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Mundo

8 de Marzo de 2017

Extracto de entrevista en TV a Simone de Beauvoir: “ser mujer no es un hecho natural, es el resultado de una historia”

"No existe ningún instinto biológico o psicológico que defina a la mujer como tal. Es la historia la que la construye. Primero, la historia de una civilización que determina su situación actual. Y, por otra parte, para cada mujer particular, es la historia de su vida, de su infancia la que que la determina como mujer, la que crea en ella algo que no es dado desde el nacimiento, el “eterno femenino”, la “feminidad”. En los estudios psicológicos realizados con niños se muestra cómo se profundiza más en la cuestión de la sensibilidad en los bebés femeninos, como la bebé es construida para convertirse en una mujer. Hay un excelente libro que acaba de escribir la escritora italiana Elena Belotti, Del lado de las niñas, donde se muestra cómo desde antes de que el niño nazca o sea incluso consciente, se inscribe esto en su cuerpo, en la manera de mamar, de acunar, etcétera. Se inscribe en su cuerpo lo que más tarde aparecerá como un destino", planteaba hace 43 años ¿ la escritora y filósofa francesa al hablar de su obra.

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El 6 de abril de 1975 la escritora y filósofa francesa, Simone de Beauvoir, concedió una de las pocas entrevistas televisivas de que se tenga archivo. Ese día, conversó con el periodista Jean Louis Servan Schreiber sobre su obra “El segundo sexo” (Le deuxième sexe) y respecto de su visión de la mujer. Acá parte de la transcripción hecha por CTXT, gracias al trabajo de traducción de Gabriel Méndez-Nicolás y Amanda Andrades.

Si tuviéramos que hacer un resumen del El segundo sexo, lo que evidentemente es muy complicado, éste podría quizás girar alrededor de una idea, que ha sido a menudo recuperada desde entonces, pero que me gustaría que me explicara: no se nace mujer, se hace.

-Sí, esa es la fórmula que resume la totalidad de mis tesis. Lo que significa es muy simple, quiere decir que ser mujer no es un hecho natural, es el resultado de una historia. No existe ningún instinto biológico o psicológico que defina a la mujer como tal. Es la historia la que la construye. Primero, la historia de una civilización que determina su situación actual. Y, por otra parte, para cada mujer particular, es la historia de su vida, de su infancia la que que la determina como mujer, la que crea en ella algo que no es dado desde el nacimiento, el “eterno femenino”, la “feminidad”. En los estudios psicológicos realizados con niños se muestra cómo se profundiza más en la cuestión de la sensibilidad en los bebés femeninos, como la bebé es construida para convertirse en una mujer. Hay un excelente libro que acaba de escribir la escritora italiana Elena Belotti, Del lado de las niñas, donde se muestra cómo desde antes de que el niño nazca o sea incluso consciente, se inscribe esto en su cuerpo, en la manera de mamar, de acunar, etcétera. Se inscribe en su cuerpo lo que más tarde aparecerá como un destino.

Usted considera que las diferencias biológicas, evidentes, no juegan un papel en el comportamiento posterior del individuo.

-Creo que ciertamente pueden jugar un papel, pero la importancia que se les da, viene del contexto social en el que se sitúan. Es muy importante que una mujer pueda estar embarazada, tener hijos, cosa que el hombre no. Constituye una gran diferencia entre los dos pero no es ésta la que fundamenta las diferencias de estatus, la explotación y la opresión a la que está sometida la mujer. Es, en cierta medida, un pretexto a partir del cual se construye la condición femenina, pero no es lo que la determina.

Cuando habla de opresión o explotación, se presupone una voluntad en un momento dado, no es simplemente accidental. ¿Dónde traza el origen de esta voluntad en el plano histórico?

-Se remonta a los albores del tiempo. Hay que partir de la idea de que “el hombre es un lobo para el hombre”, de que existía la escasez, de que no existían suficientes recursos para todo el mundo. Hubo un momento en los albores del tiempo en el que el físico contaba enormemente, los más fuertes se apropiaban el poder para conseguir también una preeminencia económica, para ser básicamente los que siempre estaban seguros de comer. En China, por ejemplo, donde había mucha pobreza, se dejaba morir, se mataba a las niñas pequeñas y se impedía a las mujeres participar en la producción, de forma que el hombre tuviera todo entre manos. Ha sido así siempre, no me da tiempo a explicar la historia de la mujer, pero es evidente que ha habido siempre una voluntad de los hombres de hacerse con el poder. Por ejemplo, en los inicios de la Edad Media las mujeres tenían mucho poder como médicos, conocían muchos remedios, hierbas muy valiosas… Pues bien, los hombres les arrebataron la medicina. Todas las persecuciones contra las brujas estuvieron esencialmente fundadas en esta voluntad de los hombres de apartar a la mujer de la medicina y del poder que ésta les daba. Después, en los siglos XVI y XVII, hubo reglamentos que prohibían rigurosamente, bajo pena de muerte o de multa, que la mujer ejerciera la medicina si no había estudiado en ciertas escuelas donde no se las aceptaba. Las mujeres fueron relegadas al rol de enfermera, comadrona, o asistenta. Si nos centramos en otros ámbitos, comprobaríamos que se han producido los mismos procesos. Ahora, la voluntad es más la de mantener ciertas barreras cuando la mujer quiere acceder a ciertas cualificaciones o a ciertos poderes.

En sus memorias dice que escribiendo Le deuxième sexe se dio cuenta de que descubría con cuarenta años una situación que le parecía evidente una vez que uno se percataba de ella. ¿Cómo puede ser que una mujer como usted, intelectual, con grandes estudios, no haya vislumbrado antes la situación que describe?

-Porque he vivido mi propia condición, la de intelectual que tenía la suerte de ejercer una profesión donde no había competición con los hombres ya que la enseñanza está abierta a ambos. Había tenido compañeros en la Sorbona o en otros lugares que en el plano intelectual dominaban perfectamente la idea de igualdad. No había sentido eso. Como tampoco nunca quise casarme ni tener hijos, no he tenido una vida doméstica que es lo más opresor para la condición femenina. Había escapado a la servidumbre que implica la condición femenina. Más tarde, cuando empecé a reflexionar, a mirar a mi alrededor, vi la verdad sobre la condición femenina. La descubrí en gran parte al escribir Le deuxième sexe.

Es posible que en sus orígenes no fuese un estudio destinado a transformar la condición de la mujer, sino más bien una búsqueda intelectual…

-Era un estudio teórico, mucho más que un trabajo de militancia. De hecho, estoy muy contenta de que luego haya podido ser utilizado por las militantes. Ahora tienen un rol de militancia, pero no fue para nada concebido para eso.

Ha descubierto una situación que, como usted misma dice, parecía una evidencia. ¿Cómo explica que en los últimos 150 haya habido muchas mujeres que han realizado estudios, que han podido acceder al mismo nivel cultural que los hombres, pero que no se haya llegado a esta evidencia de que las mujeres tienen un papel secundario en la historia de la humanidad?

-Porque los hombres no tenían interés en formularla.

Lea la entrevista completa acá.

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