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21 de Agosto de 2020

PODCAST | Cuentos en Cuarentena: Nacida en Casa

¿Cuántas guaguas nacieron en cuarentena? ¿Y cuántas habrán nacido en sus casas? Esta es la historia de Rene, Paz, y Daniel; una de las 5 seleccionadas por The Clinic para ser llevadas a podcast. Escúchalo activando el sonido en el video de portada.

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Recuerdo que estábamos reunidos en casa de mi gran amigo El Negro cuando Peluca nos preguntó a Paz y a mí si pensábamos tener hijos y al unísono le dijimos que ya habíamos decidido que no; a las dos semanas llegando a casa Paz me dice: “tenemos que hablar” y Pum!! todo consumado, estábamos esperando un bebé; miedo, alegría, incertidumbre, dudas, felicidad, todo metido en la juguera preparando un batido de “mapaternidad” que había que tomárselo al seco, echémosle pa’ delante nomas dijimos; unas semanas después en las calles una explosión que se escuchó en todo el planeta, una explosión social que clamaba por igualdad y dignidad, el pueblo se levantaba en gritos, cacerolas y manifestaciones, colapsan las estaciones de Metro y comienza una revuelta que hasta el día de hoy no para.

El bebé crece y crece en el útero de Paz, pasó de tener forma de camarón a ser una guagua con rostro ya definido. La doctora a quien acudimos para guiar ese embarazo nos abandonaba al octavo mes. Un virus desconocido se empieza a diseminar por el mundo y está llegando a Chile dejando una oleada de muertos y contagiados, la doctora nos dice que  las clínicas colapsarán y por eso no puede arriesgarse a asistir nuestro embarazo, horror!! era hora de buscar un plan B; afuera el ineficaz gobierno Sebastián Piñera intentaba controlar las demandas sociales que se mezclaban con el Covid19, la pandemia del siglo, lo que dejaba en evidencia cada vez más las desigualdades en nuestro país. En vez de destinar recursos a los centros de salud y sus escasos insumos, el gobierno prefiere comprar carros lanza agua y más lacrimógenas para seguir reprimiendo al pueblo- Todo indica que los objetivos están en otro lado, mientras tanto nosotros teníamos que decidir, si el parto sería en la misma clínica que habíamos acordado o la alternativa que se abría camino lenta pero inevitable, tener un parto en casa; terror por mi parte, todas las alarmas de peligro se encendían en mi cabeza; ¿parto en casa?, ¿y qué pasa si algo sale mal?, ¿y cómo?, ¿y quién?

“La decisión estaba tomada, nuestra hija nacería en casa, sí, donde fue engendrada.”

Mientras en la otra vereda estaba la salud chilena, los centros asistenciales que cada vez se colapsaban más y que en algún minuto se convertirían en el mayor foco de contagio. La perseverancia de Paz logró hacerme entrar en razón: ¿dónde estaría más segura nuestra hija?, la decisión estaba tomada, nuestra hija nacería en casa, sí, donde fue engendrada, donde nuestras vidas se estaban desarrollando 24/7 a razón de la cuarentena declarada en la capital. Un equipo de dos matronas serían nuestra guía, Natasha y Bárbara, nos entrevistamos con ellas y dimos inicio al plan de parto, nuestro primer plan de parto. Nuestra primera hija estaba por nacer en casa, todas nuestras energías estaban enfocadas en hacer de este nacimiento el más seguro que pudiéramos darle.

Pasaron los días, la panza de Paz creció y creció, ya estábamos en la semana 40 y tal cual se había pronosticado, el día 4 de mayo comenzó el trabajo de parto, 03:00 horas am, pequeñas contracciones anunciaban la inevitable llegada de la Rene a nuestras vidas, 24 horas después de nerviosismo, las alarmas nos indicaban llamar a las matronas, el momento estaba cerca, 04:00 horas am Bárbara llegando desde Lampa enmascarillada y con todos las medidas protocolares entraba a nuestro hogar.

Ilustración enviada por la familia

Creíamos estar en la recta final, pasaron las horas y el sol anunciaba el día 5 de mayo, las contracciones ya más frecuentes y con más dolor se manifestaban igual como las cacerolas de la gente cada vez que Piraña o Mañalich aparecían en televisión, tipo 04:30 horas. la dilatación llegaba recién a 4, Encerrados en nuestro hogar todo se veía cada vez más cercano pero lejano, se estaba demorando, a las 10:00 horas am la dilatación estaba recién en 5, llevábamos dos noches sin dormir y la dilatación tenía que llegar a 10. Paz se mueve, camina, prueba en distintas posiciones y hace ejercicio con el balón de pilates para ayudar a la Rene a encajarse, entrando y saliendo de la tina, esta vez anuncia la recta final al romper bolsa!, pero aún quedaba sacarla; nuestra sala de parto era nuestra habitación camino al baño entre los clóset y la cama, colgados de una tela, apoyados en el balón de pilates, con Bárbara y Natasha haciendo ánimos, Paz se desmadraba gritando y haciendo fuerza para que la Rene lograra salir.

Costó pero Paz cual guerrera que siempre ha sido haciendo un esfuerzo final logró que la Rene asomara su cabeza y luego su cuerpo, y  como una explosión de felicidad, llantos y energías llegó a nuestras manos una luz que iluminó toda la habitación y que trajo a nuestras vidas la más inmensa alegría que alguien puede recibir, es imposible escribirlo. Eso fue hace ya 31 días, 31 días en los que me replanteé la vida, recobré mucho de lo que ella me había quitado, rejuvenecí mil años e hice el juramento más grande de mi vida; acompañarla, ayudarla, cuidarla, educarla, protegerla y a la vez alentarla a devorar el mundo entero; luchar, pelear en esta sociedad que le va a enrostrar siempre el simple hecho de ser mujer y a pesar de ello lograr eso por lo que estamos luchando, una sociedad más justa, sin diferencias, sociales ni de género, que podamos al fin vivir, quizá cuando todo eso se logre yo ya no esté con ella, pero el juramento que me hice ese 5 de mayo del año 2020 a las 21:27 horas, la ayudará a que pueda sentirse segura y feliz.

Dedicado a:

– Rene Miranda Cáceres Quintero

– María Paz Quintero Munita

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