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19 de Enero de 2024

A mi pareja le gustan los abrazos pero a mí no: los distintos “lenguajes del amor” que enfrentan las relaciones

A mi pareja le gustan los abrazos pero a mi no: los distintos "lenguajes del amor" que enfrentan las relaciones

Descubrir y comprender los diversos lenguajes del amor puede ser esencial para mantener la armonía en una relación. Sin embargo, este no fue el caso de Valentina Muñoz y su polola cuando se conocieron. Debido a que una prefería mostrar su amor a través de actos de servicio y la otra mediante el contacto físico, los problemas no demoraron en aparecer. Para solucionarlo, la clave fue la comunicación.

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Las primeras discusiones entre Valentina Muñoz (22) y su polola fueron por la falta de abrazos. Aunque decirlo así es simplificarlo, ya que la diferencia era más profunda: tenían distintos lenguajes del amor. Mientras que Muñoz expresaba su cariño a través de actos de servicio, como servirle desayuno en la cama o cocinándole, su pareja esperaba más contacto físico

“El conflicto principal fue que me decía que yo era muy fría”, recuerda Muñoz en conversación con The Clinic. Agrega que por su autismo y su forma de ser, los abrazos no eran algo que le nacía o que le gustara: “Ella me abrazaba, y yo en confianza, la empujaba. La rechazaba. Y siempre me decía: ‘pucha, siempre me rechazas, siempre me empujas. No sé si quieres que me acerque, no sé qué onda’”. 

La situación, en un inicio, les ocasionó un conflicto: la polola de Muñoz sentía que ella no la quería, mientras que la otra se sentía obligada a ser alguien que no era. “Pucha, es que yo soy así”, le explicaba cuando la cuestionaba. 

Sin embargo, ninguna de las dos estaba equivocada en sus emociones. La psicóloga Densky Retamal, profesional del Centro Médico Cetep con experiencia en terapia de parejas y diplomada en Mediación Familiar, ve pertinente explicar primero qué es el lenguaje del amor. “Es la forma de entender a la persona que queremos, cómo nosotros le expresamos nuestro amor a la persona que queremos”, explica ella. “Y lo mismo cómo queremos recibirlo. Si queremos recibir el amor con caricias, con atenciones, con mensajes de cariño. O sea, en el fondo, es la manera en la que me gustaría que me quisieran”. 

Esta no es una idea nueva. En 1992, el pastor Gary Chapman, distinguió en su libro “Los cinco lenguajes del amor”, una serie de maneras de expresar cariño entre la pareja. Algunas son a través de palabras de afirmación, regalos, tiempo de calidad, actos de servicio y contacto físico. Así, Chapman estableció que cada persona expresa y quiere recibir el amor en uno de estos cinco lenguajes.

No es poco común que haya conflicto cuando una pareja demuestra tener distintas formas de expresarse cariño. “Significa que van a haber diferencias, discusiones. Ya que, en el fondo, lo que yo estoy pidiéndole al otro, no es lo que puede entregar. El otro va a ofrecer solo lo que aprendió a entregar. Entonces, esto va a generar conflictos en la medida en que la pareja no desarrolle un grado de empatía con la otra”, explica Retamal. 

La comunicación como clave de los lenguajes del amor

¿Cómo pueden abordarse estas diferencias? “Aquí es fundamental la comunicación”, apunta Retamal. “Porque en la medida que yo exprese de qué manera quiero recibir el amor, el otro probablemente va a conectar y va a entender. Así, yo voy a facilitar que el otro me de ese tipo de cariño o afecto”. 

Cuando Valentina Muñoz y su polola discutieron, fue porque la primera aún no le contaba su disgusto por esas demostraciones de afecto y la segunda aún no le decía que le molestaban los continuos rechazos. En la discusión, Muñoz le reveló qué era lo que no le gustaba de los abrazos. “A veces, me molesta un poco que te acerques como tan rápido, como tan intenso ese abrazo”, le dijo. “Porque no me molesta que tú me abraces, sino que me molesta lo que siento en mi cuerpo. El hecho de que sea tan apretado”. 

Eso fue el inicio de una conversación en la que llegaron a un acuerdo que se mantiene hasta hoy. Valentina nunca más la empujó e inicia más abrazos -aunque suaves-, y su polola le avisa cuando va a abrazarla.

Retamal apela que más allá de solucionar este problema, debe garantizarse un espacio efectivo entre la pareja para que se pueda conversar el tema. Para lograrlos, la psicóloga aconseja que sean fuera del contexto cotidiano, tales como una cita o en un lugar especial. “Esta conversación puede realizarse donde puedan tener profundidad y contenido. Que puedan conversar en la sobremesa dos horas, por ejemplo, solos. Y llegar a lo profundo de cada pareja, entrar en el mundo del otro”. 

Así, después de conversarlo, Muñoz comenzó a hacer más cariñosa y dar más abrazos. “Es como medio agotador andar forzándolo al principio. Pero, ahora con el tiempo, ya no. Porque ya nos atendemos. Sabemos que tenemos distintas personalidades. Y por mi parte, ya me sale más natural. Me vine acostumbrando igual al hacerle empeño”, concluye Muñoz. 

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