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Festival de Viña

18 de Febrero de 2023

Crítica de TV: La Gala eterna de Viña del Mar, los incómodos besos a pedido, el destape y Tonka Tomicic como figura

No hubo many cam ni shoes cam ni cámara en 360 grados, no hubo detalles a los looks y las cuatro horas de programa se hicieron sentir, con algunos momentos incómodos y donde el rostro de Canal 13 fue una de las grandes ganadoras de la noche. Pero el programa, que no se hacía hace cuatro años, se extravió ante la culpabilidad que parecen sentir los organizadores por hacer una alfombra roja.

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Cuatro horas duró la Gala del Festival de Viña este año. ¿Realmente necesitamos ver una transmisión tan larga? Por cierto que no. No, al menos, en la propuesta que hicieron este año TVN y Canal 13, conducida por Tonka Tomicic y Eduardo Fuentes, sin secciones llamativas como la many cam -lejos la mejor copia que hizo CHV de las galas de Estados Unidos, cuando partió con este programa- ni la shoes cam ni ese platillo que giraba en 360 grados. No hubo nada de eso. Nada que hiciera ver en detalle la ropa ni los accesorios.

El evento partió con un homenaje a bomberos que se sintió forzado, buscando hacer ver que la Gala no era tan frívola y que, en el fondo, los “famosos” estaban allí por una “buena causa” (¿crear conciencia con la ropa?) y en clave “sustentable” y todas esas peticiones culposas que les hicieron para desfilar, con intención de darle un manto más serio a lo que implica caminar por una alfombra roja.

Pero tras la aparición de los bomberos y Techo-Chile, vino una pausa comercial y luego aquí no ha pasado nada, partió la frivolidad acostumbrada de la Gala y que no tiene nada de malo: mirar cómo se viste gente reconocida es una tontera, un placer culpable, entretención pura, aunque esta vez sin la producción audiovisual de antaño.

Hubo más destape del que uno habría pensado para una Gala que regresó tras cuatro años, eliminada entre el estallido social y la pandemia. Tonka Tomicic lució una transparencia, Kika Silva hizo lo mismo con el vestido de Cecilia Boloco hace 17 años y Vesta Lugg consideró que si el asunto era sustentabilidad, mejor llegar al evento solo con ropa interior y no comprarse nada. Hubo perros que se cruzaron delante de las cámaras, artistas urbanos, Marlen Olivarí volvió a vestirse controversialmente mal y pasó caminando gente conocida y desconocida.

Hubo momentos incómodos: el discurso de Di Mondo de cuatro minutos, pidiendo la unión de derechas e izquierdas, con un Eduardo Fuentes algo nervioso por no dejarle hacer preguntas, y luego el conductor del canal público con su insistencia porque algunos invitados se dieran besos, como si se tratara de una kermesse.

Le insistió a Marcianeke y a la influencer que lo acompañaba que se dieran un beso y dijeran si eran pareja o no, como si se tratara de Don Francisco en los años 80. Arrinconó a los conductores del matinal de Canal 13, Priscilla Vargas y José Luis Reppening, para que también se dieran un beso, ante cierta incomodidad de ambos (aunque ellos han jugado a eso durante estos años) y así, la vergüenza ajena de las peticiones de besos y el tono hiperventilado de Fuentes hizo que fueran los peores minutos de la Gala. Casi lo fue Karol Lucero, aparentemente “descancelado” y quién sabe por qué fue invitado, pero al menos no habló y siguió de largo.

Sin recursos de cámaras para ver los accesorios en las manos y el calzado, televisivamente se pudo ver bastante poco de cómo fueron vestidos los 120 invitados. Pasaba uno tras otro, sin que la cámara diera detalles de su look, lo que transformó el programa en un transitar interminable y poco atractivo, pese a contar con figuras que podrían haberlo hecho más comentable para quienes lo seguían desde la casa.

La Gala marcó 30 puntos, seis menos que la última que se hizo (en 2019), y eso debiera ser motivo de preocupación para los canales organizadores con miras al próximo año. El evento del verano es pura frivolidad e intentar disimular que no lo es resulta poco comprensible. Estuvo a punto de no hacerse, justamente por la incomodidad que provoca en el municipio celebrar la frivolidad. Si van a seguir haciendo la gala, el detalle de los look es algo necesario, más si el asunto dura cuatro horas.

Eso lo entendió Tonka Tomicic, posiblemente la gran ganadora de la noche de la Gala de Viña. Luego de estar en los titulares policiales por el allanamiento a su departamento y contar que se había separado de su pareja, se especuló que podría no estar en la Gala o que tendría un rol secundario. No solo fue la primera en desfilar, sonriente, sino que fue protagonista de la noche y, más gracias a ella que a Eduardo Fuentes, hizo que el evento tuviera algo de chispa.

Es difícil que se consiga lo que tan bien hacía Chilevisión con la Gala -se extraña a Francisca García-Huidobro, quien parece haber nacido para conducir alfombras rojas- pero Tomicic logró darle un poco de esa frivolidad bien entendida a esta Gala 2023, con sus comentarios. No bastó, pero sí para ella, que se desprendió por un rato de las polémicas en torno a su vida personal, para demostrar que sigue siendo una conductora entretenida, eficaz y con suficiente temple para querer dar vuelta la página, independiente de cómo siga reaccionando la gente.

Televisivamente no hubo pifias ni micrófonos que no se escuchaban, como en otros años. Hubo un par de noteros que no aportaron, y el comentarista Nelson Beltrán a ratos estuvo acertado y gracioso y en otros momentos resultó plano y sin entregar mucho dato extra.

Siempre habrá gente que dirá que la Gala de Viña es lo peor de la TV, pero allí están, mirando y comentando. Es parte de la rutina del Festival, ese amor y odio que genera. Pero la alfombra roja es un espectáculo que no se puede dejar llevar por quienes se avergüenzan de ella. Si se hace, se debe realizar con todo y no del modo culposo que imperó en esta versión.

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