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Opinión

23 de Abril de 2023

Columna de Felipe Harboe | Seguridad: Orientarse al resultado

Agencia UNO

A pesar de nuestros sofisticados sistemas tecnológicos y la multiplicidad de funcionarios en las diversas instituciones, no existe un sistema de evaluación externo que mida los verdaderos impactos de las medias que se anuncian.

Por Felipe Harboe Bascuñán

Discutir sobre la falta de seguridad que vive Chile parece deporte diario. El problema es hasta cuándo seguiremos discutiendo y en qué momento los encargados pasarán de la preocupación a la ocupación de la inseguridad que se vive a diario. 

Resulta recurrente escuchar a autoridades anunciar “querellas contra quienes resulten responsables”, pero al poco andar se nos olvida de su existencia (sería bueno saber cuántas son y en que va cada una). Luego, igualmente común es observar que con cada conmoción pública se anuncia un nuevo proyecto de ley, pero al poco andar esos proyectos se archivan, duermen en su tramitación o se les pone letra chica que los transforma en letra muerta.

Para sumar frustraciones, recordemos los anuncios de planes o programas de intervenciones barriales o comunales, las que durante las primeras semanas nos informan de grandes cantidades de detenidos en redadas comunicacionalmente espectaculares, pero al poco andar nunca sabemos cuántos de esos detenidos quedaron privados de libertad, cuántos pertenecían a bandas criminales, cuántos delitos se esclarecieron y cuántos de ellos fueron formalizados y condenados. 

¿Qué tienen en común todos estos anuncios o medidas en seguridad? La falta de accountabillity o rendición de cuentas. Sí, a pesar de nuestros sofisticados sistemas tecnológicos y la multiplicidad de funcionarios en las diversas instituciones, no existe un sistema de evaluación externo que mida los verdaderos impactos de las medias que se anuncian y, por consiguiente, no se puede medir su eficacia y eficiencia.

Como complemento de lo anterior es dable constatar que el sistema de incentivos funcionarios no está orientado a metas de resultado, sino más bien de cumplimiento de hitos (muchas reuniones y pocas soluciones). Basta pedir las calificaciones de funcionarios públicos, policías y fiscales para constatar que en un altísimo porcentaje todos declaran cumplir sus metas y, por tanto, obtienen sus incentivos económicos, mas los resultados de cara a la ciudadanía siguen siendo igual de malos. 

Chile debe asumir que la realidad delictual cambió. Hoy, el crimen es distinto, tanto en su composición como en su morfología. Pasamos del delincuente al criminal, del agresivo al violento, del delito de robo al homicidio y, por tanto se requiere asumir que no tendremos resultados exitosos si seguimos haciendo más de lo mismo.

Necesitamos repensar nuestras instituciones para los nuevos desafíos. Las policías y sus funciones, el Ministerio Público y su estructura orgánica y el gobierno y su gobernanza en seguridad.  Necesitamos hacerlo con ellas y no contra ellas. Necesitamos pensar fuera de la caja, reorientar los incentivos para el logro de resultados.

Requerimos fijar una política criminal que oriente el actuar de todas las instituciones que participan del sistema de seguridad, pero para ello, debemos previamente crear un “sistema de seguridad” donde cada institución mantenga su autonomía pero entienda su obligación de interactuar con las otras en función de resultados medibles y cuantificables.

Necesitamos flexibilizar el sistema administrativo para que en momentos de excepción por inseguridad se puedan intervenir servicios, formar fuerzas de tarea integradas, adquirir tecnologías y crear instancias de cooperación público-privada en beneficio de la seguridad. Sólo así podremos comenzar a quebrar la tendencia al alza de violencia y crimen. Chile merece más y puede mucho más.

* Felipe Harboe, abogado y exsubsecretario del Interior.

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