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12 de Mayo de 2025Recordar los sueños podría tener relación con tu estado emocional según un neurólogo chileno
El neurólogo de la Universidad de Chile, Pablo Salinas, explicó a The Clinic que el poder recordar los sueños no está ligado al tener un mal dormir o un sueño poco reparador "sino que por el contrario, el recordar la actividad onírica se asocia más que nada al horario en que despierto".
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Algunas personas son capaces de recordar vívidamente sus sueños, con olores, sensaciones e incluso colores. Otros solo puede rememorar una idea, de algo diluido y sin mucho sentido. La verdad es que todos somos capaces de dormir y soñar, pero ¿por qué algunos se despiertan y saben lo que soñaron?
El académico y neurólogo de la Universidad de Chile, Pablo Salinas, explicó a The Clinic que “habitualmente no recordamos la actividad onírica que tenemos. Esa actividad onírica ocurre durante el sueño REM, que es el sueño reparador. Tender a recordar los sueños no significa necesariamente haber tenido un sueño poco reparador, sino que generalmente se asocia con un despertar súbito entre medio del sueño no REM, que es el que se ubica al final de la noche. De hecho, el poder recordar el sueño después es un fenómeno que ocurre en los primeros minutos después del despertar“.
A juicio de Salinas, el poder recordar los sueños no está ligado al tener un mal dormir o un sueño poco reparador “sino que por el contrario, el recordar la actividad onírica se asocia más que nada al horario en que despierto. Si es mitad del sueño REM, posiblemente voy a recordar durante un rato”, añade.
¿Por qué recordamos los sueños?
El académico apunta que “las personas que pueden recordar varios sueños, asocian generalmente esta capacidad o este fenómeno con el contenido de los sueños, que a su vez se desprende de la actividad psíquica que uno tiene durante el tiempo de vigilia. Es por eso que en los sueños retratamos muchas veces nuestras inquietudes, nuestras preocupaciones o nuestros momentos alegres o tal vez momentos tristes durante el día diurno“.
“Es precisamente ese contenido de los sueños, el que muchas veces nos imprime en la psiquis la importancia de lo que estamos soñando y permite que lo recordemos después. Pero eso generalmente es algo fluctuante. No ocurre en todas las personas y cuando ocurre tampoco es un síntoma de alarma, sino, por el contrario, generalmente se asocia a la intensidad psíquica del contenido del sueño que se está teniendo, no a alguna alteración de la higiene o de la calidad del sueño que está teniendo la persona”, afirma.
La higiene del buen dormir
Para Salinas, “cuando hablamos de la calidad del sueño hablamos de los factores externos que afectan la calidad del sueño y cualquier enfermedad de base que pudiera alterar la calidad del sueño. En cuanto a los factores externos, hay que recordar que siempre se recomienda tener una buena higiene del sueño”.
“Tener una buena higiene de sueño consiste en poder armar la infraestructura para tener una buena calidad de sueño. Vale decir, conciliar el sueño en un ambiente confortable, sin mucho frío ni mucho calor, oscuro y sin ruidos. Vale decir, el último alimento antes de conciliar el sueño debería haber sido por lo menos una hora o una hora y media antes. El ejercicio nocturno debería haber sido por lo menos unas dos horas antes de conciliar el sueño y conciliar el sueño sin pantallas delante”, destaca el académico.
El neurólogo también recomienda “coordinar la cantidad de horas de sueño con la hora que estoy conciliando el sueño, dependiendo de mi edad. Por otro lado, si tengo problemas de conciliación de sueño o de mantención de sueño, hay que indagar que sí este fenómeno existe a pesar de estar con buenas condiciones de higiene de sueño, podría tratarse de alguna enfermedad y ahí, precisamente, las enfermedades de salud mental son aquellas que adquieren mayor importancia. Trastornos ansiosos, trastornos depresivos pueden generar una alteración de los ciclos de sueño vigilia, por lo tanto, hay que estar atento que una alteración del sueño de las personas pudiera ser el síntoma de alguna enfermedad de salud mental, lo que tiene que ser un motivo de consulta”.
Los cambios cuando envejecemos
Con respecto a los cambios que experimentamos cuando nos hacemos mayores, el neurólogo detalla que “a medida que envejecemos va disminuyendo la cantidad de horas totales de sueño durante la noche. Si en la adolescencia se requieren aproximadamente unas 10 horas más o menos de sueño, ya en la adultez podemos hablar de 7 u 8 horas de sueño. Cuando uno es adulto mayor, fácilmente podríamos entre 6 a 7 horas de sueño”.
“Tanto o más importante que la cantidad de horas de sueño es lo que llamamos la arquitectura del sueño. O sea, que exista una sucesión fisiológica de las etapas del sueño, en que la primera mitad de la noche corresponde a un sueño más superficial donde disminuye toda la actividad cerebral junto con la actividad motora y luego, en la segunda mitad de la noche, comienza a reactivarse la actividad cerebral. Se registra el sueño REM, que es del movimiento rápido de ojos y donde, en efecto, se ha comprobado que se producen los mecanismos de reparación celular, tanto a nivel neurológico como al resto de los órganos del cuerpo. Es crucial que exista esta sucesión cronológica. Primero de sueño no REM, seguido de sueño REM para que en efecto el sueño sea de muy buena calidad, independiente de la cantidad total de horas”, agrega.
Con respecto a las siestas, el experto indica que “corresponden a una recomendación de sueño saludable. Si los seres humanos pudiéramos tener la posibilidad de dormir una siesta de no más de 30 ó 40 minutos durante el día, eso serviría para reponerse durante las actividades diarias. Por lo tanto, no es una recomendación que esté ligada únicamente a la mala calidad del sueño”.