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6 de Julio de 2025“Aquí comió el Papa”, papaletas y merch: un día en Chiclayo, la modesta localidad peruana donde vivió León XIV y que hoy vive un boom turístico
Luego de que Robert Prevost fuera elegido Papa, Chiclayo alcanzó una relevancia mediática que antes no tenía, gracias al saludo que les dedicó en su primer discurso y a los ocho años que pasó en la ciudad. Ahora, esta localidad del norte del Perú busca traducir ese interés en turismo, destacando su gastronomía local, la riqueza arqueológica del Museo Tumbas Reales de Sipán y el Santuario Histórico Bosques de Pómac, una categoría que en Perú solo ostentan cuatro lugares, incluyendo Machu Picchu. En las calles de Chiclayo, la alegría por el nombramiento del Papa se siente, y los habitantes de la ciudad inflan el pecho cuando hablan del sacerdote, sobre quien la mayoría solo tiene buenas palabras por su paso por la ciudad.
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—¿Cuándo va a venir el Papa a Chiclayo? — dice un hombre en las escaleras de la basílica de Santa María, donde León XIV presidió la misa durante ocho años. La pregunta va dirigida al padre Fidel Purizaca, quien trabajó junto a Robert Prevost cuando este era obispo de la diócesis de esta ciudad del norte de Perú, que hoy vive una revolución por quien consideran su ciudadano ilustre.
Es cosa de caminar unas cuadras por Chiclayo para ver cómo el Papa León XIV se convirtió en un fenómeno turístico: casi todos los locales hacen alusiones a su figura. Todos quieren decir: “aquí estuvo”, “aquí comió”, “este es su plato favorito”, o “esto está bendecido”. También el merchandising y las fotos inundan las calles. Algo es evidente: el 8 de mayo, día en que salió humo blanco desde el Vaticano, no solo cambió la vida de Robert Prevost. También, la de los más de 700 mil habitantes que tiene la ciudad.
Purizaca está parado en el frontis de la iglesia, con una foto del Papa León XIV pegada en un mural a sus espaldas. El sacerdote habla con un grupo de periodistas de Chile y Ecuador, que, invitados por PromPerú (el organismo público encargado de promover la imagen del país), están en Chiclayo el mismo fin de semana en que se celebra “Perú, Mucho Gusto”, la feria gastronómica que reunió a más de 80 exponentes de la cocina de las 25 regiones del país y que convocó a 100 mil personas.
“Seguro va a venir pronto”, responde Purizaca, quien es el vocero de la diócesis de Chiclayo desde que Prevost fuese nombrado pontífice el pasado 8 de mayo. Su relación comenzó cuando en el año 2019 lo trasladó desde Pacora hasta Chiclayo. Desde ahí se convirtió en su mano derecha.
El padre cuenta a modo de anécdota, que León XIV sigue en contacto con la sede a través de WhatsApp, el pasado mes de mayo, saludó a uno de los sacerdotes a través de la aplicación de mensajería.
Los ojos del mundo sobre Chiclayo
“Si me permiten también una palabra, un saludo a todos, y en modo particular a mi querida Diócesis de Chiclayo, en el Perú”, dijo el Papa desde el balcón de la Santa Sede, en su primer discurso como máximo representante de la Iglesia Católica. La prensa internacional y los usuarios de redes sociales se volcaron a buscar más información sobre esta ciudad, para muchos desconocida.
“Para nosotros fue una absoluta sorpresa cuando nombró la ciudad”, dice un habitante de la urbe más poblada de la región de Lambayeque y la quinta del país. El orgullo de los habitantes de la zona, junto con el del gobierno peruano, se transformó en la intención de trabajar en una incipiente ruta religiosa que combine el paso del sacerdote por la ciudad con platos tradicionales, arqueología y un santuario natural.
La basílica que mira de frente al Parque Principal de Chiclayo es el punto de partida de esta ruta. Cruzando la calle Elías Aguirre se encuentra la Residencia Episcopal, donde solía vivir el Papa. El guardia del lugar comenta que gran parte de su día transcurría entre la basílica y el hogar, donde compartía con los demás sacerdotes.
A un costado del recinto, los restaurantes exhiben pizarras que anuncian que el Papa comió allí. El restaurante El Trébol destaca “el plato favorito del Papa”: el frito de Chiclayo, una preparación a base de cerdo, yuca y camote que se sirve como desayuno. En las paredes del local, fotografías del ahora Papa León XIV durante sus años en Chiclayo decoran el ambiente.
Un simpático mesero asegura haber atendido al entonces sacerdote en más de una ocasión, ya que frecuentaba con regularidad el lugar. Según cuenta, siempre se sentaba en la mesa número 3, que tiene una vista privilegiada a la basílica. En el local contiguo, Las Américas, un cartel también proclama que el Papa comió allí y ofrece “comida bendecida, comida con fe”.

En el otro extremo de la plaza, en el balcón del Palacio Municipal, una figura de cartón del sacerdote con los brazos extendidos recrea la imagen de su primer discurso en el Vaticano. A su costado, una gigantografía saluda a León XIV. Desde el 8 de mayo todo gira en torno a la figura eclesiástica.
En la génesis todos quieren su historia
Al interior de la residencia episcopal otra figura de cartón recibe a los invitados. En la parte superior tres escudos, que simbolizan los cargos que ha ocupado Robert Prevost. De una de las puertas aparece una mujer de pelo negro de baja estatura, que en un principio se niega a hablar con la prensa. Es Magaly Castillo, la cocinera del lugar.
Primero, hace tambalear la narrativa de los restaurantes vecinos. Dice que el Papa no solía comer fuera de la casa. Y que si tuviese que nombrar un lugar donde se reunió más de una vez fue en la parrillada El Uruguayo.
La cocinera revela que la comida favorita del Papa para las celebraciones era el cabrito a la norteña. Castillo lo describe como una persona de gustos sencillos, que no tomaba alcohol ni bebidas azucaradas. Eso sí, valoraba la gastronomía local, como el arroz con pato y el ceviche de tollo, una especie de tiburón que se encuentra en la costa norte. Este ceviche se prepara sin leche de tigre y se cocina con jugo de limón y cebolla.
“También era muy puntual con sus comidas: desayunaba a las ocho y media en punto, almorzaba a la una y media y cenaba a las nueve de la noche. Nunca se salía de ese horario”, agrega sobre las costumbres del sacerdote. De postre comía pies de manzana o fresa y también el estilo norteamericano del cheesecake, para no olvidar su tierra natal en Chicago, Estados Unidos.
Los productos del Papa en la Feria de Chiclayo
La papamanía que se vive en Chiclayo también se ve en los productos. La empresa Mr. Paleta, que abrió en 2017, ha buscado innovar con sabores y formas. Así, han lanzado al mercado paletas con forma de Tumi o el helado de King Kong, un postre tradicional de Chiclayo, en colaboración con la marca San Roque.
En una rápida respuesta al nombramiento del nuevo Papa, lanzaron un producto especial: una paleta de chocolate blanco bautizada como Papaleta. Inspirada en la figura del Sumo Pontífice, su diseño incluye elementos simbólicos como la mitra papal. El lanzamiento también tuvo un sentido social, ya que el 20% de lo recaudado por las ventas de la Papaleta se destinó a la construcción de un espacio educativo y recreativo en el sector Santa Ana, en el distrito de José Leonardo Ortiz, en Chiclayo.
En las calles de Chiclayo, de construcciones bajas, calles estrechas y tráfico complejo durante las tardes, también se vende el King Kong “favorito del Papa”, un postre de gran tamaño compuesto por capas de galleta elaboradas con harina, mantequilla, yemas de huevo y leche, intercaladas con manjar blanco, dulce de piña y dulce de maní.
La Papeleta y el King Kong formaron parte de la oferta gastronómica de la feria “Perú, Mucho Gusto”, una multitudinaria muestra culinaria organizada por PromPerú, que se realizó por primera vez en Lambayeque con el objetivo de consolidarse como vitrina de la diversidad gastronómica del país. Desde la organización aseguran que fue una coincidencia que el evento se realizara en esa ciudad, ya que su planificación comenzó antes del nombramiento del Papa.
La experiencia se celebró durante tres días, con más de 80 expositores provenientes de las 25 regiones del país. La feria suele dividirse en zonas dedicadas a la costa, la selva y la sierra. Esta iniciativa fue creada por PromPerú para promover la gastronomía nacional como un motor de viaje. Desde su primera edición en 2008, ha recorrido 11 regiones y se ha consolidado como una de las ferias gastronómicas más emblemáticas del país.
En 2025, la feria alcanzó un nuevo hito al realizar su primera edición internacional en Madrid, España. Además, se anunciaron nuevas fechas para próximas ediciones en Tacna (del 25 al 28 de julio) y en Lima (del 30 de octubre al 2 de noviembre).
La feria está marcada por la diversidad de las preparaciones. Se puede encontrar desde la sopa teóloga de la zona de La Libertad, el cuy frito de Áncash, el anticucho de alpaca del Cusco, hasta la papa rellena con cabrito de Lambayeque. Todo esto acompañado de tragos a base de pisco peruano, como el chilcano de chicha morada y el chilcano de maracumango.

Más allá del evento puntual de la feria gastronómica, Chiclayo cuenta con restaurantes de cocina tradicional, como Fiesta Restaurante, que comenzó a forjarse en 1983. El éxito fue tal que, en 1996, abrieron un segundo local en la capital, Lima, en el distrito de Miraflores. En 2004, inauguraron un tercer restaurante en la ciudad de Tacna, al sur del país, donde peruanos y chilenos disfrutan de lo mejor de la cocina nacional, todo de la mano del chef Moisés Solís.
En su carta destaca el ceviche chiringuito, preparado con pescado seco, usualmente pez guitarra; el arroz con pato; y el cocolón, ese arroz tostado que se forma en el fondo de la olla durante la cocción.
No por nada la publicación Eater destacó a Chiclayo como uno de los destinos gastronómicos imperdibles para 2025: “La cocina peruana ha hecho grandes incursiones en todo el mundo, a menudo aprovechando el talento culinario y el prestigio de Lima. Pero los lugareños han guardado durante mucho tiempo el secreto de la región de Lambayeque, en la costa norte de Perú, hogar de una cocina completamente diferente a la de la capital”, escribieron en la publicación internacional. También destacaron el trabajo de chefs internacionales con raíces en Lambayeque, como Valerie y Nando Chang en Miami, y Rodrigo Fernandini en Nueva York.
Otro restaurante destacado de la ciudad es Caserío, que también ofrece platos tradicionales del norte, como el tacu tacu con cabrito, así como preparaciones que fusionan productos peruanos, como el pato en salsa algarrobina o el apatadito.
Más allá de lo gastronómico
Antes de que el Papa León XIV se convirtiera en el personaje más conocido de Chiclayo, ese lugar lo ocupó, por más de 30 años, el Señor de Sipán, un antiguo gobernante mochica del siglo III, perteneciente a la cultura que dominó el norte del antiguo Perú. Sus restos fueron descubiertos en julio de 1987 por un equipo local de arqueólogos liderado por Walter Alva y Luis Chero Zurita, junto con la antropóloga Susana Meneses.
El hallazgo fue un hito en la arqueología del continente, ya que por primera vez se encontró intacta y sin huellas de saqueo una tumba real de una civilización peruana anterior a los incas. En total, se recuperaron alrededor de 600 objetos de la tumba del Señor de Sipán, toda una proeza considerando la presencia de bandas de “huaqueros” que operaban en la zona y se dedicaban al saqueo de estos valiosos lugares.
Estos objetos, junto con los restos del Señor de Sipán, se exhiben en el Museo de las Tumbas Reales de Sipán. Allí se pueden ver sus vestimentas, tres pares de orejeras de oro, estandartes y otros objetos personales. En el centro del museo hay una réplica de la tumba del gobernante, quien fue hallado junto al cuerpo de tres mujeres —posiblemente concubinas—, cuatro hombres y un niño. Además, se encontraron restos de dos llamas y un perro.

El museo, que también forma parte de la ruta de imperdibles en Chiclayo, es hoy uno de los más importantes de la zona norte del Perú. Pero en sus inicios, solo fue posible gracias a las gestiones de Walter Alva, quien con tan solo 500 dólares persiguió el sueño de exhibir su más grande descubrimiento.
Con 74 años, lentes y una barba que conserva desde el hallazgo del Señor de Sipán, Alva es reconocido como uno de los grandes arqueólogos peruanos. Fue distinguido por la Universidad Estatal de Los Ángeles, en California, por su labor como difusor de la cultura, y aunque se jubiló en 2022, aparece regularmente en el museo, que espera seguir expandiendo en el terreno de siete hectáreas sobre el que está construido.
En los nuevos pabellones, espera dar especial protagonismo a las culturas preincaicas y sus tecnologías. “Es lo que tenemos que enseñar a la gente: que toda esta cultura se creó en base al desarrollo de tecnologías, desde los inicios de la agricultura hasta la arquitectura monumental. Y también estamos trabajando en la construcción de una sala inmersiva, que es lo que está de moda en todos los grandes museos”, afirma.
Alva también es crítico respecto a la clase política de su país y la falta de visión para este tipo de proyectos. “Nuestra clase política todavía no entiende lo que realmente significa el patrimonio cultural: el potencial que tiene para sustentar identidad y promover el desarrollo. Nunca hubo un presupuesto asignado desde el inicio”, comenta sobre los inicios del museo.
Para sacar adelante el proyecto, diseñó un modelo innovador: comenzó organizando una exposición en Estados Unidos con el objetivo de captar fondos. “Fue la primera vez que se pidió dinero como retribución por una exposición. Antes, siempre se habían hecho de forma gratuita, bajo la lógica de la ‘promoción cultural’. Pero nosotros dijimos: no, si quieren la exposición, tienen que pagar por ella”.
El museo también ha tenido otras tareas, como recopilar objetos que son contrabandeados por el mundo, trabajo que han realizado en cooperación con el FBI y otras policías. Alva dice que algunos han sido dignos de una película. Los hallazgos de Sipán incluso inspiraron una novela de “true crime”, del escritor norteamericano Sidney Kirkpatrick.
A no más de una hora en auto desde el Museo Tumbas Reales de Sipán, se encuentra la entrada al Santuario Histórico Bosques de Pómac. En Perú existen solo cuatro lugares con la categoría de Santuario Histórico: Machu Picchu, Pampa de Ayacucho, Chacamarca y esta reserva en la región de Lambayeque, lo que convierte a este lugar en un imperdible dentro de la ruta turística que hoy se busca consolidar para los visitantes.
Su importancia radica en que contribuye a la conservación del ecosistema de bosque seco ecuatorial, uno de los más representativos del país. En su interior alberga una gran biodiversidad, incluyendo especies endémicas y en peligro de extinción, como la pava aliblanca, el gavilán norteño, el zorro costeño y el algarrobo.

Además de su valor natural, dentro del santuario se han descubierto más de 20 pirámides pertenecientes a la cultura Sicán, civilización que floreció entre los siglos VIII y XIV. Uno de los hallazgos más relevantes fue el del Señor de Sicán, un personaje de élite enterrado con ricos ajuares de oro, cuya tumba permitió conocer mejor la historia preincaica del norte del Perú.
La recuperación de este lugar no fue fácil para el Estado peruano. Por ello, cada 20 de enero se celebra en el santuario la conmemoración de la recuperación de dos mil hectáreas que estuvieron ocupadas ilegalmente durante años, afectando profundamente la biodiversidad del área, principalmente por la deforestación causada por los ocupantes, quienes talaban los algarrobos para venderlos como leña.
El proceso de desalojo comenzó en 2003, aunque el lugar ya había sido declarado Santuario Histórico en 2001, con el objetivo de proteger y conservar los restos arqueológicos de la cultura Sicán, que alberga la mayor cantidad de pirámides preincaicas de Sudamérica. Finalmente, en 2009, la justicia ordenó el desalojo definitivo.Este proceso no fue pacífico y alcanzó su punto más álgido ese mismo año, cuando dos policías murieron durante un enfrentamiento con comuneros durante el operativo de desalojo. A raíz del crimen, dos personas fueron condenadas a penas de 6 y 12 años de prisión.
Hoy Chiclayo está lejos de esos días de tensión. Así como los argentinos vibraron con el Papa Francisco, los peruanos -en especial los de esta modesta ciudad- hacen propia la figura de Robert Prevost. Y, dicen, no es solo un nombramiento o una anécdota. Es una figura que cambiará el destino de la ciudad para siempre. O, al menos, eso es lo que profesan.