Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Nacional

20 de Enero de 2015

La conexión chilena del atentado a la AMIA que descubrió el fiscal muerto con un tiro en la cabeza en Buenos Aires

El documento revela cómo un clérigo iraní que está vinculado al atentado viajó en varios oportunidades a Chile con el fin de apoyar doctrinaria y económicamente a los centros islámicos que funcionan en Santiago y Temuco. El informe menciona nombres que fueron indagados por la inteligencia chilena. Asimismo cuenta cómo el jefe del espionaje iraní en Chile a principios de los 90, le entregó información falsa a las autoridades nacionales para encubrir sus actividades, previas al atentado de 1994.

Por

alberto nisman EFE

A mediados de 2013, el fiscal del caso AMIA en argentina Alberto Nisman, quien fue hallado muerto con un disparo en la cabeza este lunes, envió un informe secreto a la Corte Suprema chilena. Este daba cuenta, entre otros detalles, de la conexión chilena con el atentado ocurrido en julio de 1994, donde resultaron 85 personas muertas.

De las más de 500 páginas que tiene el documento -cuya copia obtuvo The Clinic Online- Nisman dedicó específicamente 12 a la relación de agentes secretos iraníes con chilenos que practican el islamismo en al menos dos ciudades de Chile. Las identidades de los connacionales se las reserva este medio.

Hay que recordar que el cuerpo de Nisman fue hallado a sólo horas de que compareciera ante el Congreso argentino, donde daría a conocer la relación -a su juicio criminal- entre la presidenta vecina Cristina Fernández y el régimen iraní, luego que firmaran un pacto de cooperación, aún cuando la indagatoria sobre los responsables del atentado seguía abierta.

La red de espionaje

Nisman siempre apuntó como el principal responsable del atentado al agregado cultural iraní en Buenos Aires, Mohsen Rabbani.

Pues bien, de acuerdo al informe, Rabbani viajó a Chile en siete oportunidades entre 1992 a 1997.

En sus tarjetas migratorias aparecían distintas fechas de nacimiento con números de pasaporte, eso sin contar sus relaciones con la legación diplomática iraní en Santiago.

Asimismo, señaló el fiscal en su informe, Rabbani generó vínculos con el instituciones islámicas en Chile, a quienes no sólo aportaba conocimientos sobre el islam radical, sino también dinero para difundir tales ideas, tanto en Santiago como en Temuco.

“En este tránsito, Rabbani desplegó su habitual metodología de dirección, control y manipulación, lo que vio facilitado por la dependencia de los centros culturales de Chile respecto de Buenos Aires y, naturalmente, por el lugar preponderante del sheik en la región. Al respecto informes anexados a la investigación demuestran cómo el gobierno de Irán, a través de su agente Mohsen Rabbani, se interesó en la organización y el sostenimiento económico de las centros culturales ubicados en Santiago y Temuco”, señala la foja 456 del informe.

Nisman asegura también que la misma organización enviaba dinero que sacaban de Buenos Aires, Tucumán y la “triple frontera” para enviarlos a Chile con los que se construyó una mezquita en Santiago, escribió el ahora fallecido fiscal Nisman.

Inteligencia chilena

De acuerdo al documento habría al menos tres chilenos ligados a la red, cuyas identidades menciona el informe. Así, la Jefatura de Inteligencia Policial de la PDI, a mediados de 2013, entregó un informe a la ANI, realizando un análisis exhaustivo sobre las actividades de estos connacionales. Este informe de los detectives chilenos, fue compartido por la agencia nacional con su par trasandino, el SIDE.

No es lo único que descubrió Nisman sobre las actividades iraníes relacionadas con el atentado a la AMIA, en suelo nacional.

“En efecto, en el mes de marzo de 1994, a escasos cuatro meses de que produjera el ataque, Mohsen Rabbani, pese a que se hallaba destinado en el país (Argentina) desde 1983, fue investido con estatus diplomático, adquiriendo la consiguiente inmunidad. Del mismo modo, el 30 de junio de 1994, a tan sólo 18 días del hecho, el embajador Haidi Soleimanpur, dejaba el país desde el aeropuerto de Ezeiza; pocos días después, el 8 de julio lo haría -intempestivamente y pese a tener desde marzo de 1994 pasajes reservados para el mes de octubre- el tercer secretario de la embajada Ahmad Reza Ashgari. Lo propio harían los embajadores de la república islámica en Chile y Uruguay, quienes embarcaron en el mismo vuelo con destino a la ciudad alemana de Frankfurt”, sigue el documento.

El espía en Chile

En tanto quien fuera el jefe del espionaje iraní (MOIS) en Chile desde junio de 1992, Seyed Yousef Arabi, fungía en la legación diplomática como “Encagado de Asuntos Consulares”.

“Asimismo, vale destacar un hecho de singular importancia que tuvo a aquel como protagonista, porque es demostrativo de un proceder convenientemente oscuro para sus propósitos y que consistió en haber entregado datos personales falsos… que luego presentó a las autoridades chilenas. Así lo informó la policía de Chile, que pudo constatar que en uno de los domicilios aportados por Arabi era inexistente, mientras que en otro de los registrados ‘no era conocido’”, relató Nisman.

Según el fiscal Arabi, el 14 de junio de 1994, viajó a Buenos Aires, en calidad de correo diplomático, regresando al día siguiente. El periplo, a juicio del perseguidor, es llamativo por las conexiones que implicó para el atentado.

“Este viaje en forma aislada no hubiese llamado la atención, también es significativo, ya que en ese tiempo (próximo al atentado contra la sede de la AMIA) arribaron a la Argentina agentes iraníes procedentes de otros países. Efectivamente, en junio de 1994 se encontraban en el país funcionarios iraníes apostados en Alemania, Irán y Uruguay; luego en julio estuvieron funcionarios destacados en Brasil, Irán y Uruguay”, continúa el informe.

Otro nexo, destacó Nisman, es el de Mohammad Javad Sayech Zarchi, segundo jefe del Departamento América de la Cancillería Iraní. Este último se desempeñó como “encargado de negocios” en la embajada de ese país en Chile desde 1992.

La conclusión de Nisman es elocuente: “En definitiva, de lo hasta aquí expuesto, se desprende que las actividades desplegadas en la República de Chile por el régimen iraní a través de su principal ejecutor de la política de exportación de la revolución, Mohsen Rabbani, presentan puntos en común con las comprobadas en Argentina desde su arribó en 1983 (instalación de centros culturales y mezquitas a efectos de su manejo dual, financiación de actividades y de la propaganda y difusión y postulados de la revolución iraní, captación de nacionales para su instrucción y utilización en puestos de dirección de dichas instituciones, contacto fluido con la representación diplomática iraní, donde lamentablemente concretó su nefasto propósito, al punto de haber transformado esa red de inteligencia en uno de los eslabones necesarios para la concreción del atentado contra la AMIA”.

Los bienes

En noviembre de 2011, el propio Nisman solicitó a la justicia chilena información sobre nueve participantes en el atentado, como también el congelamiento de bienes de 9 iraníes.

Buscaba a Alí Akbar Hashemi Bahramaie Rafsanjani, clérigo iraní quien fuera presidente de ese país desde 1989 a 1997. Se sumaba el ministro de inteligencia entre los mismos años, Alí Fallahiján; también Alí Akbar Belayati, canciller desde el 81 al 97.

Siguen Mohsen Rezai, otrora jefe del Cuerpo de Guardianes de la Revolución entre 1993 a 1994.
Nisman solicitó datos, además, acerca del entonces ministro de Defensa iraní, Ahmad Vahidi, como también de Mohsen Rabbani, Tayabeh Zohre, Ahmad Ashgari y Hadi Soleimmanpour.

Lea le informe de la conexión chilena enviado por el fiscal Nisman

Notas relacionadas