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23 de Marzo de 2009

Tomo palco, por Renán Munizaga

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Si no escribía en este sitio desde hace tiempo es principalmente porque no tenía nada interesante que decir. Me fui de vacaciones a Linares, vendí el departamento en las Torres de Apoquindo y se murió mi perro, Alex, leal labrador que me acompañó en incontables jornadas de caza. Soy un amante de la caza, principalmente de tórtolas, pájaro que es uno de los principales enemigos de la agricultura chilena. Tengo un Remington 870 Express con recámara y mecanismos de acero. Hermosa obra del ser humano, por cierto, que en las manos apropiadas no reviste mayor peligro. Tras la muerte de Alex, quise homenajearlo con una caza de pajaritos en el campo de unos amigos en San Javier. Para hacerle unos pequeños ajustes y comprar munición, llevé el Remington a la Armería Céspedes, donde me atienden de maravillas, pero estaba cerrada por vacaciones, así que me tuve que ir a otra, cuyo nombre ni siquiera recuerdo. Al muchacho del mesón le presenté mis permisos y credenciales y le pedí 100 cartuchos, pero me dijo que sólo podía venderme 20 a la semana, 83 en un mes y mil al año. “Pero si Céspedes me vende de a cien y si quiero comprarle 500, me trae los 500, huevón”, le dije. El muchacho ni se inmutó. Sacó una ley que data del 2005 y me la mostró La letra era tan chica que no pude leerla, tampoco quería. Me fui indignado, pateando la perra y pensando en que cada día somos menos libres. ¡Estas leyes las escribe un estúpido marica que nunca ha recibido un buen culatazo en su hombro! Por Dios.
Leo en el Qué Pasa de esta semana una columna del dueño de este diario, Patricio Fernández. Palabras más, palabras menos, reclama porque a sus amigos no los dejan fumar marihuana tranquilos. ¿Y quién no los deja? ¡Malditos burócratas lameculos que no saben nada del placer! Odian y desprecian lo que no conocen. Si yo le apunto mi Remington a un tipo y lo mato, me voy preso y soy un asesino, pero si me meto a un campo vacío y le tiro a un par de tórtolas, no le hago daño a nadie, porque tengo criterio. ¡No soy un niño! Soy un viejo aburrido que se relaja con el aroma de la pólvora y el planear defectuoso de un pajarraco que es plaga y al que le he dado certera caza. Por qué joden tanto. El sábado El Mercurio sacó un artículo contra la marihuana, los daños que hace y bla, bla, bla. Imbéciles, la gente está presionada, endeudada, llena de problemas, y quieren cortarle su última escapatoria. Eso es una crueldad.
Medito un rato. Al final qué tanto: los amigos de Fernández consiguen marihuana cada vez que quieren en cualquier parte, sin impuestos, a veces la cultivan ellos mismos. Yo compré mis cartuchos a un viejo que tiene una zapatería. Le compré un cajón, para que sobraran. Le disparé a las tórtolas, a una perdiz roja y a unos tarros de jurel que pusimos sobre un portón de madera Y ni siquiera tuve que pagar los cinco mil pesos por cada cien tiros que exige la reglamentación. Los hombres de naturaleza libre, drogadictos, alcohólicos o cazadores, nos las rebuscamos, aunque exista un mundo de amargados que haga esfuerzos infinitos por quebrar nuestro entusiasmo.

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#caza#marihuana

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