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Reportajes

28 de Diciembre de 2020

Nos volvimos más locos

Pequeñas dosis de locura; o una sobredosis. Comer, tomar más alcohol, saltarse la ducha y usar la misma polera cuatro días; o perder completamente el control de los impulsos. Y desconocernos. Volvernos más o menos locos, pero locos al fin y al cabo. “Y el que lo niega es de Marte”, sentencia el psiquiatra, experto en trastornos del ánimo, Paul Vohringer. El 2020 no dio tregua y cayó implacable sobre el mundo entero poniendo a prueba las herramientas que teníamos para afrontar el caos. Aún con recursos emocionales, la locura se propagó igual. Y ya se mueve muy normal entre nosotros, aunque algunos no la vean.

Por

La locura, en términos simples, se define como una pérdida de control de los impulsos. Eso que escapa de los márgenes sociales o se desvía de las normas establecidas. 

La RAE la define de cuatro maneras: la privación del juicio o del uso de la razón; un despropósito o gran desacierto; una acción anómala que causa sorpresa; y la exaltación del ánimo producida por algún afecto o incentivo. 

Paul Vohringer -psiquiatra de la Universidad de Chile, profesor en la Universidad de Tufts, investigador del Instituto Milenio de Investigación Depresión y Personalidad y  del Massachusetts General Hospital- duda entre quedarse con la primera o la última. 

Paul Vohringer, psiquiatra de la Universidad de Chile.

Si fuera la primera definición: privación del juicio o la razón, ¡cuántos chilenos no responderían que han perdido un poco el juicio o la razón este año! Estaríamos todos locos. 

-Este año nos volvimos todos un poco locos, o menos racionales. 

¿Todos podemos perder la razón?

-Bajo ciertas circunstancias, todos podemos perderla y cometer actos irracionales. Algunos los hacemos a diario, es nuestra forma, y otros nos demoramos mucho más. 

¿Qué situación nos puede hacer sentir menos en control de nuestros actos? 

-Situaciones que nos sacan de lo predecible. Tenemos una idea de lo que va a pasar y si eso cambia podemos perder el control. Somos más impulsivos en las relaciones afectivas, de pareja. Esos te amo y te odio al mismo tiempo, ¿te suenan?

Seguro que sí. En tiempos normales, ¿qué porcentaje del día ocupamos la razón para movernos?

-En tiempos de paz, creo que la ocupamos bastante. Este año ha bajado bastante el uso de la razón. La pandemia ha sacado nuestro lado más visceral y primario. 

¿Y eso no tiene algo de bueno?

-No creo que sea bueno o malo. Es esperable como mecanismo adaptativo. Es típico que en las crisis salgan las grandes ideas, las posibles oportunidades. 

¿Un psiquiatra se puede volver loco?

-Sin duda. Nos hemos encontrado con espacios únicos, extraños e irracionales. No necesariamente malos o buenos. Por ejemplo, en la pandemia profunda, oscura, de junio y julio, creo que ocupé una camisa a la semana. 

Eso no es locura real. 

-Bueno. También me dejé de bañar por varios días, dormí mal y me gané unos kilos. Por supuesto que tuve síntomas como todo buen habitante del planeta. 

“Este año ha bajado bastante el uso de la razón. La pandemia ha sacado nuestro lado más visceral y primario”.

LOCURAS PERMITIDAS

La locura no siempre ha sido entendida como algo malo. Es cosa de revisar la historia del arte o de la ciencia para encontrarse con grandes ejemplos de genialidad asociada a condiciones psiquiátricas. Demócrito, filósofo y matemático griego del 300 AC, se sacó los ojos para afinar sus ideas y llegar a la estructura del átomo. Fue tildado de loco y defendido por aquellos que lograron entender la necesidad de estar ciego para analizar y pensar lo que no se ve. 

Personalidad limítrofe, trastorno bipolar, esquizofrenia o una mezcla de factores con alcohol. La psiquiatría aún no tiene claridad sobre lo que llevó al pintor neerlandés Vincent van Gogh a cortarse una oreja, pasar por un manicomio y años más tarde, en 1890, suicidarse. 

Genios de la historia. Locos sin diagnóstico. 

¿La palabra locura ha sido estigmatizada por la psiquiatría?

-En ciertos círculos la locura sigue siendo una suerte de lugar común. Creo que hoy es un poco romántico hablar de locura, la verdad es que en círculos académicos no se nombra. Por mucho tiempo, la palabra ha estado muy cargada socialmente. 

¿Cuánta locura está permitida en pandemia?

-Tú dices como ¿esta locura está siendo normal? Está permitida muchísima locura. Este fue un año terrible. 

Con todo lo que hemos vivido este año, ¿es objetivo un diagnóstico psiquiátrico que tenga 100% que ver con los factores ambientales de la pandemia?

-Nosotros tenemos descripciones, desde que el hombre es hombre, de oscilaciones del ánimo. Periodos de exaltación y de baja de ánimo que, en general, se pueden explicar por algo. Podemos buscar mujeres con los mismos estresores que tú tienes en el Paseo Ahumada y, nos vamos a demorar, pero vamos a encontrar varias con los mismos y algunas van a estar mejor o peor que tú. Otras pueden estar igual. El estresor ambiental cae en un contexto, en una susceptibilidad propia, y pega más fuerte en los que son más vulnerables. 

Pero tenemos un estresor ambiental gigante y común que es un virus. ¿Se puede haber sobrevivido a este año manteniendo el control de nuestros actos?  

-Ese sería un ser humano de Marte. Todos nos afectamos de una manera u otra, pero los grados son distintos. Aquellos que no tienen antecedentes familiares, con estructuras de personalidad bien desarrolladas, probablemente van a tener una sintomatología leve y van a lograr sacar la pega. 

Los que venían con un diagnóstico previo, ¿podrían ser más resilientes?

-Una patología mental anímica, no grave, te entrega dos grandes ventajas adaptativas. Uno, los pacientes son más resilientes a las crisis, les pega pero no los bota. Y dos, son más realistas. 

ME SIENTO TAN LOCA

El chileno Alex Anwandter lo asume en su canción Locura. 

Me siento tan loca/ y creo que estoy un poco loca (…)

¿Qué es esta locura?, ¿es real o me imaginé este infierno? 

En la mayoría de los casos, la música ha declarado la pérdida de juicio como una consecuencia del desamor, y la búsqueda en Google “locura 2020” lo refuerza. El videoclip Una Locura de Ozuna, J Balvin y Chencho Corleone, estrenado hace algunos días, es el primer resultado del registro.  

Tú mi locura, baby (baby). El resto de la canción sigue con la activación del frenesí y los impulsos provocado por una mujer. 

Del reggaetón a la literatura, que también se ha hecho cargo de la falta de cordura. Erasmo de Rotterdam, humanista del siglo XVI, es un ejemplo de los clásicos. Su célebre Elogio de la locura explica, rebosante de ironía y sarcasmo, por qué la locura le gana a la razón haciendo más felices a los hombres. Hombres, no mujeres, por supuesto. 

El cine ha mostrado ampliamente distintos desequilibrios del ánimo. Basta con pensar en las comedias románticas y sus episodios maníacos que se sostienen- y justifican- en  el enamoramiento. De culto, hay varias. Las protagonizadas por Jack Nicholson, El Resplandor (1980) y Atrapado sin salida (1975). El Guasón de Tim Burton o el protagonista de Mejor… Imposible (1997), que sufría un trastorno obsesivo compulsivo, caracterizaciones perfectas para la personalidad de Nicholson y su sonrisa demente.

“También me dejé de bañar por varios días, dormí mal y me gané unos kilos. Por supuesto que tuve síntomas como todo buen habitante del planeta”.

¿Los hombres ven menos sus puntos ciegos?

-Es que la mujer, desde muy chica, habita y se desarrolla desde la emoción. Se hacen amigas hablando de sus vidas y eso genera el vínculo. El hombre es un ser esencialmente ambiental-climático. Imagínate un asado; los hombres pegados a la parrilla y las mujeres conversando. Los hombres conversan y cada cierto rato lanzan risotadas. En el camino, ella le pregunta a él por qué se estaban riendo y él no se acuerda, o responde que era por cualquier cosa. 

¿Faltó educación emocional en los hombres cuando eran chicos?

-Mira, si vas a mirar la población chilena masculina somos los campeones de la alexitimia, que es la incapacidad de conectarse con el mundo emocional propio. Eso se mide, hay escalas de alexitimia. Los chilenos somos los campeones mundiales. Los hombres somos malos para conectar con el mundo emocional y para hablarlo. 

Las mujeres históricamente hemos sido tratadas de locas, de hecho la palabra histeria viene del griego útero.

-La mujer habita en la emoción y el hombre huye. Siendo simplista, para el hombre era más seguro tener a la mujer controlada como la loca, algo que suena muy antiguo. Lo histérico hoy día tiene que ver con aparentar ser algo sin serlo para obtener la atención de un otro. 

En el siglo XIX, la medicina trataba la histeria con masajes genitales que provocaban un orgasmo en la mujer. El American Vibrator (1906) llegó a conseguir el resultado en menos tiempo. Una locura. 

-Es que decían que la mujer histérica tenía problemas sexuales no resueltos. Era bastante más que eso. En medicina ha habido muchos tratamientos ridículos, hijos de sus tiempos. El que por más tiempo se usó en la historia de la humanidad fue la sangría, que consistía en hacer sangrar a los pacientes con cortes. Se trataba todo, hasta la neumonía con sangría. Dentro de estas tonteras estaba la fiebre uterina, que explicaba un útero loco, febril, donde las mujeres presentaban síntomas somáticos por no tener resueltos sus temas sexuales. 

¿Estamos más sanos si somos capaces de reconocer nuestra propia locura?

-Es mucho más sana la persona que reconoce su propia locura, incluso la que puede reírse de ella. La persona que se puede reír de sí misma indudablemente es más sana y tiene más mecanismos adaptativos que los que la niegan. 

¿Hay peligro en no saber mirar esa locura?

-Claro, piensa que te explota en la cara una cosa que viene creciendo y nunca la pescaste. La negación tiene un límite. 

¿Qué característica tiene un negador o negadora?

-Qué difícil. Un negador podría estar más apegado a lo socialmente deseable. Tiene explicaciones bastante promedio para todo. Es muy racionalizador. Un mecanismo muy interesante de la negación es explicárselo siempre todo.  

¿Se nos está notando la locura?

-Lo estamos viendo. Ya veníamos con epidemia de locura desde antes. Después de 10 meses de pandemia todos nos hemos conectado con nuestras áreas de locura, de capitán a paje. 

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