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1 de Marzo de 2021

“Reírse conmigo y no de mí”: El humor inclusivo de comediantes con discapacidad

Teniente Dan, Lady Garfia y Lucho Miranda son tres comediantes que, con soltura, hacen chistes sobre las situaciones que viven a diario para normalizar la discapacidad. Aquí, conversan sobre sus carreras y el humor como una forma de inclusión.

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Mauricio Riffo –mejor conocido por su seudónimo, Teniente Dan– tiene 29 años y vive en Ñuñoa. Además de ser comediante, es publicista y asesor comunicacional de la Ley de Inclusión Laboral. A los 22, comenzó a presentar los síntomas de Ataxia de Friedreich, una enfermedad neurodegenerativa que le impide caminar y atrofia todos sus músculos de forma progresiva. 

Se inició en la comedia en 2014, luego de no haber encontrado trabajo como publicista. “Cuando salí de la universidad, no existía la Ley de inclusión laboral para personas con discapacidad y no encontraba trabajo al estar en silla de ruedas. La comedia me permitió crear un trabajo al no encontrar uno estable”, cuenta.

En mayo de ese mismo año, tuvo su primer show. Esa noche, su mamá empujó su silla de ruedas desde Grecia hasta el extinto bar La casa del aire en Ñuñoa para que pudiera hacer stand up comedy o como él prefiere llamarlo, “sitdown comedy”, ya que no se pone de pie para contar los chistes. Su pago fue una lata de bebida. Luego de eso, siguió haciendo comedia en vivo y creó un canal de Youtube para compartir vídeos con rutinas de humor. Lo bautizó Teniente Dan, como el personaje de la película Forrest Gump.

Por la pandemia, se ha adaptado a hacer contenido digital para TikTok e Instagram. En sus rutinas, retrata las aventuras y desventuras de una persona con discapacidad para acercar esta realidad a quienes la ignoran. “La discapacidad es una realidad que no todas las personas conocen por diferentes motivos; no tienen un cercano, amigo o familiar con discapacidad y conmigo aprenden… y se entretienen”, dice.

Crédito: Matías Parraguez

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Jennifer Adaros –también conocida como Lady Garfia, por el garfio que reemplaza su mano izquierda– tiene 35 años y es de Maipú. Estudió Trabajo Social, una profesión que ejerció hasta hace cinco años, cuando nació la primera de sus dos hijos. Por un tiempo, se dedicó únicamente a su crianza, pero el agotamiento propio de la rutina la impulsó a cambiar las mamaderas por los escenarios. 

En 2019, participó de un taller de stand up impartido por Bernardita Ruffinelli que marcó sus primeros pasos como comediante. Primero lo hizo con la intención de “echar la talla un rato”, pero con los años se ha transformado en una forma de trabajo para ella. Por la pandemia, se subió al carro de lo digital y ahora, además de hacer algunos shows presenciales, hace videos para Instagram y TikTok y un programa de radio online.

A los 9 años, Adaros perdió su mano luego de que la micro en la que viajaba se volcara. Su accidente fue una experiencia traumática a nivel familiar y con el fin de devolverle la alegría a sus papás, desarrolló la habilidad de tener siempre el chiste en la punta de la lengua. “Concluí que lo mejor era hacer reír al resto para sacarlos de sus penas. Había que reírse de esta huevá, reírse hasta que se naturalizara tanto que ya a nadie le diera angustia. A mí también me sirvió, porque ahora es algo de lo que puedo hablar y bromear libremente”, cuenta.

Los temas que más le gusta tratar en sus rutinas son la maternidad, la contingencia, temas de género y también la discapacidad. “Algo positivo de mi condición de discapacidad es que podemos hacer chistes de algunas situaciones que nos ocurren con mucha ligereza, lo que otras personas no pueden hacer tan fácil”, dice.

Crédito: Gentileza Jennifer Adaros

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Lucho Miranda tiene 26 años y es oriundo de Vicuña, región de Coquimbo. Se inició como comediante el año pasado, en plena pandemia. Llevaba cuatro años trabajando como contador auditor en el Departamento de Educación de Vicuña hasta noviembre del año pasado, cuando decidió hacer del humor su profesión. 

Partió grabando videos de TikTok y teloneando shows de otros comediantes de forma esporádica y, luego de renunciar, comenzó a dedicarse a la comedia a tiempo completo y a incursionar en el stand up comedy. A comienzos de febrero, dejó el norte para venir de visita a Santiago y así realizar más shows en vivo, una posibilidad que veía limitada en su ciudad por las restricciones sanitarias. 

Miranda tuvo asfixia al nacer, lo que le generó una parálisis cerebral que afecta sus extremidades. Por eso, a veces presenta movimientos involuntarios y contracción de sus brazos y piernas. “Prefiero tomarme las cosas que me pasan con humor. Creo que es la mejor salida de escape y te permite salir adelante. Curiosamente, todo lo que me ha pasado me sirve como anécdota para contar un chiste más tarde”, dice.

Según cuenta, por ahora se siente más cómodo hablando de cosas personales que de espacios comunes. “Siempre trato de hablar de mí y cómo es mi perspectiva hacia la sociedad. La discapacidad también es un tema importante en mi rutina, porque me gusta hablar de cómo la sociedad nos ve a nosotros y cómo nosotros, las personas con discapacidad, los vemos a ustedes”.

Crédito: Gentileza Luis Miranda

NORMALIZAR A TRAVÉS DEL HUMOR

Riffo, Adaros y Miranda coinciden en que a veces las personas dudan si reírse o no de los chistes que cuentan por miedo a ofenderlos. “Me ha pasado en algunos shows, que a la gente le da susto reírse, lo dudan. Piensan que lo que dije fue chistoso, pero que igual fue duro. Yo los invito a desprejuiciar. El propósito es que riamos juntos y que te liberes de la carga que conlleva creer que las personas con discapacidad somos un ejemplo para la sociedad y que nos tienen que tratar con algodones”, cuenta Adaros.

Algo similar le ocurrió a Riffo, quien también se topó con esa dificultad al comienzo de su carrera como humorista. “Al principio me costó que la gente se atreviera a reír con mi rutina, porque pensaban que podían ofenderme, pero con el paso del tiempo y escenarios fui encontrando mi voz y ritmo y logré hacer que la gente disfrutara y riera sin culpa”, dice. 

“Yo los invito a desprejuiciar. El propósito es que riamos juntos y que te liberes de la carga que conlleva creer que las personas con discapacidad somos un ejemplo para la sociedad y que nos tienen que tratar con algodones”, dice Jennifer Adaros (Lady Garfia).

Para Miranda, su tipo de comedia está en el límite del humor negro y eso también complica que la gente vacile sobre soltar o no la carcajada. “Diría que mi humor es gris, porque tampoco es tan cruel. Me gusta jugar con el límite. A las personas al principio les cuesta reír de cosas que son tabú o más sensibles para ellos. Primero hay una risa tibia, pero cuando ya conocen mi forma de hacer humor ahí ya se relajan más”, cuenta.

Querer romper con la idea de que los límites humor están definidos de antemano y que hay cosas de las cuales no se puede reír también es un punto importante. Para Riffo, Adaros y Miranda, hacer humor de situaciones cotidianas que les toca vivir es más bien una forma de educar a las personas sobre la inclusión. “Me interesa terminar con ese paradigma de no tratar ciertos temas importantes por miedo a ofender. La idea es que se genere una normalidad respecto a las personas que son diferentes”, dice Miranda

“La inclusión es algo muy importante para mí y me gusta poder entregar ese mensaje a través de la comedia, de que una persona con discapacidad no debe subestimarse, menospreciarse ni ser infantilizada. Lo último es súper común y se nota, por ejemplo, cuando la gente se refiere a la persona con síndrome de Down como «niño» o «niña» con Síndrome de Down, cuando él o ella ya tiene como 30 años”, añade.

“La inclusión es algo muy importante para mí y me gusta poder entregar ese mensaje a través de la comedia, de que una persona con discapacidad no debe subestimarse, menospreciarse ni ser infantilizada”, dice Lucho Miranda.

Para Adaros, conversar las cosas en el escenario es la mejor forma de naturalizarlas. “Yo no me subo sólo a hacer chistes de cosas comunes, también me gusta incomodar con algo personal. Lo mejor es mezclar ambas cosas. Hablar sobre algo de contingencia y luego salir con algún chiste sobre no tener una mano. Ese choque ayuda mucho a normalizar la discapacidad de una forma divertida”, dice.

Riffo, además de ser comediante, realiza charlas motivacionales sobre temas relacionados con la accesibilidad y políticas públicas destinadas a personas con discapacidad. Según cuenta, la discapacidad, la inclusión y el sentido del humor son parte de lo que hace y dice, su trabajo y su pasión. “El humor es catártico y terapéutico y muchas veces es una solución al problema de asumir y aceptar una situación. Hace años, registré la idea de que el sentido del humor es una forma de inclusión si yo los invito a reírse conmigo y no de mí”, cuenta.

El sentido del humor es una forma de inclusión si yo los invito a reírse conmigo y no de mí”, dice Mauricio Riffo (Teniente Dan).

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