Opinión
15 de Abril de 2023Columna de Isabel Plant: Pero nunca Paca
La relación de los movimientos feministas y las carabineras ha sido de vaivenes en los últimos años: de los abrazos en marchas, a gritos confrontacionales, al retroceso de choque frente a la crisis de seguridad que vive el país, cuando la institución de Carabineros figura con un 79% de aprobación, según la última encuesta Cadem, casi el doble del hoy lejano 2019.
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Algunas postales. Mayo de 2018: durante una marcha por la educación no sexista, un grupo de mujeres manifestantes rodean a una carabinera y, sorpresivamente, la abrazan. La imagen se hace viral. “Una está preparada para el golpe, pero ellas me vinieron a hacer algo bonito y se agradece”, dijo después la sargento segundo Alejandra Espinoza.
Octubre y noviembre de 2019: en medio de los diferentes cánticos que se toman las calles durante el Estallido social se escucha “Puta, maraca, pero nunca paca”.
Marzo de 2020: la generala Berta Robles, al mando de la seguridad para la marcha del Día de la Mujer, dice en una entrevista que se siente parte del gran grupo de personas exige igualdad de oportunidades y de derechos. Pero que no, no se definiría como “feminista”.
Julio de 2020: Carabineros de Chile interpone una denuncia en contra del colectivo “Las Tesis” por su himno viral Un violador en tu camino, porque su video incitaría a la violencia contra la institución.
Noviembre de 2022: Dentro del proceso de reforma de las policías impulsado por el gobierno de Gabriel Boric, se firma un acuerdo con ONU Mujeres para incorporar el enfoque de género en la preparación de los y las oficiales.
Marzo de 2023: tras el asesinato de la sargento Rita Olivares, se hace viral un descargo en TikTok de una carabinera, llamada Catherine Apablaza, quien dice: “Ese uniforme es para personas valientes, no para los cobardes que critican detrás de un teléfono, una app, no para esas feministas que dicen ‘la paca no es mi compañera’”.
La relación de los movimientos feministas y las carabineras ha sido de vaivenes en los últimos años: de los abrazos en marchas, a gritos confrontacionales, al retroceso de choque frente a la crisis de seguridad que vive el país, cuando la institución de Carabineros figura con un 79% de aprobación, según la última encuesta Cadem (casi el doble del hoy lejano 2019).
Hay que decir que esta problemática no es solo chilena: en México, por ejemplo, hay discusiones sobre si estuvo bien o no que en la última marcha feminista algunas agrupaciones entregaran flores a las mujeres policías. Años anteriores, las mismas cantaban “policía, hermana, este lado es tu barricada”, mientras que otros colectivos ponían el grito en el cielo por tratar de hacer las paces con representantes del Estado que, como dirían Las Tesis, es un juez que te juzga por nacer en un país que es el cuarto más peligroso para ser mujer de todo el mundo.
El que las compañeras mexicanas estén enfrentadas no debería ser nuestro consuelo, pero bueno, sirve para recordar que el feminismo no es uno, son múltiples visiones políticas distintas, para mi gusto complementarias y necesarias. No hay una sola forma de ser feminista, y eso es bueno, porque no hay una sola forma de ser mujer. Ahora, habría que volver a explicarle a la generala citada más arriba que creer en la igualdad de género y de oportunidades es justamente la base del feminismo, aunque la palabra a algunas no les acomode.
Al momento de entregar flores o abrazos a las uniformadas nos topamos en Chile con nuestros dolores de historia y de estructura. La institución traicionó a los ciudadanos y ciudadanas que juraba cuidar durante 17 años. Décadas después, con democracia instalada, se destapó la corrupción y podredumbre del alto mando, que llevó a una crisis hoy obviada por los tiroteos y encerronas, pero no por eso olvidable ni perdonable.
Y entre medio, emerge la presencia de las uniformadas. Las carabineras son mujeres abriendo camino en espacios masculinizados. Este 2023 solo hay cinco mujeres entre los cuarenta puestos del Alto Mando. Estamos, creo, a años luz de que exista una Directora General. Han enfrentado una cultura de organización machista, incluso hay algunas que valientemente han reportado acoso sexual dentro de la institución.
El problema reside en la estructura: hasta el momento, vivimos en un mundo donde todavía la organización es patriarcal y el Estado moderno, a lo menos en Latinoamérica, no ha podido avanzar en igualar su trato, protección y oportunidades para las mujeres. Desde el abandono a las cuidadoras a la imposibilidad de defenderlas de la violencia de género. La institución de Carabineros es parte de ese Estado, de su brazo armado, y por lo mismo, aunque tenga mujeres en sus filas no puede transformarse en aliada natural del movimiento feminista, sin antes reconocer sus faltas. Las carabineras deben hacerse cargo también de cómo la institución que representan le falla a su género.
Y así llegamos el punto central de esta problemática: ¿sólo por ser mujer, automáticamente, debemos defender a alguien? ¿O perdonarla? ¿O apoyarla? ¿Es el feminismo incluso para las que no creen en el feminismo?
No, no, no, y sí. No estamos obligadas a caernos todas bien. No por ser mujer debemos defender, por ejemplo, a una uniformada que puede abusar de la fuerza. Sí estamos obligadas, como con todo ser vivo, a respetarnos. El trabajo que hacemos para que este mundo sea más igualitario, incluye trabajar por todas.
Si la sociedad es menos machista, habrá más mujeres en las FFAA y en sus altos mandos y eso transforma a las instituciones, les da un enfoque y cultura distintas, y si eso mejora, deberíamos tener más protección y seguridad para las mujeres frente a todo tipo de violencia. O con eso queremos soñar.
El hoy polémico cántico insiste que cualquier cosa es mejor que ser carabinera, que “nunca paca”. Y obviamente es sólo un grito y en parte existe porque rima y no se le puede exigir coherencia, pero sí que necesitamos “pacas”: le dejo a otros columnistas defender la existencia de la policía, pero más pertinentemente para lo que nos convoca, qué importante es que sea una mujer la que le tome declaraciones a una víctima de violencia sexual.
Si marchamos sólo para las que también marchan, la pega es demasiado fácil. Si el feminismo es solo para las convencidas, no sirve. Tenemos que trabajar por todas esas otras: a las que no les llega el mensaje porque están en los sectores más desprotegidos y aislados, a las que no logran ver que queremos lo mismo, a las que están en otra vereda política (sí, por ellas también), a las que confunden feminismo con enojo y a las que más nos necesitan. Incluidas, claro, las “pacas”.