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7 de Septiembre de 2009

Aventuras del lector: “¡¿Acaso no veí conchetumadre?!”

Por


Por Sergio Bravo

Lo raro es que no me causó rabia ni impotencia el haber recibido tal insulto. Me dio pena. No pena por mí, sino que pena por aquel pobre hombre. ¿Qué hemos hecho mal para formar gente tan agresiva y prepotente?

El hecho es que iba conduciendo en mi auto, cuando un auto repentinamente dobló hacia la calle donde me encontraba, salvándonos por un poco de un choque. Puede que el error haya sido mío, o puede que haya sido de él; no es el punto a discutir.

Este tipo de situaciones me tiene harto. Día a día debemos lidiar con aquellos apestosos conductores, desde los que tienen los más caros autos, que quizás demorarán años en pagar, hasta los más humildes, muchos de ellos con una arrogancia que me causa una impotencia terrible. Lo curioso es que nadie se salva de esto, desde el ABC1 hasta el peor delincuente, a todos les persigue el mismo karma.

He aquí donde se refleja el real sentir de nuestros ciudadanos: gente hostil, con un fuerte resentimiento hacia el que tiene más, desprecio hacia el que tiene menos, apestada de lo que hace y casi nula preocupación por el prójimo.

Si no somos capaces de comportarnos como gente civilizada, ¿cómo pretendemos ser un país del primer mundo?

Todo parte por un cambio en la mentalidad. Chile no será un país desarrollado cuando estemos llenos de riquezas, o cuando los pobres dejen de ser pobres, seremos un país desarrollado cuando aprendamos a convivir con los demás, con respeto y por sobre todo dejando de lado la asquerosa prepotencia característica de nuestra sociedad.

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