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Opinión

24 de Junio de 2013

María Luisa Portuondo y su trabajo con alumnos del Carmela Carvajal y Abdón Cifuentes para llenar el cementerio de grullas

Con la colaboración de alumnos de los liceos Carmela Carvajal y Abdón Cifuentes, se hicieron ocho mil grullas de papel, las que serán colgadas en el cementerio y exhibidas entre el 29 de junio y el 12 de julio como parte de una serie de intervenciones artísticas que ya se habían tomado espacios como el Parque Forestal, el Ópera Catedral y el Puente Recamalac.

Melissa Gutierrez
Melissa Gutierrez
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María Luisa Portuondo y Antonieta Landa se conocieron estudiando teatro y hoy conforman el Laboratorio Escénico Visual (LEV), donde se dedican a intervenir espacios de forma artística. Así colgaron un tetris gigante que iluminaba la calle Viña del Mar y llenaron la ladera del cerro Santa Lucía con mil zapatillas usadas como maceteros. La gente pasaba y se llevaba las plantas de recuerdo. Lo mismo hizo María Luisa con miles de post its que formaban globos arostáticos en el frontis del Ópera Catedral en Merced con José Miguel de la Barra.

El año pasado María Luisa comenzó a trabajar en la serie “Cosas que me gusta hacer porque sí”. En la primera intervención colgó grullas de papel en un árbol del Parque Forestal. En la segunda tres mil grullas adornaron el Puente Recamalac y en la tercera 180 metros de alfombra hecha con recortes de género cubrió la calle Nueva York. Ahora, en el cierre de esta serie de intervenciones, María Luisa colgará ocho mil grullas en el Cementerio General.

El objetivo “fue y sigue siendo fortalecer el vínculo entre los ciudadanos y la capital. Estrecharlo y ocupar los espacios que son públicos. Y que eso también sea algo que es consciente en la gente y que por esa razón la obra también se acerca de otro modo al espectador”, dice María Luisa. Y como dice el nombre de la serie, muchas cosas fueron naciendo porque sí. La elección de las grullas, por ejemplo, puede representar un montón de mensajes, pero para Portuondo tuvo que ver con un “carácter formal. Sabemos que hay miles de asociaciones en relación a la grulla, pero la elección fue porque tenía ganas de ponerlas en un árbol del Forestal porque es muy volátil. Es una figura muy sencilla y que iba a tener harto color. Y así partió. Sin más expectativas que esa. Como una elección super estética”, cuenta la actriz, aunque agrega que “todas las asociaciones que la gente quiera hacer son bienvenidas”. La idea de usar el cementerio también nació con ese espíritu, de cosas que a uno le gustan porque sí: “toda la vida me ha gustado ese lugar muchísimo, me encanta. Voy mucho al cementerio porque tengo hartos muertos y siempre me ha gustado”.

Los trabajos anteriores habían sido hecho entre amigos y gente vinculada al LEV, pero para poder llegar a la meta de 8 mil grullas, María Luisa -junto a la ayuda de Antonia Acuña- acudió a los liceos Carmela Carvajal y Abdón Cifuentes. Además se hicieron varios talleres en el Centro Ciudadano milm2, donde la gente podía llegar a poner en práctica el origami. Por eso, para María Luisa lo importante para ella es “ese carácter comunitario de la instalación que se genera, que la gente participe activamente en el hecho artístico, a mí me mata, me fascina”, dice Portuondo.

Egresada de teatro de la Universidad Finnis Terrae y con su posgrado en la Universidad de Chile, María Luisa se alejó del circuito de las obras principalmente por el tema de las audiencias. Le gusta más dirigir que actuar, pero el tener que estar siempre captando público, sobre todo en un país donde no se va tanto al teatro, terminó por cansarla: “necesitaba salir de las plataformas. Y el tema de las audiencias me preocupa mucho, el generar mayores audiencias”, dice María Luisa, quien además cree que el problema de que la gente no vaya mucho ni al teatro ni a las plataformas artísticas tradicionales, tiene que ver en gran parte con la educación y el hermetismo de las obras: “la educación es un gran factor. Y que te hagan un hábito. La educación para saber que el arte no siempre se aprecia desde lo intelectual. Que uno puede enfrentarse a una obra de arte y que el hecho de sentir está bien. Que la necesidad de entenderlo congnitivamente es un ejercicio que no necesariamente vale la pena hacer”, recalca.

Por eso sus obras buscan ser sencillas y llamativas: “no intentan exponer temas demasiado complejos ni funcionan a través de estructuras demasiado complejas y eso hace que la gente se acerque mucho”, dice. Por ejemplo, su último trabajo se trató de una obra autobiográfica en la que 1350 post its formaban globos aerostáticos en el ventanal del Ópera Catedral, en Merced con José Miguel de la Barra. “Cada uno tenía una frase y las escribí durante cuatro meses en relación a una ruptura amorosa. Entonces la experiencia era que la gente se llevara un post it, el que más le gustara y me mandara una foto con el post it pegado en alguna parte de su cuerpo”, cuenta la artista. Ahora esas fotos llegaron y está trabajando en publicar un libro con ellas. Mientras, sigue trabajando en los últimos detalles de las ocho mil grullas que desde el 29 de junio y hasta el 5 de julio adornarán el Cementerio General.

Más allá de las búsquedas de financiamiento, María Luisa se queda con la idea de hacer llamativo un lugar tan frecuentado que a veces la gente no valora. Bisnieta, nieta e hija de artistas, siempre supo que el tema de conseguirse lucas sería difícil, así que no se echa a morir por eso: “yo me quedo con el mensaje de que esto lo hizo la gente”, recalca.

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