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16 de Junio de 2020

Bernarda Sánchez, auxiliar de aseo Posta Central: “Las personas que llegan a la UCI podrían ser nuestros familiares”

Hacer el aseo, limpiar las camas de los pacientes, acompañrlos cuando debn ir a otros pisos. Es parte del trabajo que Bernarda realiza hace años. “Estamos para todo”, dice ella. “Ahora, eso sí, está más complicado con el virus. La UCI está llena y tenemos que ser más cuidadosos para no contagiarnos”.

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Bernarda Sánchez (38) llegó a trabajar a la Posta Central hace 12 años, gracias a una hermana que es técnico de UCI. Pasó por distintas dependencias del recinto –intermedio, el cuarto piso, hizo reemplazos– hasta que hace 10 años llegó a la UCI como auxiliar de aseo. Parte de su trabajo consiste en hacer el aseo del lugar, limpiar las camas de los pacientes, bajar exámenes, recetas, ropa. También acompañar a los pacientes que van a otros pisos por exámenes, si es que se necesita. “Estamos para todo en general”, dice ella. “Ahora, eso sí, está más complicado con el tema del virus. La UCI está llena y tenemos que ser más cuidadosos para no contagiarnos”. Dice que algunas veces cuesta que lleguen todos los implementos de seguridad que necesitan o que vienen pecheras malas por ejemplo, por eso con el equipo tienen que fijarse muy bien en estar cubiertos para trabajar sus turnos de 24 horas. La idea es que todo lo que usen quede allí y no se lleven nada para la casa.

Hace pocos días le tocó ayudar a poner el cuerpo de un paciente fallecido a una bolsa mortuoria. Eso la marcó. “Una está acostumbrada a ver pacientes fallecidos, pero hacer eso es fuerte. Me tocó hacerlo con uno: los técnicos lo desinvaden y nosotros con la gente de anatomía patológica y técnicos ayudamos a pasar el cuerpo de la camilla a la bolsa”. 

Hace pocos días le tocó ayudar a poner el cuerpo de un paciente fallecido a una bolsa mortuoria. Eso la marcó. “Una está acostumbrada a ver pacientes fallecidos, pero hacer eso es fuerte”.

Bernarda recurrió a atención psiquiátrica en la Posta porque al principio de la pandemia empezó a sentir angustia, irritabilidad y a veces no quería ir a trabajar. Le recetaron pastillas de dormir porque no lograba conciliar el sueño. Al poco tiempo, el psiquiatra renunció al trabajo y quedó sin atención. Ahora duerme, pero poquito. En su casa en Independencia, donde vive con su esposo y sus dos hijas de 19 y 10 años, le reclaman que esté más distante que de costumbre. Su marido, que es muy cariñoso, le dice: “Si nos vamos a contagiar, nos vamos a contagiar igual”. Su hija pequeña a veces le dice que no hace las tareas con ella, que no le da besos ni la abraza. Pero Bernarda les hace el quite por su bien. Quiere protegerlos. “No me perdonaría si contagiara a mi familia. Eso me da angustia, es lo que más me preocupa. Si nos contagiamos, no quiero que sea por culpa mía”, dice ella.

“No me perdonaría si contagiara a mi familia. Eso me da angustia, es lo que más me preocupa. Si nos contagiamos, no quiero que sea por culpa mía

A pesar de todo, Bernarda sigue yendo a trabajar sagradamente a cada uno de sus turnos. “¿Sabe por qué? Porque mi trabajo me gusta y me gusta hacerlo bien. He pensado tirar la esponja, irme, descansar, pero después me digo: ‘No pos, no voy a dejar mis compañeros solos’. Yo llevo la batuta porque soy la que más lleva tiempo en la UCI, así es que ellos dependen de mí y hay que seguir hasta que las fuerzas nos den”. Sus compañeros la escuchan y la apoyan en la idea. Todos tienen temor por el riesgo que implica su trabajo, pero continúan igual. Uno de ellos vive con su esposa y dos hijos, una tiene una nieta de tres meses y otro de los auxiliares vive solo con su abuelita. Cuando está trabajando en la Posta, la tiene que dejar sola en la casa, así es que todas las noches la llama sin falta. Bernarda explica: “Lo hacemos porque nadie nunca está libre. Eso les digo a mis compañeros: no sabemos si va a ser un familiar de nosotros el que llega a la UCI. Cualquier persona que está ahí podría ser uno de nosotros o un familiar. Por eso hay que hacerlo bien”. 

He pensado tirar la esponja, irme, descansar, pero después me digo: ‘No pos, no voy a dejar mis compañeros solos’. Yo llevo la batuta porque soy la que más lleva tiempo en la UCI, así es que ellos dependen de mí y hay que seguir hasta que las fuerzas nos den”.

Este texto es parte de la serie “Invisibles, pero fundamentales”. Puedes revisar el resto de los capítulos AQUÍ.

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