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Planeta

5 de Abril de 2022

Disputa por el agua: ¿causa de guerra u oportunidad para la paz?

Agencia Uno

Desde el Éufrates hasta el Mekong, las presas que aseguran electricidad y agua a un país pueden dejar secos a los Estados río abajo. Pero los recursos hídricos compartidos pueden ser fuente de paz en lugar de conflicto.

Por Deutsche Welle

Poco después de que se iniciara la invasión rusa en Ucrania, Moscú anunció que había bombardeado una presa en el canal de Crimea del Norte. Tras la anexión de Crimea a Rusia en 2014, Ucrania construyó la presa, cerrando literalmente el grifo de la península. El vital suministro de agua al territorio ocupado quedó así bloqueado, lo que provocó una escasez masiva de este elemento.

Es cierto que la guerra en Ucrania no se libra por el suministro de agua de Crimea. Pero la presa es un ejemplo de cómo el poder sobre el agua se utiliza como palanca política, según Ashok Swain, profesor de estudios sobre la paz y los conflictos en la Universidad sueca de Upsala y excatedrático de la UNESCO para la cooperación internacional en materia de agua.

El hecho de que el agua haya sido un desencadenante de conflictos desde hace milenios y que, en ocasiones, se haya utilizado incluso como arma, queda demostrado en la cronología de los conflictos del agua elaborada por el Pacific Institute de Estados Unidos, una organización sin ánimo de lucro que lleva más de 30 años investigando el suministro de agua dulce en el mundo.

Pero los recursos hídricos compartidos también pueden ser una oportunidad para la cooperación. Incluso en Crimea, según Ashok, si la comunidad internacional hubiera involucrado a Rusia y Ucrania en la resolución de la cuestión humanitaria del agua, podría haber proporcionado a ambos estados “un foro para negociar y buscar soluciones al problema del agua, pero también a otros conflictos”.

Tensiones por el agua

Alrededor del 40 por ciento de la población mundial vive a lo largo de ríos que cruzan fronteras internacionales. Algunas regiones sufren el aumento de las sequías debido al cambio climático. La cuestión de cómo compartir los recursos hídricos vitales de forma equitativa está provocando grandes tensiones en todo el mundo.

En febrero, se puso en marcha la Gran Presa del Renacimiento Etíope en el Nilo Azul, a pesar de las continuas objeciones de Egipto y Sudán, que llevan mucho tiempo temiendo el impacto de la presa en sus tierras de cultivo río abajo. La mayor presa de África está destinada a suministrar electricidad a Etiopía a través de sus centrales eléctricas.

Asimismo, las presas que se están construyendo a lo largo del río Mekong, en China, han sido culpadas de la sequía en Tailandia y Camboya. Y las tensiones entre los países rivales India y Pakistán han aumentado por sus aguas compartidas en la cuenca del río Indo.

¿Conflictos reales por el agua o tácticas de distracción?

La herramienta en línea Agua, Paz y Seguridad (WPS, por sus siglas en inglés), creada por el Instituto de Recursos Mundiales, entre otros, muestra un mapa de nuestro planeta en el que se marcan los lugares en los que las tensiones por el agua amenazan con convertirse en violencia. Sin embargo, Scott Moore, autor de un libro sobre los conflictos en torno al agua, afirma que estos disturbios se producen principalmente dentro de los países, y no entre ellos.

Las tensiones internacionales en torno al agua, según Moore, rara vez desembocan en un conflicto total. Y cuando las disputas estallan, el agua suele ser un sustituto de otros problemas.

“A primera vista parece que el agua es la causa del conflicto, mientras que yo diría que suele ser al revés. Las tensiones geopolíticas o las disputas económicas se trasladan al agua”, afirma Moore.

En el caso de las presas en el Mekong, por ejemplo, hay factores muy diferentes que pueden dar lugar a niveles bajos de agua en los países situados río abajo. Sin embargo, los estados afectados atribuyen el problema a la construcción masiva de presas aguas arriba por parte de China. “Los países vecinos están cada vez más preocupados por las consecuencias del creciente poder de China, y creo que lo vemos reflejado en las cuestiones relacionadas con el agua”, señala Moore.

Política y sequía en Medio Oriente

La escasez de agua en Irán ha provocado protestas desde el verano pasado, conocidas como el “Levantamiento de los sedientos”. Al mismo tiempo, se han avivado las tensiones en las antiguas disputas con el vecino Afganistán por su presa Kamal Khan, aguas arriba del río Helmand.

Susanne Schmeier es profesora asociada de derecho y diplomacia del agua en el IHE de Delft, en Países Bajos, un instituto de la UNESCO que imparte educación y formación en torno a cuestiones relacionadas con el agua y su suministro en todo el mundo. Muchas acusaciones, como la de que los países vecinos acaparan los recursos hídricos, pueden ser una forma de desviar la atención de los problemas internos relacionados con el precio del agua o la ineficiencia de las infraestructuras hídricas, según Schmeier.

“Cada vez que Irán se enfrenta a graves crisis hídricas internas, como las protestas de los agricultores o conflictos entre ciudadanos urbanos y agricultores”, explica Schmeier, “los responsables políticos iraníes realizan muchas declaraciones frente a Afganistán diciendo: queremos nuestra parte justa del río”.

Y mientras Irán acusa a su vecino de acaparar agua, también construye sus propias presas en el Helmand y otros ríos, incluido un afluente del Tigris que desemboca en Irak, que a su vez tiene sus propios problemas de escasez de agua.

Irak, afectado por la sequía, culpa a Irán y a Turquía de sus problemas de agua. Turquía, por su parte, tiene presas tanto en el Tigris como en el Éufrates, y aguas abajo, tanto Irak como Siria dicen que estas presas los están dejando secos.

El cambio climático agrava las tensiones

Cuando se construyó la presa de Ataturk en la década de 1980, Turquía se comprometió a liberar 500 metros cúbicos por segundo de agua del Éufrates a través de la presa hidroeléctrica a la vecina Siria. Ahora Turquía culpa al cambio climático de que el caudal sea muy inferior. Pero los kurdos sirios del otro lado de la frontera creen que Turquía está bloqueando el flujo de agua para presionar a las zonas kurdas.

Según Swain, las tensiones en torno a la gran presa hidroeléctrica etíope (GERD, por sus siglas en inglés) también tienen su origen en una maraña de factores geopolíticos y climáticos. La presa, en teoría, podría beneficiar a ambas partes. Los países situados río abajo, Egipto y Sudán, podrían aprovechar su electricidad barata. Al mismo tiempo, la presa podría servir para regular el caudal del Nilo y evitar las inundaciones que han devastado amplias zonas de Sudán en los últimos años.

Sin embargo, la cuestión es qué podría ocurrir si Etiopía retiene el agua durante varios años consecutivos de sequía para mantener su embalse suficientemente lleno. “Ese es el motivo por el que surge este miedo: es el cambio climático”, dice Swain.

El agua como cuestión política

La cooperación internacional en torno a las aguas del Nilo podría ser más fácil si los países situados río arriba y río abajo no pertenecieran a campos geopolíticos distintos. “El mundo se ha dividido en dos bandos. Etiopía cuenta con el apoyo de China y Rusia”, explica Swain, “mientras que Egipto y Sudán están más alineados con Occidente”.

Mehmet Altingoz, que investiga la gestión transfronteriza en la Universidad estadounidense de Delaware, cree que, en Ucrania, un acuerdo en la cuestión humanitaria del suministro de agua de Crimea podría haber contribuido a aliviar las tensiones precisamente a lo largo de esta división mundial.

“La OTAN y Occidente perdieron una oportunidad de reducir las tensiones en la región instando a Ucrania a cooperar para proporcionar acceso al agua a Crimea”, afirma en un artículo reciente del que ha sido coautor.

“Es más fácil cooperar en cuestiones medioambientales”, señala Altingoz a DW. Su propia investigación se refiere a Turquía y Armenia, países que no tienen relaciones diplomáticas, pero que son copropietarios de una presa de la época soviética que se encuentra en su frontera.

Cada mes, explica Altingoz, un comité técnico formado por miembros de las naciones rivales se reúne para decidir cómo repartir el agua. “Hay una amplia cooperación en este asunto y hemos comprobado que mejora las relaciones a nivel local”.

Agua para la cooperación, no para el conflicto

Según la ONU, desde 1948 se han firmado cerca de 300 tratados internacionales sobre el agua y la inmensa mayoría rara vez aparece en los titulares.

“Hay muchos más casos y ejemplos de cooperación en materia de agua, sobre todo si la definimos en términos de acuerdos internacionales relativos a la gestión de recursos hídricos compartidos, que casos o ejemplos de conflicto”, afirma Moore.

Aunque las tensiones por el agua estallan con regularidad entre India y Pakistán, las naciones rivales han colaborado a través del Tratado de Aguas del Indo, que data de la década de 1960, incluso cuando las tensiones han aumentado, afirma Schmeier: “India y Pakistán siguieron reuniéndose en virtud del tratado, incluso cuando estuvieron al borde de la guerra nuclear”.

También menciona el pacto de estabilidad que ayudó a construir la paz en los Balcanes tras la guerra de los años 90, tomando las aguas compartidas del Danubio como punto de partida para la cooperación.

“Negociaron un acuerdo, establecieron un organismo de cuenca hidrográfica y eso unió a los países. Luego se extendió también al comercio, a la eliminación de los legados de la guerra y a muchos otros ámbitos”, explica Schmeier.

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