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24 de Abril de 2016

Carlos Peña: La virtud de Patricio Aylwin

"Mientras el intelectual deshace los hechos una y otra vez buscando el secreto que ocultan; y el santón se esfuerza por condenarlos cuando no están a la altura de sus anhelos, y el revolucionario se empeña en derogarlos, el político los reconoce con docilidad aparente, pero al reconocerlos comienza a transformarlos. Esa es la virtud y el límite del político. Fue la virtud y el límite de Patricio Aylwin", sostuve Peña sobre el exmandatario.

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El rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, dedicó su columna dominical en El Mercurio al expresidente Patricio Aylwin y en relación a él, trató de responder en qué consiste exactamente la virtud del político.

“Si se atiende a lo que se ha oído por estos días, pareciera que sus virtudes no fueron políticas, sino personales. Fue, se ha dicho, austero, sencillo, modesto, prudente. Pero esas cualidades, que indudablemente él tuvo, no son estrictamente políticas. Ellas las puede exhibir también el odontólogo o el abogado o el jardinero o el clérigo. Identificar las virtudes del político, y Aylwin lo fue en medida excelsa, supone hallar alguna que él hubiera tenido en tanto político, algo que no pueda exhibir como cosa propia el ejecutor de ningún otro oficio o actividad”, sostuvo sobre el exmandatario.

“El secreto del político es la capacidad de comprender la necesidad, saber adivinar cuál es la índole de los hechos, tener intuición histórica. Cuando se los comprende, y hasta cierto punto se los acepta, los hechos ya dejan de ser los mismos. Comprendidos por la mente o la intuición del político, pierden su aspecto de causalidad ciega y muda, y se transforman en historia, en una serie de hechos que, comprendidos, logran acompasarse hasta cierto punto con lo que el político persigue y anhela. Ocurre así con el político y la historia lo que ocurre con el individuo y su pasado. Mientras no comprende los hechos que configuran su vida, esos hechos, disfrazados de recuerdos mudos, lo tiranizan, lo hieren y lo conducen. Pero basta que el individuo comprenda lo que le pasó, y pueda narrarlo, para que entonces el pasado deje de teledirigirlo y se convierta en su biografía”, reflexionó Peña.

“Esa mezcla de comprensión de la necesidad y voluntad de atraparla es lo que subyace en la que quizá sea la frase más famosa de todas cuantas pronunció Patricio Aylwin: hay que hacer justicia en la medida de lo posible”.

“La frase esconde el mismo punto de vista que Aylwin mantuvo frente a la Constitución de 1980, a la que (con razón) se negaba toda legitimidad. Pero Aylwin, en vez de insistir en la cuestión conceptual de cuán ilegítima debía considerársela, sugirió aceptarla como un hecho”.

“Cuando insistió en ambas cosas, Aylwin no estaba ejecutando una renuncia, sino una torsión: al comprender la necesidad (los límites de lo posible, los hechos), la transformaba en historia, en un suceder que, comprendido, ya no sería más el mismo. Y es que los hechos de la vida política no son inmunes a la forma en que se los comprende. La comprensión del político reobra sobre los hechos y, dentro de ciertos límites, los modifica poco a poco. La política se parece en eso a la literatura: su voluntad de narrar la realidad es, en verdad, el intento de modificarla”.

“Mientras el intelectual deshace los hechos una y otra vez buscando el secreto que ocultan; y el santón se esfuerza por condenarlos cuando no están a la altura de sus anhelos, y el revolucionario se empeña en derogarlos, el político los reconoce con docilidad aparente, pero al reconocerlos comienza a transformarlos. Esa es la virtud y el límite del político.Fue la virtud y el límite de Patricio Aylwin”, concluyó.

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