Opinión
2 de Agosto de 2009Los días “R” Ripley de Patricia Highsmith: La elegancia de matar
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A propósito de “Tom Ripley”, recopilación de novelas de Patricia Highsmith.
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POR TAL PINTO
Promediando “La máscara de Ripley” -la segunda de las cinco novelas que componen el ciclo de Tom Ripley reunido en este volumen-, su carismático protagonista, involucrado en una complicada estafa que incluye, entre otras cosas, un pintor muerto, otro que lo falsifica, una galería que vende los plagios y un millonario aficionado a la pintura que sospecha del fraude, piensa: “Si uno pintaba más falsificaciones que cuadros propios, ¿no se convertirían las primeras en algo más natural, más real y auténtico, incluso para uno mismo, que las propias obras? Acaso, a larga, el hacerlo dejase de representar un esfuerzo y se convirtiese en la segunda naturaleza del pintor”. Esta calculada reflexión es la que mejor define la personalidad de Ripley, un hombre, un asesino, un aspirante a actor, con una ductilidad que le permite impostar con tanta facilidad que en ocasiones olvida su propia identidad.
La norteamericana Patricia Highsmith dio a conocer en “A pleno sol” (cuyo título original es “El talentoso Mr. Ripley”) en 1955 y cerró, cuatro novelas más tarde, en 1990 con “Ripley en peligro”, a quien debe ser uno de los asesinos más carismáticos de la literatura.
El veinteañero primer Ripley es un joven modesto, infeliz con su vida. Ensaya un pequeño fraude más con ánimos de divertirse que de sacar partido de él. Sus perspectivas cambian cuando el acaudalado Herbert Greenleaf, por referencias difusas, se le acerca y le pide que haga lo posible por traer a su hijo Dickie de vuelta de Italia, donde éste se dedica a pintar y a navegar pero principalmente al ocio.
Le ofrece pagarle el viaje y una suma generosa de dinero para correr con sus gastos. Tom, naturalmente, acepta. Ya en Mongibello, Tom forjará una relación sexualmente ambigua con Dickie, en la que paulatinamente irá adquiriendo los manierismos de su blanco, envidiando su estilo de vida, y lo asesinará para apropiarse de ese mundo burgués que añora.
Si la autora ha de concederle tanta importancia a “A pleno sol” es justamente porque las siguientes cuatro novelas son, con matices, variaciones de ésta. En todas Ripley mantiene una relación homoerótica que disfraza como “fraternidad”, y en todas Ripley mata para preservar su estilo de vida. El asesinato de Dickie Greenleaf fue “un error de inmadurez”, o así al menos lo describe Ripley en la cuarta novela. No es consciente, y lo será sólo a un nivel muy básico, de que esa primera muerte es la que echó andar y dio solidez a su vida de ocioso americano transplantado en Europa; Tom Ripley asesinó a Dickie Greenleaf para convertirse en él.
En “El amigo americano” (o “El juego de Ripley”), se da una variación dentro de la variación: Ripley consigue que Jonathan Trevanny, un enmarcador inglés con leucemia, al que le quedan “entre seis y doce años de vida”, asesine por dinero. Ripley encuentra en Frank Pierson, en “Tras los pasos de Ripley”, un aprendiz, y a pesar que desde la segunda novela Ripley quiere confiar en otros y revelarles su naturaleza, las cosas no acabarán del todo bien. Tom Ripley una vez más tendrá que poner atajo a estafadores menos sofisticados en “Ripley en peligro”, y eso sí acabará del mejor modo.
Al comienzo de “A pleno sol” el narrador afirma de Ripley que “siempre había creído que su rostro era el más inexpresivo del mundo, un rostro sumamente fácil de olvidar, con un aire de docilidad que no acababa de comprender, unido a una vaga expresión de temor que jamás había logrado borrar. Era, en resumen, el rostro de un verdadero conformista”. Hacia el final poco quedará de ese joven apurado por sus ansias existenciales, y si un hombre en la plenitud de sus poderes que ha conseguido con éxito moderado dejar atrás su pasado, engañar a prácticamente toda Europa y vivir con holgura el resto de su criminal vida.
“Patricia Highsmith escribe acerca de los hombres como escribiría una araña de las moscas”, señala una crítica del Observer de Londres, citada en la contratapa. Y tiene toda la razón. La profunda indagación psicológica, el elegante descaro de su protagonista y las fascinantes intrigas, hacen de “Tom Ripley” una lectura placentera como pocas.
TOM RIPLEY
Patricia Highsmith
Editorial Anagrama
2009, 1284 páginasSW