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Cultura

1 de Agosto de 2018

Machismo en el cine chileno, las mujeres se están organizando

Hollywood se remeció con las acusaciones de abusos de importantes figuras de la industria cinematográfica. Las repercusiones llegaron a Chile, donde reportajes periodísticos han dejado al descubierto un par de casos locales. Pero el tema no queda ahí. Más allá de abusos y acosos puntuales, el tema de fondo es la profunda misoginia y el machismo enquistados en el medio audiovisual.

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La primera señal vino en un posteo en Facebook hecho por la actriz Blanca Lewin. Para el día de la violencia de género, a fines de noviembre de 2016, e inspirada en el testimonio de la actriz argentina Antonella Costa, la protagonista de “En la cama” y “La vida de los peces” escribió un sentido relato sobre algunas situaciones de acoso vividos durante su carrera profesional.

En parte de su texto, Lewin expresaba: “Al director que nos filmó en largas jornadas supuestamente “ensayando” la que era nuestra primera escena de sexo (y mi primer desnudo frontal), que no contento con eso me llamó a “doblar” únicamente los gemidos de esa escena, para luego llevarme a casa y acosarme antes de bajarme del auto insistiendo en que “yo quería” y “a mi me gustaba”. Siendo una ingenua estudiante de teatro, recién ahí entendí y lo mandé a la mierda…” (ver texto completo más abajo).

La segunda señal fue poco tiempo después, en diciembre de ese mismo año, cuando el sitio “El Mostrador” publicó una nota denunciando los dichos “sexistas” del encargado de cine de la Dirección de Relaciones Exteriores (Dirac), Eduardo Machuca. Para gran parte del medio audiovisual chileno, esa nota había sido malintencionada y sensacionalista, y mezclaba un comentario hecho en su Facebook personal (y luego borrado) con fotos de fiestas y actividades privadas también sacadas de sus redes sociales. Muchos realizadores y otros miembros del mundo del cine local, cerraron filas a favor de Machuca. Algunos, con comentarios más desafortunados y muchos más misóginos que los dichos del funcionario de la Dirac. De hecho, a algunas personas del medio que sí se sumaron a las críticas, las bombardearon duramente. Algunas recibieron ataques por redes sociales o de forma interna. Una ejemplo: a una realizadora que sugirió que más allá del caso puntual, quizás era la oportunidad para discutir del machismo en el audiovisual chileno, otra productora la trató de “feminazi”.

En ambos casos no hubo mayores reacciones al interior del mundo del cine. Salvo en ciertos círculos ligados a agrupaciones gremiales y sobre todos, de algunas mujeres del medio, la discusión no llegó a hacerse pública ni a provocar un cuestionamiento al interior de la industria.

Hoy, tras el destape de las denuncias de acoso y abuso sexual en Hollywood que dieron origen al movimiento MeToo y sus repercusiones locales, surgidas a través de las denuncias periodísticas contra dos destacados realizadores nacionales, el tema ha vuelto a cobrar relevancia.

Frente a los contundentes testimonios de un serie de mujeres (la mayoría actrices), contra los realizadores Herval Abre y Nicolás López en revista “El Sábado”, han comenzado a surgir una serie de iniciativas que buscan darle a las mujeres un espacio más seguro en su trabajo en el cine y la televisión. Apoyo a las denunciantes, terapias sicológica y la discusión de protocolos para evitar los abusos.

Aunque gran parte del medio ha guardado silencio antes los casos más connotados, y algunas de las instituciones que agrupan a realizadores, productores y otros gremios reaccionaron algo lentos y con la publicación de comunicados, pareciera que resulta más fácil dejar caer a los personajes más famosos que acumulan acusaciones y no profundizar en el tema. Como López, por ejemplo, que nunca ha tenido ni la simpatía ni el respeto de muchos de sus colegas del mundo cinematográfico “más serio”, por lo que resulta el chivo expiatorio ideal. Lo mismo un director de telenovelas que hoy nadie apoya. Así es más fácil para algunos mirar para el lado y desentenderse de un problema, que para la mayoría de las mujeres que trabaja en ese medio, es generalizado.

Porque más allá de los casos de acoso y abusos (que sin duda deben ser muchos más), el tema de fondo, es si el medio cinematográfico chileno es machista y misógino. Y todo indica que así es.
En el trato cotidiano, en el los rodajes y grabaciones, en los festivales y casting, el acoso, ¿es una práctica habitual? ¿Es el mundo del cine un espacio sexista? ¿Son los directores, productores y actores locales personas abiertas y comprometidas con sus pares mujeres, o repiten el esquema machistas de la sociedad en general?

“Un director dijo que me ganado un premio porque usaba shorts”

“Es un medio tan machista que nos hemos visto obligadas en agruparnos no solo en Chile, en el mundo entero”, dice la actriz Mariana Loyola, una de las voceras de la Red de Actrices Chilenas (RACH) que se acaba de conformar y que ya reúne a unas 400 actrices, las que, según explica, se han unido para aprovechar el reconocimiento que tienen varias por estar en la pantalla “para convocar a más mujeres, y también a hombres, a todes, para que salgamos a igualar la cancha, porque de eso y nada más se trata el feminismo: de la igualdad de derechos y libertades de las mujeres”.

“Te aseguro que todas las mujeres, y me incluyo, hemos sido víctimas de abuso”, declara la protagonista de “Rara” y “Cachimba”. “Y no solo en la pega, sino también en la calle. Y no solo con jefes, sino también con compañeros de trabajo. Y creo que es hora de denunciar y de tomar medidas concretas. Es hora que las cosas cambien, que no haya mas abuso ni acoso, y no solo en nuestro medio, porque esto pasa en todas partes. En hospitales, empresas. Tenemos que sacar la voz”.

Isabel Orellana, vicepresidenta de la Asociación de Productoras Independientes de Chile (API), no tiene dudas en que el medio donde lleva años trabajando, es machista. Realizadora titulada de la Escuela de Cine y TV de la Universidad de Chile, fue productora del film “Nunca vas a estar solo” y trabaja en los nuevos proyectos de Alicia Scherson y Francisco Hervé. “El cine tiene jerarquías de poder que están muy marcadas por roles de género. En el fondo, la figura del productor, como el que tiene todo el poder y el control creativo, viene desde Hollywood. Y es irónico, porque Harvey Weinstein era conocido por lo mismo. No me parece casual que el productor que cayó fuera famoso por ser muy controlador y muy abusivo. Esa forma de manejar el poder y de operar que tenía Weinstein, está asociada a una forma de poder que es machista”.

Ella misma ha vivido situaciones que han sido muy violentas en ese sentido. “Yo tenía un proyecto como directora el 2013 o el 2014, y me gané un premio en el laboratorio de producción que tiene Sanfic. Y cuando gano el premio, sale por twitter otro director que estaba compitiendo contra mí, un hombre, diciendo que me había ganado el premio porque usaba shorts, que me había visto hablando con las personas que me interesaban, implicando que mi triunfo lo había conseguido porque me vendía. No sexualmente, porque no implicaba eso, aunque en algún momento casi lo dijo; pero en el fondo, siempre está esa idea muy fuerte de que las mujeres consiguen lo que tienen en la industria audiovisual porque son lindas, porque se acostaron con X o Y. Está muy instalada esa idea. Y yo creo que cruza transversalmente muchas cosas”.

Aunque se formó como actriz y estudió periodismo, Sandra Arriagada prácticamente no ejerció. Ella quería escribir y terminó trabajando de guionista, llegando a ser jefa de guiones en TVN. En el último tiempo ha aparecido en varios medios de comunicación para hablar del tema del acoso y el machismo en ese medio. Y es que venía prediciendo que los abusadores locales iban a caer. De hecho, escribió una columna, en octubre de 2017 en el sitio Braga, donde se preguntaba: “Y nuestros “Harvey Weinstein”, los locales. ¿Cuándo los haremos caer?”. Asegura, que las denuncias contra Abreu y López (al cual aludió sin nombrarlo en su texto) “era algo que esperaba hace rato. Y eso también es un reflejo del machismo que hay en los medios de comunicación. Hasta hace un par de meses, esos tipos eran Dios. Pero si ti t atrevías a decir que el emperador estaba desnudo, quedaba la cagada. Recibías críticas, te atacaban y quedabas cesante”.

Arriagada, Master en Dirección de la Empresa Audiovisual y Doctorando en Comunicación Universidad Carlos III de Madrid, explica que muchos no entienden que para las mujeres, “opinar ese tipo de cosas de un jefe, o si dices que viste algo o denuncias, o si las demás mujeres apoyan, si cualquiera de nosotras reclama, eres una “loca culá”. Había todo un manto de protección entorno a estos señores que generaban pegas y beneficios. En realidad, había una suerte de corte medieval que los blindaba y que a la vez, reciban sus beneficios a cambio de tolerar sus vicios, sus comportamientos misóginos y patriarcales”.

“Es más difícil para las mujeres. Hay una exigencia mayor”

La directora Marialy Rivas deja claro desde un principio que su situación es privilegiada. La directora de “Joven y alocada” y “Princesita” comenta: “En este medio el machismo también se expresa en que muchas veces si una mujer es directora y el esposo es el productor, no te molestan, porque perteneces a otro hombre. Como sabían que yo era gay, no me hueveaban. A lo más el típico comentario: ‘o, una mujer, qué inusual’, o ‘qué divertido’. Hay actores que hasta el día de hoy me lo comentan, o típico que primero le hablan al asistente, porque es hombre, y después se sorprenden cuando ven que la persona a cargo es una mujer. Todavía es exótico que una mujer sea director”.

Rivas, realizadora de publicidad hace 14 años es vocera de Free the Bid, una organización que lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres en ese mundo, el que ella ha dicho que es también muy misógino. “Cuando yo volví de mi beca en Nueva York, yo, como nunca veía tele y no había visto el humor de la publicidad, no entendía de que se reían, ni los contenidos, que eran tan machista. Una vez escribí en Twitter contra una campaña de cerveza y esa agencia nunca más trabajó conmigo”, cuenta la realizadora.

Recalca, que siempre ha tenido el apoyo de hombres, en las agencias y en productoras, y que se siente agradecida por eso, “y desde mi experiencia personal me parecería ingrato putear, pero yo sé que soy una excepción. Sé que la cuestión es súper misógina. A pesar de mi privilegio particular, puedo observar la excepción y no debería serlo”.

“Cuando uno está en una posición de poder tiene que estar siempre chequeándose”, comenta Marialy Rivas. “Por eso yo nunca le he pedido el teléfono a una modelo o a una actriz, porque me parecía de un mal gusto tremendo. Pero para un hombre puede que sea más difícil porque los hombres relacionan el sexo con el poder, a un hombre le enseñan que su atractivo es su poder. Y a mi me parecía que si alguien se acercaba a mi por mi poder, yo no le gustaba, sino que le interesaba lo que podía conseguir de mi, y eso me parecía lo menos atractivo del mundo. Son estructuras mentales complejas, porque a ellos les enseñan a convertir los ‘no’ en ‘sí’, y a las mujeres heterosexuales les enseñan que aunque deseen tienen que decir que ‘no’, y eso abre un espacio complicado”.

Gabriela Sandoval es argentina, peor está en Chile hace 15 años. Es una de las creadoras del Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic) y miembro de la directiva de la Asociación de Productores de Cine y Televisión (APCT). Para ella, la dificultad de las mujeres para desarrollarse en la industria audiovisual es una realidad. “Para las profesionales del cine es mucho más difícil desenvolverse en este medio, y debería ser todo lo contrario, en un medio donde abunda el talento femenino a nivel ejecutivo, artístico y técnico”.

“Vivimos en una sociedad patriarcal que ha perpetuado en el tiempo la normalización del machismo y la misoginia, por ende, ningún medio es ajeno a este tipo de conductas”, afirma la productora ejecutiva de filmes como “La mujer de barro” y “El pacto de Adriana”. “En este contexto”, agrega, “claramente que la industria audiovisual chilena no es la excepción, y por lo mismo es importante visibilizar, denunciar y condenar todo tipo de abuso (laboral y sexual), así como también generar un cambio cultural”.

Para Sandoval, una de las formas en que quedan de manifiesto las actitudes patriarcales en el cine, es la invisibilización de los méritos de las mujeres. “De verdad es muy difícil para las mujeres desenvolverse en este medio. Las profesionales, tanto del área artística como técnica, deben estar constantemente demostrando o destacando sus capacidades, o sea hay una exigencia mayor, y no debiese ser así”.

“Había que negar la discriminación para poder trabajar”

Los problemas que afectan a las mujeres que trabajan en el cine y la televisión no son solo el acoso y el abuso. Lo chocante de esas situaciones y su gravedad suelen acaparar la atención, al igual que las denuncias mediáticas. Pero como comentan todas las entrevistadas, la misoginia está tan interiorizada en este mundo, que se aprecia en muy distintos aspectos.

“Era tan común, y había toda una generación anterior que estuvo obligada a no declararse feminista, que no existía como discurso. En el fondo era como la negación de la discriminación”, reflexiona Isabel Orellana.

Explica la vicepresidenta de la API: “Siento que hace diez años, las mujeres que trabajaban en el cine tenían que negar que la discriminación existía para poder hacer su trabajo porque si no, no podían hacerlo. Entonces tse instalaban en el supuesto de que estaban en las mismas condiciones que los hombres que trabajaban junto a ellas, cuando en la realidad, esas condiciones no eran iguales. Y hoy estamos viendo que eran francamente desiguales, y que habían situaciones de acoso y de abuso de poder”.

Sandra Arriagada cree que hubo un “salto cuántico” después de que se destapó el escándalo de abusos de Weinstein en Estados Unidos. “Fue maravilloso, porque hace dos o tres años atrás, pasaba mucho que habían signos e misoginia que tu no podías ni indicar, porque eran entendidos en el medio como algo lógico. O era muy mal visto que una mujer reaccionara. Si una mujer que golpea la mesa, es una loca; pero si lo hace el hombre, es un líder”.

“La creatividad parece ser monopolio de los hombres”, asegura la guionista de teleseries como “La chúcara” y que hoy trabaja proyectos de cine independiente. “Me chorea que las pocas creadoras mujeres en TV han sido validadas por un hombre o por tener actitudes masculinas. El sálvese quien pueda. O el lobby medieval, donde tienes que caerle bien a alguien o que te encuentran rica. Yo quiero que me validen por mi trabajo. Esa es la realidad en los canales, donde lo que prima es el abuso de poder: que te gritan, te golpean la mesa, te arrinconan, te tratan de loca, que ningunea tus ideas o en el mejor de los casos se apropian de ellas. Eso tiene que cambiar”.

Y para que cambie, es que las mujeres se están organizando. Ya han comenzado las primeras reuniones intersectoriales. Distintas agrupaciones de los diferentes gremios de la industria. Desde la realización a la producción, además de las actrices y el área técnica. Sinteci es la sigla del Sindicato de Profesionales y Técnicos de Cine y el Audiovisual de Chile, y que ha estado trabajando hace tiempo en estos temas. Así lo cuenta su secretaria, Daniela Espinoza, que explica que ya habían recibido denuncias por acoso: “A raíz de esto nos reunimos con la Dirección del Trabajo para ver como debían abordarse este tipo de denuncias, encontrándonos con un gran vació legal al respecto pues por las particularidades del sector es complejo abordar un caso de acoso desde lo laboral, razón por la cual decidimos empezar a trabajar un protocolo para el sector en el que se involucren todos los gremios”.

Espinoza explica que consideran relevante “hablar del machismo en este sector, pues creemos que es una de las principales brechas que se deben abordar, existen variados ejemplos de este problema”. Solo en lo relativo a los sueldos, informa la representante de Sinteci “las mujeres ganan en promedio un entre un 15% y un 20% menos que los hombres frente a iguales cargos”.

Y sumándose a lo dicho antes por Sandra Arriagada, la secretaria del Sindicato de Profesionales y Técnicos de Cine, “la masculinización de los liderazgos femeninos es otro problema que deben enfrentar a diario muchas de las mujeres a cargo de proyectos o en cargos de poder. Se considera que quien más grita o putea es mejor. lo cual obliga en muchos casos a las mujeres en cargos relevantes asumir actitudes machistas a fin de validar su liderazgo”.

Para Sandra Arriagada, el problema de fondo, es la educación: “Los medios de comunicación entregan estereotipos de género: hadas y cowboys son la primera información que te dan, y luego, la educación te las refuerza. Los hombres con pantalón de fútbol y las mujeres en jumper pelando a las compañeras. El cine y la televisión tienen que sacudirse eso, y la educación es la única salida”.

Gabriela Sandoval anuncia que como parte de la Asociación de Productores sienten “la responsabilidad de velar que este tipo de conductas, agresiones y abusos, no sean permitidas, menos ignoradas, ocultadas o naturalizadas. Nos interesa generar instancias que nos permitan impulsar un verdadero cambio cultural en la sociedad”.

Por eso, como gremio, están trabajando en el desarrollo de un protocolo de acción y prevención dirigido a evitar “todo tipo de abuso, que también incluya un canal de denuncia, investigación y apoyo a las víctimas y condena a victimarios; con el objetivo de prevenir este tipo de hechos y coordinar un trabajo en conjunto entre todos los gremios y organizaciones del sector”.

Para eso, hace un par de semanas tanto la representante de la APCT como voceras de otros organismos del área, como Sidarte, Sinteci, se reunieron con algunas diputadas para trabajar estos temas. Pero todos tienen claro que el tema de fondo no se solucionará de un día para otro.

“Estos grandes cambios son a largo plazo, de aquí a varios años”, opina Mariana Loyola. “Educar, sacar a los abusadores de los lugares donde están, de las salas de clases, de los espacios de trabajo, denunciar, empoderar a las mujeres, darles herramientas. Es la manera que tenemos para hacerlo. Estar unidas y apoyarnos entre nosotras también; no darle la espalda a ninguna. Ser un colectivo y de esa manera nace RACH, y así Sidarte, Chileactores, que están dando asistencia legal y sicológicas a mujeres abusadas. Es primordial que estemos unidas y que nos atrevamos como un todo”.

“Porque todas las mujeres hemos tenido algún episodio de abuso o de acoso en nuestras vidas, todas”, remata con firmeza la actriz e integrante de la Red de Actrices Chilenas. “Y así como suena feo, también suena feo decir que todos los hombres han abusado, alguna vez, en sus vidas de su calidad de hombres. Muchas veces sin quererlo, porque el patriarcado es parte de la cultura”, asegura.

Y concluye diciendo: “Porque si se revisan, todos, incluso tú, te das cuenta que sí, que alguna vez golpeaste la mesa… hasta mi marido, mi hermano, mi papa… Por eso no solo hay que hacer el ejercicio de denunciar, también hay que revisarse y estar en constante revisión. Yo misma a veces me pillo en micromachismos, y creo que hay que tener ojo y educar, estar atenta y no aguantar ni una. Ni a la pareja, ni al amigo, ni al colega, ni al jefe… Ni una”.

Blanca Lewin: “A ustedes tuve la oportunidad de pararles los carros”

La actriz Blanca Lewin nos da su expresa autorización para reproducir íntegro el texto que escribió en Facebook. Insiste en que digamos que fue con su autorización, “porque no es público”. No fue un comunicado de prensa, sino un escrito personal hecho en la red social en noviembre de 2016, replicando lo que ya había hecho en la misma plataforma la actriz argentina Antonella Costa (“Garage Olimpo”, “Dry Martina”):

“Al director que nos filmó en largas jornadas supuestamente “ensayando” la que era nuestra primera escena de sexo (y mi primer desnudo frontal), que no contento con eso me llamó a “doblar” únicamente los gemidos de esa escena, para luego llevarme a casa y acosarme antes de bajarme del auto insistiendo en que “yo quería” y “a mi me gustaba”. Siendo una ingenua estudiante de teatro, recién ahí entendí y lo mandé a la mierda. Me he encontrado contigo en festivales impostando un acento ridículo, y como apoderado del colegio de mi hija buscando complicidad sonriente en alguna Asamblea de Padres. Patético.

Al director de fotografía (que continúa formando a nuevas generaciones de directores de fotografía) que después de otra escena con desnudo, hizo gran alarde de sacar a todo el equipo del set, mientras tenía a todos muertos de la risa y pegados al monitor, y que, luego de que mi partner de escena hiciera un chiste después del corte, los alentara a entrar celebrando al set, mientras yo aún estaba desnuda.

Al admiradísimo cantante lírico que se permitió meterme el dedo en el culo porque “notó” que tenía el vestido levemente descosido justo ahí. Lo denuncié ante los respetables músicos “históricos” con los que promocionaba una hermosa gira en ese programa de televisión, y se hicieron los huevones.

Al famosísimo conductor de televisión que me hizo la cruz y me insultó luego de que yo me negara a besar a los bailarines y cantantes de su programa “replicando” escenas de teleseries hechas originalmente por profesionales de la actuación (e intentara proteger a mis compañeras del mismo abuso).

Por el contrario, gracias a todos los que sí me han cuidado, y que me han permitido desarrollar un trabajo artístico y hermoso en conjunto con todos los talentos involucrados. Afortunadamente pertenezco a una generación donde esas cosas ocurren cada vez menos, o donde al menos el pudor frena estas actitudes de violencia machista. O quizás, por la edad que ostento, ya no soy ni blanco fácil ni objeto de deseo evidente. Pero ellos siguen ahí. Los mismos que promueven la idea, lamentablemente aún instalada en nuestra sociedad, de que las actrices en algún modo somos putas. A ustedes tuve la oportunidad de pararles el carro, posiblemente a muchos otros no, pero gracias Antonella Costa por tu valentía y por ser siempre una inspiración para mi, desde tu primera película”.

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