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Opinión

16 de Junio de 2021

Columna de Ernesto Águila: El día después, el escenario presidencial

A pesar de una magra participación, la segunda vuelta electoral de gobernadores tiene un valor interpretativo y prospectivo porque se reafirmaron ciertas tendencias electorales (incluida la variable abstención), se dibujaron inéditos alineamientos políticos, y se jugaron algunos guiones y discursos de campaña que no rindieron frutos, de todo lo cual se pueden extraer lecciones.

Ernesto Águila Z.
Ernesto Águila Z.
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En el imaginario de las dirigencias políticas, los y las presidenciables, y las redes sociales, la segunda vuelta electoral de la elección de gobernadores –en especial la de la RM, bautizada como la “batalla de Santiago”- se transformó en un hito político decisivo llamado a marcar y descifrar el futuro. Los/as ciudadanos/as pensaron otra cosa y concurrieron a las urnas en un modesto 19% a nivel nacional y en un 25% a nivel metropolitano. Se ha hablado, incluso, de la más baja participación electoral desde 1925 a la fecha.

No obstante, a pesar de esta magra participación, la segunda vuelta electoral de gobernadores tiene un valor interpretativo y prospectivo porque se reafirmaron ciertas tendencias electorales (incluida la variable abstención), se dibujaron inéditos alineamientos políticos, y se jugaron algunos guiones y discursos de campaña que no rindieron frutos, de todo lo cual se pueden extraer lecciones.

La segunda vuelta de gobernadores confirmó que la derecha ha extraviado su tercio histórico. Esto, que se había insinuado en el plebiscito del 25-O, se ratificó en la estratégica elección de constituyentes y también ahora en el resultado general de la elección de gobernadores donde la derecha solo logró uno de dieciséis. El significado de este nuevo dato electoral es relevante, toda vez que se ha vuelto un escenario probable -hasta hace poco impensable- que la derecha no pase a segunda vuelta en la presidencial. El extravío del tercio también le puede ocurrir en las parlamentarias, lo que es muy sensible, pues será dicho Congreso el que acompañe el proceso constituyente y al que le corresponderá transformar en leyes el nuevo marco constitucional.

En el contexto de una derecha desfondada, el escenario de la segunda vuelta en la RM, con un experimentado candidato DC, apoyado por la ex Concertación y la derecha, compitiendo con una joven candidata de izquierda, alcanzó su máximo voltaje. Se generó la expectativa de que podríamos estar frente a un ensayo general de las próximas presidenciales. El fantasma del 64 se tomó la imaginación política: una derecha disminuida y asustada apoyando a la DC para frenar a la izquierda.

“La segunda vuelta de gobernadores confirmó que la derecha ha extraviado su tercio histórico. Esto, que se había insinuado en el plebiscito del 25-O, se ratificó en la estratégica elección de constituyentes y también ahora en el resultado general de la elección de gobernadores donde la derecha solo logró uno de dieciséis”.

En toda elección se lucha no sólo con los resultados sino con las expectativas que se siembran. Y la izquierda pensó que podía propinarle una derrota histórica a la Concertación, incluso subsidiada por la derecha. Era un adversario inéditamente amplio, pero estaba el antecedente de las elecciones de constituyentes y cierta errada sensación de invencibilidad. El extraordinario resultado obtenido por la candidata Karina Oliva fue, en términos porcentuales, uno de los más importantes de la historia de la izquierda, pero como la expectativa sembrada era ganar, se terminó viviendo como una derrota. La presidencialización de la elección contribuyó a ello.

También conviene decir algo sobre el guion y tono de la campaña de la izquierda donde primó una politización y polarización excesiva que posiblemente alejó a los electores, en general, y a los más moderados o despolitizados del Apruebo, en particular. El uso de “campañas negativas” por ambos lados, orientadas a la desmovilización del electorado contrario, tuvo más efectos en los potenciales electores de izquierda que en los de centro y de derecha.

Esta es una lección de la que debiera tomar nota la izquierda, en general,  y Jadue, en particular, quien ha alcanzado su posicionamiento y cierta transversalidad como “hacedor” (la marca de soluciones “populares” en los intersticios del neoliberalismo), y a quien una polarización excesiva, los alardes retóricos, o una campaña diseñada sólo para los convencidos, puede impedirle crecer y de paso facilitar las “campañas del terror” en marcha. Por su parte, después de la segunda vuelta de la elección de gobernadores, se han potenciado las posibilidades del diputado Boric, quien ha desplegado un discurso más abierto e inclusivo, más comprensivo con los abstencionistas y menos confrontacional con quienes están en otras posiciones, todo lo cual puede volver muy competitiva la primaria de la izquierda.

“El extraordinario resultado obtenido por la candidata Karina Oliva fue, en términos porcentuales, uno de los más importantes de la historia de la izquierda, pero como la expectativa sembrada era ganar, se terminó viviendo como una derrota. La presidencialización de la elección contribuyó a ello”.

Pero más allá del desenlace de la disputa Jadue versus Boric, será en la calidad general del debate, en las propuestas y en el sentido unitario y convocante que tenga la primaria, donde se jugará la posibilidad de la izquierda de constituirse en una real opción presidencial en las elecciones de noviembre. Generando la confianza necesaria en la ciudadanía -no sólo en los convencidos sino en los que podrían abstenerse o asustarse- que es una opción viable y madura de gobierno.

En la otra verada, el triunfo de la DC en la RM y en otras gobernaciones, en un marco de un buen resultado a nivel nacional de la ex Concertación (aunque con la participación ya sabida), constituye un estímulo para la candidatura presidencial de la senadora Yasna Provoste. Blindada y catapultada desde su cargo de presidenta del Senado, seguramente se va a demorar en conceder a la candidata socialista Paula Narváez una primaria convencional (definida como abanderada presidencial es difícil que pueda seguir como presidenta del Senado). El reloj corre a favor de la senadora Provoste y en contra de la abanderada socialista, y las presiones para una rendición sin condiciones de esta última o basada en ciertas prebendas parlamentarias, se harán sentir fuerte en los próximos días.

Todo lo dicho hasta ahora podría sufrir un verdadero remezón y tomar un cauce inesperado si se concreta el anuncio de la Lista del Pueblo de competir en las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales. La reciente declaración no deja dudas sobre la decisión, pero aún quedan interrogantes sobre cómo hacerlo en un sistema electoral que no considera listas de independientes y cómo se compatibiliza ello con su decisión de no transformase en partido. Y, por supuesto, está la duda de quién sería su abanderado o abanderada presidencial. Pero no cabe duda de que si lograra emular su resultado en constituyentes podría entrar seriamente en la disputa de pasar a segunda vuelta y de obtener una significativa representación parlamentaria. Este resultado constituiría un punto de inflexión en el proceso en curso de emergencia de un nuevo sistema de representación política.

“Blindada y catapultada desde su cargo de presidenta del Senado, seguramente se va a demorar en conceder a la candidata socialista Paula Narváez una primaria convencional (definida como abanderada presidencial es difícil que pueda seguir como presidenta del Senado). El reloj corre a favor de la senadora Provoste y en contra de la abanderada socialista, y las presiones para una rendición sin condiciones de esta última o basada en ciertas prebendas parlamentarias, se harán sentir fuerte en los próximos días”.

Como puede apreciarse, la modesta elección de segunda vuelta de gobernadores vino a acelerar definiciones políticas claves. Cuando el país entra en tierra derecha hacia las decisivas elecciones presidenciales y parlamentarias de fin de año, todavía se está a tiempo de extraer aprendizajes y afinar discursos y estrategias.

*Ernesto Águila es analista político y académico de la Universidad de Chile.

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