Música
24 de Diciembre de 2020De la escasa presencia de músicas al protagonismo de Santaolalla: Expertos chilenos desmenuzan las principales críticas a Rompan Todo
La recepción a la serie documental de Netflix sobre el rock latinoamericano no ha sido unánime, despertando una infinidad de pasiones, elogios y críticas. En The Clinic conversamos con cuatro autores nacionales, críticos musicales y expertos en cultura pop para ahondar en las principales falencias y ausencias en este intento por escribir la historia de la música continental.
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El pasado 16 de diciembre, Netflix estrenó “Rompan Todo: La historia del rock en América Latina”, serie documental de seis capítulos que retrata la evolución de este género musical desde la década de los ’50 hasta la actualidad.
La producción es un importante esfuerzo enciclopédico por retratar el género musical, su evolución en las últimas siete décadas y su estrecho vínculo con el momento político y social que atravesaban los distintos países del continente, varios de ellos marcados por dictaduras militares.
La serie ha sido objeto de elogios y críticas desde su estreno por distintas razones. Ricardo Martínez, académico de la U. Diego Portales y autor del libro “Clásicos AM: Historia de la balada romántica latinoamericana”, explica el fenómeno parafraseando al poeta Jorge Teillier, quien decía que toda antología siempre tiene algo de “antojolía”. “Vale decir, depende de los gustos personales”, explica.
A su juicio, de esta serie se puede “valorar el trabajo de archivo y las entrevistas. Uno agradece mucho que aparezcan muchas de las figuras hablando de su propia historia, debatiendo entre sí. Es un trabajo muy valorable”.
En la misma línea, la periodista Marisol García, autora de “Canción Valiente: Tres décadas de canto social y político en Chile (1960-1989)” destaca que “lo principal para mí, como periodista musical, es el debate que la serie está generando”.
“Quienes trabajamos con música popular no estamos acostumbrados a la amplificación de este tipo de intercambios, exhibición de pasiones en torno a las ideas sobre música, propuestas y contrapropuestas narrativas en torno a lo que allí se cuenta. Está siendo una gran legitimación a algo que quienes trabajamos con música popular sabemos hace mucho pero siempre debemos defender como desde cero: el vínculo evidente entre canción e historia social”, subraya.
Un contrapunto ofrece el periodista Manuel Toledo-Campos, uno de los conductores del podcast Revólver de Súbela Radio y columnista de HumoNegro.com, quien si bien valora la existencia de espacios para música en plataformas masivas, añade que “la crítica debe observar necesariamente cómo se utiliza ese espacio, y ahí Rompan Todo se demuestra como un producto comprimido, superficial y que termina minimizando la gran labor que se nota hubo detrás”.
En la misma línea, Javiera Tapia, directora del sitio POTQ y autora del libro “Amigas de lo ajeno: Lo que me contaron (y cantaron) las músicas chilenas”, reduce el documental a “un homenaje a una industria discográfica que cosechó muchos éxitos, réditos económicos y que marcó la cultura mainstream en algunos países de América Latina”.
Sin embargo, apunta que Rompan Todo también juega de manera bien “diabólica” con la nostalgia. “Llevamos años acostumbrados a la retromanía y esta serie es parte de eso: Retromanía mainstream. Todo lo que se cuenta ya está dicho más de una vez, entonces, no me parece un ejercicio muy interesante en su contenido, tampoco en su estructura”, puntualiza.
“Rompan Todo se demuestra como un producto comprimido, superficial y que termina minimizando la gran labor que se nota hubo detrás”.
Manuel Toledo-Campos
FALTA DE MUJERES: ¿ESPEJO DE LA REALIDAD O INVISIBILIZACIÓN?
Otra de las críticas que se ha esbozado contra Rompan Todo es la escasa presencia de mujeres. En ese escenario agarra protagonismo Andrea Echeverri, vocalista de Aterciopelados, quien en un momento de la serie relata que, entre todo el equipo que organizaba un concierto, habían unas 90 personas. De ellas, 88 eran hombres y sólo dos eran mujeres.
Para Toledo-Campos, este es un “problema basal del rock en el continente” y lamenta que la única referencia se haya quedado en el último capítulo. De hecho, cuestiona que mientras Echeverri relataba sus luchas, “su partner en Aterciopelados, Héctor Buitrago, se haya reído, muestra que no hubo interés en problematizar algo que hoy es inaceptable”.
Por su parte, Javiera Tapia asegura que esta es una pregunta que hay que hacérsela a los creadores de la serie. “Para mí es invisibilización, porque las mujeres, sea en la proporción que sea, siempre han estado creando música, también en el rock. Que esa historia no sea valorada por los hombres que han estado a cargo de la industria discográfica, es otro cuento. Pero uno que ya conocemos”.
“Las mujeres, sea en la proporción que sea, siempre han estado creando música, también en el rock. Que esa historia no sea valorada por los hombres que han estado a cargo de la industria discográfica, es otro cuento”.
Javiera Tapia
En esa misma línea, Marisol García recalca que “no sólo el rock es un género de histórica impronta machista sino que también el modo en el que se le ha vendido y relatado lo es; si atendemos a lo que hasta hoy aparece en la prensa, radios y negocios autodefinidos como rockeros. Por eso, no me sorprendió tanto el desbalance entre géneros que, ojo, no dejó ni un atisbo de crédito a las disidencias sexuales”.
La periodista también apunta al “innecesario y desprolijo” apuro en algo que parece un “cuoteo forzoso” de mujeres, que dejó a una pila de artistas como Julieta Venegas, Mon Laferte y Juana Molina para el cierre. “‘Ya que no tenemos tantas mujeres en la historia central, incluyámoslas como entrevistadas en asuntos más generales, y dejémoslas hacia el final con el relevo del relato’, parecen haber pensado en el equipo de producción”, cuestiona.
El tema fue especialmente llamativo para Ricardo Martínez, quien puntualiza que “Netflix está haciendo todo un trabajo, a través de todos sus documentales, de hacer una especie de reescritura de la historia. Una especie de ‘historia Netflix’, que tiene lo que podríamos llamar ‘la moral Netflix’, es decir, leerla con los ojos del 2020″.
A su juicio, la plataforma de streaming ha destinado bastante espacio a la aparición de grupos que históricamente han sido más desfavorecidos en la sociedad, y que es notorio en series como The Toys That Made Us, The Movies That Made Us y High Score. Sin embargo, eso no se percibe en Rompan Todo. “Esa ‘moral Netflix’ quedó en un segundo plano. Creo que efectivamente ahí hay un problema”, manifiesta.
“No sólo el rock es un género de histórica impronta machista sino que también el modo en el que se le ha vendido y relatado lo es”.
Marisol García
LAS GRANDES AUSENCIAS
Otra de las críticas contra Rompan Todo apunta a una suerte de desequilibrio entre los países representados, con un fuerte protagonismo de México y Argentina, mientras que países como Chile, Colombia, Perú y Uruguay fueron postergados a un segundo plano. Del resto, apenas hubo mención.
Marisol García es tajante en esta materia: “Eso no es una opinión, sino una constatación objetiva”. Para ella, la fuerte presencia de la escena bonaerense y azteca es “casi inevitable” debido a que el equipo de producción y realización del documental proviene precisamente de esos países.
Sin embargo, apunta que “mi objeción no es tanto a ese desequilibrio, como a no haber tenido la honestidad y precisión de presentar la serie desde esa parcialidad. Hablar de “la historia del rock en español” es totalmente impreciso, y en parte es lo que ha alimentado el debate de reproches. Se me ocurren bajadas de título más adecuadas, que estimularan la divulgación no en plan de historia oficial ni definitiva, sino estimulando otros muchos relatos con los que complementarse”.
Para Ricardo Martínez, la decisión de los realizadores se ciñe por la industria y eso no necesariamente recoge la importancia que han tenido otros países en determinados momentos. “Evidentemente, los polos de producción más importantes y significativos en el mundo hispanoamericano han sido Ciudad de México y Buenos Aires. La serie sigue esas dos capitales de la música”, señala.
Toledo-Campos concuerda con la visión de Martínez, pero agrega “mi problema es con la desigualdad en el tratamiento del contenido. En México, la superficialidad es insultante, basando todo en éxito numérico o en la capacidad de ‘mantener el espíritu del rock and Roll’, como si hoy a alguien le importara eso. En Argentina, al menos tuvieron el tino de analizar la calidad de los músicos”.
Para Tapia, este desequilibrio tiene nombre y apellido: Gustavo Santaolalla. “Todo orbita a su alrededor, a lo que él considera que es el rock latinoamericano, a quien estuvo involucrado con él directa o indirectamente. Y sus manitas no llegaron a todo el continente, pues”.
“El santaolallismo de la serie es demasiado marcado y notorio. Su presencia parece excesiva, más allá de lo significativa que ha sido su trayectoria, que es inobjetable”.
Ricardo Martínez
En la serie se hace notar la marginación de ciertos géneros por completo. En el punk, sólo se destaca a Los Saicos (Perú) y Los Violadores (Argentina), pero no hubo mención a los trasandinos de Attaque 77, 2 Minutos y Flema, o a créditos nacionales como Los Miserables o Fiskales Ad-Hok.
En cuanto al metal, el protagonismo se lo llevaron los colombianos de Ekhymosis. Sin embargo, se ignoraron grupos de rock pesado como La Renga (Argentina) y metaleros de fuste como Rata Blanca (Argentina), Brujería (México/EE.UU.) o Sepultura (Brasil).
Respecto a esta última banda, tanto Ricardo Martínez como Javiera Tapia concuerdan en que Brasil fue uno de los países más influyentes musicalmente para la región y consideran “mayúscula” su exclusión. De hecho, Manuel Toledo-Campos incluye entre las grandes ausencias a los cariocas de Os Paralamas do Sucesso.
Según el periodista, otros músicos gravitantes para la escena latina y que quedaron fuera fueron Los Bunkers (Chile) y Alejandra Guzmán (México). Por su parte, Marisol García incluye en ese repertorio a Anita Tijoux (Chile), El Polen (Perú) y Daniel Melero (Argentina), mientras que Javiera Tapia postula nombres como la mexicana Natalia Lafourcade y las argentinas María Gabriela Epumer y María Rosa Yorio.
PROTAGONISMO DE SANTAOLALLA: ¿MERECIDO O EXCESIVO?
Gustavo Santaolalla es uno de los nombres propios que entra con más fuerza en Rompan Todo. No sólo porque es uno de sus productores del documental, sino porque su carrera funciona como columna vertebral del relato, desde su irrupción en la banda Arco Iris a fines de los ’60 hasta su rol como reconocido productor musical de bandas como Los Prisioneros, Caifanes, Molotov y Divididos, pasando por el experimental sonido de la agrupación Bajofondo y componiendo bandas sonoras de destacadas películas (Brokeback Mountain, Diarios de Motocicleta, Relatos Salvajes) y videojuegos (The Last of Us I y II).
Javiera Tapia es pragmática en ese sentido. “Es el productor ejecutivo, puede hacer lo que quiera, ja, ja. Lo que me parece excesivo es el título de la serie. Comercialmente funciona ‘La historia del rock en América Latina’, claro, pero viendo la serie sabemos que no es así. Que la realidad y la memoria pasan por encima del eslogan. Afortunadamente, hay mucho por contar”, señala.
Para Ricardo Martínez, “el santaolallismo de la serie es demasiado marcado y notorio. Ponerse como el que relata la historia, si bien transparenta una perspectiva, hace que sea una historia escrita por una persona en específico. Si pudiera trazar un paralelo, pensaría en la historia personal de José Donoso sobre el boom latinoamericano. Su presencia parece excesiva, más allá de lo significativa que ha sido su trayectoria, que es inobjetable”.
Marisol García discrepa. Para ella “la serie es en parte su idea y su iniciativa. No tengo problemas con ello, en la medida que se presente como tal, transparentemente, cosa que queda en un limbo. Él tiene mucho de lo que jactarse, por cierto, aunque no me cabe en la cabeza que no haya querido jactarse del Corazones, de Los Prisioneros”.
Por otro lado, Toledo-Campos subraya que “su protagonismo era esperable, en especial porque junto a David Byrne y Pedro Aznar eran las únicas figuras capaces de mirar con perspectiva la historia contada. Ese insight es innegablemente importante, y al ser productor se podía adivinar su presencia”.
Sin embargo, considera que “lo que es más cuestionable son los errores que comete Santaolalla. Él no creó la psicodelia en Latinoamérica con Arco Iris, y más aún, no creó la unión entre tango y electrónica con Bajofondo. Gotan Project hizo eso tres años antes. Ese tipo de información errada es más dañina que su protagonismo”