Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar

Nacional

12 de Junio de 2014

Esposo de Paola Dragnic: “Al final uno no piensa en las leyes ni nada, lo único que quiere es que la salven a ella”

La periodista Paola Dragnic causó revuelo en los medios y redes sociales con el testimonio de su aborto terapéutico, que se vio obligada a hacer el año 2006 por la inviabilidad del feto que tenía en su vientre y el peligro que ella misma corría. Su esposo, Marcelo Araya, cuenta acá su versión de cómo vivió este suceso como una “ruta de juicios, donde la mayoría te estigmatiza”.

Mariana Arellano Goldsack
Mariana Arellano Goldsack
Por
con mama y papa

A Paola Dragnic le informaron que su hijo venía con una alteración en los cromosomas, llamada triplodia. Eso quiere decir que tenía 69 cromosomas XXX, cuando lo normal es que las mujeres tengan 46 cromosomas XX y los hombres 46 XY. En una fecundación se juntan 23 cromosomas del hombre y 23 de la mujer, formando así la combinación genética definitiva que tendrá este nuevo ser. Eso explica que tengamos algunos rasgos de nuestro padre y otros de nuestra madre. En el caso de Paola y Marcelo, se unieron los 23 cromosomas de dos espermatozoides y los 23 cromosomas de ella, lo que resultó en un embrión con 69 cromosomas; o sea un ser que, si sobrevivía, no lo haría por muchas horas después de haber nacido. Era inviable.

Junto a eso, Paola generó un cáncer de placenta que comenzó a llenarla de tumores. A simple vista parecía sólo un embarazo muy avanzado. “Cuando caminábamos en la calle la gente le hacía cariño en la guata pensando que le faltaba poco para dar a luz. Eso era impactante, porque nosotros llevábamos esta situación secreta de que era un bebé inviable, y era doloroso porque nosotros queríamos tener hijos de todas maneras”, relata Marcelo.

Esta situación llevaría a Paola directo a la muerte si no se actuaba rápidamente, porque el cáncer se expandiría a los otros órganos, según explica su esposo. Una solución era hacer el aborto terapéutico cuando supieron que su bebé era inviable, pero la ilegalidad del asunto obligó a Paola a transportar a este bebé durante cuatro meses. Tuvieron que esperar que estuviera a punto de morir para interrumpir el embarazo y salvarla, cuenta su esposo.

Araya relata que saber que el bebé que felizmente esperaban no iba a vivir fue terrible, pero no tanto como todo el proceso posterior, cuando Paola tenía que cargar a un ser que no iba a nacer y que además la estaba matando lentamente. Terrible, al igual que el período después del aborto, donde había consecuencias importantes por haber demorado tanto en realizarlo. Paola incluso temía haber perdido su útero. Fue lo primero que preguntó al despertar de la operación, pero la enfermera la tranquilizó al decirle que sí podría ser mamá en un futuro, y así ocurrió. La pareja ahora tiene dos hijos totalmente sanos.

“Fue todo un año donde la Pao tuvo que hacerse chequeos para regular que no quedaran elementos cancerígenos, y eso fue un momento muy difícil, porque no sabíamos si en el próximo examen iba a aparecer o no algo, si estaba disminuyendo o aumentando. Ese proceso fue tan duro como el anterior. Era una apuesta de todos los meses de qué va a aparecer ahora. Todo por consecuencia de no hacerle un aborto a tiempo”, recuerda Marcelo.

“Yo iba a perder a mi esposa. Nosotros esperábamos a nuestro primer hijo y una vez superado que no iba a nacer, saber que la Pao seguía en peligro era terrible”, cuenta.
Mientras, Marcelo vivió todo este proceso “en un estado de hibernación”, como lo llamó Paola. “Yo guardé demasiado silencio, y de repente no tenía con quién compartir, porque no quería achacarla a ella con mis tristezas personales”, declara el periodista.

“Yo soy medio optimista, siempre apuesto a que las cosas van a ocurrir en favor de uno, pero acá todo nos iba diciendo que no. Y no podía ser, porque de verdad estábamos enamorados y yo encontraba que todo iba para mejor. Y esto era como una traba del destino. Los obstáculos no se superaban, la información era negativa. Había una piedra, después te ponían una roca más grande, y después te ponían un cerro”, recuerda.

“Salvar a mi mujer”

La imposibilidad de hacer el aborto terapéutico en Chile los llevó a estar dispuestos a gastar todo el dinero que fuera necesario para ir a abortar a Tampa, en Estados Unidos, derivados por el mismo médico que estaba tratándolos acá.

“Siempre había sabido que tuvimos aborto terapéutico y que lo habían abolido, por eso me parecía tan increíble que nosotros no pudiéramos aplicar algo que estuvo en las leyes en algún momento. Pinochet convivió 17 años con el aborto terapéutico, y ni los médicos ni nadie decía ninguna cosa”, cuenta Marcelo, recordando cuando el aborto terapéutico fue derogado en Chile en 1989 por iniciativa del cardenal Jorge Medina y el almirante y miembro de la Junta Militar de 1973, José Toribio Merino.

“Al final uno no piensa en las leyes ni nada, lo único que quiere es que la salven a ella. Además, si el niño no era niño, me parecía terriblemente injusto y cruel que nos hicieran cariño como si fuéramos los futuros padres de un monstruito, consigna.

Marcelo Araya cuenta que él jamás vio la situación como un aborto; sólo pensaba en tener que salvar a su pareja como fuera. “Si había que viajar al extranjero, te juro que íbamos a hacer todos los esfuerzos. Era costosísimo, no era una plata que tuviéramos, pero si había que salir, lo haríamos”, asegura.

Sin un apoyo estatal, Araya tuvo que empezar a hacer los trámites para viajar lo antes posible. Llamó él mismo a la embajada de Estados Unidos, se consiguió la visa con una amiga, cotizó los pasajes y dejó todo listo para viajar a Tampa.
Un día recibieron el llamado del doctor para contarles que el resultado de los últimos exámenes que se había hecho Paola era muy negativo y que tenían que irse urgente a la clínica.

Marcelo Araya

Aborto retenido

Paola ya estaba al filo de la muerte, el aborto tenía que hacerse. En la clínica gritaba y amenazaba a todos que iba a llamar a Carabineros si no la anestesiaban, según recuerda Marcelo. Le aplicaron la anestesia que pedía y además Misotrol para aumentar las contracciones y así que se rompiera la bolsa de líquido amniótico para hacerle el aborto de forma limpia. Como su vientre estaba lleno de tumores, debían hacerlo de esta manera para que no se diseminara el cáncer.

El aborto finalmente se hizo por los mismos doctores de la clínica, pero la ficha médica no podía declarar esto. En vez de eso la descripción decía “aborto retenido”.

Marcelo recuerda que “una niña en Twitter le escribió: ‘las madres se mueren hasta el final con sus hijos’, pero ese no era un hijo, no tenía calidad humana, era un monstruito que pretendía salir y que se iba a morir en el momento, no tenía ninguna posibilidad de un futuro”.

“Esta ley debiera instalarse ya, y los médicos son los que primero debieran gritar que hay una necesidad sanitaria por sobre todo”, declara.

En el caso de una violación, Marcelo asegura que a pesar de que se está juzgando a un niño inocente, “cómo puedes obligar a una mujer o una niña violada a cuidar lo que fue producto de un acto de crueldad. Este niño no tiene posibilidades para desarrollarse en la sociedad, a menos que hoy un niño me dijera que fue producto de una violación y que está bien. Cuando ves tantos niños en el Sename o en la calle, quién le asegura a esas familias que si tienen igual a estos niños, van a tener un futuro bueno”.

El ex periodista de “Informe especial” denuncia que “las personas que plantean esta cosa de pro vida, generalmente están en familias con mucho recurso económico, por lo que les es muy fácil pronunciar este discurso desde la distancia. Ellos no trabajan para erradicar la pobreza, ellos proponen sólo ayudar a los pobres, ayudar a que tengan sus hijos aun en malas condiciones”.

Agrega que “en un Chile tan pobre, cabe plantearse o, al menos, debatir el aborto. Conversémoslo. Y yo creo que los dogmas religiosos no deben caber en esta discusión, es una reflexión social, civil y ciudadana. Los dogmas sostenían la inquisición, mantenían la esclavitud en otros tiempos, decían que el hombre era el jefe de la familia. La gente tiene que entender que lo no oficial es tan válido como lo oficial”.

“Hay derechos que no están permitidos ejercerlos porque las elites son las que nos han orientado en la vida, le dicen a la gente cuál es el camino”, opina el esposo de Paola.
Aboga porque lo más esencial es ser éticamente consecuente con la vida, lo que no se trata de dejar que nazca o no un bebé, sino de preocuparse si es que ese niño o niña podrá sobrevivir después.

Marcelo tiene tres hijos con un antiguo matrimonio, y cuenta que su hija de 26 años le escribió para contarle que había leído lo que Paola publicó en Facebook sobre su experiencia. Le pidió disculpas a ella porque nunca había entendido el tema antes. “Nunca sentí que lo tomara mal, pero tampoco sentí nunca la aceptación”, cuenta el padre. “Abortar es una ruta de juicios, la mayoría te estigmatiza. Este es el mayor problema de todo esto”.

“En países donde el aborto es legal, te cuidan, te explican y te guían, y así no hay trauma. Si esto hubiese sido visto más simple, si nos hubieran explicado lo que pasaba y que la solución era hacerse un aborto, uno hace el duelo como papá, pero después te acompañan, y el proceso se hace al tiro, normal. Así no habría ni una secuela física ni psicológica. La secuela viene dada por la clandestinidad”, declara Paola Dragnic.

Ahora Paola y Marcelo, gracias al aborto, tienen “dos hijos maravillosos, que nos han permitido ver que la vida sigue plena, y poder llegar a la convicción de que el aborto terapéutico tienen que legalizarlo ya”, declara él.

Notas relacionadas

Deja tu comentario