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Opinión

15 de Noviembre de 2010

Chañaral: el baño de Ricardo Lagos

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Por JAIME VARAS

El 2003 Ricardo Lagos se zambullía en las gélidas aguas de Chañaral. El inesperado baño, era para cumplir con la promesa efectuada un año antes con el radical Héctor Volta Rojas, alcalde de la ciudad. La deuda implicaba la apertura definitiva de una de las bahías mas contaminadas del planeta.
Por ese entonces, la ingenuidad de los chañaralinos, quienes acompañaron al primer mandatario aquella mañana, vislumbraron la propuesta presidencial, como el gesto que daba el punta pié inicial al turismo, el salvavidas para una ciudad caída en la depresión económica.
El by pass a los cincuenta años de contaminación, dieron al por ese entonces primer mandatario, un espacio para los sueños chañaralinos. Instalaron piscinas, juegos y salvavidas. Pero años después, cuando Lagos Escobar dejo la presidencia y se transformo en el hombre tras el combate al calentamiento global, llegaron las inhabilidades, que van desde el cierre indefinido de piscinas y juegos infantiles, además de la instalación de un letrero por la autoridad sanitaria, que prohibía el acceso de cualquier índole a la bahía. El peligro era latente y el alto riesgo ponía en peligro la salud humana. De Lagos Escobar no se supo nunca más.
Los Chañaralinos, ajenos a cualquier manejo político, no percibieron que la verdadera intención del mandatario no era el turismo, ni los habitantes. El improvisado baño de Lagos Escobar consistía en demostrar estatus y poder en la bahía más horrenda de Chile. Nada menor, para hacer notar la negativa de acceso al mar de Bolivia no era necesario Bahía Inglesa ni Pan de Azúcar, potencias del turismo, vecinas de la polvorienta y contaminada ciudad. Bolivia es uno de los dos únicos países en América sin litoral marítimo y el séptimo en tamaño de los 42 que hay en el mundo, de los que 30 se cuentan entre los menos desarrollados y más pobres del planeta. No posee salida al mar, pero cuenta con buena proporción de gas natural, que en teoría, le permitiría desarrollo económico, pero están atrapados sin salida.
El empeño de Lagos Escobar por demostrar poder, dejo estampada la inconsecuencia. En lo político, expresó poca tolerancia, con una zambullida que afecto a un pueblo vecino, en vías de desarrollo que históricamente se les restringe el impulso y por otra parte, deja una bahía abierta, que ventila un escenario irracional, que arrastra secuelas a todos los chañaralinos, que ajenos a las contiendas políticas que se disputan. Hoy disfrutan de las aguas, y otros mas cautelosos, transitan por las arenas chañaralinas, sin tal vez conocer, que la bahía fue utilizada para ironizar la necesidad de un pueblo hermano.

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