ya pasó.

No sirven las lecturas que me darías
para comprender todo esto
y comentarlas mañana cuando cruces a verme
desde tu departamento frente al mío.
Tendrías que hacerlo con una máscara de asfixia
peor que la del Hombre de la máscara de hierro.

Ya casi no leo
esta muerte aleja mis deseos de novelas y poemas.
Me cuesta entrar en esos mundos alternativos
los libros ya no hablan como antes
no logro concentrarme
y temo.

Él me mira como me miraba
en la casa de San Diego transformada en librería.
Va a hablar
yo veo que de libros
entre tumbas donde quiere guarecerme de esta peste
escondiéndome en su pecho de briznas rubias.

Sollozo y grito.
La peste me arrebata de sus brazos
y me lleva por las tumbas
por esas lápidas embarcadas en Sicilia
que hoy agonizan y mueren.

Son mis muertos.
De rodillas en la tierra que cae al mar de Playancha
los cuento como cuentas de un collar de perlas
las perlas de mi abuela
las perlas de mi madre
y grito de miedo.

A mi lado Tomás duerme
o vela.
Su insomnio lo guarece entre series y películas.
Cuando ve que mi pecho se agita y que gimo
Sabe que en la pesadilla estoy gritando
y me despierta con suavidad
porque cuando gimo en la vigilia
estoy gritando de miedo en medio de un sueño.

Despierto sobresaltada
miro a la izquierda de la cama
desecha por la noche
las sábanas en desorden como mortajas inquietas.
Tomás me mira.
Tomás me dice “ya tranquila, es un mal sueño”.

Pero sé que miente.
Él también tiene miedo
a los gritos de la noche tras la puerta
a las cuentas de los muertos
a la sangre despertando bajo el puente
a la niebla de palabras que confunden.

Juega a ser mi padre cuando me dice
como él cuando yo era niña:
“Ya, tranquila, sólo es un mal sueño”.

Revisa todos los capítulos de “Los versos en pandemia” ACÁ.

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