Entrevistas
14 de Septiembre de 2008“Huidobro, Edwards Bello y Matta no pasarían el examen de admisión en el colegio Cumbres”
Controvertido como siempre, o incluso un poco más, Alfredo Jocelyn-Holt elabora aquí su visión de Chile, anclada en el país colonial que el tercer tomo de su “Historia general” revisa. Al mismo tiempo, J-H va proyectando ese mundo al Chile contemporáneo. Abundan en esta entrevista las ideas provocadoras y los denuestos. Son pocos los títeres que quedan con cabeza y varias las interpretaciones históricas que propone repensar.
Compartir
Por Vicente Undurraga – Fotos: Alejandro Olivares
Que este tomo apenas supere las 200 páginas y abarque casi tres siglos habla de lo poco acontecido y lento que fue el Chile de la Colonia; de hecho, inicialmente este tomo iba a incluir la Independencia y la Revolución Francesa. no incluirlos fue para desmarcar y subrayar el periodo colonial, ¿no?
-Claro, para dejar establecido que podía existir un mundo feliz.
Así le llamas al siglo XVIII, “un mundo feliz”.
-Sí. Yo estoy fascinado con el siglo XVIII, y me cuesta mucho volver a entrar al XIX, en el cual yo me especialicé; de un tiempo a esta parte me parece tieso, almidonado, acorsetado, un mundo que se cree su propio cuento. Los revolucionarios del XIX se creen su cuento de que el mundo iba a cambiar –y en parte tuvieron razón–, pero a mí me disgusta esa soberbia comparada con este siglo que lo precede y que es más despeinado: la gente anda con peluca pero se la saca. Pensemos en “Barry Lyndon” o en un personaje como Casanova. Son espíritus libres funcionando en un mundo de antiguo régimen. Esa contradicción de vivir en un mundo lleno de privilegios aristocráticos e irse por la libre, me atrae. Es algo que no podríamos hacer hoy día. Personas como Jefferson, que cree en la libertad de todos y al mismo tiempo es dueño de esclavos. Retratar eso me parece muy atractivo, y por cierto, muy políticamente incorrecto, lo cual me gusta. Defender el siglo XVIII estéticamente no es nada difícil, pero en términos discursivos es francamente inaceptable. Es suponer que un mundo aristocrático puede ser más progresista y filantrópico, más humanista y feliz que el mundo que sigue después, que es mucho más democrático, que cree que puede hacerlo todo, pero es bastante infeliz.
Dices también que el Chile de la Colonia es más heredero de la Europa renacentista que de la España medieval en decadencia, como suele contarse. Hablas incluso de la “conexión italiana”
del Chile colonial.
-Tiene que ver con que uno ve las cosas que está capacitado para ver; yo me formé como historiador del arte, especializado en renacimiento italiano. Entonces, sé más sobre eso que sobre otras cosas, y eso puede estar condicionando mi visión. Me ha llamado la atención lo mucho que se ha reparado en esta conexión italiana.
¿A qué lo atribuyes?
-Da la impresión que esta conexión tiene en los lectores un efecto liberador. Es mucho mejor tener conexiones con la península itálica que tenerlas con una España medieval, cristiana, que expulsa
moros, que tiene Inquisición. Más aún, en cierta medida los criollos eran mucho más europeos que los oficiales y los funcionarios peninsulares que gobernaban acá en el siglo XVII y XVIII.
¿Por qué?
-Porque estaban mirando a Francia, a Italia, a Inglaterra. Hasta hace muy poco tiempo, los sectores chilenos más pudientes miraban con desprecio a España, que era franquista, fascista, beata, bastante
retardataria y muy pobre después de la guerra. España era lo más cercano a África que había en Europa. Lo que pasa es que de un tiempo a esta parte España es civilizada, rica, sofisticada, intelectualmente estimulante. Además, la versión de España que nosotros tenemos es terrorífica: barroca, flagelante, una España que le encanta a alguna gente.
¿A quién?
-A alguna gente del Instituto de Sociología de la Católica le encanta. A los historiadores de la Universidad de Los Andes les fascina; a El Mercurio lo trastorna una España flagelante, con inquisidores, con reclinatorios en el dormitorio.
“ESTE ES UN PAÍS DE MIERDA”
Volvamos al libro. Pasada la Conquista, planteas, España, por los problemas que tiene en Europa, no puede atender a las colonias, menos a una tan periférica, infértil y problemática como Chile. y dices que son justamente los criollos quienes toman las riendas del país y comienzan a darle forma a la hacienda, que para ti es la institución más duradera de nuestra historia.
-¡Y en un país terremoteado!
¿Es cierto que no se tiene noticia de rebeliones campesinas en este período, como dices en el libro?
-Es evidente.
Pero en este punto tienes muchos detractores; sin ir más lejos, los guionistas de El Señor de la Querencia.
-Pero el Señor de la Querencia me desmintió…ugg boots outlet
¿Cómo así?
-Porque sucede que el Echenique no era tal sino hijo de la empleada. Revirtieron el asunto, mira qué ironía. Por eso es que de El señor de la Querencia ya no puedo decir nada.
Cuando dices que no hay registros de rebeliones campesinas, alguien podría decirte que de dónde iban a quedar registros, si estos inquilinos no sabían escribir y los hacendados no iban a estar dejando registro de rebeliones en su contra.
-Existen registros contemporáneos de las sociedades esclavistas, como Brasil, El Caribe, Venezuela o EE.UU., que son sociedades muy similares a ésta, salvo que allá había esclavos, a los que se trataba de manera muy mala. Y en esa situación límite los esclavos se rebelan. Los inquilinos, en cambio, no son esclavos y tienen un trato completamente distinto, y por lo tanto no hay rebelión. Que no existen registros, ni siquiera orales, es un hecho. Por lo tanto esa objeción es falsa.
Luego dices que la fidelidad fue la clave de la relación patrón-inquilino.
-En un país tan adverso, tan terrible, la gente necesita arrancharse en alguna parte, necesita protección. Y los dueños de tierras no tienen trabajadores. Este país hasta el día de hoy necesita más población. La mano de obra estaba recluida al sur del Bío Bío y no se dejaba disciplinar. Entonces, tienen los hacendados que crear un nuevo componente humano: el mestizaje. No hubo nada más fértil que la hacienda. Más que cereales y trigo, lo que termina creciendo ahí son trabajadores, campesinos. Y la lealtad que se da ahí es total. Eso es lo que explica la estabilidad. Son dos sectores sociales que tienen una reciprocidad muy fuerte porque los dos comparten las mismas dificultades límites. Este es un país de mierda.
Para que fuera posible tal fidelidad por parte de los inquilinos, podría alegarse que estos tenían un importante grado de alienación, de incapacidad de plantearse la posibilidad de huir o de rebelarse.
-Sí, bueno, pero yo agregaría a eso que en cierta medida los patrones de fundo también estaban alienados.
¿Ah sí?
-Esta era una miseria muy compartida. La mía no es una visión dorada de la hacienda como la que podríamos encontrar en Carlos Cousiño.Yo no me compro el paquete completo. Lo que pasa es que
hay una falacia típica, la retrospectiva, que consiste en suponer que el mundo de atrás es terrible porque no se atiene a los estándares de hoy día. Eso es no situarse en el contexto limitado de ese momento pasado. Cuando se adolece de esa falacia, somos todos generales después de la batalla. Uno no le puede exigir al pasado la corrección que con el correr del tiempo se ha producido, si es que se ha producido. Suponer que éramos poco democráticos en la hacienda… bueno, muéstrenme alguna otra institución que sea más democrática. En una charla hace poco, me decían: “¡Qué cosa más horrorosa: en la hacienda chilena hacían trabajar a los niños desde los 12 años!”. Sí, sí, por supuesto que sí, y trabajaban duro. Pero comparemos a un chico de 12 años trabajando en la hacienda chilena con un chico de 12 años trabajando en una industria de la Inglaterra victoriana retratada por Charles Dickens… Yo me adscribo a la línea historicista de Gabriel Salazar: el fenómeno hay que entenderlo desde adentro y desde el sujeto, en su propio contexto. Mirarlo con una perspectiva de hoy día para lo único que sirve es para el autobombo, para ver cuán políticamente correctos y avanzados somos nosotros, lo que es una beatería.
¿Y cómo habría que ver a la hacienda?
-Siempre se dice que los patrones de fundo no tenían escuelas para sus campesinos. Pero si tampoco tenían bibliotecas al interior de sus casas, para qué andamos con cuentos. La hacienda es fáctica, es bien bárbara, los campesinos son bastante primitivos, bien toscos, y los patrones también. El punto es que algún miembro de esa familia patronal, sólo alguno, viene a Santiago y se educa, lee algunas cosas y se interesa por la cosa pública. Y ahí viene la parte más ilustrada y europeizante del criollo. Pero
su apoyo social está en la hacienda. Era típico. En estas familias está siempre el hijo huasamaco. El otro hermano es abogado, diplomático, político, pero cuando vuelve al campo se vuelve más bruto: se
pone un poncho cuando estaba usando un frac… No quiero parecer presuntuoso, pero uno puede ser sumamente cosmopolita en Chile, pero pónganlo en Oxford. Ahí a mí me viene mi lado criollo, tosco,
y me siento muy orgulloso de ello. Por eso que el criollo no está ni aquí ni allá. Es como Borges, que puede escribir sobre bibliotecas y considerarse heredero de la cultura europea entera. Y al mismo
tiempo hablar de los cuchilleros.
HISTORIA PATERNALISTA
Eso Borges, probablemente con algo de ironía, lo plantea como una ventaja, una superioridad del latinoamericano por sobre el europeo, que no tiene acceso a esos dos mundos, sino sólo a uno.
-Y si lo europeo para nosotros fuese solamente España… no, no, no, estamos sonados. Y yo creo que los criollos eso lo pensaron así: ¿Por qué no Francia, por qué no Inglaterra? ¿Por qué reducirse
a los conventos claroscuros, tenebrosos que nos ofrecen Pedro Morandé, Carlos Cousiño y la Isabel Cruz? ¡Ah no! Al lado de ellos, la España que ofrecía don Jaime Eyzaguirre era noble. La de esta gente
sospecho que es una España barroca, media hechiza y patrimonialista. Son amigos del arte que en el fondo aspiran a museos y recorridos turísticos por la ciudad. Yo no les creo nada. Hacen muy buen negocio con el patrimonialismo: escuelas de conservación, títulos de gestión cultural. Es una industria turística lo que hacen ellos. Muy lucrativa.
¿Algún ejemplo concreto?
-Estos fascículos de los cuatro momentos de la historia chilena que está publicando El Mercurio, hechos por la Isabel Cruz. Lo único que se retrata es un momento, como en History Channel: te trasladan, por ejemplo, a 1919 y te hablan de las virtudes de tener un parto en la cama y no colgando. El propósito es llevarnos al pasado como si nosotros estuviéramos ahí. Retratan la vida cotidiana aisladamente, pero con cero política. Y eso hacen para referirse a 1710,a 1810, a 1910 y lo harán en 2010, aludiendo al mall, la comida chatarra, todo ese cuento, pero con cero problema político. En 1810 no va a haber diferencias políticas, tampoco las va a haber en 2010, porque estamos tan concentrados en la vida cotidiana que no hay ámbito público. Todo el propósito de ellos es crear una especie de versión Laura Ashley para Chile, sin ver segregación urbana, ni problemas de distribución del ingreso, ni desigual calidad de la educación. Y después todos vemos la televisión. Ahí somos todos igualitos. Esa es la vida cotidiana que quieren, la historia virtual de la vida cotidiana. Además, en ese marco de malls y television, todos podemos reevangelizarnos y recristianizarnos, y todos podemos
ver la misma tragedia de Putre y somos todos hermanos en el sufrimiento. A mí esto me complica porque creo que no se puede saltar al pasado y volver a sentirlo. Lo que queda del pasado son huellas, fósiles, evidencia siempre parcial.
Que se puede interpretar.
-Claro, eso creo yo. La historia, por lo tanto, no requiere afirmaciones tajantes, sino especulaciones inteligentes. Se maneja un universo limitado de variables, y sobre esa base uno puede decir ciertas
cosas. Pero en estos fascículos dicen que calcularon la cantidad de energía que salía de las velas. Eso es una estupidez sin límite, una burrada con patas. Si yo tengo un alumno que me presenta eso como tesis, le sugiero que lo elimine o corre el riesgo de que yo lo falsée, falsée su evidencia. Como parece que fue Enersis el que financió estos fascículos, están preocupados en calcular cuántos kilowatts producían las velas, y eso es una estupidez que presentan como cientificismo histórico, edulcorado y sin ningún tipo de conflictos. Y con pretensiones de que se constituya poco menos que en el
currículum nacional. ¡Francamente me produce un poquito de indignación!
Así veo.
-Siempre temas de orden histórico se le presentan al público con cierto paternalismo pedagógico, como si dijeran: “Usted no sabe, yo le voy a contar”.
¿Qué, en vez de eso, le dirías a un público lector de historia?
-“Ustedes saben mucho más de historia de lo que creen. Ustedes viven en una ciudad en la que hay calles que dicen Pedro de Valdivia, Francisco Bilbao, Bernardo O´Higgins… Y aunque usted no sepa, tiene algunos rastros en su mente, y tiene que acudir donde un historiador que le armará el puzzle, le despertará la memoria y se la ordenará”. Un poquito más de humildad epistemológica no le haría mal a nadie.
MORANDÉ Y COMPAÑÍA
Es de larga data y duras cuñas tu discusión con sociólogos de la uc, como Pedro Morandé y Carlos Cousiño.
-Y la misma Isabel Cruz y Jaime Valenzuela, pero esa gente no responde a nada. Son impermeables. Cuando uno entra en discusión con otro corre el riesgo de que lo convenzan, y ellos no quieren ser convencidos. Son cabezas duras.
Como los españoles de la españa de hace cuarenta años.
-La verdad de las cosas es que estos señores son bien fascistas, digamos las cosas como son. Son neocorporativistas, por cierto. Ese es todo el punto. Son corporativistas, fascistas…
¿Beatos?
-Beatos, admiran a Franco y a la versión chilena de Franco, Pinochet. Son mentes de cofradías. Bueno, por de pronto, los Legionarios de Cristo les educan a sus hijos, cuando no han educado a
uno que otro de ellos mismos. Morandé era Mapu, y también Carlos Cousiño. Y creen que pueden ser tradicionales en lo religioso y en lo filosófico, y muy progresistas en lo económico. Lamentablemente, el mundo intelectual progresista de izquierda a veces les lleva el amén.
¿A quiénes y qué te refieres exactamente?
-A los Ottone de este mundo. Tironi, Lagos, Correa, Óscar Guillermo Garretón. Yo creo que Ottone va a terminar en el Opus. Cuando se canse de la Universidad Diego Portales emigrará a la Universidad de Los Andes y recibirá la extremaunción de parte del padre O`Reilly. Y a la izquierda progresista de este país le encanta la convicción del beaterío nacional, del nacionalcristianismo.
LA DERECHA “HISTÉRICA”
Dices que este criollo que lleva las riendas y sienta las bases de la república desaparece en la década del 60 con la Reforma Agraria.
-Sí, está muerto. Lo que no está muerto y yo sí quiero rescatar es todo lo que se hizo de progresista a base de este mundo, la república, lo poco o mucho que se hizo en términos de ilustración, la Universidad de Chile, el Congreso, los partidos fuertes, la secularización.
Pero cuesta creer que un sujeto social así de fuerte como lo planteas haya desaparecido de un dos por tres, por profunda que fuese la Reforma Agraria.
-Lo que pasa es que ahí la derecha tradicional se vuelve fascista, histérica, sin apoyo electoral.
Escribes que el apoyo absoluto de la derecha al golpe y la dictadura es “un gesto extraño” en ellos. ¿Lo es?
-Sí, porque la derecha era antimilitarista.
Y desde entonces hasta hoy, y cada vez más, la derecha se ha vuelto militarista, eclesiástica
y mercantilista.
-Exactamente, y habían sido secularizadores, antimilitaristas y les había interesado más lo político que lo económico. Se nos olvida que la apuesta económica de esta clase criolla era por la agricultura, que nunca produjo grandes riquezas, que sí producen los minerales, la industria, el comercio. Por todo esto es que el último capítulo de este grupo dirigente -su apoyo al Golpe- es algo que yo siento como muy vergonzoso. Histéricos, perdieron la sangre fría, la calma. La antigua elite era muy calculadora, muy racional.
¿Tanto?
-Uno de los herederos se quedaba en la hacienda y el otro hermano partía a Santiago y estudiaba derecho. Y en Santiago lo negocian todo menos el poder que tienen en la hacienda. Entonces, si finalmente paros y huelgas en el norte están conduciendo a masacres, mucho mejor tener a un comunista en el parlamento, y entonces vamos incorporando al comunista. Y si Allende quiere ser parlamentario, que lo sea, y si quiere entrar a La Moneda, que entre a La Moneda. Hasta que aparece esta derecha histérica, complotista, conspiradora, que hace conexiones con los militares para derrocar a Allende.
¿Ahí surge lo que Carla Cordua ha subrayado como una de los inventos curiosos del Chile moderno: una “burguesía radicalmente inculta”?
-Así es; se codean, en las sombras ciertamente, como hacen los “Tironis”, con los tres poderes fácticos: la Iglesia, los militares y los grandes empresarios. Es cierto lo que dice Carla Cordua, que esta
plutocracia, este desarrollo económico no se ha transformado en una burguesía ilustrada, sino todo lo contrario. Ese es el gran desafío: transformar a esta plutocracia en una burguesía ilustrada. ¡Necesitamos más Wittgenstein!
Todo esto explica la proliferación que han tenido en la clase “alta” los movimiento religiosos que hace una décadas han llegado a Chile con más éxito que el Cirque Du Soleil: Schoenstatt, los Legionarios, el Opus Dei.
-Pero si lo hemos visto en estos días. Son grupos muy aterrados de la vida.
¿A qué te refieres?
-Fue muy terrible la tragedia de Putre, ¿cómo no reconocer eso? Pero las cámaras de televisión se metieron en la ciudadela, y nos dimos cuenta que eran una gente tan uniformada. Se visten de la misma manera, con el mismo corte de pelo, a la hora de enfrentar las caras se ponen los mismos Ray Ban y piensan todos igual. Si yo comparo a este minúsculo gueto que va quedando de la vieja elite con esa elite tradicional que se sentía dueña de este país (y efectivamente eran amos, señores y patricios), me quedo con la antigua. Estos de ahora son muy poderosos, pero no piensan en el país. Por eso de la elite antigua pudieron salir rebeldes, Joaquín Edwards Bello,Vicente Huidobro, Roberto Matta. Ése es el punto. Esos tres hoy no pueden entrar al colegio Cumbres. Vicente Huidobro no pasaría el test de admisión.
PIÑERA, LAGOS Y BACHELETE
Hoy (viernes5/9) tu mujer, Sofía Correa, publicó una columna en La Tercera haciendo un paralelo entre Piñera y Jorge Alessandri, a propósito de los 50 años de la asunción de éste a la presidencia. Y subraya dos diferencias: que Piñera no cuenta con el apoyo de la derecha política y que se desmarca de la clase dominante para situarse –“sin pestañear”– entre la clase media.
-Es que ésa es la diferencia. El sistema político requiere de los partidos políticos. Entonces, un empresario que además no cuenta ni con los empresarios, no. Piñera de llegar a ganar lo más probable es que haga un gobierno bisagra, pero también este gobierno de la señora Bachelet parece bisagra, el último de la Concertación. Piñera también podría ser el último gobierno de la Concertación. En todo caso yo creo que sí tiene que venir una derecha. Tal vez hay que darle más tiempo. Yo creo que la derecha no se merece la presidencia, porque no lo han hecho bien.
¿Y hay que darles más tiempo para que hagan qué?
-Para que se liberalicen para gobernar.
Para levantar, después de 20 años, una alternativa no tan momia de gobierno.
-Imagínate una derecha en que uno de los presidentes de sus partidos es Carlos Larraín Peña. Carlos Larraín Peña vive en una casa de su abuelo anticuario. No, no. Necesitamos más renovación. Los chistes de Carlos Larraín Peña no sirven para la renovación. Son divertidos, no es tonto, pero no es suficiente. Lo que sí es interesante es el desmarcamiento de los partidos políticos con los empresarios. Sabemos que los grandes empresarios apoyan a la Concertación, y los partidos políticos están apostando por un escenario parlamentario díscolo, que mira con desconfianza al ejecutivo. Ahora, ahí hay una vieja tradición: el parlamentarismo siempre ha sido díscolo. Yo los veo débiles, pero configurando sus propios partidos. Yo creo que ésa es la postura de Longueira. Ahora, la derecha no se merece el gobierno.
¿Y la Concertación merece seguir?
-La Concertación se merece seguir desgastándose. El país tiene que purgarse mirando muy directamente el abuso de poder y la corruptela que ha significado crecientemente la Concertación. La gente se demora en darse cuenta.
¿Qué me dices de Lagos en una palabra?
-Ustedes lo dijeron muy bien: es el señor de la ocurrencia. A veces yo pienso que sería estupendo que lo eligieran nuevamente para que con seguridad hiciera un muy mal gobierno, y se le pase la cuenta por la vía de la historia. Y si no, se tira a un segundo gobierno y pierde. Sería extraordinario. Y la otra es que decidiera no presentarse e igual la historia le va a pasar la cuenta. A Lagos la cuenta le llega porque el suyo fue el gobierno más corrupto.
¿De la concertación?
-¡De la historia! Mucho más corrupto que la dictadura, porque el Estado está más rico.
Pero tú no acusas a Lagos de ser corrupto sino de que ocurriera en su gobierno.
-Él es el responsable en última instancia, él. Es su gobierno, su administración.
Ni siquiera le concedes que en su gobierno el país se haya liberalizado.
-No, para nada. No me parece que colgar un cuadro de Matta en La Moneda sea una gran liberalización. Liberalizar en este país significa cambiar el régimen de gobierno, la Constitución. Esto no tiene nada que ver con el hecho de que haya un destape; la liberalización no es solamente un destape. En ese sentido me parece que la señora Bachelet es la que encarna esa liberalización, no Lagos. Lagos es el mejor gobierno que ha tenido la derecha, como dijo Carlos Altamirano. Lagos no es generoso, y al no serlo él no despierta generosidades de parte de sus críticos. Soberbia va y soberbia viene. No le concedo nada.
Tú en todo caso fuiste siempre crítico de la concertación. En 2000 dijiste que todavía estábamos en dictadura, por cómo se había pactado perpetuar ciertas cosas establecidas por Pinochet.
-Yo creo que seguimos en eso. En la medida en que no cambiemos la Constitución y el modelo neoliberal. Todos los gobiernos de la Concertación han sido elegidos para cambiar esas dos cosas y no las han cambiado. El modelo lo han perfeccionado y la Constitución en lo medular sigue siendo
un régimen cívico-militar.
¿Tanto así?
-La señora Bachelet cuando está pasando por problemas graves, va y se refugia entre los militares, se pone el uniforme, que le queda impecable, hecho a la medida, y ocurre algo medio raro, pues ella pasa a ser nuevamente la hija de su papá. Ella se protege y ellos la protegen.
Cuando increpaste a Bachelet en su campaña, aparte de decirle que era un producto del marketing político, dijiste que ella era una “carta tapada de los militares”. ¿Parece que lo mantienes?
-Es decir, a estas alturas del juego eso se destapó nomás. Al menos dos o tres veces, los comandantes en jefe, concretamente los de la FACH, han dicho que ella es miembro de la familia militar.
¿Pero esas declaraciones la convierten en una carta tapada de los militares?
-Absolutamente, como también es un hecho que ella es una figura mediática. El gobierno es fuertemente castigado en las encuestas y ella no. Tiene un cierto talento enorme. Yo creo haber dado con lo que ella podría hacer después del gobierno.
¿Qué?
-Embajadora de la UNICEF. Lagos como Capitán Planeta, ella como embajadora de la UNICEF e Insulza como secretario general de la OEA, me parece estupendo. Que se vayan.
OPUS SÍ, LEGIONARIOS NO
¿Y que se quede quién?
-Yo creo que el país está, macroeconómicamente, bastante bien. Si este es un país bastante rico. Tanto, que el país se puede dar el lujo de no tener los mejores gobiernos, a la espera de que los grupos políticos se adiestren para enfrentar los nuevos desafíos. A veces los países son más lentos de lo que la evidencia reclama. Tiene que venir una derecha muy moderna, muy poco beata, distante de
la dictadura, que marque la distancia. Y tiene que haber un cambio generacional. Gente joven, nueva, que tenga que traicionar –así como Frei y la Falange traicionaron al Partido Conservador- a la
UDI y a RN.
Y a Escrivá de Balaguer.
-Empecemos por John O´Reilly. Porque, después de todo, hay un diferencia entre los Legionarios y los Opus Dei. Es menor, pero la hay.
¿Cuál?
-El Opus es más habiloso, más moderno. Los intelectuales del Opus leen más o menos las mismas cosas que las que nosotros que estamos en el polo secularizador. La gente de los Legionarios no lee. El Opus lee. Están más inoculados, o los tiran a las fieras, que seríamos nosotros, o se sienten suficientemente seguros intelectualmente. Cada vez que hay un Opus de por medio yo le tengo respeto.
¿A los Legionarios no?
-No, pero es que ni siquiera entran a discutir.
EL MERCURIO DE ZEGERS
Entiendo que el gesto de María Música no te pareció tan grave.
-No, porque esa ministra momia que tiene este gobierno se merecía una crítica feroz, si es que no a estas alturas del juego una nueva acusación constitucional. Cuando la gente empieza a echar de menos a la Provoste… ese es el jarronazo por excelencia. Mónica Jiménez no tiene destino.
A propósito de sus fascículos históricos, ¿qué piensas de El Mercurio hoy? ¿da el ancho?
-Yo lo lamento pero El Mercurio es una institución muy extraordinaria, muy de larga duración, muy seria, pero evidentemente que dirigido por Cristián Zegers no puede dar el ancho. Crsitián Zegers es el otro autor del “Libro Blanco”. Zegers auspiciaba titulares en La Segunda que decían que los rebeldes se mataban como ratas. Zegers es anacrónico. Creo que entró a la política en la campaña de Jorge Alessandri en el año 58. Los Cristián Zeggers son el por qué la derecha no es alternativa política en Chile después de 20 años.
Pero Zegers no se ganó la dirección de El Mercurio en la lotería; lo puso Edwards.
-El Mercurio es como la iglesia católica.
¿Cómo así?
-Puede tener gente que desmiente su propia solidez. No olvidemos que El Mercurio fue inicialmente un diario liberal, bajo los Edwards, y antes fue un diario creado por Pedro Félix Vicuña, es decir, fue un diario pipiolo. Yo creo que apelar al liberalismo que está ahí en el disco duro, en el archivo silenciado de El Mercurio, pasa por poner en duda a este personaje que, no sé… Cristián Zegers está bien para el Diario Ilustrado, si es que no para El Eco de Lourdes.