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Entrevistas

8 de Julio de 2021

Cristián Valdivieso, director de Criteria Research: “Lavín va en velocidad crucero y Sebastián Sichel está subiendo”

Marcelo Calquín

Este destacado analista de la opinión pública advierte que se ha roto el eje izquierda-derecha y que, por eso, aunque parezca delirante, aun “existe la posibilidad de un nuevo gobierno de derecha”. La gran incógnita, dice, es Yasna Provoste: “Ella encarna una épica y una simbología que está muy en línea con lo que el país quiere”.

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Cristián Valdivieso hace encuestas. Es director de Criteria Research y desde ahí testea el clima nacional. Una vez al mes, sus estudios de opinión pública van dando pincelazos en un cuadro que aún se muestra difuso.

Ese cuadro se llama Chile y los pincelazos van desde las emociones de los chilenos, sus anhelos hasta la evaluación del gobierno y el posicionamiento de los candidatos presidenciales.

En un marco donde lo único claro hasta ahora es que no hay nada claro, las primarias legales del próximo 18 de julio aportan considerables dosis de incertidumbre. Se pensaba que, en la derecha, Joaquín Lavín corría con ventaja, pero Sebastián Sichel ha comenzado a pisarle los talones. Por la izquierda, Daniel Jadue sigue mostrando una posición preeminente, pero el diputado Gabriel Boric también ha comenzado a recoger simpatías que podrían acortar esas distancias.    

Cristián Valdivieso es sicólogo, pero su ámbito son los números y seguirle el pulso de la ciudadanía. Esa expertiz lo ubica hoy como asesor de Joaquín Lavín en temas de opinión pública, aunque no es parte del comité estratégico del candidato de la UDI.

-Muchas cosas van corriendo en paralelo: la instalación de la Convención Constitucional, la pandemia, la elección presidencial. ¿El mundo político estará interpretando bien lo que pide el nuevo Chile?

-Creo que a la clase política le ha costado mucho reconocer el Chile que está emergiendo. Siguen leyendo -y muchos analistas también- la realidad en polaridades de izquierda y de derecha. En esa lógica se marean muchísimo. La gente ya no se mueve en esa polaridad.

-¿No es verdad que el país giró a la izquierda?

-El país giró en términos de las temáticas, de los valores que uno asocia con la izquierda como la igualdad, la diversidad, el medio ambiente, el rol del Estado. Pero no giró hacia los partidos. Si fuera así, cualquier candidato de izquierda hoy tendría un 25% o un 26% de preferencias espontáneas. Ninguno está marcando eso.

-Pero los vientos parecieran ir más hacia la izquierda que a la derecha, ¿o no?

-Creo que son etiquetas que ya no corren. Pero sí es verdad que Chile giró de la focalización al universalismo. Eso es clarísimo. Ya se instaló que las pensiones, las viviendas dignas, la salud no se pueden resolver con la lógica del mercado. Chile giró hacia un país más igualitario, más simétrico, pero eso no necesariamente es que haya girado a la izquierda. Ahí está el error de lectura.

El país giró en términos de las temáticas, de los valores que uno asocia con la izquierda como la igualdad, la diversidad, el medio ambiente, el rol del Estado. Pero no giró hacia los partidos. Si fuera así, cualquier candidato de izquierda hoy tendría un 25% o un 26% de preferencias espontáneas. Ninguno está marcando eso.

-Entonces, ¿por qué hay tanta preocupación en la derecha de que ni siquiera pasen a segunda vuelta? Muchos dicen que no es una locura pensarlo.

-No, no es una locura. Puede ser. Lo que digo es que si el eje izquierda-derecha siguiera funcionando, ni siquiera estaríamos hablando de la posibilidad de que un candidato de derecha pudiera ganar. Porque aquí lo increíble es que, a pesar del gobierno de Piñera, aún existe la posibilidad de un nuevo gobierno de derecha. No estoy diciendo que vaya a ganar. Sólo señalo que sigue siendo una opción a pesar de los vientos que corren.

-Si ya no hay identidades nítidas, ¿qué explica que Daniel Jadue -que es claramente de izquierda-, esté en una posición tan expectante…?

-Es que si efectivamente este país giró enteramente a la izquierda, la elección estaría zanjada. Y no lo está. A esta misma altura, hace cuatro años atrás, Piñera tenía casi el doble de lo que hoy marca Jadue en las preferencias espontáneas. Hay un relato en la ciudadanía que tiene mucho más que ver con causas y valores que siempre se identificaron como de izquierda, pero eso no quiere decir que todo el país giró hacia allá.

LA DERECHA DESANIMADA

-Hasta hace seis meses, Joaquín Lavín era el más seguro presidenciable. Hoy día no es tan claro. ¿Qué pasó?

-La derecha está desmoralizada. Hay un desánimo muy agudizado en su votante histórico. Eso hace que la primaria aparezca como algo poco relevante. Ronda una sensación de que esto ya está medio perdido porque la marea del otro lado es demasiado grande. Pero ahí, de nuevo, hay una confusión.

-¿Cuál?

-Creo que hay una confusión que proviene de que hoy estamos en un momento de mucho vacío de sentido. Hace cinco años, la gran clase media tenía un proyecto vital. La gente veía la posibilidad de tener su casa propia, que sus hijos fueran a la universidad. Se tenía asumido el proyecto del país de la meritocracia, del esfuerzo, del emprendimiento, era una opción real.

-¿Y esa esperanza se diluyó?

-Claro. Ese relato que aglutinaba se desarmó después del estallido social. Hoy día, la clase media no tiene un proyecto vital. Está desprovista de sentido. Su vida pareciera estar más anclada en habitar el presente, en vivir el día a día. Paradójicamente, tenemos una Convención Constituyente que genera una tremenda esperanza. Pero aún no ha nacido un nuevo relato que nos articule y nos dé sentido. Y esto en un contexto donde la pobreza se vuelve a instalar.

Hay un relato en la ciudadanía que tiene mucho más que ver con causas y valores que siempre se identificaron como de izquierda, pero eso no quiere decir que todo el país giró hacia allá.

-¿Y qué puede aportar el mundo político de la derecha y de la izquierda en este contexto?

-La derecha podría hacer conversar las esperanzas de cambio con una propuesta súper pragmática de crecimiento económico, de generación de empleos, de estabilidad económica. La izquierda, a pesar de que está muy puesta de la lógica de las garantías, de que la gente tenga una pensión digna, salud digna, está teniendo poca oferta para un país que va a tener que volver a pararse desde las cenizas.

-¿Eso quiere decir que la mayoría de los candidatos le hablan a una clase media que ya no existe?

La clase media de hoy día no se identifica con los imaginarios que suponíamos. Se ve a sí misma como una clase media empobrecida y carente de proyectos futuros. Ven más cerca el horizonte de la pobreza que el futuro esplendor. Falta empatía, sintonía fina de todo el mundo político para entender ese tremendo cambio.

Ese relato que aglutinaba se desarmó después del estallido social. Hoy día, la clase media no tiene un proyecto vital. Está desprovista de sentido. Su vida pareciera estar más anclada en habitar el presente, en vivir el día a día.

¿LAVIN DESGASTADO?

-En la arena presidencial, el sociólogo a Axel Callís decía que la figura de Lavín está viviendo el desgaste del eterno candidato. ¿Qué dicen las cifras? ¿Es así?

Joaquín Lavín ha tenido un desgaste porque todas las figuras que son parte de los últimos 30 años están en posición muy compleja. Y así como es delirante que, pese a lo mal que lo ha hecho este gobierno, aún siga vigente la posibilidad de que un candidato de derecha pueda ganar, también es delirante que Lavín siga estando donde está.

-¿Por qué? ¿Cómo habría que entenderlo?

-Porque todo lo que fue parte del poder pasado está siendo impugnado. Después del estallido social, la gente sintió que efectivamente era posible cambiar el orden de las cosas. Que no estábamos condenados a ser gobernados por la centro-izquierda o por la centro-derecha, articulados por el empresariado. Sintió que era posible un cambio. Por eso, candidatos como Daniel Jadue empezaron a subir y los más tradicionales se empezaron a desgastar. Lavín pudo haber muerto en ese minuto, pero se mantuvo.

-¿Qué crees que lo ha mantenido vivo?

Lavín sigue vivo porque la gente reconoce y valora su capacidad de cambiar, de transformase. Mientras la élite y los analistas dicen que los que cambian son camaleónicos o grandes impostores, la gente valora la renovación de las ideas, el poder reinventarse. Lavín ha logrado transitar desde distintas posiciones.

En contraposición, Sebastián Sichel ha ido subiendo en las encuestas. ¿Qué dirías que está representando?

-Su apuesta es aparecer como un independiente y ese es un tremendo activo. Él no carga con el estigma de haber sido parte de los que han gobernado. Esa promesa de independencia, de equidistancia respecto a los partidos políticos, es muy atractiva para un electorado que hoy no quiere ver ni por las tapas a los partidos políticos. 

Así como es delirante que, pese a lo mal que lo ha hecho este gobierno, aún siga vigente la posibilidad de que un candidato de derecha pueda ganar, también es delirante que Lavín siga estando donde está.

Una cosa es declararse como independiente, pero no lo es en verdad. Ha militado en partidos, ha sido parte del gobierno…

-Pero está calando. No sé si está siendo creíble, pero está generando la ilusión de que es posible algo distinto y  no quedarse anclado en el pasado. Desde mi punto de vista, él es un personaje incierto. Si bien es independiente, en algún minuto la gente se va a dar cuenta que antes fue A y después fue B.

-Como Lavín.

-Es que a diferencia de Lavín, Sichel se ha cambiado de partidos en función de encontrar un espacio para él. Lavín ha cambiado sus ideas, que es distinto.

Ha pasado de ser el gallito de pelea de la dictadura a un socialdemócrata.

-Bueno, yo creo que fue un tremendo error haber jugado con la etiqueta de socialdemócrata.

Mirando desde la torre del aeropuerto, ¿el avión de Sichel va subiendo y el de Lavín va bajando?

-Lavín va en velocidad crucero y Sebastián Sichel está subiendo. No sé si para poder alcanzarlo y ganarle. Nada indica eso todavía. Pero hoy todas las encuestas muestran que él, junto a Lavín, son los que verdaderamente están compitiendo en la primaria en la derecha.

-El punto es quién es el más competitivo…

-Hoy día, cuando en la derecha se está debatiendo en si pasa o no a la segunda vuelta, yo creo que Joaquín Lavín es más competitivo. Y en términos de futuro, Sichel puede ser un canto de sirena para la derecha.

A diferencia de Lavín, Sichel se ha cambiado de partidos en función de encontrar un espacio para él. Lavín ha cambiado sus ideas, que es distinto.

-¿En qué sentido?

-En que es muy parecido a lo que pasó con Piñera. La derecha buscó a alguien para ganar una elección, pero no un líder para renovar al sector. Sichel es un personaje magnético. Maneja muy bien los códigos emocionales que están sintonizando con una ciudadanía, pero él no encarna la renovación de la derecha.

-¿Por qué no?

-Porque nadie sabe dónde va a estar mañana.

Roberto Méndez decía aquí que hay sectores influyentes de la derecha que prefieren que no gane la derecha. ¿Estás viendo eso? 

-Efectivamente hay mucha gente de derecha que está tan desmoralizada que teme a un nuevo gobierno de derecha. Pero eso se choca de frente, se estrella cuando el candidato que puede ganar es Daniel Jadue. Probablemente, esos sectores influyentes no quieren un gobierno como el de Piñera, pero no me cabe duda que preferirían evitar un gobierno de Jadue.

EL NAIPE DE LA IZQUIERDA

-En ese mapa, ¿cómo entra a escena la figura de Yasna Provoste?

-Si llevas a la gente a situarse en un escenario de segunda vuelta, Yasna Provoste está generando muchas expectativas. Pero no porque sea de centro o de la DC. Es por lo que ella simboliza.

-¿Y qué simboliza?

-Al igual que Bachelet, ella representa muchos símbolos del Chile que emerge. Además, a diferencia de Sichel, ella no ha hecho de sus símbolos, de su historia, una estrategia de campaña. No dice: “Soy diaguita”. Ella transmite: “Yo soy power“. Al igual que Bachelet nunca dijo: “Soy mujer”, pero se subió a un tanque y mostró que era posible hacer lo mismo que los hombres. Súmale los acuerdos que impulsó con el gobierno. O sea, ella ha mostrado capacidad para impugnar al establishment, pero desde la lógica de construir acuerdos.

-¿Está parada sobre una buena estrategia en el sentido de que va en línea con lo que la gente quiere?

-Provoste está siendo muy estratégica, pero todavía no ha salido del clóset. Por ahora es más lo que simboliza. Hay que verla en acción.

¿Tendría que tomar rápidamente la decisión?

-Está sufriendo un desgaste al no tomar decisiones por ahora. Sin embargo, creo que ella está en lo correcto al esperar ver lo que pase en la primaria. Si gana Jadue, es un escenario. Pero si se da la remota posibilidad de que ganará Boric, mi impresión es que ella no va a ir a la elección.

Efectivamente hay mucha gente de derecha que está tan desmoralizada que teme a un nuevo gobierno de derecha. Pero eso se choca de frente, se estrella cuando el candidato que puede ganar es Daniel Jadue.

-¿Serian apuestas demasiado parecidas?

-Me parece que ella tiene instalada la amenaza de la traición. Cuando el PS fue corriendo a las faldas de Jadue y abandonó a la DC, Yasna Provoste fue notificada de que el PS podría abandonar a la DC en cualquier momento. Y ahí sí que su proyecto quedaría solitario. Ahora, todo indica que va a ganar Jadue. Y ahí ella tiene que salir rápidamente a la cancha. De lo contrario, se va ir apagando esa llamita que simboliza.

Para la derecha, ¿Provoste es una figura más difícil de derrotar?

-Absolutamente. Para cualquier candidato de Chile Vamos, una competencia con Provoste es muchísimo más compleja. Pero también Jadue la tendría difícil.

-¿Porque se reparten las fuerzas de izquierda?

-Más que nada porque el país quiere acuerdos. Quieren a alguien que impugne a la elite, pero no la polarización. Quieren que surja algo nuevo, pero con capacidad de dar gobierno y estabilidad. En ese sentido, Yasna encarna una épica y una simbología que está muy en línea con lo que el país quiere. Por eso ella es una amenaza para el mundo político en general.

Provoste está siendo muy estratégica, pero todavía no ha salido del clóset. Por ahora es más lo que simboliza. Hay que verla en acción.

-Hasta aquí, ¿qué tecla está tocando Jadue para conectar con la gente?

-Yo creo que Jadue está en una apuesta que no tiene que ver con ganar la Presidencia de la República, sino con fortalecer a su sector y darle mayor representatividad parlamentaria.

-¿Dices que Jadue en realidad no quiere ganar?

-Si él hubiera estado pensando efectivamente en dar un salto en la segunda vuelta y aspirar al 50+1, no habría sacado al PS ni al PPD de la primaria. Él es un tipo muy inteligente. No creo que haya cometido ese error estratégico. Con ese movimiento, Jadue le devolvió el alma y el espíritu a la ex Concertación, donde además había una candidata que empezaba a emerger en las encuestas. No creo que haya sido un error. Tiendo a pensar que fue una apuesta de acumulación de fuerzas.

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