Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

26 de Septiembre de 2014

Pepe Ribas: “El espíritu libertario de Ajoblanco sigue vivo en los indignados”

Pepe Ribas fue y es un adelantado a su época. Desde su casa cerca de Figueras, en el Ampurdán (Cataluña) sigue defendiendo hasta la muerte el mismo espíritu libertario que le llevó a fundar en 1974 -con Franco vivo- la emblemática revista Ajoblanco. Hoy, una exposición que se exhibe en Madrid refresca parte de ese espíritu, presente según Ribas en los indignados en España y en los estudiantes de Chile. Aquí habla de la generación ajoblanquista, de la fatalidad de la droga, de la penosa transición española y cuenta cómo empujó a Roberto Bolaño a volver a Chile y defendió a Pedro Lemebel del clasismo chileno de la transición.

Carolina Espinoza Cartes
Carolina Espinoza Cartes
Por

AJOBLANCO3

Hay que llegar hasta Figueres, para comenzar a buscar la casa del fundador de la revista Ajoblanco, escondida en la histórica comarca catalana de Ampurdán. “Es mi madriguera” dice este catalán –que no catalanista- de 62 años, inquieto, que lo mismo cultiva su huerto, se da un chapuzón en la piscina, revisa el tuiter y pelea y se aviene a ratos con sus amigos en Facebook. Eso sin contar los amigos reales que suelen pasar por la casa durante todo el año. Afable, me recibe como una pasajera que se embarca en una nave del tiempo: “Esta es tu habitación. Tenemos ajoblanco (sopa de almendras, ajo y aceite de oliva) para cenar y unos pescados típicos del Mediterráneo. La entrevista la podemos hacer en cualquier momento, pero primero quiero que nos sumerjamos en lo que hay de Ajoblanco en Chile porque estoy muy entusiasmado con la idea de volver allí”. ¿Sabes que el protagonista de mi novela “Encuentro en Berlín” es chileno? ¿Te leíste “Los 70 a destajo” –suerte de biblia de la “otra” transición española-? ¿Trajiste bañador? Demasiada información para alguien que viene un poco aturdida del aire acondicionado del tren y el contraste al bajarse con calor marino. Así que primero nos sumergimos en la piscina. Hace un calor bárbaro y una humedad que te la regalo.

La revista Ajoblanco se publicó entre 1974 y 1980 en su primera etapa y entre 1987 y 1999 en su segunda etapa. En total fueron 180 números, 30 especiales y otras publicaciones que fueron un baluarte vital de la expresión de toda la España contestataria, cultural y disidente de esos años.

¿Cuál fue la clave del éxito de Ajoblanco?
Aunque el humor fue un ingrediente necesario, lo fundamental en el primer Ajoblanco (1974-1980) fueron los llamamientos, que era la manera directa de conectarse con el lector y hacer la revista juntos. Éramos una generación joven y no teníamos espacio en ninguna parte porque ya no éramos marxistas, no queríamos que nadie nos dijera lo que teníamos que leer, cómo teníamos que pensar ni cómo teníamos que vivir. Lo que queríamos hacer era la revolución cotidiana. Éramos hijos de la cultura underground, del rock, de la contracultura americana, del mayo francés, que chocábamos con la generación del poder, la de Felipe González, señores muy machistas que utilizaban a las mujeres como secretarias. Nosotros éramos hippiosos, queríamos luchar contra la hipocresía. Pero tuvimos que buscar al otro, porque sabíamos que había otra gente que pensaba como nosotros y había que llamarla.

¿Y cómo contactaron con esa gente?¿Dónde estaba?
Hacíamos llamados, poníamos avisos, por ejemplo buscábamos a todos lo que querían hacer cine, pero no tenían los medios. Hicimos el Primer Festival de Cine en súper 8, vino hasta Almodóvar a pasar sus primeros cortos. Luego buscamos a los ecologistas, aunque ahí tuvimos que luchar contra los comunistas que nos decían que la ecología era un divertimento de niños pijos (cuicos) que querían ir contra la lucha de clases y que se inventaban excusas como los problemas ecológicos para desviar la atención.

AJOBLANCO4

¿Encontraron a esos otros entonces?
¡Los encontramos, y nos dimos cuenta que eran muchos los que pensábamos igual! Ya a principios de 1975 teníamos formados colectivos de Antimilitarismo, Nuevo Cine, Nueva Literatura, Sexualidad, Antipsiquiatría, etc. Ajoblanco fue una revista que hicieron los lectores, porque se transformaron en protagonistas. Configuramos todo un mundo nuevo cultural que cambió la mentalidad de este país, luchamos contra el autoritarismo en las familias, que se pudiera hablar de cualquier tema: de masturbaciones, eyalucaciones precoces, de la regla, del aborto. La revista propuso un cambio cultural muy fuerte, acabar con la carcundia ultraconservadora que viene de siglos en España. Esta generación ajoblanquista abrió el camino después a los matrimonios gays, al aborto, un cambio total en la sexualidad, en el diálogo familiar, porque la dictadura hizo mucho daño en esas vidas.

Y todo eso con Franco vivo…
Cuando íbamos al ministerio a pasar la censura íbamos en plan divertido, no como militantes y la verdad es que pasamos muchos artículos que ni pensábamos en pasarlos. Luchábamos para vivir en libertad. Descubrimos la cultura libertaria que existía antes de la Guerra Civil, el pasado libertario español, los libros de Durruti, las colectivizaciones de 1936, lo que había sido el movimiento anarquista cultural en los ateneos libertarios, en los campos nudistas y nos fascinamos.

Dices que hubo una España libertaria pre Guerra Civil, pero luego vino la transición, la monarquía, y la ahora en el presente, la pérdida de muchos derechos ya adquiridos con las políticas represivas del Partido Popular. ¿Qué pasó?
Creo que la revolución cotidiana la hicimos muy pronto y quizá no estaba el país y la gente que podríamos haber impulsado el movimiento libertario para que cuajara. Mira, a las jornadas libertarias que hicimos en 1977 en Barcelona fue más de medio millón de personas. Mucho más que a un mitin del PSOE. En el 77, se rompió el proceso libertario porque la policía, los agentes del exterior, los espías de la CIA estaban controlando el proceso y se infiltraban en los movimientos para radicalizarlos y reventarlos. Esta libertad duró hasta que se hizo la Constitución en 1978 que fue el tiro de gracia. Desde entonces, hemos tenido listas cerradas confeccionadas por los oligarcas de los partidos, que han puesto a los obedientes y los obedientes suelen ser los mediocres y la cultura crítica se ha ido apagando, hasta que ha habido el rebrote brutal de los indignados, del 15M y que tiene que luchar por todo lo que se supone, estaba conseguido: las pensiones, la sanidad pública, la educación, el aborto. España ya no daba más y estalló por allí.

Bueno es el mismo modelo de la oligarquía que se exportó a Latinoamérica en sus transiciones a la democracia
Aquí estaba naciendo otro modelo y se abortó con guerra sucia, con infiltraciones y con la heroína. La heroína se repartió en todos los sitios estratégicamente y aunque al principio nadie sabía lo que era, al final todos cayeron como moscas. Y junto con la heroína, destruyeron la cultura de barrio, las bases. Luego vino el desencanto de 1979, el golpe de Estado de 1981, Felipe González y su triunfo en 1982 y los socialistas que se entregaron al dinero, al hedonismo y a la cultura sin contenido político.

Pero los movimientos de indignados rescatan quizá algo de esta cultura libertaria, al menos de la cultura asambleísta, las plazas, el debate ¿Ha vuelto?
Es que el pensamiento libertario siempre ha estado latente. Lo que hicimos en la segunda etapa de Ajoblanco (1987-1999) fue reestructurar el pensamiento libertario dentro de un nuevo marco que es el que vivimos, hacer una cultura progresista, denunciar los abusos de poder de la oligarquía de partidos. Siempre ha habido esta especie de corriente contra autoritaria: la revolución no solo es racional sino espiritual y afectiva. Eso que te encontrabas en las plazas hace treinta años y que te enamoraba, ha vuelto y se diferencia de la agresividad del movimiento punk.

Pepe, ¿Hay alguien que pueda asumir el vacío que dejó Ajoblanco?
En este momento existe la peor de las censuras que es la económica, que es muy eficaz, porque ha destruido el tejido artesanal de la edición y la distribución. Hay que crear otro tipo de periodismo, hay que crear esa necesidad de conocerse por dentro, ahora que no hay Foucault, ni Deleuze, ahora que hay una gran crisis de pensamiento y que nos dicen que no hay salida al capitalismo.

Pero todavía tienes cuerda para rato porque en vez de retirarte, vas y montas la exposición “Ajoblanco: ruptura, contestación y vitalismo” en Madrid y que incluso quieres llevar a Argentina, Chile y Uruguay.
Es que el espíritu ajoblanquista sigue vivo, aunque se paró en 1999, la memoria sigue. Cuando ves la exposición dices ¿Coño, esto es de antes o de ahora? Y esa duda es fascinante, porque es recuperar la memoria, pero una memoria hacia el futuro, que no es nostalgia. En España se ha inaugurado este proceso que traerá novedad porque es un país vivo, pese a que está deprimido y la gente está jodida con la crisis. Cuando vi a los indignados, vi el espíritu del Ajoblanco vivo. Cuando vi a los estudiantes en Chile, vi el espíritu de Ajoblanco vivo y pensé, joder, no todo está perdido.

AJOBLANCO9

El primer viaje a Chile

Conociste Chile en plena transición…
Fui a Chile en 1994 a dar una conferencia y me encontré con una sociedad que empezaba la transición. Ese momento fascinante donde hay personas con las que conectas porque están viviendo algo que tú ya has vivido: salir de la dictadura. Enseguida conecté con los de Radio Tierra, con Alejandro Hoppe, con Pedro Lemebel. Una de las primeras cosas que descubrí fueron los mapuche, me fascinó esa sociedad matriarcal poética y ecológica, descubrí que realmente son los labradores de la tierra. Chile me gustó mucho, me encontré como en casa. Y eso que la primera vez que fui era invierno, había una contaminación tremenda, nunca vi los Andes.

¿Qué había de la dictadura aún?
Mucho y lo que más me extrañó es cuando salieron los tanques a la calle. Cuando volví el aeropuerto estaba tomado por tanques y después me explicaron que se trataba del “Boinazo”. En la universidad también veías la represión y sobre todo lo vi en un incidente muy chungo, en una cena que tuvimos en el barrio Bellavista.

¿Qué pasó?
Fue un incidente racista contra Pedro Lemebel. Estábamos con varios escritores -me muestra fotos de esa noche donde se reconoce a Jaime Collyer, Carlos Franz, Cristián Warnken y el periodista Santiago del Campo- algo pasó y alguien le arrebató la copa de vino a Pedro Lemebel y dijeron: “no le sirvan vino a él porque es indio”. Pedro no le dio importancia, pero yo me enfadé mucho y defendí a Pedro y en agradecimiento esa noche me regaló el pañuelo con que ataba su coleta, que hasta el día de hoy lo tengo en mi dormitorio. Después recuerdo que me llamó un periodista derechoso, Arturo Fontaine, para que no me fuera con esa imagen de los escritores de Chile.

O sea todo mal con Chile en esa época, no habíamos entendido nada. De todas maneras, aparte de ese incidente, ¿viste algún brote libertario en Chile?
Sí, claro que había, pero creo que lo libertario en Chile viene por la cultura mapuche, aunque, en ese entonces era un pueblo verdaderamente oprimido, decirle “indio” a alguien era sinónimo de “estúpido”. Recuerdo una conversación con un panadero mapuche, que me explicó el conflicto con las represas que iban a construir en ese momento ENDESA y lo peor que me lo explicaba con una resignación tremenda. Vi mucha represión sobre todo el centro de Santiago, se sentía una especie de silencio y de tensión en todas partes. Luego en el 2007, hice un paseo por Chile y fui hasta a Concepción porque Bolaño me habló de esa ciudad, de su libro Estrella Distante.

Conociste a Bolaño. Él vivía, más o menos cerca de aquí, en Blanes…
Claro que lo conocimos, yo y Antonio Baños. Bolaño escribía en Ajoblanco. Es más, le convencimos de que volviera a visitar Chile a finales de 1998, después de 25 años, porque no quería. Creo que lo preparamos, él fue soltando en varios artículos que escribió en Ajoblanco, sus expectativas y temores de ese viaje. “Me encantaría encontrarme con un país tolerante”, escribió tres meses antes de su viaje y cuatro meses después, escribía en la revista, parte de su desencanto, su reencuentro amargo con el país, en el artículo “El pasillo sin salida aparente”. Hoy no tengo mucho contacto con su familia aunque siguen en Blanes. Su madre eso sí, entiendo que lee el Tarot en Figueres.

Portadas de Ajoblanco:

AJOBLANCO1

AJOBLANCO2

AJOBLANCO5

AJOBLANCO6

AJOBLANCO7

AJOBLANCO8

Notas relacionadas