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Opinión

27 de Enero de 2021

Columna de Cristian Arcos: La banca donde tanto se sufre

Agencia UNO

La memoria a veces falla, pero antes de la llegada de Marcelo Bielsa costó mucho conseguir un técnico. Manuel Pellegrini rechazó el puesto varias veces, dirigió Pedro García, Jorge Garcés, Juvenal Olmos, el retorno de Acosta, hasta que el rosarino asume en el 2007, marcando historia en el fútbol chileno con una estela que se mantiene hasta hoy.

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Ha costado un mundo definir el nuevo técnico de la selección chilena. A dos meses de los próximos partidos eliminatorios, la Roja es el único combinado del continente que no tiene técnico. La salida de Reinaldo Rueda generó un problema mayúsculo en la dirigencia nacional y un aterrizaje que pocos quisieron ver: dirigir a Chile no es una oferta tan tentadora como en antaño. Muchos creían que algunos de los técnicos más reputados del mundo iban a correr despavoridos para asumir la banca nacional. Guste o no nuestro equipo se ha desvalorizado con los años y la tardanza en determinar al nuevo DT es una muestra de ello.

La historia de los técnicos que han dirigido a Chile y el proceso cómo llegaron a sentarse en la banca cuenta con capítulos y episodios dignos de destacar. Se ha apostado muchas veces, en algunas con un acierto pleno y en otras con un fracaso total.

Desde Carlos Fanta, aquel árbitro, exjugador y químico farmacéutico, quien dirigió por primera vez a un seleccionado chilena para disputar el Sudamericano de 1916, hasta Reinaldo Rueda, que se fue de Chile para dirigir a su natal Colombia, hemos visto todo tipo de profesionales dirigiendo a La Roja.

En los albores del fútbol nacional se apostó por extranjeros, en particular europeos. El inglés Frank Powell dirigió tres partidos en 1928, mientras que el húngaro Gyorgy Orth fue el elegido para comandar a la escuadra nacional en su primer Mundial, en Uruguay 1930, cosechando un digno quinto puesto. Orth tenía sólo 29 años, siendo hasta ahora el DT más joven en dirigir a Chile.

Orth fue sólo el primero de los técnicos húngaros que dirigieron al cuadro nacional. En la década del 40 su compatriota Máximo Garay dirigió al equipo, sucedido por Francisco Platko, uno de las primeras referencias importantes en la selección. Ex arquero de su país, Platko dirigió al Barcelona, River Plate, Boca Juniors y había sido campeón invicto con Colo Colo. Su llegada a la selección chilena era un clamor popular y su trabajo fue un faro a seguir durante décadas.

El también húngaro Ladislao Pakozdi dirigió a la Roja en la década del 50, cuando Chile consiguió la organización del Mundial de 1962. La dirigencia encabezada por Carlos Dittborn buscaba un entrenador para hacerse cargo del equipo de cara a tamaña responsabilidad y optaron, fuera de todo pronóstico, por un joven Fernando Riera. Pero el histórico técnico no era la primera opción. La alternativa original de los directivos fue Sergio Livingstone, ídolo del fútbol,recientemente retirado. Junto con rechazar la oferta, el propio arquero recomendó a Riera, quien había sido su compañero en la Universidad Católica y la Selección. Riera se había preparado en Francia y estaba dirigiendo en Portugal cuando recibió la oferta de dirigir a Chile. La prensa de la época lo miraba con recelo por su juventud (asumió la banca con 37 años) y su poca experiencia. La historia demostró que acertaron plenamente con un DT que sentó las bases del trabajo técnico en el país.

Encontrar al sucesor de Fernando Riera no fue fácil. El elegido fue Francisco Hormázabal quien dirigió el proceso rumbo al Mundial de Inglaterra 1966. Hizo todo el camino clasificatorio, menos el último partido. Ya en la Copa el encargado fue Luis Álamos, cerebro del Ballet Azul y Colo Colo 73, el técnico con más títulos locales en la historia nacional quien también estuvo al frente del equipo en el Mundial de Alemania 74.

En el primer lustro de la década del 70 hubo una especie de anarquismo donde circularon varios entrenadores como Salvador Nocetti, Luis Pino y el alemán Rudi Gutendorf, un estrafalario DT que tiene como récord ser el técnico que dirigió más equipos y selecciones en la historia del fútbol: 38.

En la segunda parte de los ’70 se actuó con un criterio de competencia para elegir al técnico nacional. Los entrenadores con mejores campaña llegaron a La Roja. Caupolicán Peña, de gran desempeño con Palestino y Luis Santibáñez, campeón con San Felipe y la Unión Española, estuvieron a cargo del equipo, este último con el subcampeonato de América en 1979 y la clasificación al Mundial de España 1982.

Tras el fracaso en la cita hispana, otra vez costó encontrar el DT definitivo. Pasaron Luis Ibarra, Isaac Carrasco antes de llegar al que todos pedían, Vicente Cantatore, de extraordinarias campañas con Cobreloa a comienzos de los 80. El argentino nacionalizado fue el escogido para encabezar el proceso al Mundial de México 86, dirigió un partido amistoso precisamente contra el elenco azteca (triunfo de Chile por la mínima), pero una disputa con el presidente de la Federación Miguel Nasur lo alejó del cargo. Pedro Morales, quien tenía un cargo administrativo, tomó las riendas del equipo de emergencia. Chile no clasificó.

Como ahora, no había técnico para afrontar la Copa América de 1987. Se le solicitó a Palestino la autorización para que su estratega, Orlando Aravena, tuviera una doble militancia, su club y la selección. La oferta fue aceptada. Lo que nadie esperaba era que Chile tuviera una actuación fabulosa en el certamen continental, logrando el subcampeonato. Después de eso Aravena renunció a Palestino y se quedó dirigiendo sólo a la Roja hasta las controvertidas eliminatorias al Mundial de Italia 90. Orlando Aravena era el técnico en el Maracanzo. Roberto Rojas lo involucró dentro del complot y fue sancionado un par de años, pese a que la FIFA lo indultó posteriormente y pudo volver a dirigir en el país.

Después del escándalo, vergüenza y castigo por el Maracanazo, la selección quiso cambiar su imagen y apostó por Arturo Salah, entrenador que había sido campeón con Colo Colo. Discípulo de la escuela de Fernando Riera, Salah estuvo en la banca de Chile hasta 1993, incluyendo una curiosa doble militancia entre el equipo nacional y la Universidad de Chile.

La llegada de Mirko Jozic fue casi una secuencia natural después de ser campeón de la Copa Libertadores en 1991 con Colo Colo. La falta de apoyo directivo y un agotamiento personal significaron que el proceso del croata fuera de apenas ocho partidos. La dirigencia nacional apostó por el vasco Xabier Azkargorta, quien había logrado una histórica clasificación con Bolivia a Estados Unidos ’94. El paso del español es recordado por los malos resultados y por ser cesado después del empate contra Venezuela en la primera fecha clasificatoria rumbo a Francia 98.

Ante este escenario, se eligió a un entrenador del medio nacional. Si bien Nelson Acosta marchaba último con la Unión Española, con los rojos había ganado dos Copa Chile, alcanzado buenas posiciones en Copa Libertadores. Acosta era apreciado como un técnico con oficio y resultadista, precisamente lo que Chile necesitaba. Dirigió el proceso rumbo a Francia 98, convirtiéndose en el técnico con más partidos en la historia de la Roja con 99 juegos en dos períodos.

La memoria a veces falla, pero antes de la llegada de Marcelo Bielsa costó mucho conseguir un técnico. Manuel Pellegrini rechazó el puesto varias veces, dirigió Pedro García, Jorge Garcés, Juvenal Olmos, el retorno de Acosta, hasta que el rosarino asume en el 2007, marcando historia en el fútbol chileno con una estela que se mantiene hasta hoy.

No era fácil reemplazar a Marcelo Bielsa. La directiva de Sergio Jadue eligió a Claudio Borghi, multicampeón con Colo Colo, un técnico querido y respetado por la afición, el anestésico necesario para calmar a una hinchada furiosa por la salida de Bielsa. Luego vino Jorge Sampaoli, de extraordinaria campaña en la U y más recientemente Juan Antonio Pizzi, cuando pocos querían tomar el equipo y Reinaldo Rueda, a cargo del complejo escenario del recambio. Nunca ha sido fácil sentarse en la banca de Chile. Han pasado chilenos, extranjeros, ofensivos, defensivos, estrafalarios, conservadores. Hoy no ha sido la excepción. Las dilatadas negociaciones reflejan que dirigir a la Roja ya no es tan atractivo como antes, donde se peleaban por llegar a la banca nacional.

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