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Opinión

2 de Diciembre de 2011

El humor de Parra

Sólo he leído la poesía de Parra publicada en los diarios. La encuentro ingeniosa. En todo caso, cumplo con advertir que no siento el menor aprecio por la poesía contemporánea, con escasas excepciones. En lo personal, admiro y me quedé en los sonetos y en los octosílabos de siglos anteriores al XX, del tipo Espronceda […]

Hermógenes Pérez de Arce
Hermógenes Pérez de Arce
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Sólo he leído la poesía de Parra publicada en los diarios. La encuentro ingeniosa. En todo caso, cumplo con advertir que no siento el menor aprecio por la poesía contemporánea, con escasas excepciones. En lo personal, admiro y me quedé en los sonetos y en los octosílabos de siglos anteriores al XX, del tipo Espronceda (“Con diez cañones por banda/ viento en popa a toda vela…”) o Núñez de Arce (“Ancha torre secular/ que un rey mandó edificar/ a manera de atalaya/ para defender la playa/ contra los riesgos del mar”). O, en una perspectiva menos naval, el Anónimo que escribió, por ejemplo, “aunque todo lo que espero no esperara/ lo mismo que te quiero te quisiera”. Para mí son versos superiores a los de Parra y tantos antipoetas post modernos incluyendo, por supuesto, a Neruda. Parra es, a su vez, superior a Neruda, porque tiene sentido del humor, del cual éste carecía por completo, como buen comunista. La Humanidad nunca ha conocido a un comunista con sentido del humor. Lo cual no significa que critique la decisión de Neruda de hacerse comunista, pues es evidente que si no difícilmente le habrían conferido el Nobel. Los suecos se prosternan ante el comunismo, tanto que no le dieron el Nobel a Borges por anticomunista, eso es muy sabido. Bueno, también es cierto que estaban demasiado cerca de la Unión Soviética.

Ahora, en el siglo XX hubo algunos poetas admirables, es verdad, pero fueron la excepción. Como Juan Guzmán Cruchaga, que produjo versos escasos, pero su-blimes (“Alma, no me digas nada/ que para tu voz dormida/ ya está mi puerta cerrada”). También, un argentino muy notable, Francisco Luis Bernárdez, pero nadie lo consideró, porque no era intelectual ni snob, sino sólo un prosaico diplomático. Sus versos son muy superiores a los de los poetas profesionales. Por ejemplo: “Quizás pueda durar lo que un latido/ la voz de la pasión con que he vivido/ antes sé ser también ceniza y viento”.

Ahora, Parra ha escrito muchas cosas ingeniosas y tengo la sospecha de que se ríe de todo el mundo con su Antipoesía. Invitado en México, hace unos años, dijo un discurso memorable, que también leí en el diario.

Era una completa tomadura de pelo a todos los snobs, intelectua-loides y pseudopoetas que se mueven en los ambientes artísticos o en los círculos de la farándula dorada que habla en difícil y le saca plata a los gobiernos de izquierda (plata que ponemos los contribuyentes de derecha). Desde luego, Pa-rra acuñó su memorable slogan de “La Derecha y la Izquierda unidas/ Jamás serán vencidas”, riéndose de la izquierda, lo que no dejó de ser un acto de coraje.

Por mí, entonces, que le dieran el Nobel, pero por su ingenio e independencia. Si hay que firmar para eso, estoy dispuesto a hacerlo. Pero dejo constancia de que no le concedo mayor mérito a su poesía, sino a su sarcasmo y humor.

Por supuesto, también adhiero a sus noventa años. Y hago votos porque siga manteniendo en alto su independencia y repitiendo, cuando le hablen del Nobel, su magistral respuesta: “A otro Parra con ese hueso”.

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