Kamala Harris vs Donald Trump: la mirada de los chilenos que votarán en las elecciones de Estados Unidos
Los chilenos residentes en Estados Unidos se preparan para elegir presidente y enfrentar decisiones clave en sus estados. Para algunos, Kamala Harris representa democracia y estabilidad. Para otros, Donald Trump es quien mejorará la economía y contribuirá al fin de las guerras a nivel mundial. ¿Qué votan los chilenos en esta elección?
Por Paz Radovic, desde Estados Unidos 3 de Noviembre de 2024Compartir
Por carta o presencial. Esas son las dos maneras por la que algunos chilenos viviendo en Estados Unidos podrán ejercer su derecho a voto –voluntario para todos– en las elecciones presidenciales de este martes 5 de noviembre en las que competirán el expresidente Donald Trump (Republicano) y la vicepresidenta actual Kamala Harris (Demócrata).
Para que una persona extranjera en ese país pueda votar, tiene que ser residente. Y para ser residente –con derecho a sufragio– tiene que cumplir con la nacionalidad o una ciudadanía que se le puede otorgar solo después de un largo proceso que implica requisitos básicos como tener residencia permanente, haber vivido de forma continua, entre otras cosas que incluye entrevistas y hasta un examen.
Aunque la fecha oficial es la próxima semana, votar tanto por correo físico como presencial se puede hacer antes de ese día. A Paz Braun (30), periodista chilena viviendo en Boston nacida en Estados Unidos le llegó un PDF con toda la información tras inscribirse online. Ahí, le explicaban que tenía entre el 19 de octubre y el 1 de noviembre para enviar sus votos por correo o dirigirse a algún local de votación disponible. Además le llegó un instructivo de cómo hacerlo.
Como ella hay otros tantos chilenos con residencia y ciudadanía americana distribuidos en los 50 estados de EE.UU que están considerados en el padrón electoral. El problema, dicen desde Cancillería, es que no hay manera de saber el número de esos votantes. ¿El motivo? el registro es de las autoridades estadounidenses.
Según un estudio de Pew Research Center, se estima que 36,2 millones de electores latinos vayan a votar, lo que supone casi un 15% del total del padrón. Todos tendrán que hacerlo por presidente y representantes en el Congreso. A otros, además de esas opciones se le suman gobernadores locales e, incluso, referéndums de iniciativas en sus propios estados. Todo depende del lugar en donde estén.
A Braun, por ejemplo, le toca votar también por establecer un salario mínimo para trabajadores con propina, legalizar algunas sustancias psicodélicas naturales, permitir la sindicalización de conductores de aplicaciones de transporte, y eliminar un requisito para graduarse de secundaria.
José Simián (49), un abogado con doble nacionalidad chileno-americana que vive en Nueva York, tendrá que aprobar o desaprobar en su papeleta propuestas en temas urbanos locales, y políticas que apoyen empresas de minorías y mujeres.
En el estado de Georgia, donde la corredora de propiedades, Adriana Herrera (35), vive en la ciudad de Atlanta con su marido y tres hijos, se votan iniciativas que podrían cambiar cuánto se paga en impuestos a la propiedad, cómo se adjudican los casos fiscales y cómo se gravan las pequeñas empresas.
“La inscripción es fácil y la entrega de información me parece muy democrática. En el PDF que te llega por correo, te explican lo que estás votando, además de un párrafo de lo que estás votando, lo que dice la gente en contra, lo que dicen los a favor y cuál fue la recomendación del comité encargado de procesar dichas iniciativas”, dice Paz Braun.
Para lo que no existen explicaciones de contexto ni posiciones a favor o en contra dentro del documento es para la pregunta que se avecina como la elección más difícil en 100 años de democracia. Así lo han dicho académicos y analistas electorales. Y así lo anticipaba la junta editorial del New York Times en el texto que publicó el 30 de septiembre:
“La mayoría de las elecciones presidenciales son, en esencia, sobre dos visiones distintas de Estados Unidos que surgen de políticas y principios en competencia. Esta, en cambio, trata de algo aún más fundamental”.
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Adriana Herrera ya había participado en elecciones anteriores en Estados Unidos. Aunque vivió desde los seis años en Miami y tenía nacionalidad estadounidense por su papá, pasó la mayoría de su tiempo en Chile y volvió junto a su marido hace 10 años a vivir a Los Ángeles. Ella iba en búsqueda de una carrera en actuación y producción. Él, a estudiar una maestría en administración de empresas (MBA) en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
La primera vez que pudo votar, fue para las elecciones de 2016, donde optó por Hillary Clinton.
“Me considero bastante independiente, más que a favor de Hillary, voté en contra de Trump. Él no es un republicano tradicional. Rompió, quebró y desmembró el partido Republicano, creando algo totalmente nuevo y negativo. Eso daña mucho la imagen y reputación de Estados Unidos a nivel mundial”, plantea.
Esa es parte de las razones por las que votará ahora por Kamala Harris. Sobre todo porque esta vez el escenario es distinto. No solo porque la carrera presidencial de Donald Trump se da en medio de una sentencia criminal que lo declaró culpable en 34 cargos graves de falsificación de registros comerciales, en un caso derivado de un pago que silenció a una estrella porno.
También, porque, para Herrera, existe un antes y un después tras el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Dice que la democracia se quebró, cuando cientos de seguidores de Trump irrumpieron en el edificio del poder legislativo en Washington, D.C.. Su objetivo era detener la certificación oficial de los resultados de las elecciones de 2020.
Para Herrera, la participación del expresidente en ese evento violento fue directa.
“Para mí está la guerra civil y está ese evento. Entonces, ¿con qué autoridad lideras el mundo si en tu propio país te tomas el Capitolio?”, se pregunta.
Las tensiones en su entorno no son tantas, explica. Es la división de los territorios más que sus pares. Herrera explica que a las afueras de la ciudad es donde más propaganda existe por Donald Trump. Mientras que en el centro existe un cierto consenso en que la mejor opción es Kamala Harris.
Las veces que les ha tocado discutir con votantes republicanos es difícil sostener un diálogo enriquecedor, cuenta.
“Pasa que empiezan a caer en este hoyo de noticias falsas, de exageraciones, de locuras, o de problemas y temas que agrandan, donde terminan argumentando más desde la emoción que desde la razón”, reflexiona.
Las materias de geopolítica y política exterior es otra de las cosas fundamentales para Herrera. La negociación con otros países no puede descansar en una persona que sea, como ella describe a Trump, impredecible, errático, narcisista, que no escucha a sus asesores.
“Estamos hablando de alguien que tiene los códigos nucleares”, dice.
Pero más allá de eso, Herrera tiene un miedo más fuerte: “Siempre he estado en contra del libre acceso y control de armas. Tengo un hijo en kínder en un colegio de Atlanta. Y me preocupa que los americanos puedan comprar armas de guerra, disparar 50 rondas automáticas y matar a 10 niños en un colegio, como se ha visto a menudo que pasa en este país”.
El abogado de Brooklyn, José Simián, lleva 20 años viviendo en Estados Unidos. De padres chilenos, pero nacido en el estado de Utah, desde 2004 que puede votar y lo ha hecho siempre por el partido Demócrata.
“Quizás alguna vez he votado Republicano por algún alcalde cuando la otra opción me parecía demasiado mala”, comenta.
El hecho de vivir en Nueva York, un estado históricamente demócrata que nunca ha estado en disputa, hace que su voto no siempre sienta que valga la pena, dice.
“Es como una sensación rara sentir que pese a que el voto popular siempre lo han ganado los demócratas, el presidente muchas veces es republicano por el sistema electoral y porque la elección al final, la definen los estados pendulares”, reflexiona.
Aunque Simián no cree que Trump sea capaz de llevar a cabo los planes que tiene, plantea que sí esta vez se presenta como un riesgo para la democracia.
“Estamos más cerca de lo que nunca hemos estado de un gobierno autoritario. El sistema democrático de EE.UU. resistió los ataques y el daño que le hizo Trump en su mandato anterior, pero no sé si sea capaz de resistirlo ahora”, advierte.
Un gobierno de Kamala Harris, en cambio, es un escenario distinto. El abogado sostiene que a veces han sido injustos con ella en no valorarla como figura y solo representar el voto anti Trump. En un principio estuvo de acuerdo con que el presidente Joe Biden se bajara de la carrera presidencial ya que, argumenta, el deterioro cognitivo era evidente. La irrupción a último minuto de la vicepresidenta como candidata, aunque improvisada, le pareció adecuada.
“Ella tiene potencial de ser buena líder, es una mujer capaz, inteligente, tiene la experiencia de ser vicepresidenta. Ha sido parte de un gobierno que ha evitado una recesión que venían avisando desde hace años. Hoy el desempleo está bajo, y pese a que la situación económica no es tan buena por el tema de la inflación, en términos macroeconómicos el país está bien y el gobierno ha tenido una buena conducción”, comenta el abogado.
Descifrar el comportamiento del voto en Estados Unidos es difícil, explica Simián. Sobre todo, porque un país con estado federal y con 345 millones de personas no es una población que sea comparable con Chile, ni en números, ni en política.
De su entorno, cuenta que hay muy poca gente que vota por Trump. José Simián comenta que algunos papás de sus amigos votan por él, pero no sus cercanos. En general son personas que no viven en NY, sino que en otras partes de Estados Unidos.
“En general las ciudades en las costas o la gente con más capital económico y cultural tienden a ser más demócratas, mientras que las republicanas están más al centro del territorio. Aunque este es un país muy complejo. La gente dice ay, es que los gringos son así, pero ¿cuáles gringos? Yo conozco de muchos tipos”, explica.
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Ninguno de los chilenos votantes de Trump entrevistados para este reportaje quiere dar su nombre completo. Sus argumentos varían desde no poder estar autorizados a hacer comentarios políticos en su trabajo, a simplemente no estar cómodos con la idea de hacer públicas sus opiniones.
¿Es por miedo a que los juzguen por su voto? Jorge Barrera, abogado, exlíder de los asesores constitucionales del Partido Republicano en el último proceso constituyente, tiene una explicación.
El constitucionalista vive desde hace cinco años en Indiana, donde trabaja como profesor asistente de derecho en la Universidad de Notre Dame. Desde ahí, y aunque no puede votar, cuenta que el miedo de los chilenos a decir su voto ya lo había visto en otras elecciones.
“Tuve la oportunidad de vivir la disputa entre Trump y Clinton en 2016 mientras hacía mi maestría en Derecho en UCLA y la sensación en un estado abiertamente progresista como California, fue exactamente la misma. Los propios estadounidenses ocultaban su preferencia por Trump. Pero volviendo a los chilenos, yo percibo que es una actitud general de hablar poco de política en los Estados Unidos, no es un tema de Harris o Trump, es un tema de no involucrarse en algo que les resulta ajeno”, plantea el abogado.
Camilo (30) es un votante reciente en Estados Unidos. Aunque nació en Chile, su mamá le transmitió la ciudadanía estadounidense, y finalmente se registró para votar hace apenas dos meses. Todo eso mientras estudia un MBA en Nueva York. Sin embargo, no está seguro de que su voto tenga un gran impacto.
Por las mismas razones que da José Simián del otro lado, vivir en un estado que ha sido consistentemente demócrata en las últimas elecciones no va a mover mucho la aguja.
“Mi voto aquí en es simbólico”, comenta Camilo. Y agrega: “Pero si decido ir a votar el martes, lo voy a hacer por Donald Trump”.
Más que por el candidato, dice, lo haría por el partido. Para él, aunque no considera a Trump el político ideal, cree que su enfoque en la economía y la seguridad le representan más que las propuestas de Kamala Harris a quien, dice, encuentra inexperta e ineficaz.
Cuando se trata de priorizar temas, Camilo dice que la economía es lo primero. “Hoy en día, tienes un mercado laboral débil, la inflación sigue siendo alta, y los indicadores económicos no mejoran. Los demócratas no parecen tener soluciones claras para estos problemas”, analiza.
Desde su mirada, Trump es una figura que, aunque polémica, ha tenido éxito en evitar conflictos armados.
“Si quieres antecedentes, Trump terminó guerras, y en el gobierno de Biden se han empezado más guerras de las que se han terminado. De hecho, en la única guerra que tuvo que implementar una salida, que fue en la de Afganistán, salió todo mal. Se murieron soldados y los talibanes se volvieron a tomar el país. Creo que EE.UU. pone una posición más fuerte y ejerce más presión cuando hay más mano dura y creo que Trump podría tenerla”, explica.
—¿Y cree que a los chilenos que pueden votar les da miedo decir que lo hacen por Trump?
—Creo que es un fenómeno mundial que la izquierda y los medios han liderado una campaña de cancelación. En donde cualquiera que no esté de acuerdo es demonizado. La falta de diálogo en parte viene de ahí –concluye el estudiante de postgrado.
Carlos (28), chileno nacido en Estado Unidos que trabaja en finanzas en Dallas, también apoya a Trump. Aunque admite que fue una sorpresa cuando ganó en 2016. Dice que, para ese entonces -y al contrario de Camilo-, votó más por el personaje que por el partido. Porque le gustaban más las ideas que Trump tenía en materia imigración y de economía. Y, además, por ser un candidato externo y no un político tradicional.
“Los partidos Demócratas y Republicanos se han consolidado como los dos más grandes y aunque se dice que son opuestos, en realidad son colegas y hacen muchas cosas que le interesan más a los gobiernos que a las personas”, reflexiona.
Para la última elección donde Joe Biden salió electo, su diagnóstico es que mucha gente votó en contra de Trump solo porque estaban cansados de escucharlo. No por sus políticas públicas.
En cuanto al juicio por el que cruza Donald Trump en la mitad de la carrera presidencial y los eventos del 6 de enero de 2021 en el Capitolio -razones que podrían perjudicar su elección este martes- Carlos dice que no influyen.
“Los que van a votar siempre en contra de Trump van a votar en contra de él porque es él no más. Pero no porque quieran tener una discusión de verdad. La mayoría del país se ha dado cuenta que la mayoría de los juicios que se le imputan son inventados para frenar su carrera. Y sobre el asalto al Capitolio, la verdad es que a la gente no le importa nada”, reflexiona.
Los temas como la migración, para Carlos, son fundamentales. Dice que ha visto cómo el gobierno no ha logrado controlarla y se nota mucho cómo han cambiado ciudades como NY, donde vivió antes de irse a Dallas. Dice que esta se ha deteriorado con los años y con la cantidad de migrantes irregulares que han llegado.
Por otro lado, las malas políticas económicas del gobierno de Biden, dice, afectan a las poblaciones más vulnerables del país, las cuales están más presentes en los estados del sur.
“Creo que los políticos se han enfocado más en mantenerse en el poder y la cantidad de plata que pueden ganar y se han olvidado de representar a la gente de los distintos estados que componen este país”, sentencia.
Sobre geopolítica, tiene la misma visión que Camilo:
“Trump es el único presidente en la historia de EE.UU. que no se ha metido en una guerra. La situación en Ucrania y en el Medio Oriente no ha parado, de hecho les siguen enviando plata de mis impuestos. No entiendo cómo la gente no quiere paz”.