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11 de Mayo de 2009

¡Atento Caleu!

Por


POR PATRICIO ARAYA G.. desde Cuesta La Dormida

Aun cuando las elecciones del 13 de diciembre parecen muy lejanas, en realidad, desde hoy lunes 11 de mayo, sólo restan 215 días para esa importante jornada, y sólo 94 (hasta el 13 de agosto) para saber quiénes lograrán inscribirse ése día en el Servicio Electoral y disputarse los 120 cupos que ofrece la Cámara de Diputados (60 distritos), los 18 del Senado (regiones impares) y, el más codiciado de todos, la Presidencia de la República, trompo para el cual ya hay varias cuerdas disponibles.
Ojalá hubiera muchos más candidatos para ambas elecciones (parlamentaria y presidencial), de todos los colores y sabores. Bien por la tan anhelada y mil veces pospuesta democracia representativa. Mal porque, como siempre ha ocurrido, el sistema binominal dirá lo contario y los beneficiados en su gran mayoría provendrán de las filas concertacionistas y aliancistas; y lo propio ocurrirá con el sucesor de Bachelet.
Sin embargo, en política las cosas no siempre resultan como se planean. En efecto, las cúpulas partidistas de la Concertación y la Alianza una vez más se aprontaban a resolver la elección presidencial de diciembre próximo a dos bandas, al estilo norteamericano de “demócratas” y “republicanos” (entre los candidatos Eduardo Frei y Sebastián Piñera), desoyendo de este modo el ensordecedor griterío de un alto porcentaje de la población que se siente marginado. No obstante, en esta ocasión, la lucha será un poco más reñida, o en su defecto, acabará destruyendo a uno de los finalistas antes de la disputa del título.
El surgimiento de otras candidaturas (algunas muy testimoniales) ubicadas desde el centro hacia la izquierda (Marco Enríquez-Ominami, Alejandro Navarro, Adolfo Zaldívar, Jorge Arrate, Pamela Jiles) por de pronto tiene dos efectos –y tal vez los únicos–, uno directo y otro colateral. El primero afecta los números y las expectativas del candidato oficialista, al horadar su votación desde el mismo lado del río, restándole votos militantes y/o aumentando la abstención causada por el desorden que el electorado percibe en el proceso en sí; segundo, el fenómeno de las candidaturas más “chicas”, genera una suerte de entropía política transversal, que afecta a ambos bloques.
Para nadie es un misterio que la torta electoral está partida en dos grandes trozos, de uno comen Frei y todos los centroizquierdistas, del otro, sólo el candidato de la derecha (hasta hoy). Por ello, la posibilidad de que el candidato oficialista llegue mermado al 13 de agosto es altísima, no sólo eso, llegará bastante lesionado, cuestión que el equipo de pesos pesados de la Concertación ya debe estar evaluando. No hacerlo es como si Bielsa entrara a jugar con su goleador vendado, aquello sería darle demasiada ventaja al rival. De modo que, más que preocuparse de Piñera en estos momentos (cuyo sector ya resolvió la llave que lo llevó a disputar la final en diciembre), los gurús de la Concertación deberían repensar cómo resolver su propia llave.
Porque haber hecho una elección primaria no sólo fue insuficiente, sino estéril. Sacar del camino al senador radical José Antonio Gómez, lejos de ser una arrogante demostración de lo democrática que puede llegar a ser la coalición gubernamental, fue un mal chiste, con el que nadie se rió, por el contario, muchos quedaron llorando, y otros mirando para “otro lado”, y algunos, como Marco, desconociendo de frentón el resultado y alzándose como una segunda alternativa sectorial, consiguiendo de paso el apoyo explícito de su padrastro, el senador PS Carlos Ominami, y tácito del no siempre bien ponderado Guido Girardi, cuestión que cayó como patada en la guata en el comando de Frei, así al menos lo manifestaron Camilo Escalona y Pepe Auth, quienes llamaron a la calma. ¡Qué no panda el cúnico!
¿Y ahora, quién podrá defenderme?, se estará preguntando el ungido de la Concertación. La respuesta es tan obvia, que nadie se atreve a decirla en público. El nombre del ex presidente Ricardo Lagos se instala como espada de Damocles sobre el senador DC Eduardo Frei Ruiz-Tagle y sobre las cabezas pensantes de la Concertación. ¡Atento Caleu, prepare candidato urgente! pareciera ser el llamado que escucharemos antes del 13 de agosto. De lo contario, se viene Piñera, cabritos.
¿Por qué los cerebros de la Concertación no podrían (tendrían) que acudir a su carta de reserva omnipresente, como siempre ha sido Ricardo Lagos Escobar? Veamos. La Concertación está desordenada, desorientada, se le han bajado varios parlamentarios (los senadores Fernando Flores, Alejandro Navarro y Adolfo Zaldívar; los diputados colorines ex DC Jaime Mulet, Alejandra Sepúlveda, Pedro Araya, Eduardo Díaz y Carlos Olivares, y los ex PPD Álvaro Escobar y Esteban Valenzuela) y Lagos es el único que va quedando al interior de ese conglomerado al que se le reconoce autoritas, es el pater familias; el único capaz de ordenar la casa. Eso nadie lo desconoce.
Por cierto que para aceptar, Lagos pondría sus condiciones. La primera (tal como ya hizo Lavín en su momento con el propio Piñera y Longueira al sacarlos de las directivas de RN y de la UDI en 2005) sería descabezar al Partido Socialista. Sí. Así de simple. Pedirle a Camilo Escalona (que es el que la lleva ahí, o sea, “nombra” ministros, subsecretarios y un largo etcétera, y quien se la jugó por José Miguel Insulza en desmedro de Lagos como candidato presidencial antes de la famosa primaria), que dé un paso al costado; sí, que se vaya para la casa, y que de paso se lleve al diputado designado Marcelo Schilling, y ojalá que se vayan todos los partidarios de sembrar de “miguelitos” el camino, incluso, de otros partidos de la Concertación, como algunos paquidermos decés y pepedeistas que lo único que quieren es perpetuarse en el poder. Eso.
Ricardo Lagos también debería reordenar la lista parlamentaria de su sector para asegurarse la concreción de su programa de su eventual gobierno. Y aunque el ex presidente no es el mejor santo de la parroquia, ni el que despierta la devoción de moros y cristianos, al menos, es al que más le rezan, y como ex gobernante (siempre) ha estado ahí, dispuesto a dar la cara por los errores de su gestión. Y por último, como reflexionaría un “chilean luzer”, si en Chile las elecciones se resuelven desde la lógica de la alternativa menos mala, ¿por qué tendría que ser tan extraño que la Concertación emprendiera viaje a Caleu para convencer a Lagos, en vez de asumir una derrota prematura con Frei?
Por su parte, la entropía afecta a los dos bloques a la vez. En la Alianza, aunque reina cierta tranquilidad en términos de candidatura, este mismo hecho termina haciendo latir cada vez con más fuerza su corazón. Al río revuelto de sus principales rivales, muchos en la derecha deben estar pensando aplicarle una receta que permita aprovechar la abundancia, y por qué no despertar a sus “Marcos”, a sus “Jiles” ocultos. Así que, no sólo ¡Atento Caleu! También podríamos escuchar ¡Atento Suecia!

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