Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Reportajes

11 de Junio de 2020

Javier Olea, guardia Centro Hospitalario Huechuraba: “Es satisfactorio ver a alguien salir de esto”

Desde hace un mes es vigilante nocturno del recinto sanitario que se instaló en Espacio Riesco. Al comenzar, le preocupaba contagiarse y contagiar a sus padres de la tercera edad, con quienes vive: “Lo hablé con ellos antes y me apoyaron. Ahora los saludo de lejitos y me voy a mi pieza”.

Por

El 2020 iba a ser bien distinto para Javier Olea. Tenía un pasaje comprado para Miami, ciudad en la que iba a reencontrar con su novia después de un año y donde comenzarían una vida juntos. Pero a este joven de 23 años la aparición del Covid-19 le torció los planes y el destino por entero.

El cambio abrupto de planes lo hizo terminar convertido en guardia de seguridad nocturno de uno de los hospitales más polémicos de la pandemia en Chile: el Centro Hospitalario Huechuraba (CHH), instalado en el Espacio Riesco.  Javier ya lleva casi un mes trabajando allí, enfrentando las frías noches otoño del norte de la capital, y siente que ha tenido suerte. Hasta entonces estaba cesante. “Se terminó el proyecto en una construcción en la que era guardia y me tomé mis vacaciones. No sabía qué hacer y me llamaron para venir a este trabajo justo en tiempos en que está la cagada y despiden a mucha gente”, cuenta.

Su único temor al aceptar la pega era la cercanía al Covid-19: la posibilidad de contagiarse y contagiar de sus padres que tienen más de 70 años. Vive junto a ellos en la comuna de Maipú. “Igual lo hablé con ellos antes y me apoyaron. Al virus hay que tenerle respeto más que miedo. Ahora los saludo de lejitos y me voy a mi pieza. Antes, si mi mamá estaba durmiendo, me iba a costar un ratito con ella, pero ahora de lejitos”.

Trabajar de noche no es de su agrado. Cuando él vuelve a dormir, el mundo se levanta. “Despierto a las 5 de la tarde y a las 10 de la noche ya está todo el mundo acostado, no hay ni con quién chatear; es fome, uno pierde vida social, se torna más solitaria la cosa”.

“Igual lo hablé con ellos antes y me apoyaron. Al virus hay que tenerle respeto más que miedo. Ahora los saludo de lejitos y me voy a mi pieza. Antes, si mi mamá estaba durmiendo, me iba a costar un ratito con ella, pero ahora de lejitos”

Entre ambulancias y bodegas

Es su primera experiencia laboral en un centro de salud. Y él sabe que hay dudas respecto a cómo funciona Espacio Riesco en su nueva función: “A veces veo en internet las noticias y hay pura gente hablando mierda, que no sabe. Vi los comentarios de un post de CNN y escribían que acá se mezclaban pacientes con Covid y sanos, o que están todos en una sala común”. Él sostiene que no es así: “El salón Expo y el que está más atrás son dos bodegas llenas de camillas, separadores o muebles. En el club de baile, que es el salón principal, está el hospedaje. La semana pasada teníamos 120 pacientes internados”. Agrega que todo eso está en un solo piso; y que para este mes preparan la habilitación de otros dos.

Explica que para entrar al edificio hay control de temperatura y se llena una encuesta de acerca del potencial riesgo de Covid. Luego viene la “zona limpia” y la “zona sucia”, especie de aduana para ingresar al área hospitalaria o salir de ella: “Son dos habitaciones con dos puertas cada una. En el ingreso está un enfermero que se encarga de vestir completamente a la persona que accede: traje, pechera, una bata, mascarilla, guante. Todo engomado. A la salida, en la zona sucia, se quitan los trajes y se desinfecta el cuerpo”.

Javier ha visto este procedimiento de lejos, pues nunca ha tenido que entrar. Su trabajo varía entre la entrada de las ambulancias y el cuidado de bodegas llenas de insumos: “Viene una enfermera en la madrugada y la tenemos que acompañar, anotar el producto, la cantidad, la hora y la persona que la autorizó”. El control, asegura, es riguroso. 

“En el ingreso está un enfermero que se encarga de vestir completamente a la persona que accede: traje, pechera, una bata, mascarilla, guante. Todo engomado. A la salida, en la zona sucia, se quitan los trajes y se desinfecta el cuerpo”

“Acá no hay respiradores y no llegan enfermos críticos, las personas vienen más bien a sanarse”, relata Javier.

Historias de trasnoche 

Las noches de su primer mes de trabajo en el CHH han sido tranquilas, con pocos pacientes y ambulancias. Pero ya anota un intento de fuga: “Nos avisan desde la base que la persona estaba en la salida oriente, pero el hombre ya se había escondido y una enfermera lo encontró. Igual no iba a llegar a ningún lado porque estaba escapando en silla de ruedas y afuera nadie lo esperaba”.

Otro día, a las cuatro de la madrugada, mientras Javier estaba en recepción, presenció como un señor de 60 años vociferaba garabatos a una enfermera porque a esa hora lo trasladaban para tomarse un examen fuera del centro: “¡A la hora que me llevai tal por cual!, ¡me estai llevando al matadero!, gritaba el hombre. Era tragicómico. La enfermera le terminó contestando: ¡cállate hueón! Pero siguió protestando hasta que se lo llevaron”.

Recuerda otro problema que presenció. En una ambulancia entró una periodista de manera clandestina, pero un colega de Javier la vio sacando fotos con el celular. “Le pidieron su credencial de acceso y ella dijo que era enfermera sin credencial… el guardia la sacó al tiro, ahí podemos ser muy pesados”, explica. 

Otro día, a las cuatro de la madrugada, mientras Javier estaba en recepción, presenció como un señor de 60 años vociferaba garabatos a una enfermera porque a esa hora lo trasladaban para tomarse un examen fuera del centro.

Hay momentos más felices. Recuerda una de estas últimas noches en que fueron dadas de alta dos personas. Una era peruana y el doctor le dijo que siguiera una cuarentena y durmiera solo, pero que ya no contagiaría a nadie. La otra era una chica que estaba contenta y agradecida cuando su padre la fue a buscar. Para Javier, esto es lo mejor de su trabajo: “Es satisfactorio ver a alguien salir de esto”.

Revisa todos los capítulos de la serie “Invisibles, pero fundamentales”  AQUÍ.

Notas relacionadas

Deja tu comentario