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Opinión

15 de Marzo de 2022

Columna de Verónica Sánchez: Descansa en paz

La imagen muestra a Verónica Sánchez frente a un cementerio lleno de flores Agencia Uno

Cada uno de nosotros vive lo que se llama “duelo” de diferentes maneras, dependiendo de nuestras creencias religiosas y espirituales. En este sentido, quiero rescatar la importancia del rito y de diversas costumbres que tienen por objetivo facilitar la partida de este mundo de nuestros seres queridos y dar consuelo a quienes quedamos viviendo en este plano.

Por Verónica Sánchez De Darivas

Los últimos días de enero, mi hermano y yo, quienes vivimos en Inglaterra, recibimos una llamada desde Chile; era una llamada que estábamos esperando. En nuestras pantallas de teléfono aparecían nuestras dos hermanas.

-El papá está mal -dijeron al unísono- es hora de que vengan.

Mi corazón dio un vuelco, había estado en Chile en diciembre y había visto cómo su salud se deterioraba cada día un poco más, sabía que era la última vez que lo vería en esta vida.

Con mi hermano empezamos una casi frenética carrera para lograr llegar a verlo una vez más o al menos a su funeral. Las restricciones existentes en varios países a raíz de la pandemia, entre ellos Chile, nos imposibilitaban partir rápido.

Después de mucho papeleo, tests PCR y búsqueda de vuelos directos, pudimos partir en cuatro días.

Ya era tarde, nuestro padre pasó a mejor vida la noche antes de nuestro viaje. Esa llamada fue la más triste e impactante que he recibido en mi vida. Sin embargo, también sentí alivio, mi padre llevaba varios años sufriendo, especialmente los últimos meses, su partida lo liberaba de un cuerpo que ya no respondía más.

“Mi corazón dio un vuelco, había estado en Chile en diciembre y había visto cómo su salud se deterioraba cada día un poco más, sabía que era la última vez que lo vería en esta vida”.

Durante el largo vuelo a Chile, tuve la oportunidad de recordar al hombre que fue. En silencio, derramando unas cuantas lágrimas, repasé episodios de una vida que ahora parece lejana. Recordé sus enseñanzas, sus famosos dichos, las canciones que nos cantaba cuando éramos niños y lo orgulloso que estaba de sus hijos.

Cada uno de nosotros vive lo que se llama “duelo” de diferentes maneras, dependiendo de nuestras creencias religiosas y espirituales.

En este sentido, quiero rescatar la importancia del rito y de diversas costumbres que tienen por objetivo facilitar la partida de este mundo de nuestros seres queridos y dar consuelo a quienes quedamos viviendo en este plano.

Mi padre era bombero voluntario de la Segunda Compañía de Bomberos de Santiago, Esmeralda. No era muy religioso, pero sí un apasionado de las ceremonias bomberiles y sabíamos que para él era fundamental ser velado en su querido cuartel y así fue.

Mi hermano y yo llegamos justo a tiempo para ver las significativas “Guardias de Honor”, que tanto su compañía como otras de bomberos efectuaron a lo largo de dos días.

Incluso la Bomba Octava construyó un arco de escaleras para que pasara la carroza por debajo y el actual director de la Esmeralda hizo un discurso memorable. Mi padre cumplió 64 años de servicio como voluntario y ocupó diversos cargos, incluido el de director de la compañía.

“En todas las partes del mundo encontramos ritos que nos ayudan a sobrellevar la partida de un ser querido, algunas culturas tienen una mejor relación con la muerte que otras, sin embargo en todas hay una ceremonia que completa un proceso”.

Cuento esto porque para mí, mis hermanos y mi mamá fue conmovedor y muy importante para nuestro duelo ver a los voluntarios rendir honores a mi padre. Yo lo sentí como el cierre de un ciclo y el inicio de otro, uno de aceptación de su ausencia física y de recuerdo amoroso de su vida.

Las culturas más antiguas de este planeta y nuestros pueblos originarios tienen ceremonias consideradas sagradas y necesarias, como por ejemplo, el llamado “descanso” de los mapuches del sur, que requiere la construcción de una pequeña casita a los pies de un árbol, antes de que el difunto sea llevado al cementerio. Dicha construcción representa la nueva morada del alma del difunto, que es ayudada a ascender y salir del plano humano.

Uno de los libros espirituales más conocidos del mundo y que se refiere a la llamada “muerte” es el Libro Tibetano de Los Muertos. Al leerlo podemos encontrar diversos rituales que se acompañan de oraciones y mantras que van desde ayudar al buen morir de aquellos que agonizan, al tránsito del alma al plano sutil hasta dar consuelo a los familiares de los difuntos.

La cultura tibetana es conocida por ser, antes que nada, espiritual y consideran a la muerte solo como un estado intermedio entre una reencarnación y la siguiente.

“Cuento esto porque para mí, mis hermanos y mi mamá fue conmovedor y muy importante para nuestro duelo ver a los voluntarios rendir honores a mi padre. Yo lo sentí como el cierre de un ciclo y el inicio de otro, uno de aceptación de su ausencia física y de recuerdo amoroso de su vida”

En tanto, en la India, se enciende una lámpara por tres días hasta la cremación en una pira en el río y posteriormente se esparcen las cenizas en las aguas. El río Ganges es considerado el más importante foco de peregrinación para despedir a aquellos que parten de esta vida, pero me imagino que siendo la India un país enorme, otros ríos cumplen la misma función.

En todas las partes del mundo encontramos ritos que nos ayudan a sobrellevar la partida de un ser querido, algunas culturas tienen una mejor relación con la muerte que otras. No obstante, en todas hay una ceremonia que completa un proceso.

Ese proceso se vio alterado por la pandemia durante los últimos dos años y en muchas partes del mundo aún las ceremonias fúnebres están restringidas. Mi sentimiento está con todos aquellos que no pudieron dar un adiós a sus seres queridos en buena forma y cuyo duelo se vio truncado por ello.

Mi humilde recomendación es que busques la manera de despedirte y de celebrar la vida de ese ser querido que ya ha partido, haz lo que tu corazón te dicte. Por ejemplo, para mí, escribir este articulo es una forma de honrar la memoria de mi padre, de expresar sin tapujos que yo sé que la muerte no existe, que su recuerdo queda en mis chips de memoria y que ya nos encontraremos allá en lo alto cuando llegue mi momento.

Te invito a sentarte, cierra tus ojos, inspira y espira suavemente y comienza recordar a tu ser querido, agradécele, envuélvelo en amor y después déjalo ir a donde le corresponde estar.

*En memoria de Roberto Fernando Sánchez Rojas, 1939-2022.

Autora: Verónica Sánchez De Darivas es mentora y coach de Vida Espiritual. Instructora del Método Cyclopea. Escritora. Profesora de Castellano. Embajadora de Paz para el  Mahasiddha Sanctuary for Universal Peace, Lumbini, Nepal. Vive en Londres, camina, viaja y lee mucho.

También puedes leer: Columna de Montserrat Martorell: La muerte de los otros


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#bomberos#duelo#muerte

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